martes, 22 de diciembre de 2009

Conversaciones de alta velocidad.

En los trenes de alta velocidad me han ocurrido cosas que no me han sucedido en ningún otro tipo de trenes. Desde que se sumó la alta velocidad a los móviles, los viajes son de todo menos tranquilos y privados. Aún recuerdo cuando en un trayecto entre Madrid y Sevilla, en los últimos tiempos de la especulación del ladrillo que nos ha conducido derechitos a la crisis actual, tuve que soportar a un inaguantable ejecutivo de ventas que, con una hoja de cálculo en el ordenador y una conversación telefónica, me puso al día de los precios del hormigón y los distintos tipos de acero como si estuvera en su oficina y nadie lo escuchara. Lo sorprenderte es que hablaba en un volumen de voz muy alto y sin ninguna reserva proponía formas de engañar a Hacienda, a los otros socios de su cliente, de presupuestos falsos y de cómo se podía construir con el mínimo de calidad posible y un precio que garantizara una buena ganancia económica. Perfectamente visible, en la pantalla del ordenador, el logotipo de su empresa.

Hoy no se trataba de ningún ejecutivo. En el trayecto entre Madrid y Valladolid –inferior a una hora- una joven de pelo castaño con mechas rubias se sentó a mi lado. Había llegado en el último minuto, cargada de todo tipo de bolsas. Supongo que estudia en Madrid y volvía a casa de sus padres por Navidad. Antes de llegar a Segovia había hecho varias llamadas telefónicas, consultado su tuenti y enviado varios mensajes por su móvil de última generación.

La primera llamada fue a su novio de Valladolid, al que riñó por mostrarse tan frío en las últimas semanas: no la había llamado lo suficiente, decía, y no la había escrito. Así que ella había decidido pagarle con la misma moneda. “Una da lo que recibe”, le dijo. Abel, al otro lado del teléfono, se debió mostrar molesto por la conversación. Pero quedaron en que él iría a recogerla a la estación y que pasarían varios días juntos en vacaciones.

La segunda llamada fue a alguien de su familia, informándole de que había salido el tren y de que Abel iría a buscarla.

La tercera fue a Jose. Según le dijo, no hacía más que pensar en él, le echaba mucho de menos y estaba muy triste porque haría cosas con otro que querría hacer con él. Después le pidió que no llamara, que ella lo haría cuando pudiera. Por supuesto, en cuanto colgó, le envió un mensaje diciéndole lo mismo pero cerrándolo todo con un TE QUIERO y pidiéndole que tuviera paciencia.

La cuarta llamada fue a una amiga. Le explicó todo el lío sentimental que tenía y que su amiga, según parece, ya conocía. Que Jose marchaba a trabajar a Mallorca dos meses y que se sentía muy triste porque no podría verlo, pero que él, gracias a la empresa, viajaría a Madrid para verla los fines de semana. La amiga le debió recriminar que jugara a dos bazas y le advirtió de que podrían descubrirla. “Jose lo sabe todo y me dice que esté tranquila, que todo se puede resolver poco a poco y que él sabe esperar”. Además, ella se proponía dar una nueva oportunidad a Abel puesto que comprendía que no ha pasado unos días con él desde hace tiempo, aunque ya casi lo tiene decidido todo a favor del otro que, además, trabaja. Como su amiga vive en Palma, con esa excusa ella se propone viajar hacia las isla de vez en cuando para verlo poniéndola como excusa. Sin embargo, reconoció que había muchas posibilidades de que a la vuelta de vacaciones todo siguiera sin decidir.

Jose llamó un poco más tarde y ella le confirmó que había estado buscando vuelos baratos y que estaba segura de que podría ir a verlo. Le volvió a pedir paciencia y se enteró de que el padre de él ya sabía que salía con ella. También llamó Abel, para confirmar la hora de llegada del tren y decirle que él ya estaba allí, esperándola. Por supuesto, al bajar del tren él la estaba esperando y hubo un beso lleno de pasión por ambas partes.

