miércoles, 10 de febrero de 2010

Cuando nadie responde (El paladar a la intemperie, de Antonio Sánchez Zamarreño).

La pérdida de los padres nos deja desnudos: ya estamos en primera línea ante la muerte. Ellos ya no están y no responden ni amparan. Hay un vértigo de espacios vacios y de palabras no dichas, pero también la sensación de que se nos ha echado ya el tiempo encima: nos sorprenda cuando nos sorprenda, la muerte de los padres termina irremediablemente con nuestra infancia. El juego de la vida se intensifica puesto que ya no hay posible refugio. El sentimiento que provoca la orfandad es independiente de la edad a la que nos llega porque cuando se nos mueren los padres siempre somos sus hijos. Y de pronto, nosotros somos el horizonte cuando atardece.

De la muerte de los padres nace el poemario El paladar a la intemperie (2009), de Antonio Sánchez Zamarreño (Villar de la Yegua, Salamanca, 1951). Sánchez Zamarreño construye sus poemas desde la experiencia concreta y a pecho descubierto: en su obra no hay falsa retórica. El trabajo poético con la emoción es siempre contenido y nada fácil en su aparente sencillez, incluso en un poemario con un tema como éste: Sánchez Zamarreño siempre ha buscado señalar el camino envolviéndolo en lo que no se dice. Las imágenes, expresadas en un paisaje comprensible, nacen de lo esencial del sentimiento que provoca el poema y éste es un apunte que se suma a otros. Es el conjunto el que nos da la clave de comprensión pero siempre sin obligaciones: el yo del poeta no se nos impone.

El paladar a la intemperie reflexiona poéticamente sobre la muerte de los padres pero también sobre la soledad del que permanece e intenta dialogar con sus muertos:

Llamaros es como un río
que bajara entre cenizas.
Ah de la madre; ah del padre:
toda mi voz es ya orilla.

Y en la orilla tachamos las ausencias en los calendarios:

Hoy, por séptima vez,
la golondrina se cruzó con junio
y fue tachado del azul mi padre.

En estos poemas se acompaña a los padres hasta la muerte y el poeta se queda solo junto a esa puerta. La experiencia nos la transmite sin engaños ni metafísicas, aunque haya mucha profundidad tras la aparente sencillez que dan imágenes tan bellas y certeras como la del zorzal en el regazo de la madre:

Será bella la muerte en tu regazo:
un zorzal aterido, por ejemplo.

Un poemario que crece tras cada lectura, como el poema final, "Rumor de cuento antiguo (A mis hermanos)", que juega con el cuento infantil de los cabritillos y el lobo para despertarnos del refugio de niñez:

Hermanos cabritillos: ahora todo es inútil.
Todo es inútil. Hemos vivido refugiados
en este cuento (...)
pero ya no, ya no, ya no, hermanos:
podéis abrir. Abrid: que entre la manada
y profane, terrible, el santuario.

La muerte de los padres nos despierta y nos deja desnudos a la intemperie.


20 comentarios:

Myriam dijo...

Cuan certera cada una de tus palabras del primer párrafo y con cuanta claridad expresas tamaña desnudez.

Ya estoy encargando "El paladar a la intemperie".

Huérfanos somos y los próximos en la linea. Que extraña sensación ésta que quizás explique también la bronquitis que tengo hoy en el dia de mi cumpleaños.

Besos

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Me ha impactado especialmente esta entrada. Es cierto: "...ya estamos en primera línea ante la muerte...!, como bien dices.



Tengo que comprarme ese poemario.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Cuanta verdad hay en esa última frase de tu entrada amigo Pedro.
Un abrazo

Silvi (reikijai) dijo...

"La muerte de los padres nos despierta y nos deja desnudos a la intemperie"...Su partida, nos deja solos. La experiencia de la perdida no se puede disfrazar… haberlos acompañado hasta el final… es muy doloroso… pero deja una gran paz. … Y un hasta pronto. No importa la edad que se tenga… siempre se los necesita. No se si estaré preparada para leerlo, apesar de los diez años… que pasaron. Están muy a flor de piel. Besitos. Silvi.

Merche Pallarés dijo...

¡¡Felicidades MYR!!

Bellísima reseña de este poeta y sí cuando los padres desaparecen es señal de que nosotros tambien estamos más cerca del final. Ley de vida y de muerte. Besotes huérfanos, M.

