jueves, 29 de octubre de 2009

Una boda por industria (Cap. 2.21).


Todo el capítulo respira una frescura festiva que no procede sólo de la enramada pagada por Camacho: hay un espíritu primaveral y optimista, de subversión de los valores oficiales y de los que impone la nueva influencia de la prepotencia del dinero. Algunos autores afirman que ello se debe al tono paródico, pero no sólo es eso, que es explicación fácil. El tono paródico es evidente en la relación que hace Sancho de Quiteria, pero todo lo que viene después, muy dotado de sentido escénico y procedencia folklórica, es producto del triunfo de la alegría sobre la tristeza, con lo que ello tiene de propuesta ideológica en un tema tan esencial para la moral pública del momento como el matrimonio. Triste iba a ser el destino de Quiteria, casada por interés con quien no quería; alegre se plantea después de que el ingenio de Basilio triunfara sobre la riqueza de Camacho.

Estamos ante una comedia festiva que cuando puede derivar en tragedia, la sangre verdadera -no la usada por Basilio en su engaño- es detenida por don Quijote y el cura (quien desde el principio facilita la solución feliz del asunto), pero sobre todo por la explicación que se da a sí mismo Camacho y que consuela su orgullo herido. En efecto, el labrador rico no tiene más salida que motejar tópicamente a Quiteria de mujer fácil y sin criterio y de futura adúltera, hacer como que no ha pasado nada y continuar con su propia fiesta. En el fondo, como dice don Quijote, Camacho es rico, y podrá comprar su gusto cuando, donde y como quisiere, pero, al menos, no a Quiteria.

El triunfo del amor de Basilio y Quiteria -el narrador tiene buen cuidado en darnos la evidencia de que la joven es cómplice en el engaño porque más tarde lo negará- es un paréntesis de realidad. En medio de una vida que atosiga y en la que parece que siempre vence el poder establecido y el dinero corruptor, hay una pausa alegre y jovial que nos permite soñar un mundo en el que las emociones sinceras tengan una posibilidad de éxito, aunque sea mediante argucias teatrales. Pero el regusto es amargo una vez cerrado el capítulo: sólo se puede lograr mediante ingenio y quizá sólo en la literatura.

Con el final de las bodas de Camacho (las no bodas, en realidad), Cervantes nos plantea varios níveles de aguda crítica: a la sociedad, en la que reina el interés y el dinero; a la Iglesia, que permite unos matrimonios que no nacen de la libre disposición de los que se casan.

El tema, además, ha sido cuidadosamente preparado desde los capítulos anteriores y resuelto con no menos cuidado: hay un uso burlesco de los nombres (Quiteria es nombre de una santa hispana, popular en la Mancha y protectora contra la rabia a quien su padre pretendió casar en contra de su voluntad y que llegó a mártir antes de perder su virginidad gracias a la protección de la Virgen, según cuenta la leyenda, quien le entregó un anillo como símbolo de su pureza; Basilio es nombre de un santo famoso por su oratoria, lo que cuadra con la intervención de Sancho que señala que el joven habla demasiado para moribundo; Camacho es ironía sobre la virilidad del personaje) y de las acciones (la industria de Basilio había sido tratada por la literatura pero también era conocida como una de los engaños de los familiares de Santa Quiteria para simular milagros) que subvierte las normas establecidas tanto por la sociedad como por la Iglesia.

Hay también una aguda crítica de la sanción eclesiástica al matrimonio convencional y concertado: el triunfo final del amor de Basilio y Quiteria -ya establecido en un matrimonio secreto anterior entre los jóvenes siguiendo una costumbre que había sido prohibida por el Concilio de Trento, pero que era muy habitual aún y tolerado por muchos párrocos que contradecían así las directrices de Roma-, la crítica a la ritualización externa de las ceremonias, la reflexión final de Camacho que reconoce que el matrimonio forzado sólo lleva al adulterio, etc. De hecho, aunque se le informa a Quiteria de que el matrimonio que acaba de concertar con Basilio es nulo al haber sido celebrado por un engaño, ella se reafirma en la libertad de su elección.

