martes, 2 de febrero de 2010

El tiempo que pasa (Otras islas, de Manuel de Lope).

En la obra de Manuel de Lope hay una curiosa vivencia del tiempo. Por una parte, sus novelas parecen no avanzar: el tiempo es lento, con un gusto por los detalles que sólo se puede conseguir con un dominio del lenguaje narrativo; por otra, hay una carga de recuerdo y memoria individual y colectiva: el tiempo pasado que sigue vivo en el presente, sosteniendo para bien o para mal las acciones de los protagonistas. Casi siempre para explicar el naufragio personal y colectivo. Sus protagonistas se atan a aquello que fueron en su infancia como una identidad que pesa tanto que impide ir más allá de lo que abarca una cadena de la que alguien pudiera tirar para hacernos volver al punto de origen al instante.

En su última novela, Otras islas (RBA, 2009), en la que el conflicto personal se ambienta en la España de la corrupción de finales del siglo XX, se halla un excelente párrafo que conecta la infancia con el presente del protagonista y que resumen en pocas líneas toda su vida:

Al cabo de unos minutos el niño entró en el agua, presentando el pecho al mar. La violencia de la espuma le cegó los ojos. Los revolcones de la olas hicieron transcurrir los años. Sumergido en el fragor de la marea no vio pasar el torbellino del tiempo. Cuando salió del agua sus pies dejaron una huella de adolescente en la arena. Años después dejaron una huella de hombre adulto. Cambiaron muchas cosas. Sólo el mar no había cambiado.

Hay quien sostiene que sólo cambia lo superficial en nuestras vidas: las circunstancias. Pero que, en el fondo, seguimos siendo aquel niño. No sé si es así. No sé si es así en todos o sólo en los que poseen un alto grado de reflexión y memoria. Yo sólo sé que el tiempo ha pasado demasiado rápido, como le ha sucedido al niño de la novela de Manuel de Lope, para quien sus padres quedaron fijados en una estampa veraniega mientras él sufría los revolcones de las olas del mar. Quizá la vida sea sólo eso: una sucesión de olas golpeando nuestro cuerpo contra la arena de la playa en la que, de vez en cuando, dejamos una ligera huella. Cuando nos llega la hora de hacer balance, todo lo que hay en el medio puede difuminarse tanto que no sabemos cómo explicarlo.

Yo ni siquiera recuerdo el hilo de las cosas que explican cómo he llegado hasta aquí después de aquel día en el que soñaba goles imposibles con el equipo de mi barrio: quizá un puñado de fotografías que van quedando amarillas.

33 comentarios:

Myriam dijo...

Y si, una sucesión de olas con muchas ráfagas... las que querramos.

María dijo...

¡Qué rabia me da, Pedro! sigue sin actualizarse el Reader.

Gracias por compartir este libro, me gusta ampliar conocimientos y tener conocimiento de obras literarias.

Un beso.

Asun dijo...

El niño que fuimos siempre nos acompañará, otra cosa es que lo reconozcamos y le demos voz y lo dejemos expresarse.

Besos

Teresa dijo...

Dice la primera frase (que es preciosa) del enlace que apuntas:
"Manuel de Lope (Burgos, 1949) es un escritor español."

¡pero cuánta savia tiene esta tierra fría! (por desgracia no hiberna aquí donde se congelan las esperanzas)

"Cambiaron muchas cosas. Sólo el mar no había cambiado"

Una entrada asaetada como "La Dolorosa". Da coraje que el mundo siga vivo mientras nosotros morimos poco a poco. Da coraje que el mar se enfurezca y a él, ¿qué le importa nuestra pena?

Teresa dijo...

No sé cómo puedes leer tanto.
Me parece admirable.

Marina dijo...

Tomaré buena nota del libro para que, algún día, cuando salga de esta vorágine temporal que amenaza con angullirme, pueda saborear su lectura.
Un abrazo

Merche Pallarés dijo...

No recordaba que Manuel de Lope fuera de Burgos. Leí su "Bella en las tinieblas" que me dejó un sabor agridulce. No me acabó de gustar, aunque su prosa era interesante. Demasiado pesimista para mi gusto, pero, siendo de Burgos igual es normal para muchos esa visión negativa de la vida... Besotes literarios, M.