T.M. dijo...

Qué bonita reseña, desde luego me han dado unas ganas enormes de ir a visitarlos hoy mismo y comérmelos a besos.
Un abrazo.

Juan Navarro dijo...

Lo leo. Pero, por tus reseñas, deduzco que el poeta muestra más su incapacidad por soltarse de la mano, de elegir por si mismo, de tener una mirada autónoma y un proyecto independiente. No mira hacia adelante (que es la única manera de recorrer los caminos) sino hacia el pasado, que son los padres. Se siente solo porque nunca salió del útero, sino que fué expulsado. Por eso se siente solo y desamparado. Vivir es aprender la riqueza de la soledad.

Anónimo dijo...

Interesante blog. Te sigo.

marga dijo...

Cuando uno se percata de que es HUÉRFANO algo se rompe dentro, pocas palabras definen tan de golpe una situación.

Siempre estamos en primera línea ante la muerte, seamos conscientes o no, pero es verdad que su silbido se oye con más nitidez cuando se rompen los cordones que nos unían al ayer.

La muerte de los padres nos deja desnudos a la intemperie, cierto, pero su recuerdo nos abriga el corazón para siempre.

Vaaaaaaaaaale, ya me caaaaaallo

São dijo...

Análise fascinante e certeira a que nos ofereces, Este teu primeiro parágrafo é de uma enorme lucidez. De facto, perder os pais é tornarmo-nos adultos em definitivo.

Se me permites, colocarei o início deste teu post num dos meus espaços.

Un carinhoso abraço.

Montserrat Sala dijo...

"La mueerte de los padres nos deja desnudos a la intemperie" que palabrs mas sabias, profesor, y cada vez estamos más cerca del temido precipicio. Excelente prólogo que invita a devorar este libro. Saludos

Hernando dijo...

Si, pero a veces ese refugio es efímero, cuando los padres mueren siendo el huérfano un crío, entonces el hijo-hijos, nunca podrán dibujar el rostro protector de los padres. Aunque existan fotografías.

jg riobò dijo...

Huerfano hace años de padre.

El Deme dijo...

Cuando se van las padres ya todo se fastidia para siempre.
Se nota el cariño con el que lees los libros de los autores que comentas. No hay nada más hermoso que empaparse de las palabras y hacerlas propias.

BLOGOCHENTA dijo...

Impresionante

Unknown dijo...

No le conocía,algún día encargaré estos poemas,estuve en Junio de 2008 en los últimos instantes de la muerte de mi madre y,aunque la añoro,nada comparable cuando acompañé a mi marido hace 15 años en el mismo trance,nada volvió a ser lo mismo,el sentimiento de pérdida no desaparece.Abrazos

LUISA M. dijo...

¡Qué bien lo describes desde esa certera primera frase!
El brazo y el abrazo protector del padre y la madre lo sentimos presente aunque seamos mayores.
Yo tengo la enorme suerte de tenerlos aún a los dos y los siento muy próximos a nivel afectivo, a pesar de vivir a cientos de kilómetros de ellos.
Los poemas de Zamarreño nos llevan a una reflexión sobre la muerte de los progenitores: una de las pruebas más duras que nos plantea la vida.
Un abrazo.

matrioska_verde dijo...

no quiero imaginar siquiera que llegue ese día porque mi desnudez y desamparo será total.

biquiños,

Asun dijo...

La muerte de los padres hace que una etapa de nuestra vida acabe y que se nos haga un vacío interior duro de atravesar. Sin darnos cuenta se produce un enorme cambio en nuestras vidas.

Con esta entrada y la anterior se me ha puesto el cuerpo patas arriba, con las emociones revolucionadas.

Un beso

pancho dijo...

Por mucho que queramos desdramatizar la certeza de la muerte, que la muerte es sólo la suerte con una letra cambiada ( Sabina); cuando llega, viene acompañada de un vacío de ausencia que avellana el corazón y un cuchillo de hiel, invierno frío que corta las palabras.

De nuevo, reseña extraordinaria; ahora, de un poeta de La Raya del que conocía algunos poemas.

Bella imagen : la golondrina se cruzó con junio
y fue tachado del azul mi padre.
Nunca había visto usar la golondrina como imagen de la muerte. Por aquí es un ave bendita, con poderes.