jueves, 26 de noviembre de 2009

De nuevo, una venta, más dos regidores que rebuznan y un mono que habla (Cap. 2.25).


Ya pudimos constatar, en la Primera parte, la importancia de las ventas como espacio para la narración. Cervantes sabe que aumenta la verosimilitud si sitúa el cruce de los hilos argumentales en una venta: en ella, de forma natural, pueden encontrarse personajes de diferentes procedencias sociales y con diversidad de experiencias; además, el lugar le sirve como retrato costumbrista de la España del momento. Las ventas de la Primera parte cobraban una especial relevancia para la estructura de la novela. Esta que nos encontramos ahora viene después de varios espacios domésticos, más frecuentes que en la Primera -la casa del hidalgo, la del caballero del verde gabán y el lugar de los labradores Basilio y Quiteria-. Sin embargo, lo que se va a poner en juego en estos capítulos no puede darse en espacios privados, sino públicos. Es curioso cómo apenas sabemos lo que sucedió en el tiempo que pasaron con don Diego o con los novios: ahora, sin embargo, el narrador se demora para preparar el ambiente adecuado, incluso indicándonos el rasgo de humildad de don Quijote, que ayuda a limpiar el pesebre, tan ávido como está de oír el relato.

Desde el título se nos informa de que el capítulo no cerrará las historias comenzadas. Cervantes nos pide reposo: comienza una historia que se enredará con motivos ya aparecidos y que tardará en resolverse.

El primer núcleo narrativo girará entorno a la historia que cuenta el portador de armas que caminaba tan presuroso. La historia del pueblo del rebuzno se construye sobre la base de los cuentos folclóricos de rústicos y crece después como parodia. El hecho de que un pueblo se haga famoso por lo bien que rebuznan dos de sus regidores y que este hecho termine provocando conflcitos armados con los pueblos de al lado es una burla de la mayoría de los motivos de las guerras y, en especial, las que se construyen a partir de hechos de honor. La historia, pues, es un desarrollo más de la presentación del motivo de las armas, preparado unas páginas antes por la aparición del adolescente que marcha presuroso y animado a la guerra. Es una presentación tan caricaturesca de la guerra que deja muy clara su intención: la inversión de los grandes valores que definen cualquier comunidad. A partir de los muchos conflictos que hay en España entre pueblos vecinos, Cervantes fabrica una parábola sobre la poca consistencia de la mayor parte de las guerras.

El segundo núcleo narrativo interrumpe la historia del rebuzno: aparece un extraño personaje, al que habrá que estar atentos, un famoso titiritero que se gana la vida con un teatrillo ambulante y un mono domesticado. Sorprende a don Quijote y a Sancho, que no creen en las virtudes del mono -de hecho, don Quijote pronuncia unas frases contra la astrología que enlazan su pensamiento, por una parte con el erasmismo y por otra con el racionalismo crítico de finales del siglo XVII-, cuando, según parece, el mono comunica a su amo que su interlocutor es nada menos que el famoso caballero don Quijote de la Mancha. La exagerada reacción de éste, el maese Pedro, ya nos hace sospechar que hay algo oculto. Es de resaltar la reacción de don Quijote y Sancho, que ponen a prueba la veracidad de lo ocurrido en la cueva de Montesinos: por si acaso, don Quijote se apresura a desacreditar al mono como portavoz del demonio ante Sancho.

Pero como va a continuar la historia, lo veremos el próximo jueves, al comentar el capítulo XXVI.

34 comentarios:

pancho dijo...

CAPÍTULO 2.25

Las prisas del mulero arreando al mulo en el camino a la venta se le contagiaron a DQ. Tan impaciente estaba por ver terminada la faena del horno que de tanto abrir la puerta para observar la evolución, no dejaba que cogiera la temperatura apropiada, retrasando la operación. Para intentar abreviarla se arremangó el hidalgo y ayudó al mulero (con el pienso y la paja) en el acomodo del animal. Las prisas e impaciencia del comienzo contrastan con el buen asiento y acomodo que tomaron los del grupo de DQ: no iban a ser menos que sus monturas ya alojadas en los mejores pesebres de las cuadras. De nuevo una venta como decorado de la acción: un cuento de rebuznos y el mono de un titiritero, que sólo vive del presente, nos llevan de la mano al teatro ambulante, con DQ y los suyos dispuestos a ver lo que Maese Pedro y su retablo tienen que ofrecer. Bien acomodados y expectantes los espectadores, C no nos deja otra alternativa a los lectores sino esperar al capítulo siguiente para que se alce el telón.