Veremos, en la Segunda parte, el contraste entre paréntesis festivos como éste y una sociedad que camina por otro lado: la primavera como espacio temporal en el que se desarrolla la acción y una realidad española que ya no es un paisaje alegre. De ahí, en gran medida, la melancolía del personaje de don Quijote en esta última salida. Como observamos en este capítulo, don Quijote, que había comenzado defendiendo el matrimonio entre Camacho y Quiteria, ahora se pone de parte del amor entre la joven y Basilio. Esa melancolía del personaje es la que nos hace ver que no estamos en una época que permita el optimismo.

El pasaje tiene tal potencial escénico y aborda tan originalmente un tema frecuentado por el folklore y la literatura, que fue llevado varias veces al teatro y al ballet: deslumbra la alegría de esta aventura y su potencial subversivo.

Lógicamente, los novios y sus seguidores deben abandonar la enramada y marchar a su pueblo, ahora en compañía de don Quijote y un apesadumbrado Sancho. Veremos qué pasa en el capítulo XXII, el próximo jueves.

29 comentarios:

pancho dijo...

CAPÍTULO 2. 21

El galope de las yeguas engalanadas y el griterío de sus caballeros, que salían a recibir a la comitiva nupcial, hicieron que DQ y S interrumpieran su faena con el caldero en lo mejor. Los novios venían acompañados de músicos y danzantes, el clero y la gente más lucida, que no lúcida, del contorno. S sólo tiene ojos para Quiteria, resplandeciente como únicamente las novias lo pueden estar el día de su boda: “...chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flandes”. (Banqueros flamencos, famosos en su cometido – listos como pocos – que se llevaban el oro que llegaba de América para pagar lo que antes le habían prestado a la corona.) Para DQ, un tanto celoso de que su belleza se comparara con la de Dulcinea, la novia venía un tanto macilenta.

El que antes fuera el triste Basilio (sólo levantaba la vista para poner los dioses en su sitio) aparece ahora como un hombre gallardo, vestido con un “sayo negro, jironado de carmesí a llamas” para detener la ceremonia en un pasaje que se asemeja al desenlace de un drama. La escena deja boquiabierto al lector, que se rinde ante la maestría del autor al tejer una trama que hace creíble el desenlace.

Cervantes plantea el conflicto como un triángulo amoroso: dos pretendientes para la misma dama. La clave de la solución pasa por el más allá. La condenación eterna de un alma es algo que atormentaría a Camacho para el resto de su vida. El chantaje perfecto está tramado, el desenlace no puede ser más brillante y espectacular. Al dejar que Camacho se quite de encima la responsabilidad, permite que sea Quiteria, conchabada con Basilio, la que tome la decisión para no permitir que Basilio muera como gentil, sin sacramentos. La clave de la escena es la presencia del cura que da fe del engaño y certifica la indisolubilidad del matrimonio, una vez que la bella dama ha accedido a casarse con su vecino, pastor, bien adornado de habilidades.

La premura en la decisión, hay un hombre atravesado por un estoque, con el alma en los dientes y la intervención de los asistentes a la ceremonia, sobre todo la de DQ dando validez a la treta de Quiteria y Basilia instando a Camacho que consienta que Quiteria diga sí a los ruegos de Basilio, que con sus ardides logra rescatar al que iba a ser de otro, diciendo: “...el tálamo de estas bodas ha de ser la sepultura”, son otros elementos que hacen el desenlace creíble para el lector, además de sorprendente.

Seguimos observando cómo no se le concede autonomía a la mujer para tomar sus propias decisiones. Sólo puede decidir cuando Camacho ha dado permiso. A pesar de ello está claro que se sale con la suya, en un ataque al sacramento del matrimonio, por parte del autor, que aquí se nos muestra como un dogma vulnerable, debido a su rigidez y falta de flexibilidad, a través de la astucia. Triquiñuelas válidas para burlar la ley cuando ésta se hace dogma sin haber contado previamente con los que la sufren.

pancho dijo...

Quiteria se nos revela como una buena actriz, “…ella, más dura que un mármol y más sesga que una estatua,” al igual que lo hicieran otras mujeres de la obra como la también bella Dorotea y Casilda. ¿Habíanse ya casado la pareja? Parece claro que si al texto hemos de ceñirnos la comedia la habían preparado de antemano, vean si no:
“La esposa no dio muestras de pesarle de la burla…”
“…puesta de rodillas, le pidió la mano por señas, y no por palabras.”
“…la mano que me pides y quieres darme no sea por cumplimiento, ni para engañarme de nuevo,”
“…de lo cual coligieron todos que de consentimiento y sabiduría de los dos se había trazado aquel caso,” De todas formas nunca es tajante, vuelve a manejar la ambigüedad, como vemos por las frases entresacadas.