Myriam dijo...

MERCHE: ¡es que a Burgos le falta el mar!.

POE: por cierto va Manuel de Lope a mi lista. Y la fotorafía es preciosa. Lo mismo, como dice BIPO... es admirable como puedes leer tanto con sólo un para de ojos.

Myriam dijo...

Un par de ojos. Dice, vale

Juan Navarro dijo...

Dos razones para leerlo: el niño que lo sustenta, porque ese fué el primer libro que leí, y el escritor que pinta o el pintor que escribe que está detrás de Manuel de Lope.

Gabiprog dijo...

Hay paseos por la orilla de la vida donde las mareas son altas y peligrosas, aunque bien pensado, y visto que nuestras huellas siempre las borra el agua, tal vez sea mejor no perder el rumbo entre el horizonte que no alcanzamos nunca y el paisaje que siempre dejamos atrás.

Anónimo dijo...

..hola pedro... sabes?
el post me encanto....me dejo alli en esa palabra tiempo ...pensando quien sabe en que cosas....este post esta lleno de es tiempo que esta impreso en nuestros rostros....
el parrafo del libro que escribiste me gusto ..como sera el libro completo?


besines pedro...no dejas de conmoverme... por como ves las cosas....
la imagen es especial...


:) SAUVIGNONA

marga dijo...

!Que bonita la imagen de la huella saliendo del mar! creciendo, expandiéndose, menguando.
Si un paciente bañista nos contemplara al salir cada año del agua, vería como la vida nos va llenando de cicatrices.
!Vaya usted a saber como será la mujer que salga de aquella playa dentro de veinte años! si sale, claro

Graciosilla la niña: Después de doce años volví a ver el Perito Moreno, en las fotos yo vestía el mismo anorak (apañada) y el Perito lucía tan majestuoso como hace una decada !coño, sólo había cambiado yo!

El tiempo, el implacable...

Camille Stein dijo...

el párrafo es una maravilla... quizá el tiempo y la memoria se resuman en ese sencillo balance: un inicio difuso en el principio del recuerdo y un presente escurridizo que reconstruye huellas desaparecidas

saludos

Abejita de la Vega dijo...

Se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografía (Miguel Hernández)
El texto de Manuel de Lope, me gusta mucho. A por el libro.
Los burgaleses no somos especialmente pesimistas, creo ¿o sí?
El mar modera la temperatura ¿modera las tristezas?
Un abrazo

Silvi (reikijai) dijo...

Hola Pedro anoche, leí tu entrada. El autor… me era conocido… en la mudanzas de una planta a otra… muchos libros no salieron de las cajas…preferí esperar, para cerciorarme antes de decir algo que no corresponda. Ahora con el libro en mano… Leí Otoño del siglo, un bodrio y Perlas peregrinas… (bastante tedioso).
El mar me atrae… y así como tu, lo cuentas… quizás le deba dar otra oportunidad… La foto excelente. Besitos. Silvi.

lichazul dijo...

interesante entrada , didáctica y reflexiva

felicitaciones profe por promover talentos, acá es difícil que lleguen esos libros, sólo apuestan a los consagrados las librerías y editoriales , pocos son los que se tiran a la piscina con las neas plumas

besitos de luz

Anónimo dijo...

Buenos días, profesor Ojeda:

Me gusta como escribe Manuel de Lope. No tardaré en tener este libro. Seguramente, sabiendo que es paisano, hubiera leído sus obras, pero coincide que fue compañero de clase en el colegio con mi marido, así que es él quien se encarga de comprarlo en cuanto se entera de alguna novedad.
Mi preferido es "Las perlas peregrinas".
Verdaderamente el frío de nuestra ciudad, cuando los hay desde niños, hace muy buenos escritores. Es este caso. Me ha gustado el texto escogido.

Saludos. Gelu

P.D.: Ahora que pienso: a Jan Puerta le hubiera gustado retratar a Hércules. Seguro.

Merche Pallarés dijo...