Primero escuchan al mulero narrar la historia que sucedió a poco más de cuatro leguas de la venta en la que se encuentran. Resulta que una de las cabezas pensantes de la aldea encontró en el monte al burro que otro mandamás había echado de menos hacía ya quince días. El susodicho no se dejo poner la cabezada de lo asilvestrado, desconfiado y flaco que ya se encontraba. Entre los dos concejales tramaron un plan para recuperarlo, una vez que descubrieron que ya no estaba donde había sido visto. El plan consistía en rebuznar alternativamente con el fin de que el jumento lo oyera y respondiera. Tanto lo repitieron y tan bien lo aprendieron que quedó como la seña de identidad del pueblo. Desde entonces los de los pueblos linderos los llamaron los naturales del pueblo del rebuzno; para ellos van las lanzas de la mula. Las necesitarán al día siguiente, salen de campaña contra los enemigos vecinos que se empeñan en mantenerles el nombre del “pueblo del rebuzno”, algo que están dispuestos a no permitir con las armas. El cuento no deja de ser una parábola de la historia del género humano, que se hace acreedor al apelativo de “rebuznante”, cada vez que recurre a la guerra como modo de resolver los conflictos, a pesar de los males que trae y de todos los discursos de los hombres sabios por evitarla.

pancho dijo...

Sin solución de continuidad aparece un personaje con el ojo y la mitad de su cara tapada por un parche de paño verde, dice que se ha adelantado en busca de posada, que tiene un mono adivinador y un retablo para representaciones. El ventero se muestra encantado de su visita: ese día hay gente que pagará por ver el teatrillo y comprobar si es verdadero lo del simio. Maese Pedro, que así se llama el titiritero, se ofrece a actuar de balde, por el alojamiento y la manutención. El ventero le cuenta a DQ que el mono ha hecho rico al del retablo a dos reales la pregunta, que es buen charlatán y mejor bebedor. Aunque el recién llegado lisonjea y regala el oído a DQ y S, no convence al escudero, que afirma que él no paga porque le digan algo que ya sabe, de modo que le pregunta por Teresa. La respuesta certera del mono es trasmitida por Maese Pedro. Amo y escudero se muestran un tanto escépticos: no terminan de creerse que haya un simio que sepa tanto de ellos. A los lectores nos queda la incógnita de saber dónde ha aprendido el titiritero tanto de nuestros personajes.

DQ achaca a la lectura y a los viajes tanta sapiencia, afirma: “que el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho”.

Mientras Maese Pedro monta el retablo para actuar gratis, DQ, escéptico, no se cree lo que acaba de ver del mono. En un rincón le confiesa a su escudero que el titiritero debe tener algún pacto con el diablo que le da poderes a cambio de su alma, pues el diablo sólo sabe del pasado. El futuro es sólo cosa de Dios. Se extraña de que el Santo Oficio no haya tomado cartas en el asunto; máxime cuando no parece conocer las artes de levantar las cartas astrales.

Para cuando S quiere que le aclare si lo que DQ contó de la cueva de Montesinos es verdad o no, el monosabio ya va estresado y sólo le dice que fifty fifty. DQ zanja la cuestión diciendo “que el tiempo, descubridor de todas las cosas,” dará y quitará razones. Se sientan y se disponen a ver el retablo.

Merche Pallarés dijo...

CAPÍTULO XXV

(Gracias a mi querido y admirado profe, vuelvo a repetir (en parte) este capítulo tan "mono" que me fue vilmente borrado de mi "Blogger Posts".)

Decía que este capítulo está lleno de rebuznos, monos, titiriteros y tarot.

Nuestro Quijo está impaciente "no se le cocía el pan" de escuchar las maravillas del "...hombre conductor de las armas". Pregunta al ventero donde está. Éste le responde que en la cuadra acomodando al macho. Raudo va nuestro héroe a ayudarle "...ahechándole la cebada y limpiando el pesebre". Despues el hombre se sienta en un poyo y "teniendo por senado y auditorio al primo, al paje, a Sancho Panza y al ventero, comenzó a decir de esta manera:"

El regidor "...que está cuatro leguas y media de esta venta... por industria y engaño de una muchacha criada suya..." perdió un asno. (No sé porque culpa a la muchacha... en fin, continuemos). El regidor hizo todo lo posible para encontrarlo pero pasaron quince dias cuando se encontró con otro regidor del mismo pueblo que le dijo "Dadme albricias, compadre; que vuestro jumento ha aparecido". El regidor "perdidoso" le preguntó dónde había aparecido. El "hallador" le dijo que en el monte pero estaba tan alicaido, flaco "...montaraz y tan huraño..." que se escondió monte adentro. Deciden ir a buscarlo.

Merche Pallarés dijo...

No lo encuentran, entonces el "hallador" que es un experto "...se rebuznar maravillosamente..." sugiere al "perdidoso" que rebuznen para así encontrar al rucio. Deciden rodear el monte, uno en un lado y el otro en el otro (valga la redundancia) "...rebuznaréis vos y rebuznaré yo..." y seguro que el burro responde. "...A un mismo tiempo rebuznaron, y cada uno engañado del otro, acudieron a buscarse, pensando que ya el jumento había aparecido...". Al verse, el "perdidoso" le pregunta si no era su asno quien había rebuznado porque el "hallador" "... de vos a un asno, compadre, no hay alguna diferencia, en cuanto toca al rebuznar...". Se echan flores rebuzneras "...porque el sonido que tenéis es alto; lo sostenido de la voz, a su tiempo y compás; los dejos, muchos y apresurados;...yo me doy por vencido y os rindo la palma y doy la bandera de esta rara habilidad." El "hallador" pontifica "...que hay raras habilidades perdidas en el mundo y que son mal empleadas en aquellos que no saben aprovecharse de ellas...".