Con la sospecha de S, el autor ya nos prepara para el grito de “¡No «milagro, milagro», sino industria, industria!”pronunciado por el del sayo jironado, dejando a todos avergonzados y el consiguiente ruido de sables por la mañana. ¿Para qué llevarían armas los invitados si estaban de boda? Deberían saber que con el vino estorba todo y vienen las trifulcas. No era tan diferente la realidad del mundo caballeresco de DQ.

S abandona al amo, temeroso de que la comida de las tinajas se eche a perder, defiende las tinajas: por encima de su cadáver tendrá que pasar el que quiera tocarlas. Con los pies por delante tendrá que sacar a DQ quien quiera quebrantar la palabra de sus evangelistas, que es palabra de Dios. La intervención del cura será clave para que el argumento de DQ tenga validez y así detener la lucha cruenta que se prepara.

Para que el nombre del rico no quede manchado, no le importa mancillar el de la dama:”… si Quiteria quería bien a Basilio doncella, también le quisiera casada…”

La fiesta sigue sin DQ y S, que bien siente no seguir dando buena cuenta de tanto derroche, siguiendo ambos a la comitiva de Basilio.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

El maestro siempre es el maestro, querido Pedro. He disfrutado leyendo tu magistral entrada...¡y me alegro de haber acertado con lo del matrimonio secreto...!

Un abrazo.

Silvi (reikijai) dijo...

Las bodas de Camacho y Quiteria.
La novia dejó a Basilio… el amor; para casarse con Camacho, el dinero. Basilio se acerca al lugar de la ceremonia y se clava una espada, empapado en sangre le ruega a su amada, que lo acepte como esposo. El Cura se acerca para darle las bendiciones, le hace saber lo que quiere… que Quiteria se casase con el in articulo mortis. El Cura, Quiteria y Camacho aceptan pero en cuanto estaban casados Basilio se levanto y dijo que todo era farsa, que se valió de un truco. Cuando los presentes se dieron cuenta, intentaron anular la boda, pero Quiteria se negó, la boda era valida. «Para estar tan herido este mancebo —dijo a este punto Sancho Panza—, mucho habla; háganle que se deje de requiebros y que atienda a su alma; que, a mi parecer, más la tiene en la lengua que en los dientes». Después de lo acontecido se retiran a la aldea como si nada Quiteria, Basilio, sus amigos, Sancho y Don Quijote.
Besitos.Silvi.

Martine dijo...

Sancho, como un Marichalar cualquiera, nos describe con lujo de detalles la aparición estelar de Quiteria.
Corales, terciopelo de 30 pelos, raso blanco, anillos de oro con perlas , etc. y largos cabellos rubios . Quijote fiel a si mismo y a su Dulcinea, le concede belleza a la novia, pero en segundo lugar del “ranking” después de su Amada...
Irrumpe e interrumpe Basilio, todo de negro vestido coronado por ramas de ciprés, árbol símbolo de reposo eterno en los cementerios, en su mano un bastón , pero , ¡Oh sorpresa! este bastón escondía un estoque... Ipso facto se hace el "hara kiri", no sin antes dar los motivos de su decisión...Le quedan fuerzas, pero, para solicitar como última voluntad que Quiteria le otorgue su mano, in "articulo mortis", para que una vez viuda se case con Camacho si le place..
A Sancho le preocupa que siga hablando Basilio, sospecha incluso de tanta resistencia, y que no guarde sus fuerzas para confesarse y encomendarse a Dios.
Se hace de rogar Quiteria,las apariencias obligan , pero por fin accede, el cura los une y los bendice...
Pero he aquí que se obra “la industria”, cual mago en feria, Basilio descubre su “ truco”.
Pudiendo renunciar a la unión por el engaño, Quiteria no lo hace, sino que confirma su decisión
( tomada de antemano y en conivencia con Basilio)...
Desenvainan por ambos bandos sus espadas , para lavar la afrenta los unos y para defender a Basilio los otros.. Don Quijote opta por interponerse entre los contendientes, mientras Sancho, fiel a su perfil de “bon vivant” decide proteger lo más valioso... ¡las tinajas!
Nuestro Caballero, por fin dicta sentencia : en el amor y en la guerra todo vale, artimañas incluidas y que ve en ello designio divino, la balanza se inclina por el amor, mientras Camacho con su buen dinero más novias podrá conseguir.. Nos deja patente aquí que era muy consciente de que el casamiento era por interés.
Camacho despechado , le quita de golpe todas las gracias a Quiteria, como la zorra de la fábula ante las uvas inaccesibles.. ordena que sigan las fiestas de los (no)esponsales como buen y rico anfitrión..
El festejo de la boda de Quiteria y Basilio se hará en otro lugar, la aldea de éste último, con ellos se va pues, contento, nuestro Caballero, no así Sancho.. deja mucho y bueno tras él...
Y como muy bien dices, Pedro:

"Triste iba a ser el destino de Quiteria, casada por interés con quien no quería; alegre se plantea después de que el ingenio de Basilio triunfara sobre la riqueza de Camacho."

¡Como me gusta este final feliz, Pedro, el triunfo del amor sobre el interés!

Besitos, Festivos, estos días lo son en mi “aldea”, llamada Gerunda.

María dijo...

Antiguamente parecía ser normal, lo que le ocurrió a Quitera, casarse por interés con quién no querían.

Un beso.

Myriam dijo...

ay, ay bergoña, bergoña..... ando con retrazo. Mañana en el avión me pongo a tono con las bodas...

Unknown dijo...

Un capitulo esencial pare entender mejor si cabe a Cervantes.
Curiosamente a este capítulo se le podría dar un formato independiente de el propia Quijote. Retrata individualmente a sus protagonistas. Podría pasar por un cuento corto sin tener la necesidad imperiosa de cambiar casi nada. No recuerdo otro capítulo como este.
Incluso el detalle de la partida de los “nuevos esposos” rechazando la invitación a quedarse a celebrar, es digna de tener en cuenta.
Este Cervantes era algo más que la persona que escribió el Quijote.
Un abrazo amigo.

Merche Pallarés dijo...

CAPÍTULO XXI

En éste capítulo se arma ¡la marimorena!

Primero, llega la novia. Sancho dilucida “que no viene vestida de labradora sino de garrida palaciega... las pátenas... son ricos corales...la palmilla verde de Cuenca es terciopelo de treinta pelos!...la guarnición de tiras de lienzo blanco!... las manos adornadas con sortijas de azabache!... los anillos de oro, y muy de oro, y empedrados con perlas blancas... cada una debe de valer un ojo de la cara. ¡Oh, hideputa, y qué cabellos, que, si no son postizos, no los he visto más luengos ni más rubios en toda mi vida!... se mueve cargada de racimos de dátiles... Juro en mi ánima que ella es una chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flandes.”

“Riose don Quijote de las rústicas alabanzas de Sancho Panza...” Aunque la hermosa Quiteria venía algo descolorida “debía de ser de la mala noche que siempre pasan las novias en componerse...” antes de la boda. Cuando llegó al lugar de los desposorios “...oyeron a sus espaldas, grandes voces, y una que decía: Esperaos un poco gente inconsiderada como presurosa...” Volvieron las cabezas y vieron “...que las daba un hombre vestido... de un sayo negro jironado de carmesí a llamas”. “Venía coronado... con una corona de funesto ciprés”. Era el gallardo Basilio.

Aquí Basilio hace el truco del almendruco, clavándose un bastón que había incado en el suelo pero que resultó ser que tenía “...el cuento de una punta de acero...”. Como se estaba muriendo ruega al cura que los case porque va a espirar de un momento a otro. Mientras tanto sigue hablando y hablando que hasta Sancho piensa “...Para estar herido este mancebo, mucho habla: háganle que se deje de requiebros y que atienda a su alma, que a mi parecer más la tiene en la lengua que en los dientes”.

El cura los casa pensando que Basilio estaba en las últimas. ¡Pero no! Resucita. Entonces el ricachón Camacho se queda fané y descangallado. Todos gritan “¡Milagro, milagro!” “Pero Basilio replicó: ¡No milagro, milagro, sino industria, industria!”. (Los dos amantes, Quiteria y Basilio, estaban compinchados)

Merche Pallarés dijo...