Los nombres de los afectados están cambiados, pero la conversación es real. Lo que le sucedía a esta joven no es nuevo: es muy viejo y repetido. En demasiadas ocasiones, uno de los miembros de la pareja se siente mal, solo, distante o, simplemente, con ganas de buscar cosas nuevas. En todas las gamas del asunto (desde un tonteo hasta el sexo) hay una ruptura de la confianza y una traición a la relación y al otro, que es más grave que lo que pasara después. En ocasiones, estas cosas refuerzan la primitiva pareja tanto si hay sinceridad como si no. En otras, no son más que un paso para romper la vieja relación de la peor manera posible.


Lo nuevo es esto: la forma en la que esta joven comentaba todo sin ningún pudor en las llamadas telefónicas. En primer lugar, yo no tenía por qué aguantar una hora de viaje en la que no pude concentrarme en mi lectura. En segundo lugar, no le importó que varias personas escucháramos la conversación puesto que hablaba lo suficientemente alto. Tampoco miró con precaución a uno u otro lado para ver si había algún conocido. Simplemente, no le importó ser escuchada ni la mala educación que eso suponía. Ni siquiera las consecuencias que ello podría tener sobre ella su adicción al teléfono móvil.

No sé qué habrá sido de aquel ejecutivo del cemento en la crisis de estos meses. No sé qué será de esta joven: si se quedará con uno, con otro, con ninguno o con los dos. A mí me gustaría que pudieran llegar a entenderse todos y ella tuviera un amor en cada ciudad. Por qué no si todo se hace de forma sincera.

Pero, por favor, dejadme terminar el libro en mi próximo viaje en tren.

34 comentarios:

Manolo dijo...

Tampoco te dejarán, Pedro. Es parecido a los viajes en autobús: tienes que soportar la bodrio-peli que se le antoje al conductor, o, peor aún, aguantar a los tertulianos de "esa" emisora. durante todo el trayecto.
Un abrazo

elena clásica dijo...

La narración y el humorismo brillantes como pocos. La historia también espero que acabe bien, pero qué maleducadas y egocéntricas son tantas personas que te hacen, que quieras tú que no quieras, partícipe de sus vidas más o menos interesantes.
Besazos.

Nome Andrés dijo...

Es que los trenes son como bibliotecas andantes: no hace falta llevarse el libro de casa.
Un abrazo. Y estoy pensando, ahora que me iba, que quizá los trenes de antes eran más adecuados para estas cosas: el novelón solía ser bastante más largo. Me acuerdo que de Asturias a Madrid duraba una noche entera. Muy divertida esta entrada. Da para mucho.

María dijo...

Jajaja Pedro, me ha encantado este post, la forma que has tenido de narrar estas conversaciones, pero sobre todo, la gran razón que tienes.

Espero que, el jueves, aunque con direccín inversa, no me suceda lo mismo que a tí jajaja.

Tienes mucha razón, y no sólo suele suceder con las altas velocidades, también con los autobuses urbanos, a mí me ha sucedido alguna vez, recuerdo hace poco, una chica enfrente de mí, con una minifalda exagerada que se la veía hasta su ropa interior, primero hablando con el móvil con su padre, poniéndole a "parir", después cuelga enfada y se pone a hablar con su hermana, me enteré tanto yo como los de al lado, de toda la conversación con las voces que pegaba, parece mentira que en tan pocos minutos, haya podido hablar tanto, asi que te imagino a tí, durante el trayecto más largo, y con toda esa conversación, que te está haciendo testigo de sus conversaciones infieles.

Sinceramente, mi opinión es que me parece una total falta de respeto hacia las personas que están alrededor, pero no sólo eso, lamentablemente, una pérdida de tiempo porque no has podido concentrarte durante el viaje para poder leer tu libro, para lo cual, deberías pedirla reclamación de daños y perjuicios jajaja (esto último es broma para que no parezca tan serio mi comentario).

Un beso, Pedro, y felices días.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Nada como una buena conversación con un amigo...a fuego lento...compartiendo una buena copa de vino.

Un abrazo.

matrioska_verde dijo...

¡¡que fuerte Pedro!!, parece la escena de una película.

¿es eso el progeso?

biquiños,

p.d.: y ten paciencia.

Rubén dijo...