Dicho ésto volvieron a dividirse y a continuar con el rebuzneo. Volvieron a darse de bruces "...sin que el perdido jumento respondiese, ni aun por señas...". Al final encuentran al pobre burrito comido por los lobos, claro ¡cómo iba a responder si estaba muerto! Vuelven al pueblo admirando la habilidad rebuznera de cada cual "...pues si bien canta el abad, no le va en zaga el monacillo". Vuelven a la aldea roncos pero contando a todos sus habilidades "...exagerando el uno la gracia del otro en el rebuznar..." Esta noticia corrió como la polvora "...por los lugares circunvecinos; y el diablo, que no duerme, como es amigo de sembrar y derramar rencillas y discordia por doquiera, levantando caramillos en el viento y grandes quimeras de nonada...". Esto causa la envidia general y concurso de rebuznos entre todos los pueblerinos. Ha llegado tan lejos esta burla, que "...con mano armada y formado escuadrón han salido contra los burladores los burlados a darse la batalla..." Por eso nuestro hombre llevaba "...compradas estas lanzas y alabardas que habéis visto". "Y éstas son las maravillas que dije que os había de contar, y si no os lo han parecido, no sé otras".

"...Y en esto entró por la puerta de la venta un hombre todo vestido de camuza, medias, greguescos y jubón..." Preguntó si había posada porque "...viene aquí el mono adivino y el retablo de la libertad de Melisendra". "Al mismo duque de Alba se la quitara para dársela al señor mase Pedro..." respondió el ventero.
"Tal mase Pedro traía cubierto el ojo izquierdo y casi medio carrillo con un parche de tafetán verde, señal que todo aquel lado debía de estar enfermo." (¿Lepra?). Nuestro Quijo pregunta quién es ese "mase Pedro...y qué retablo y mono traía...". El ventero le respondió que era un famoso "titerero" por esta "Mancha de Aragón" que el mono tenía dotes adivinatorias del presente y del pasado, no del futuro. "Dos reales lleva por cada pregunta, si es que el mono responde...se cree que el tal maese Pedro está riquísimo, y es hombre galante...habla más que seis y bebe más que doce, todo a costa de su lengua y de su mono y de su retablo".

Merche Pallarés dijo...

"En esto, volvió maese Pedro...en una carreta venía el retablo, y el mono, grande sin cola, con las posaderas de fieltro..." En cuanto le vió Quijo, le preguntó: "Dígame vuestra merced, señor adivino: "qué peje pillamo?" (¡hablando en argot!) ¿Qué ha de ser de nosotros? Y vea aquí mis dos reales." Le mandó a Sancho que le pagara. Sancho murmura para sí "¡Voto a Rus no dé yo un ardite porque me digan lo que por mi ha pasado!, porque ¿quién lo puede saber mejor que yo mismo?, y pagar yo porque me digan lo que sé sería una gran necedad; pero pues sabe las cosas presentes, he aquí mis dos reales, y dígame el señor monísimo qué hace ahora mi mujer Teresa Panza y en qué se entretiene." Maese Pedro no aceptó los "premios" por adelantado "...sin que hayan precedido los servicios".

Dando dos golpes sobre el hombro, el mono se montó encima "...y llegando la boca al oido daba diente con diente muy apriesa; y habiendo hecho este ademán por espacio de un credo, de otro brinco se puso en el suelo...". De repente maese Pedro, se arrodilla delante de nuestro Quijo, se abraza a sus piernas como si éstas fueran "las columnas de Hércules" (hay que tener imaginación...) y le regala los oidos con "...¡oh resucitador insigne de la ya puesta en olvido andante caballería, oh no jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha..." "Quedó pasmado don Quijote, absorto Sancho, suspenso el primo, atónito el paje, abobado el del rebuzno, confuso el ventero y, finalmente, espantados todos los que oyeron las razones del titerero..." A Sancho le dice que su Teresa está muy bien, tomando sus lingotazos de vino de vez en cuando mientras rastrilla "una libra de lino...". Sancho está contento porque sabe que no es celosa y "...no la trocara por la ...giganta Andandona".

Quijo, siempre transcendente, dice "...que el que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho." No puede creer que haya monos adivinos en el mundo puesto que sí, él es Don Quijote de la Mancha "...que este buen animal ha dicho...". El mancebo que va a la guerra, ahora apodado "el paje", tambien quiere saber lo que le ocurrirá en su peregrinación pero no tiene los dos reales para pagarle. Maese Pedro que ya se había levantado y dejado de abrazar las piernas de nuestro Quijo, le dice "...que la bestezuela no responde al por venir..." que si no, no importaría que no le pagara porque está en frente de nuestro gran Quijo por lo tanto lo haría gratis.