Al saberse engañados el cura y Camacho, se enzarzan en una esgrima múltiple. Sancho se esconde dentro de unas tinajas. Don Quijo está a favor de este enlace porque “...Quiteria era de Basilio, y Basilio de Quiteria, por justa y favorable disposición de los cielos”. Tambien lucha con su lanza diciendo que la guerra y el amor son la misma cosa “...así como en la guerra es cosa lícita... usar de ardides y estratagemas, ...así en las contiendas amorosas se tienen por buenos los embustes y marañas para conseguir el fin que se desea.”

Como Camacho era rico siempre se podría comprar otra esposa pero “Basilio no tiene más de esta oveja... y que a los dos que Dios junta no podrá separar el hombre, y el que lo intentare, primero ha de pasar por la punta de esta lanza.” dice Quijo “Y en ésto la blandió tan fuerte y tan diestramente, que puso pavor en todos los que no le conocían.”

Resumiendo, Camacho se apacigua, da gracias “...al cielo más por habérsela quitado que por habérsala dado.” Quiso que la fiesta continuara pero “no quisieron asistir a ellas Basilio ni su esposa ni sus secuaces...”. Se fueron a la aldea de Basilio porque “...los pobres virtuosos y discretos tienen quien los siga, honre y ampare como los ricos tienen quien los lisonjee y acompañe.” Se llevaron a nuestro Quijo porque era “...hombre de valor y de pelo en pecho”. Solo Sancho se quedó con el alma oscurecida por no poder disfrutar de la espléndida comida y fiestas de Camacho. “Asendereado y triste, siguió a su señor, que con la cuadrilla de Basilio iba, y así se dejó atrás las ollas de Egipto...”.

Sigamos cabalgando con el Capítulo XXII. Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

CORRECCIÓN: Sancho se esconde DETRÁS de unas tinajas no dentro... Besotes de nuevo, M.

matrioska_verde dijo...

este capítulo junto con el anterior (los he leído seguidos) rsultan muy amenos y de gran optimismo, como bien explicas.

me parece muy interesante saber el significado de los nombres (algo en lo que no me había parado a pensar) ya que aporta mucho a la lectura.

y me da pena Sancho que se queda sin llenar su panza todavía más de lo que ya la ha llenado antes de empezar la no boda.

biquiños y buen finde.

Pilar_Cordoba dijo...

¡Qué sorpresa! Primero pensé que Basilio se había quitado la vida delante de Quiteria para demostrarle su amor (inocente de mí...) ¡y resulta que era un engaño! Que la espada tenía truco debajo de sus ropas jajaja.
Pero mayor sorpresa me llevé cuando leí que Quiteria estaba compinchada con él.... ¡qué bueno!
¡Me gusta! ¡Que triunfe el amor sobre el poder del dinero! Genial este Cervantes...
Besotes, muackkkks

Hernando dijo...

Uno el capítulo anterior y éste para exponer, lo que hace frecuentemente Cervantes dentro del Quijote,intercalar o conjuntar correlatos dentro del relato, no nos engañemos el relato son las aventuras que puede tener un caballero andante. En estos dos capítulos nos hace toda obra de teatro con exposición, nudo y desenlace (Selma ha explicado muy bien el desenlace, pero creo que es engañoso) y el tema era muy al gusto de la época, yo lo llamaría un drama rural, y yo que soy de un pueblecito muy pequeño, por los años 1.970 éstos casos eran frecuentes, nunca ví un matrimonio labrador rico con casadera guapa, hermosa pero pobre y al revés. Cervantes perseguía con esto lo que ha conseguido con la mayoría que seguimos esta lectura, mostrar interés por la lectura, que no decaiga el estusiasmo y dar un poco de aire fresco a la aventuras de Don Quijote que podían causar cansancio en el lector.

Merche Pallarés dijo...

¡Ah! se me olvidó decirte, Pedro, que me ha gustado mucho saber que existieron Santa Quiteria y San Basilio (dos de los santos que no venían en mi librito de los santos/santas leidos, como sabes, a mis siete años...). Besotes puros y santos, M.

São dijo...

Amigo mio, solo vengo para te decir: muchissimas gracias!

Dios te proteja.

Fuerte abrazo.

lichazul dijo...

pedro

besitos de luz
que tengas un precioso fin de semana llenito de alegrías

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Sin duda el capítulo es todo, menos lo que yo me esperaba, en ningún momento intuí una boda anterior...lo mismo debiera haber hecho una segunda lectura...De todas formas, ahora parece que van a ocurrir cosas inesperadas...sobre todo por el giro que Cervantes da a su obra...saludos y seguimos.