ABEJITA, encuentro que los de Burgos y Castilla adentro, con honrosas excepciones como FERNANDO PORTILLO,el maravilloso y ya tristemente desaparecido MANZA, BIPO, TU, LA MOSCA COJONERA y otros, son bastante depresivos. Tambien nuestro PEDRO O.E. con sus fotos... Igual el mar sí que tiene mucho que ver con el carácter de cada uno. Creo que el mar es MUY necesario. El verlo, tocarlo, olerlo. Somos anfíbios, querida, por lo tanto el mar nos es imprescindible. Yo no podría vivir alejada de él. Besotes acuáticos, M.

Anabel Rodríguez dijo...

Pues yo también soy una desmemoriada, casi no recuerdo como llegué aquí, tal vez por eso no tenga futuro,o que aquí el mar no llega, o no llega el viento, o me robó la memoria y me encontré un día sin saber de donde venía.
Me gusta mucho la entrada que has hecho hoy. Besos

Anabel Rodríguez dijo...

Por cierto Merche ¿anfibios? supongo que lo dirás figuradamente, porque desde luego yo entiendo tu aficción al agua aunque también sea de interior, pero ni el más es tan maravilloso ni el secano tan triste. De hecho hay campos que recuerdan aguas calmas y paisajes, ricos riquísimos. No todo es más, igual que no todo es tierra.
Besos y saludos a todos

jg riobò dijo...

Que magnífica fotografía.
El tiempo, invento humano, nos devora.

Myriam dijo...

ABEJITA: Que si, el mar modera la tristeza... ¡y como! al menos a mí, me ayudó a elaborar dos duelos juntos: el del tio que fué como un padre para mí y el de mi amiga, socia y colega.
Besos

Merche Pallarés dijo...

ANABEL, digo anfibios porque si recuerdas(es un decir), en el útero de nuestras madres estábamos envueltas en agua. Con una gran riada (rompeduras de aguas) llegamos a este "puto" mundo o sea que el agua y el inmenso mar es muy necesario para nuestro bienestar existencial. Creo. Besotes amnióticos, M.

Jesús Garrido dijo...

Me parece digno de tener en cuenta , el libro digo.

virgi dijo...

Una verdadera maravilla ese párrafo que nos muestras.

Mi admiración y besos para ti

matrioska_verde dijo...

pues tiene una muy buena pinta el libro.

respecto a lo que dices, los que tenemos suerte (y me incluyo humildemente) seguimos conservando una parte de ese niño que fuimos y soñamos y nos hacemos ilusiones y sentimos como sólo sienten los niños... pero, porque todo tiene un pero, esas olas existen y por fuera vamos cambiando la imagen y con ella también nuestra forma de ser interior.

biquiños,

CarmenS dijo...

No creo que seamos el niño o la niña aquella. Algo de su esencia nos queda, mucho tal vez, pero hemos cambiado, forzosamente hemos evolucionado. En unos casos para mejorar lo que entonces era un agobio para nosotros.

Anónimo dijo...

Sí Pedro, la vida pasa muy deprisa, sin darnos casi cuenta. El libro no sé cómo estará, pero tu lo describes de maravilla. Me gustan tus reflexiones y tu manera de enfocar las cosas. Isabel.

Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Abejita de la Vega dijo...

Los de tierra adentro tenemos muy poquitos días de mar, que saboreamos como plato caro y escaso. Vivimos sin él, estamos acostumbrados...
Para el que siempre lo ha disfrutado, es imprescindible. Seguro. Merche tiene su razón.
El mar puede moderar la tristeza, sí. Pero también pueden servir los árboles, las flores, las montañas, un arroyo cristalino...La belleza es una buena medicina, Myr, ya lo creo.
No creo que en Burgos la gente sea especialmente depresiva. Un poco áspera, puede. Un abrazo a todos:
María Ángeles

Merche Pallarés dijo...

ABEJITA, bueno teneís el rio... Pero ¡ojo! que yo os quiero mucho ¡a los de Burgos y resto de Castilla! Besotes castellanos, M.

Myriam dijo...

Ando metida por el Mar de Lope, me falta poco para terminarlo. Te cuento que me alegra haberme revolcado por sus olas, porque vuelvo a leer tu entrada que es una verdadera delicia.