Mientras el maese Pedro acomodaba el retablo, Quijo y Sancho platican. A Quijo le mosquea la rara habilidad del mono porque no es astrólogo y debe de tener "...algún concierto con el demonio...". No puede comprender como el Santo Oficio no haya ido contra ellos. "...ni él alzan ni saben alzar estas figuras (el tarot) que llaman "judiciarias", que tanto ahora se usan en España, que no hay mujercilla, ni paje, ni zapatero de viejo que no presuma de alzar una figura, como si fuera una sota de naipes del suelo, echando a perder con sus mentiras e ignorancias la verdad maravillosa de la ciencia." Una señora, por ejemplo, quiere saber si su perrita faldera va a tener descendencia. "El señor judiciario, despues de haber alzado la figura, respondió que la perrica se empreñaría y paríria tres perricos, el uno verde, el otro encarnado y el otro mezcla..." Ahora bien se tendría que cubrir "entre las once y doce del dia o de la noche" de un lunes o sábado. Resultado: la perra se murió "ahíta".

Merche Pallarés dijo...

Sancho, no obstante, quiere saber lo que le pasó, en verdad, a nuestro héroe en la cueva de Montesinos. Despues del montaje del retablo, Quijo tambien le pide que le aclare lo de la cueva. El mono se subió al hombro del maese y le susurró al oido que "...parte de las cosas que vuesa merced vio o pasó en la dicha cueva son falsas, y parte verisímiles...que por ahora se le ha acabado la virtud, que no le vendrá hasta el viernes...". (¡Qué obsesión tiene nuestro Cervan con la cueva!).

En el próximo capítulo XXVI seguiremos con el retablo de marionetas. Besotes, M.

Unknown dijo...

Este juego de personajes me sigue pareciendo fascinante. Quizás porque en mi devenir diario me mezclo con ellos, salvando las distancias claro.
La entrada en escena de la humildad de Don Quijote ayudando al maestro armero, con las tareas propias de Sancho en el pesebre, le vuelve a dar una dimensión más una humana si cabe al bueno de Don Quijote. Esta virtud es recordada más tarde por el mismo Maese Pedro en boca del mono, aunque sea susurrando al oído.
Excelente análisis Pedro.
Un abrazo

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

A mi tambien me da mal tufillo el titerero ó titiritero...demasiado sabe, demasiado adivina....y casi no falla.....ya me daba...a mi.

La historia de la enemistad entre pueblos por mor de un rebuzno es de risa...me la provocó...saludos

Alyx Faderland dijo...

Como te decia, que sin leer el quijote, mas que algunas pocas paginas, a pedido de un dprofesor me largue a escribir en español antiguo; con esa ayuda le escribia un libro nuevo, a mi estilo, claro.

Pilar_Cordoba dijo...

Quien diga que no se ríe leyendo el Quijote, es mentira porque yo con este capítulo y la historia de los rebuznos de los dos regidores del pueblo no he parado, me ha encantado y me he reído mucho.
La segunda parte, la historia del titiritero ambulante, me ha gustado peeeeeeeeeero no sé porqué me dá mala espina. En fín veremos que pasa con este charlatán...
Un beso y me voy a seguir viendo GH, mucakkkksssss.

blogochentaburgos dijo...

Viendo ésta, pienso que ya...¡¡¡ que ya tiene que estar al caer la foto espera a Papa noel¡¡¡. Memorable

Merche Pallarés dijo...

Gracias Pedro por tu inestimable ayuda. En la foto veo que tienes la oreja cerca del libro. Nos dice ¡tantas cosas! Me encanta lo satírico e irónico que era Cervan. Y la crítica a la guerra, estupenda. Besotes quijotescos, M.

Antonio Aguilera dijo...

UY!, no me podìa levantar hoy; ya bajè, me instalè y abrì La Acequia.

¿Se oye Pedro, el canto de los tenores a través del libro??.

Venga, me pongo a escribir que es tarde.

Hasta luego más después (que dijera mi "agüela")

Antonio Aguilera dijo...

Leches!!! se ha perdido el comentario que acabo de hacer....MERCHE sabes algo de estas cosas??? cómo se evitan??.

Bueno me pongo a escribir mi comenta sobre el cap. 2.25 que es tarde y viene lloviendo.

Buenos dias a todos

Antonio Aguilera dijo...

Prometo que no fumé nada...
acabo de ver mi coment perdido de antes. No molesto más

Antonio Aguilera dijo...

Veo que ha pasado una hora y es hora de irse al laboro, antes de que el "laboro venga en busca mìa".