Abejita de la Vega dijo...

“Los novios venían acompañados del cura”…y ese cura soy yo. Llego acompañado de los escandalosos jinetes que reciben a los contrayentes. ¿La hermosa Quiteria y el rico Camacho son los contrayentes? Bueno, no adelantemos acontecimientos.

Ustedes disculpen, me presento. Soy un personaje secundario del Quijote. No se oye mi voz, aunque el escritor cuenta lo que hago y digo, no mucho. Vivo en el segundo tomo del Quijote, esperando a que alguien llegue al XXI. Lo confieso: me hubiera gustado ser como Pero Pérez, el cura de la aldea quijotesca, el amigo del barbero. Aparece con voz propia, en varios capítulos y ¡en los dos libros! No me quejo, peor lo tiene el “mozo de campo y plaza”, el que ensillaba y podaba, al comienzo de la obra.

Como decía antes, llego acompañado al “teatro que a un lado del prado estaba, adornado de alfombras y ramos, adonde se habían de hacer los desposorios”. ¿Teatro? No adelantemos acontecimientos…

Espera allí la gente honrada de pueblos cercanos y no tan cercanos; junto a…mendigos, truhanes, mozas del partido, lazarillos con ciego, peregrinos desviados…y ¡un caballero andante! Sí, como recién salido de esas novelas que, ya en el seminario, y a escondidas, llenaban mis escasas horas de ocio. Armadura, lanza, algo metálico en la cabeza, un rocín y un labriego como criado…o escudero. Éste repite lo que las mujeres comentan, comiéndose a la novia con los ojos. Corales, terciopelo, lienzo blanco, sortijas de azabache, anillos de oro, perlas, cabellos rubios, dijes, pendientes, el brío, el talle… Chapada, chapadísima, como para desposar con un banquero flamenco…pero con la cara descolorida, como de no haber dormido. Lo natural en una doncella…

Oímos grandes voces, aparece un apresurado personaje, pide que lo esperemos. ¡Es Basilio! ¡El viejo amor de Quiteria! Viene con un sayo negro y carmesí, va coronado con una corona de ciprés y porta un bastón acerado. Todos estamos suspensos y temerosos, esperando en qué va a parar todo esto. Hinca el bastón en el suelo, mira a Quiteria y le expone sus razones con voz temblorosa y ronca.

(Continuará, que los curas vamos despacito)

Kety dijo...

Pedro, un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Se dirige a ella, a la “desconocida Quiteria” y le advierte de que no puede tomar esposo mientras él viva, según la “santa ley” profesada por ambos. ¿Santa Ley? ¿Acaso están casados ante la Santa Madre Iglesia Católica? Porque si no es así, aunque Quiteria le hubiere dado, en alguna ocasión, su palabra…sigue siendo una mujer libre. No sé de qué obligaciones habla este muchacho, que si ha estado esperando a mejorar sus bienes de fortuna… ¿Para ser tan rico como Camacho? Necesitaría vivir cien vidas…por lo menos.

Vamos, pequeña, no atiendas las razones de este loco y cásate con el que te ofrece seguridad y bienestar. El amor surgirá más adelante…una obediente y sumisa esposa puede ser muy dichosa.

Pero ¿qué dices? ¿Qué te vas a quitar la vida para que Camacho tenga colmada la ventura? ¡El suicidio es un pecado grave y no podrás ser enterrado en suelo sagrado! Basilio, hijo mío, encontrarás otra mujer, la pobreza no tiene por qué ponerte en la sepultura. Parecerás rico a una esposa de más humilde condición. Te olvidarás de la ingrata…mujer al fin y al cabo, no hay que pedirle firmeza.

¡Ay! ¿Qué haces? ¡Ay, que el bastón escondía un estoque! ¡Ay, que se ha arrojado sobre él! ¡Traspasado de sus mismas armas! ¡Bañado en su sangre! ¡Misericordia, Señor, Misericordia! ¡Acudid! Aún no ha expirado… ¿Dónde va el caballero andante? Señor, no le quitéis el estoque, que he de confesarle y si se lo sacáis morirá.

El enamorado vuelve en sí y se dirige a Quiteria, calificándola de cruel. ¡Y le pide la mano de esposa! No está dispuesto a emprender su viaje al más allá, sin casarse con ella. Uy, que esto tiene truco…Le pido que atienda a la salud de su alma y me chantajea: si Quiteria no le da la mano de ser su esposa, no se confiesa. Un moribundo exigente, lo nunca visto.

