miércoles, 11 de noviembre de 2009

Restos del muro.

La caída del Muro de Berlín hace veinte años, conmemorada el pasado lunes, es un hito histórico que significa la fecha central de la postmodernidad. De hecho, es también la referencia iconográfica de las imágenes de esta serie de La Acequia. Aquellos días fueron el resultado de los cambios que se iniciaron a finales de los años cincuenta y que ya hemos analizado en otras entradas. Pero también representan el anuncio de los problemas que han marcado estos últimos años, a los que los principios que sostienen la postmodernidad ya no puede dar solución.

Aunque los dirigentes de aquellos momentos supieron estar a la altura de las circunstancias -quizá hayan sido la última gran generación de estadistas occidentales-, gran parte de los logros se consiguieron por desbordamiento: las ideas que habían llevado, al final de la modernidad, a la división en bloques del mundo ya no servía a la sociedad de aquellos tiempos. Por eso, el proceso se dio de una manera que ningún historiador o politólogo pudo vaticinar: no había libro de ruta que sirviera de guía porque todos analizaban la realidad con metodologías anticuadas.

Aunque los historiadores se han apresurado con posterioridad a corregir su defecto de mirada y han explicado con líneas maestras y con nombres de los dirigentes políticos del momento los pasos que se dieron, a uno le queda la sensación de que asistió a la presencia masiva de la gente tomando el primer plano de la realidad ante los síntomas de grietas en el sistema comunista.: una población harta y madura. Se contaba con antecedentes: el más reconocible la Primavera de Praga (1968). Pero desde los primeros años ochenta el proceso resultó imparable.

Las viejas ideologías ya no servían y la forma de entender el mundo que nació a finales de los años cincuenta -y que había modificado de hecho el sistema liberal capitalista- llegaba a su momento de mayor visibilidad.

Sin embargo, la caída del Muro trajo consigo unas consecuencias que han terminado por arrasar el pensamiento postmoderno: de hecho, éste nació para contestar a un mundo dividido en dos bloques enfrentados en la guerra fría.

Algunos sólo reconocen explicaciones parciales tales como la desintegración del bloque comunista o el monopolio ideológico del capitalismo. La escasa capacidad de muchos analistas para reconocer las razones del otro lleva a propuestas extravagantes o simplistas y, por lo tanto, inapropiadas para solucinar los nuevos conflictos, puesto que parten del enfrentamiento y no de su superación. En muchas de ellas se pone en evidencia este cambio de época en el que vivimos ahora y que ha nacido de las consecuencias de la desaparición del Muro: pérdida de peso de Europa -en un paréntesis provocado por las energías puestas en la reunificación de Alemania y el aumento del número de países que integran la Unión Europea, además de por los conflitos bélicos surgidos en regiones del antiguo bloque comunista-; excesos de algunas administraciones de los EE.UU., que ya no tienen un freno al avance del neocapitalismo, el intervencionismo militar o la fe ciega en el mercado como regulador de todo la vida internacional; estallido de conflictos locales controlados hasta ese momento por los intereses de las grandes potencias; auge del integrismo islámico; inmigración masiva de la población debida a los efectos de la globalización, etc.

Veinte años después del Muro de Berlín, hay quien propugna levantar nuevos muros como solución a los problemas detectados: si guardamos memoria histórica, no deberíamos dejar que se levanten. Ni la primera piedra.

28 comentarios:

Marina dijo...

Vi toda la restrasmisión en directo y, tengo que confesar, que alguna lagrimilla salió por su cuenta... pero en lo que pensaban mis lágrimas era precisamente en los nuevos muros que, si no lo remediamos, se levantarán.
¡El ser humano JAMÁS aprenderá de sus herrores!
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Un abrazo también desde la pared de mi vida y de mi corazón que es transparente, creo. Malos presagios rondan en mi cabeza.
Adu.

Merche Pallarés dijo...

Perdona que no te comente pero estoy del muro de Berlin ¡hasta la coronilla! Aunque tu análisis es muy certero. De aquellos lodos estos barros... Besotes libres de muros, M.

Camille Stein dijo...

sean o no de piedra, los muros y los telones de acero siguen existiendo, separando, discriminando, creando distancias insalvables entre grupos y personas, pobreza, desigualdad, injusticia, hambre...

saludos

Antonio Aguilera dijo...