Me dio tiempo a lo siguiente, va sin pasar por corrector:

CAP 2.25 LOS DOS TENORES
Le hervía la sangre a don Quijote, por la expectación que había originado en él la esperada historia del mozo de la lanzas. No pudiéndose morder más las uñas, porque mascaba carne dactilar, se dirigió hacia las caballerizas, donde estaba el mozo en cuestión adecentando el macho. ¡Pero “quillo” acaba ya y cuéntame esa historia de una vez!! –le gritó don Quijote al macho varas, que diga, lanzas-. Al final tuvo don Quijote que limpiar el pesebre y ponerle el pienso al macho, porque al otro colega no se le quitaba la galbana de encima (a esto no lo llamaría yo humildad de nuestro hidalgo, sino desesperanza).
Finalmente se sentaron ambos en un poyo, rodeados de el primo, el paje, Sancho y el ventero, quienes le hacían de auditorio y senado; que si también pudieran hacer de Congreso y Consejo de Ministros el país andaría mejor de lo que anda (¿no se imaginan ustedes a don Quijote haciendo de Zapatero, a Sancho de vicepresidenta de la Vega y al mozo de las lanzas de Carme(n) Chacó -o Chacón, que no sé catalán-??. Seguro que la “Alacrana” hubiera inoculado menosveneno). Por fin empezò el relato: “-«Sabrán vuesas mercedes que en un lugar que está cuatro leguas y media desta venta sucedió que a un regidor dél, por industria y engaño de una muchacha criada suya, y esto es largo de contar, le faltó un asno…” No pasemos por alto el motivo de la desaparición del asno: “..por industria y engaño de una muchacha criada suya…”. ¿Qué se traería entre manos el regidor con la criada?. ¿Estaremos ante un caso de acoso y abuso de autoridad hacia una tierna criada, y ella, para conservar lo más preciado, no tuvo más remedio que huir a lomos de burro?. Después que pasaron quince días sin aparecer el asno, se le acercó a este regidor otro regidor que dijo haber visto al borrico: “En el monte -respondió el hallador-, le vi esta mañana, sin albarda y sin aparejo alguno, y tan flaco que era una compasión miralle. Quísele antecoger delante de mí y traérosle, pero está ya tan montaraz y tan huraño, que, cuando llegué a él, se fue huyendo…”

CONTINUARÀ...
NOS VEMOS ESTA TARDE

matrioska_verde dijo...

ayer colgué el post sobre la puntuación en El Quijote, espero que sea de tu agrado.

si quieres añadir la fotografía a las de tu blog puedes hacerlo libremente.

biquiños y que pases un buen viernes.

marga dijo...

- MATE UN PERRO Y ME LLAMAN MATAPERROS, muy graciosa la historia de los regidores rebuznantes, seguro que esa rara virtud les allanó el camino hacia el Ayuntamiento.
- EL RAPPEL ANTECESOR, mira por donde, Rappel encuentra en este capitulo un colega simio. Como todo buen vidente, el espabilado mono, consigue nadar y guardar la ropa, véase su explicación de lo ocurrido en la cueva.
- Visto que en cuatro palabras ya me he ganado el cariño de concejales y adivinos, acabo con una especie de refrán. MUCHO DE TODO: “el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho” Mucha verdad.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Magnifico tu analisis, como siempre, Pedro.

En este capitulo con tanto rebuzno me he reido un monton, veo tu foto como oyendolos, jajaj; luego leo los comentarios (Antonio Aguilera, con el motivo de la desaparicion...¡está que se sale!, jajajaj), y, en fin creo que es un muy divertido capitulo que nos va a dar de reir a mas de uno.

Creo que esa una de las claves de esta obra, amigo: ya conociamos la historia del rebuzno, pero que magai tendrá cervantes que cada vez que la leo...me rio de nuevo.

Que maravilla.

Un abrazo, para ti y para todos.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

fe de erratas. Donde dice "magai", lease "magia". Disculpadme.

Reitero mi abrazo.

Alatriste dijo...

Lo de las disputas entre pueblos no debía ser cosa muy descabellada; evidentemente aquí está exagerado, pero es posible que Cervantes quiera hacer burla a los enfrentamiento entre pueblos.

MAJECARMU dijo...

Cervantes disfrutaba aportando a los humanos características grotescas,propias de los animales, y a éstos el conocimiento, que a los otros faltaba,como ocurre con los "lucidos rebuznos" y el "sabio mono".Todo ello le sirve para aportar variedad de matices,que producen en el lector la sorpresa,la risa y el desconcierto, ya que la constante creatividad,recursos y agudeza del autor lleva por caminos insólitos e insospechados, tanto a los personajes,como a los que disfrutamos de la obra.

Mi agradecimiento y mi abrazo.
M.Jesús

erobleto dijo...

Ciertamente la historia de la rivalidad por los rebuznos bien puede ubicarse en cualquier comunidad rural de hoy en día en cualquier país de nuestra hispanoamérica.

Cervantes nos mantiene en vilo con historias sencillas y muy creativas que seguramente ayudaron a propagar la popularidad de la novela para llevarla al nivel de obra maestra.

Los que todavía no han leído EL QUIJOTE se lo pierden...

Silvi (reikijai) dijo...