A mí me han pasado cosas parecidas, siempre en los transportes públicos, y de verdad, no hay nada más insufrible que tener que aguantar una conversación o una historieta del viajero de al lado, que no te interesa lo más mínimo.
Luego criticamos a los del "Gran Hermano"...
¡Si los tenemos fuera, en la calle!
Un saludo y Felices Fiestas.

Myriam dijo...

¡Realmente insoportable viajar así y seguro que también mascaba chicle!

La falta de consideración para con el prójimo más bien descaro, y la adicción son males de nuestro tiempo y muy serios. Te digo que hasta les suenan en la consulta y atienden. A ese punto, aunque les pido que los apaguen.

Menos mal que no estabas en el TGV Paris-Londres de anteayer, porque te la hubieras tenido que aguantar 15 horas... Si ya sé, no es consuelo...

Besos

mojadopapel dijo...

La realidad supera la ficción,eso es lo increible, personalmente rara vez suelo leer en los viajes en tren, por lo mismo que te ha sucedido a ti, y encima cargas con el peso del libro sin poder disfrutarlo.
Pedro, ¡Feliz Navidad!... de corazón ,aunque no te guste.

Silvi (reikijai) dijo...

Querido Pedro… hace unos días viaje con mis hijos en subte…por directivas de mi esposo deje el auto en la terminal de la línea “B” (Subte)… no solo escuche conversaciones de ese tipo… viaje como ganado… menos mal que soy flaca… me apretaron, me apoyaron… dos segundos mas, y dejaba alguno simbólico… de la patada en los testículo que le encajaba. Mis hijos riéndose… (Como diciéndome bienvenida al mundo real; ellos creen que toda la vida tuve auto. Lo que no saben que corría los ómnibus… desde la facultad de Derecho, a Retiro para tomar el último tren… con tacos de 10 cm.) Mi esposo enojado porque no atendí el celular… (Móvil)… En cuanto a la niña… jamás se enamoro… y muchos dicen que en la variedad esta el gusto. (como mujer y mama … hoy con Juan … mañana con Pedro o en su defecto jugar a dos puntas … conmigo no cuente) de los móviles terminamos siendo esclavos . Parece que los tiempos cambiaron o nosotros nos ponemos más viejos. Besitos. Silvi.

Hernando dijo...

Es tema para una gran novela, veo dos cosas, el del ladrillo,amasando fortuna sin escrúpulos y estafando. Su final sería dar con sus huesos en la cárcel, para al poco tiempo salir y reincidir, y el de ésta joven después de muchos años terminaría arrepentida en un convento de clausura, rememorando sus amores de cada ciudad, y de vez en cuando balbuciendo" Que me quiten lo bailao"
La entrada genial, con mucho humor pero es cierto que hoy en día cada vez importa menos la intimidad y se suele airear. Trenes, autobuses, en la calle, aeropuertos,en el trabajo son lugares propicios para enterarse de la vida de los demás.

Pilar_Cordoba dijo...

Te doy toda la razón Pedro, el otro día lo comprobé yo misma cuando volvía a casa en autobús, la gente no se corta hablando, a voz limpia y con el bus a tope... qué poca educación por Dios. Yo me refugié en el MP4 y puse "Paraíso Express" en mis orejas para alejarme del ruidazo.
Con respecto al ejecutivo, posiblemente esté soportando medianamente esta crisis a costa de todo lo que le robó a los que compraron sus viviendas.
Si yo te contara... El mundo del hormigón tiene su "lado oscuro" como todo y hasta que ese lado oscuro no ha reventado todo eran buenos tiempos; ahora que la cosa está mal estan todos los constructores "acojonaos" y algunos hasta escondidos debajo de las piedras, eso sin contar el que ha acabado hasta arriba de deudas y ha terminado colgado en un árbol como le ha pasado a un cliente nuestro. Una pena.
Besos Pedro y te deseo unas FELICES FIESTAS, muackkkksss

XuanRata dijo...

Tu historia me recuerda otra conversación al móvil que escuche hace algún tiempo en una cafetería de Gijón, en la que un hombre de mediana edad (qué edad será esa, por cierto) repetía con tono algo cansino: "Sí, cariño, siiií, ya estoy en La Coruña..."