El que se hacía llamar don Quijote se pone a decir en altas voces que el herido pedía una cosa justa y hacedera. Que Camacho quedaría tan honrado recibiendo a Quiteria como viuda de Basilio que como soltera.

Camacho no sabe qué hacer ni qué decir. Los amigos de Basilio piden, a voces, que Quiteria consienta para que su alma no se pierda. Piadoso deseo, mas…

Camacho se ve forzado a decir que “si Quiteria quería dársela, que él se contentaba”. Ahora hay que convencer a la novia. Para ello, los amigos del herido se dirigen a ella con lágrimas o con razonamientos. Me parece haber visto esto en alguna comedia… Más dura que un mármol a sus quejas, como diría el gran poeta Garcilaso. Ella como una estatua y yo pidiéndola que se apresure, que su alma…

(Continuará , que los curas vamos despacito)

Paco Cuesta dijo...

Magistral entrada y gran estudio de Quiteria y Basilio.Dentro de la parodia, quiero ver en la exposición de Sancho sobre Quiteria, una definición magnificada, muy frecuente en la gente sencilla, cuando las cosas se les escapan del conocimiento y tienden a agrandar y recrear los hechos; Sancho sólo tiene su jumento y sus alforjas (tomadas al vencido).
Con la aparición de Basilio, Cervantes rememora a Juan de Marcilla en los Amantes de Teruel y la lucha por amor de Romeo y Julieta frente a Capuletos y Montescos. Don Quijote, como en otras ocasiones se mimetiza hacia Sancho pasando al lado del amor y como caballero defiende al débil.Camacho a mi juicio, elige de los males el menor al permitir el casamiento con un ¿moribundo? y también cede ante la posibilidad de ser engañado a posteriori.
Como siempre, el Autor nos sorprende con un Sancho perspicaz e intuitivo muy lejos de la ignorancia, o si se quiere con la cátedra de la sabiduría popular, cuando cita "para estar tan herido, mucho habla", anticipándose a lo que iba a suceder.
Como en los mejores cuentos y representaciones,(que no en la vida real) vence el amor y no la guerra, ganan los buenos y pierden los malos.

Teresa dijo...

En esta segunda parte son más los goles de Quijo que los paradones, que se nos está empezando a hinchar.

Del análisis llama la atención la rebeldía de la curia -¡en aquellos tiempos!- y pensar que han transcurrido siglos y hoy x hoy no se menea un sacristán sin que lo dicte Roma.

Sancho Sancho... que pena me da, aunque C apunta que se va triste pero sin hambre. (Extraño sentimiento el de alejarse de la seguridad que proporciona la riqueza)

Destaco la frase relacionada con el dinero:
"que también los pobres virtuosos y discretos tienen quien los siga, honre y ampare, como los ricos tienen quien los lisonjee y acompañe."

Abejita de la Vega dijo...

Muda y afligida se acerca a su moribundo enamorado que murmura entre dientes: Quiteriaaaa. Por señas, le pide la mano. Éste no se ha de morir como gentil, que para eso estoy aquí, para que sea un muerto como Dios manda. La mira ¡con unos ojos! y habla, ¡cómo habla! , a pesar de su aliento corto y apresurado. Dice cosas como: “Tu piedad ha de servir de cuchillo… la gloria que me das… la espantosa sombra de la muerte, oh fatal estrella mía”. Y le pide que manifieste la libertad con que actúa…

Se desmaya. ¡Ay que se nos muere! La “vergonzosa” Quiteria coge la mano del agonizante y dice que, con libre voluntad, da su mano de legítima esposa y recibe la que él le da de su libre albedrío. Basilio se entrega por esposo, ella por esposa y añade: “ahora vivas largos años, ahora te lleven de mis brazos a la sepultura”.

Ese tal Sancho Panza me ha leído el pensamiento: cómo le da a la lengua este malherido. El sensato rústico me pide que le haga atender a su alma y “se deje de requiebros”. Así que se me saltan las lágrimas, soy un sentimental, les doy la bendición y pido al cielo que dé buen alojamiento al nuevo desposado. Pero el cielo no debe desear, de momento, recibir a tal huésped…El agónico se pone en pie de un brinco y extrae limpiamente el estoque de su cuerpo. Ya me parecía a mí…La parejita estaba conchabada. ¡Ay, Camacho, macho!