Excelente explicación para entender la situación actual.
Si embargo, otros muros se siguen levantando.

Y, ¿qué será de los muros dentro del corazón humano?. Éstos no hay quien los derribe: el amor parece insuficiente.

Pocomancha dijo...

Ojalá esos restos sigan siendo restos. Saludos.

Hernando dijo...

Me has hecho recordar la película "Good bye Lenin" y cada cuál se lo tamará según su forma de pensar. Pero no cabe duda que hay un antes y un después, cínicas potencias europeas que no lo veían con buenos ojos, pues sería más potencia económica Alemania que ellas, todavía al perdedor había que machacarle más, pero no cabe duda que toda caída de muros, bienvenida sea. Coincido contigo y es una observación muy buena, es la desaparición de la figura del estadísta, hoy en día lo que tenemos parece que sean descafeinados, o coca-colas sin azúcar.

Gabiprog dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=cgRnqoZRBj4

Anónimo dijo...

Los poderosos y fanáticos, siguen cortando libertades e imponiendo sus ideas a costa de lo que sea, Se hs hecho y se hace, quizá usando otras armas. pero el mísmo fín. Es una pena. Besos >Isabel.

Anabel Rodríguez dijo...

No sé si viene mucho a cuento, pero hace unos meses leí en una publicación (creo que era una revista de historia) que se había calificado la caída del muro y otros hechos sorprendentes (como el atentado del 11-s), como "cisnes negros". Estos son hechos improbables de consecuencias muy importantes, cuyas explicaciones se buscan a posteriori. Creo que hay un libro publicado al respecto.

Mª Antonia dijo...

Hola Pedro. Estoy impresionada tras leer tu análisis porque pones sobre la mesa esta triste realidad.
La verdad es que cada día se levantan nuevos muros invisibles entre los seres humanos. Mal vamos y mal acabaremos. Admito soy pesimista cuando miro a un mañana no muy lejano.

Un abrazo.

El Ente dijo...

HAY MUROS QUE NO SE PUEDEN TIRAR Y ESOS SON LOS DE LA INTOLERANCIA, SENCILLAMENTE PORQUE ES LA ÚNICA QUE LEVANTA MUROS EN EL INTERIOR DE LAS GENTES.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Estoy con EL ENTE.

Un abrazo.

Juan Navarro dijo...

No olvido como antecedente lejano Hungría de 1956 o, causa inmediata, la invasión de Afganistán. Me pregunto si mayo del 68 y las guerras de los Balcanes, los atentados de las torres y Madrid y la reciente crisis de Oriente, no nos traerán la caída de los últimos muros, incluso de los que se levantan en estos momentos con finalidades similares al de Berlín, y la caída de todo el sistema. ¿No estamos en sus últimos estertores?
Un abrazo.

lichazul dijo...

lástima que los muros se siguen construyendo y lo peor dividiendo a todos los que compartimos un SOLO hogar

besitos de luz profe

Paco Cuesta dijo...

"Las viejas ideologías no sirven". Tampoco nos sirven muchas de las actuales, que en muchas ocasiones forman otras barreras para el desarrollo personal; véase televisión, mensajes subliminales, modificación de la historia, planes de educación a la medida de cada comunidad o grupo y tantas y tantas cosas. "Veinte años depués", éstas y otras barreras se siguen levantando. Mi deseo es que, al igual que entonces, consigamos ahora, que no se pongan puertas al campo.

Francisco O. Campillo dijo...

Me gusta ver los muros, no como barreras, sino como estímulos para superarnos a nosotros mismos. No es fácil, pero es muy estimulante.
Un abrazo solidario.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Falta lo que dices, un nuevo discurso adecuado para esta época en la que existen tantos muros nuevos. El viejo, nacido en la dualidad Este-Oeste, no es válido ahora.

Martine dijo...

Los peores muros son los invisibles, pero más hirientes... Los originados por el egoïsmo, la xenofobia, el racismo, el clasismo, la intolerancia... esos crecen día a día y en época de crísis más...
Perfecta tu reflexión, Pedro, se interpretó la caída de este muro bajo prismas muy interesados...

Un beso, sin muros ni alambradas..

São dijo...