T.M. dijo...

Vergüenza ajena es lo que siento cuando me pasa algún caso parecido, es insoportable.

Pedro, Feliz Navidad estos días y el resto del año.
Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

¡Lo que me he reido! Como dicen algunos, da para una novela... Ayer, yendo en el Bus 53, tuve la desgracia de sentarme detrás del conductor y me tragué todos los comentarios futbolísticos habidos y por haber, que si el Barça, el Madrid, el Alcorcón... Llegué a casa mareada. Estuve a punto, no sé cuántas veces, de decirle que bajara la radio pero desistí pensando que sería un zafio que me contestaría mal (y hasta me insultaría debido a mi edad...) y tuviéramos una batalla dialéctica campal. Veo que la mala educación y la falta de respeto campa a sus anchas. Qué pena. Besotes, M.

Raúl Urbina dijo...

Los trenes --los viajes-- eran un remanso de calma. Ahora viajar es como ver la televisión.

Excelente este retazo. Leyéndolo, me he imaginado a Larra en pleno siglo XXI.

pancho dijo...

Echábamos de menos esta vena tuya tan divertida y humorística. No todo iban a ser óxidos, búsquedas de sepulturas, diálogos con chantaje y retratos de interior oscuro.

Parece fácil, pero qué difícil es escribir así.

Al menos salimos con la sonrisa puesta con dirección al que te la tuerce con el hurgamiento en los dientes de leche.

Juan Navarro dijo...

Lamento que Einstein tuviera razón. El sonido de tus acompañantes se movía con el tren. ¿Probaste a abrir la ventanilla? El viento, que arrastra papeles, quizá habría arrastrado palabras y te habría permitido leer. O el pudor, si tuviéramos el mismo pudor para el cuerpo que para el alma. Porque esa gente que hablaba estoy seguro de que iba vestida.
Un abrazo.

Ele Bergón dijo...

FELICES FIESTAS, Superprofesor.

¡Jo, que superculbrón te escuchaste sin quererlo! A lo mejor era más interesante que el libro que querías leer, para mi, seguro que sí. Me recuerda mucho el lío que me traje con mi Churri y la Vanessa. ¡Buf! no lo quiero ni recordar! Claro que yo no puedo gastar tanto móvil. No tengo dinero, así que se lo contaba al Richi y ya está.

Tu relato que me ha gustado mucho como está contado porque lo he leído hasta el final, me recuerda a otra conversción que oí en un tren de cercanías, donde un delincuente nos fue informando a grito pelao, mientras hablaba por el móvil, cómo había huido de la policía. Nos quedamos todos los viajeros pasmaos.

Choque de manos

El Sanchico.

São dijo...

Parabéns , amigo, pelo humor e pelo brilhantismo com que descreves as situações.

Considero que estas novas tecnologias , aliadas à falta de pudor reinante, escanacaram em praça pública assuntos que deveriam ser tratados em privado.

O mais grave, acho, é que as pessoas que assim procedem nem têm noção da exposição em que colocam a sua vida face a estranhos. Que, para cúmulo, têm que suportar aquele chorrilho invasor da sua própria privacidade!

Enfim...

Felices Fiestas!

Nerea dijo...

Felices Fiestas!! y que el 2010 te regale todos los buenos momentos que te mereces.

Besos y abrazos.

marga dijo...

Un dia estaba tomándo el sol en una piscina burgalesa y oia a mi lado a un tipo que aseguraba y repetía a su novia que estaba en la piscina, cosa que por alguna razón que no alcanzo a comprender, la novia parecía no creer.
En un momento dado se levantó de la toalla y se acercó a mi y me pidió que por favor dijera a su novia en que lugar nos encontrabamos.
Mi conversación con la desconocida fué más o menos la siguiente: Buenos dias, en este momento nos encontramos en la piscina tal y cual, la chica, educada ella, dijo:
Que suerte! con la explendida mañana que hace, lo que me gustaría darme un baño, yo también cordial vaya usted a saber porqué le dije que se animara a venir, tras lo cual me despedí para siempre de la desconocida y devolví el teléfono a su legitimo novio, uy, perdón, dueño
Cosas del hoy ...

Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual) dijo...