Pedro ha llegado a la venta, y a la pregunta de don Quijote de quién es el maese, responde el ventero.."Este es un famoso titerero que ha muchos días que anda por esta Mancha de Aragón enseñando un retablo de Melisendra libertada por el famoso don Gaiferos, que es una de las mejores y más bien representadas historias que de muchos años a esta parte en este reino se han visto; trae asimismo consigo un mono de la más rara habilidad que se vio entre monos, ni se imaginó entre hombres, porque si le preguntan algo, está atento a lo que le preguntan, y luego salta sobre los hombros de su amo, y llegándosele al oído le dice la respuesta de lo que le preguntan, y maese Pedro la declara luego; y de las cosas pasadas dice mucho más que de las que están por venir, y aunque no todas veces acierta en todas, en las más no yerra, de modo, que nos hace creer que tiene el diablo en el cuerpo; dos reales lleva por cada pregunta, si es que el mono responde, quiero decir, si responde el amo por él, después de haberle hablado al oído; y, así, se cree que el tal maese Pedro está riquísimo; y es hombre galante, como dicen en Italia, y bon compaño, y dase la mejor vida del mundo; habla más que seis y bebe más que doce, todo a costa de su lengua y de su mono y de su retablo".Besitos. Silvi.

Abejita de la Vega dijo...

Sigo siendo el primo del señor licenciado, aunque en este capítulo sólo sea espectador. Alguien decidió convertirme en narrador y aquí me tienen, otra vez, con mi visión humanista y libresca de los acontecimientos. Don Quijote no se despega del transportista de lanzas y adargas. Impaciente, desea escuchar lo prometido. El hombre da de comer a su jumento y sólo pide, muy cortésmente, que le dejen acabar con su tarea. Nuestro andante caballero se presta a mancharse sus hidalgas manos, en serviles tareas, tan impropias de su condición social. Ahecha la cebada y limpia el pesebre. Tanta humildad ablanda al hombre que, instalado en el poyo, a modo de tribuna, nos va a relatar las maravillas prometidas, yendo de camino. Don Quijote, Sancho Panza, el paje, el ventero y yo vamos a ser su “senado y auditorio”. Comienza con ese “sabrán vuestras mercedes” tan manoseado y equivalente a “vuestras mercedes desconocen absolutamente”. ¡Qué desilusión! Nos despliega lo acaecido en una aldehuela, distante cuatro leguas y media de la venta. Lanzas, alabarda…nuestra imaginación ya veía a los Tercios Viejos, de incógnito por la Mancha, con un don Lope de Figueroa al frente. Y no digamos lo que veía la imaginación de don Quijote. Sucedió que le faltó un asno, aun regidor del pueblo. Parece ser que fue por una criada engañadora, pero eso es largo de contar y no lo cuenta. Hacía ya quince días de la desaparición del borrico cuando otro regidor le dio albricias porque su jumento ha aparecido. El “perdidoso” prometió dárselas muy buenas, si le indicaba dónde. Le contó que lo vio en el monte, flaquísimo y desnudo, que intentó traerlo pero huyó despavorido; así que decidieron patear juntos el monte para agarrar al montaraz animal. No lo hallaron y al segundo regidor se le ocurrió repartirse el monte para buscarlo, comunicándose con un rebuzno, rústica habilidad que ambos dominaban. El animalito respondería al oír a unos compañeros y...si son compañeras borricas, mejor que mejor. Pero sucedió que, al rebuznar casi a la vez, cada uno pensó equivocadamente que el asno había respondido. Acudieron a buscarse y, al verse, se alabaron mutuamente los rebuznos, concediéndose recíprocamente el título de perito rebuznador. Decidieron dividirse otra vez, con la contraseña de rebuznar dos veces, una tras otra. Rodearon todo el monte, con el roznido doblado y nada…hasta que lo encontraron comido de lobos. ¡Demasiado tarde! Tras el hallazgo, vuelven a echarse flores en relación con la calidad de sus rebuznos. Con el gaznate hecho polvo volvieron a su aldea, donde les faltó tiempo para relatar, con abundantes hipérboles, lo sucedido. Y desde allí se extendió por los lugares circunvecinos y ahí aprovechó el Maligno insomne y enredador, para sembrar discordia y enredar. Así que, en cuanto los lugareños divisaban a algún paisano de los regidores, les faltaba tiempo para entonar un rebuzno. Gracias a los mozuelos, cundió tanto el roznido que perdieron el gentilicio y dieron en ser los del rebuzno, algo así como "rebuznenses" o "rebuzninos". Y llegó a tanto la burla que, con armas y en escuadrón, batallaron los burlados contra los burladores. Pensaba yo que a estos villanos les bastaba con una buena “sopa de arroyo”, guijarro va, guijarro viene… Mas no, que el de la carga lleva compradas lanzas y alabardas para la campaña contra los de otro villorrio distante dos leguas. Y, con estas maravillosas maravillas termina el hombre su plática. Tengo costumbre de sacar provecho a todo lo que me relatan, no doy puntada sin hilo. La historia de los rebuznadores no cae en saco roto, me puede servir para un libro titulado: “Motivo de pendencias entre rústicos”. Ya compuse, en su día, un volumen analizando las causas de conflicto armado entre las naciones, desde la Antigüedad. No hay gran diferencia entre unas y otras, si las analizamos con detenimiento. Un gran humanista como yo ve las similitudes en los comportamientos humanos. (Continúa)

Pocomancha dijo...