Parabéns, a tua análise é de uma grande lucidez.

De facto, a queda do Muro foi um momento de charneira.

E aqui estamos procurando soluções para os problemas que nos cercam...e ,de certeza, que não se resloverão com novos muros.

Sim, como bem dizes, que não se lance nem a primeira pedra de mais nrnhum muro!

Besos, amigo mio.

jg riobò dijo...

El muro lo portamos cada uno de nosotros. Así pues es habitual que se levanten de la noche a la mañana.

Unknown dijo...

Los hombres no cambiamos siempre haciendo estupideces... qué paciencia tenemos que tener con nosotros mismos!!!! ;)

J. G. dijo...

Me entristece pensar que a veces levantamos nosotros mismos muros invisibles con las personas que tenemos alrededor.

Kety dijo...

De acuerdo con la mayoría de los tertulianos.

Un abrazo

María dijo...

Los muros que no se derriban nunca son los de las injusticias, el hambre, la violencia, la guerra, pero no sólo esos, sino los más cercanos, como los de los sentimientos negativos de egoísmo, envidias, odios...

Un beso.

Fernando Portillo dijo...

Me resulta difícil añadir nada más a tu entrada, amigo Pedro. Yo también he reflexionado estos días acerca de lo que significó la caída del muro y he paseado por mis recuerdos personales. Recuerdo que aquella mañana del 89, cuando escuché la radio al levantarme, sentí temor. Nunca pasan cosas importantes en vano y casi nunca es para bien aunque en un primer momento parezca que hay grandes derramas de felicidad. Desde luego las cosas no siguieron el camino de las jeremiadas idiotas de Huntington, pero la fulminación del bloque soviético fue derivando rápidamente en una serie de cambios que casi hacían que no conociéramos el mundo de un día para otro (cambios bruscos, violentos, sangrientos); en un destape general del pozo de la maldad y de la hijoputez, que estaba a rebosar y que al abrirse estalló salpicando al último rincón del planeta como un chapapote que no hay quien limpie, y en un cambio de estatus (tú lo llamas paso de la modernidad a la posmodernidad) a todos los niveles: desde la orientación geográfica de los bloques enfrentados (antes era este-oeste ahora es norte-sur; antes el enfrentamiento era militar e ideológico; ahora es económico y de control; antes las fuerzas estaban equilibradas; ahora hay un dramático desequilibrio) hasta social (el choque de civilizaciones Huntingtoniano no se produce entre bloques de países sino en el mismo barrio, entre las distintas etnias de inmigrantes y los ciudadanos de un país)y por supuesto religioso: nunca las cuestiones religiosas y morales habían cobrado tanto peso en la sociedad como ahora desde la Edad Media.

Y después de todo, a mi modo de ver, la culpa no la tuvieron las "viejas ideologías" por obsoletas o inoperantes. Si se me permite la metáfora musical, los viejos compositores escribieron grandes partituras; el problema es que los músicos eran muy malos y los directores de orquesta aun peores, y el público se hartó y acabó por romperle la batuta al director en la cabeza y por tirar a la orquesta al pilón. Las ideologías nunca tienen la culpa. Si una idea es humanista, solidaria y habla del bien, será una idea buena siempre. La cuestión es que si para aplicar esa idea en una comunidad de cien individuos creamos un organismo de mil funcionarios y dos mil policías con porras y además levantamos un muro para que no se nos escapen ni los gatos, la estamos empezando a cagar. Vamos, me parece a mí, no sé qué opinarás tú.

Y por cierto, Juan Manuel de Prada siempre me pareció algo tonto, y ya ves: sin embargo lo era.

Fernando Portillo dijo...

Se me olvidaba: Siempre me gustaron los muros, especialmente los del cementerio, para echar a su sombra un casquete rápido de los de "aquí te pillo aquí te mato". Y los del colegio, que los separaban del Matadero Municipal, por encima de los cuales los matarifes nos tiraban cuernos de vaca: todo un tesoro para un niño.

Myriam dijo...

1- ¿qué será de los muros dentro del corazón humano? Excelente pregunta ésta de ANTONIO AGUILERA: da para la reflexión.

2- Brindo por un mundo sin muros, en el que la única frontera sea el respeto por El Otro.

Saludos