Querido Pedro, ya lo dijo el escritor Arturo Graf:

"El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan."

Abrazos enormes.

Ayla dijo...

Qué bueno!, así somos, lo de hablar a gritos por el móvil es algo que todos criticamos pero sin darnos cuenta lo hacemos o lo hemos hecho en alguna ocasión.
Felices fiestas

Anónimo dijo...

paso?

hola pedris como estas? quiero desearte una li da navidad aunque no sea de mi agrado ..deseo que la pases en mi familia o como sea pero bien ...en paz...

besines papanoelescos para vos y tu hijita...



:o) sauvignona

fernando dijo...

si estás aburrido, sirven para entretenerse algo. Pero si estás ocupado, este tipo de cosas son una gran molestia. Un abrazo y feliz Navidad.

Jesús Garrido dijo...

son un mundo en miniatura, es el lugar donde ocurre todo lo del exterior.

Un abrazo y te deseo para ti y los tuyos lo mejor para estos días.

Anónimo dijo...

Bueno, otro día seguro que el viaje es más tranquilo. Felices fiestas. Besos Isabel.

jg riobò dijo...

Falta la foto de ella amarrada al móvil.
Guión para un escelente corto.

Paco Cuesta dijo...

En aquellos entrañables trenes con máquina a carbón y asientos de madera, copados por gente con pollos, cestas de huevos, garrafones, alforjas, tampoco se podía leer amigo Pedro; también es cierto que muchos de los viajeros, no sabían leer, las conversaciones eran compartidas y todos se enteraban de todo. Me estoy haciendo mayor y al hilo de tu entrada estoy pensando comprarme un
MP3 (o un iPod) con sus auriculares y todo, y dejar los libros para casa, "un clavo saca otro clavo". Mejor se lo pido a los reyes que me gustan más que ese Sr. gordo vestido de verde al que los de un refresco de cola han vestido de rojo.
Un abrazo a todos. ¡FELIZ NAVIDAD!

Montserrat Sala dijo...

Que la gente es maleducada en extremo es una realidad que vemos a diario, en todos los àmbitos. I con el mòbil, corregido y aumentado, y más con los jóvenes de hoy, que como se saben mileuristas les parece que tiene derecho a todo, iclusive a incordiar. De todas maneras excelente narración. Gracias por dejarme opinar.

Fernando Portillo dijo...

¡Qué bien! Cada vez que leo o me cuentan anécdotas de viajes me alegro más de no viajar jamás en medios de transporte colectivo. Nunca he entendido como una persona inteligente como tú se ha privado, merced a algún extraño voto, de la gozosa intimidad y libertad que proporciona el automóvil. Antes de tener mi primer coche viajaba en tren. En aquellos tiempos viajar en tren todavía era tolerable ya que aún circulaban aquellos viejos vagones de Renfe con departamentos que tenían unos sillones fantásticos. Antes viajaban muchísimas monjas, no sé la razón. Raro era el viaje que no me tocaba una pareja de monjas (o incluso un cura) en el mismo departamento. En estas ocasiones a mí me gustaba pegar la hebra con ellas y, de una manera sutil, plantearles cuestiones teológicas con trampa del dogma católico que acababan por meterlas en un verdadero laberinto sin salida. Me divertía enormemente esta pequeña maldad; no puedo evitarlo. Y si había niños me gustaba plantearles juegos o contarles historias inverosímiles.
Pero las cosas han cambiado. Si se puede ir en coche, voy; si no, me quedo en casa tan ricamente.

Teresa dijo...

Está claro que el ejecutivo debe liarse con Jose para construir un rascacielos al lado de la catedral de Mallorca, Abel con la amiga porque es mucho más honesta que su propia novia, y la ínclita hacerse cargo de la factura que seguro que se la sigue pagando su madre.

Yo que ella y aprovechando el público había hecho un sondeo entre los asistentes para valorar el perfil de los candidatos.

La próxima vez te acompaño.

Juan Luis G. dijo...

¡Impagable entrada! Como impagable debe ser la factura del móvil. Creo que solo faltó que el resto de viajeros hiciéseis un debate tipo telebasura sobre los avatares de la joven.