XDD, es un capítulo gracioso. Saludos.

Abejita de la Vega dijo...

En esto, entra en la venta un extraño personaje. Lleva un parche verde que le cubre un ojo y parte de la cara, probablemente comida por algún mal. Va razonablemente vestido: todo de gamuza, medias, greguescos, jubón; pero… su aspecto es de grandísimo bellaco. Pregunta, a voces, si hay posada. Para el mono adivino y el retablo de Melisendra siempre tiene sitio el ventero, que la gente pagará por verlos y los beneficios se reparten. Aunque esta vez Maese Pedro, que así se llama el del mico, se conforma con cubrir gastos. Más importante que el duque de Alba, no dice nada este huésped. Precisamente, uno de mis proyectos es dar a la estampa una breve relación, unos mil folios, sobre quién ha de dejar pasar a quién, cuando un grande de España coincide ante una puerta con otro grande. El de Alba no cederá ante nadie.Perdonen la digresión.
El tuerto sale de la venta, tiene fuera el retablo y el sabio animalito. Don Quijote aprovecha para preguntar por el Maese. Resulta ser un famoso titiritero que ahora anda por aquí, la llamada Mancha de Aragón. Sus atracciones consisten en un retablo de títeres más un diabólico simio que contesta preguntas, al módico precio de dos reales. En realidad, podrán vuestras mercedes imaginar, las responde su amo por él, después de que el bicho haga el ademán de decírsela al oído. El ventero nos proporciona más información: buena vida, riquísimo, galante,” bon compaño”, hablador, bebedor y …¿todo ganado con el mono y del teatrillo? Tal vez, en mi nutrida biblioteca, halle la solución a mis dudas, dado que aquí hay algo que no me cuadra.
Maese Pedro vuelve a la venta con su carreta y su famoso mono. Es grande, sin cola y con el trasero pelado; pero tiene cara de bueno. Don Quijote se dirige a él como “señor adivino” y le pregunta “¿qué peje pillamo?”. La traducción es más o menos: qué ha de ser de nosotros. Recuerdan vuestras mercedes cuando dijo “espirlochería” y “felice”. ¿Qué le darían a este hombre en los itálicos estados? ¿Sirvió tal vez al Rey? ¿El ventero también?
Sancho toma, de mano su señor, los dos reales para la simiesca consulta; pero Maese Pedro advierte que el animalillo no sabe nada del futuro, conoce sólo lo pasado y algo del presente. ¡Valiente adivino! ¡Voto a Rus! Sabrán vuestras mercedes que Rus es un riachuelo que pasa cerca de aquí, es un dato erudito recogido en uno de mis trabajos impresos…Perdonen la digresión. Sigamos.
Puesto que sabe las cosas presentes, el escudero pregunta al mono qué hace, en ese mismo momento, su mujer Teresa Panza. Maese Pedro no quiere tomar dinero hasta realizar el servicio. Da con la mano derecha dos golpes sobre su hombro izquierdo y el mono se sube sobre él. Simula que le habla al oído, castañeando muy deprisa los dientes. Unos pocos minutos después, el animal se posa en el suelo.
El del parche se arrodilla ante el andante, abrazándole las piernas, citando su nombre completo de don Quijote de la Mancha y recita un panegírico tan hiperbólico que nos deja a todos con la boca abierta, esperando el desenlace de todo aquello. Y, a continuación, se dirige al “mejor escudero” para informarle de su mujer Teresa: “está buena”, rastrillando lino y entreteniéndose con un jarro de vino, de no pequeña capacidad. La respuesta satisface a Sancho, buena mujer, tan cabal y tan de pro como cierta andariega giganta, un poco celosa, eso sí. Y aficionada al buen vinillo…Eso no es pecado, yo mismo, un gran humanista, cuando estoy escribiendo uno de mis doctos libros, tengo cabe mí un jarrillo de Valdepeñas que quita el sentido. O de Arganda…Por tercera vez, perdonen otra digresión.
(Continúa)

Abejita de la Vega dijo...