Abejita de la Vega dijo...

Todos los presentes quedan con la boca abierta y los simplones gritan: ¡Milagro! A lo que Basilio replica que no hay milagro sino industria. Lo compruebo, soy un nuevo Santo Tomás que ha de tentar la herida. La cuchilla no había atravesado el cuerpo de Basilio sino un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre, habíase colocado en el lugar preciso. Parece ser que se lo prestaron unos cómicos ambulantes que andaban por allí. Ya decía yo que en qué comedia había visto esto…

El rico Camacho, los invitados y yo…todos burlados. Muchos dicen que el matrimonio por engañoso no es verdadero; pero la flemática esposa dice que ella le confirma de nuevo; de lo cual deducen el consentimiento y sabiduría de los dos.

Camacho y sus valedores, qué vergüenza, remiten su venganza a las manos y las manos, a las espadas. Y muchas espadas se dirigen hacia Basilio, aunque Inmediatamente se desenvainan otras que le defienden.

No habíamos tenido en cuenta a don Quijote que toma la delantera a caballo, con su lanza y su escudo. Sancho corre a esconderse tras las olorosas tinajas, las que contienen gallinas y gansos en pepitoria, qué pena de comida…

Don Quijote, a grandes voces, nos exhorta a guardar las armas, con el razonamiento de que el amor y la guerra son una misma cosa y en la guerra se usan estratagemas. Por lo tanto, en las contiendas amorosas se han de tener por buenos los embustes y marañas. Este loco no habla tan desatinado…Nos dice que, “por favorable disposición de los cielos”, Quiteria era de Basilio y Basilio de Quiteria. Que Camacho es rico y se puede comprar lo que quiera., que Basilio sólo tiene una oveja, que lo que Dios ha unido… ¿Pero cuándo lo unió Dios? No entiendo nada…Y lo de comparar mujeres con ovejas…No dejan de ser seres humanos, aunque sometidas al varón.

El caballero andante blande su lanza con tal fuerza y destreza que causa pavor a los de las espadas. A Camacho se le fija tan intensamente el desdén de Quiteria que se le borra de la memoria, se le acabó el caprichito. Le hablo como sacerdote prudente y bien intencionado, que esa fama tengo. Las espadas vuelven a sus vainas y Camacho culpa ahora más a la facilidad de Quiteria que a la industria de Basilio. Estas mujeres…E incluso razona que debe dar gracias al cielo por habérsela quitado. Consolado y pacificado, el rico ordena que siga la fiesta, aunque no haya boda.

Como es natural, ni Basilio, ni su esposa, ni sus secuaces, se quedan a celebrar las no bodas. Se van a la aldea de Basilio proclamando a voces el triunfo del Amor. Se llevan consigo al caballero andante, ahora muy estimado por su valor. A su lado va Sancho, algo triste, diciendo no sé qué de las “ollas de Egipto”. La locura se contagia…

Y este cura acabó su relato.

Teresa dijo...

ah y ésta, que Sancho es muy sagaz :D :D

"-Para estar tan herido este mancebo -dijo a este punto Sancho Panza-, mucho habla; háganle que se deje de requiebros y que atienda a su alma, que, a mi parecer, más la tiene en la lengua que en los dientes."

Myriam dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Myriam dijo...

1- Exquisita toda tu explicación, que me hace valorar y disfrutar más este capítulo. En mi primera lectura previa a tu explic., no fuí consciente de su profundidad.

2- "Una pausa alegre y jovial que nos permite soñar un mundo en el que las emociones sinceras tengan una posibilidad de éxito"

De acuerdo, pero no veo porqué emociones sinceras no puedan tener éxito. Como sabes, creo en el ser humano y en su potencial para conectarse auténticamente con el otro.

Malas expreriencias todos hemos tenido, pero "una(s) golondrina(s) no hace(n) verano" y vivir en el miedo de que podemos volver a sufrir (y por eso, no nos conectamos) no es vivir.

Besos y "paso adelante" al C. 2,22

Juan Luis G. dijo...

Don Quijote es un espíritu libre y es lógico que acabase apoyando los amores de Quiteria y Basilio. Y sí es cierto; el ingenio a veces sólo triunfa en la literatura, quizá por eso nos engancha tanto.

Un abrazo.