Don Quijote pronuncia a continuación unas acertadas palabras: “el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho”. Sabia frase, digna de un humanista de mi categoría. La pronuncia asombrado ante el adivino que adivina su identidad y ante unas desmesuradas alabanzas. Y, como piadoso caballero que es, da gracias al cielo por haberle concedido tan grande bondad. De la misma manera, este “primo” agradece las capacidades intelectuales que la voluntad divina quiso concederme.
El paje anima a don Quijote a preguntar por el porvenir; pero Maese Pedro insiste en que la “bestezuela” no responde a eso, que si así fuera, por servicio a don Quijote dejara todo interés. No entiende el castellano el pajecillo… Ahora hay que armar el retablo y dar gusto a todos, esta vez gratis.
El ventero está muy alegre, no así don Quijote que, en un rincón, comenta algo con Sancho. Es mala comparación, pero dan la misma imagen que el mico con el titiritero Abro las orejas… el caballero opina que Maese Pedro posee un pacto “espreso” con el diablo. El escudero pregunta: ¿para qué quiere el titiritero un patio espeso y con el demonio? Este rústico confunde pacto con patio y espeso por expreso. Don Quijote le da su versión: tal vez tenga un concierto con el Maligno. Al mono le ha sido concedida esa habilidad con la que gana de comer y, cuando el Maese se enriquezca, tendrá que darle su alma. Y la prueba…, la prueba está en que el mono sólo sabe de cosas presentes o pasadas, coincidiendo con la sabiduría del diablo; que tan sólo Dios puede conocer el porvenir. Y, tras un argumento tan endeble, a don Quijote le maravilla que no haya intervenido el Santo Oficio, que el simio no es astrólogo…
Como don Quijote es más aficionado que yo mismo a las digresiones, del mono pasa a las figuras judiciarias o dibujillos con la posición de los astros, los que echan a perder la ciencia, la perrica empreñada y los tres perricos, uno de cada color.
Con todo eso, Sancho insiste en preguntar al mono y lo que desea saber es si lo que le pasó a su amo, en la cueva de Montesinos, es verdad. El deslenguado escudero no tiene empacho en opinar que, para él, fue mentira o sueño. Vuestras mercedes conocen mi fe en aquel relato.
Don Quijote admite que “todo podría ser” y accede a realizar la consulta, a pesar de sus escrúpulos. El señor cede ante el criado, esto es el mundo al revés. Más manso que un corderito es este fiero resucitador de la caballería andante.
Cuando Maese Pedro viene a avisar a don Quijote, para avisar de que el retablo está listo, éste le ruega preguntase a su mono si lo de la cueva era soñado o verdadero. El titiritero, en silencio, trae al mono y le hace la pregunta. El mono procede como es costumbre y su amo dice que las cosas que vio “son falsas, y parte verisímiles”. Y si quiere saber más, tendrá que esperar al viernes. La capacidad adivinatoria del bicho no se renueva hasta pasado cierto tiempo.
La respuesta contenta a Sancho, por lo menos en la mitad. Don Quijote, muy reposadamente, declara que el tiempo lo dirá, por ahora le basta con esa mitad.
Maese Pedro les anima a contemplar las sesenta mil novedades de su retablo, incluso con latines extraídos del Evangelio.
El retablo ya está preparado y resplandecen sus candelillas. Unos espectadores sentados, otros de pie. Gran expectación. Se mete dentro el que mueve los títeres. Fuera, se coloca un muchacho, que comienza señalando las figuritas, según van saliendo, con su varilla. En el capítulo siguiente sabremos lo que, a continuación, expone el trujamán.
Un abrazo
María Ángeles Merino dio voz al "primo".

Kety dijo...

Una vez más mis felicitaciones a Pedro, y sus tertulianos, por sus conjeturas.

Un abrazo

matrioska_verde dijo...

acabo de leer el capítulo éste y uno anterior hace unos momentos y la verdad es que me aclara muchas cosas leer tus comentarios, cosas que se me escaparían (como la burla de la guerra).

gracias,
y bicos..

Myriam dijo...

Veo que no dejé comentario antes, es que estuve poniéndome al dia con los blogs del grupo de lectura y no he parado de reirme con por ejemplo, el de los rebuznos de Antonio Aguilera.

Besos.
PD. Yo rebuznaba tanto en los coros de la escuela que me sacaban a patadas de ellos. TOtal que siempre daba exámen teórico de música.

Teresa dijo...

qué batiburrillo de personajes, sospechosos todos de venir del bachiller, del cura o la ama.

me recuerda eso de...
"La suegra a la jeba, la jeba al hombre, el hombre al perro
El perro al gato, el gato al ratón, el ratón a la araña
La araña a la mosca, la mosca a la rana

La rana sentada cantando debajo del agua
Cuando la suegra se puso a cantar
El mismo diablo la hizo callar"

En cualquier caso sorprende la gran imaginación de Cervantes. Leña al mono que es de trapo.

Teresa dijo...

Los regidores rebuznan según el inocente de Cervantes. ¿También tendría escritura automática, Pedro?

Asun dijo...

Es curioso lo que dices de que la historia de los rebuznos es una burla de los motivos de la mayoría de las guerras. A mí no se me habría ocurrido, pero es cierto que es así.

Y una pregunta que me hago: hoy en día para ser miembro de los ayuntamientos ¿tendrán que pasar los candidatos alguna prueba de rebuznos? Lo digo porque a juzgar por lo "borricos" que son muchos de ellos pareciera que es requisito cuasi indispensable.

Bueno, aquí lo dejo que "no se me cuece el pan" hasta seguir con el próximo capítulo.

Besos