jueves, 24 de septiembre de 2009

Todo es artificio y traza, hasta un santo a la jineta (Cap. 2. 16).


En tres partes divide el capítulo Cervantes. Ya hemos hablado de este uso de la estructura en capítulos y los ajustes con la trama desde que Cervantes, en la Primera parte, se da cuenta de cómo puede jugar con lo que espera el lector, dejando asuntos sin terminar y obligando a encadenar la lectura.

En la primera parte se muestran las reacciones de don Quijote y Sancho tras la batalla con el caballero de los Espejos. Aquél se ufana de la victoria y se cree ya el mejor caballero de todos los tiempos. Sin embargo, Sancho no puede dejar de plantearse dudas ante la verdadera identidad del caballero derrotado y su escudero. A pesar de que la aventura de su amo lo ha ganado, él no es hombre que abandone la realidad de forma tan fácil: ve lo que ve y sólo el interés o su simplicidad (como le dice el nuevo personaje que aparece en este capítulo) le pueden llevar a creer una explicación fantástica de lo visto.

Ante las dudas de Sancho, don Quijote echa mano del sentido común en su argumentación. Le explica que no hay ninguna justificación para que su amigo el bachiller salga tras él y concluye:

-Todo es artificio y traza -respondió don Quijote- de los malignos magos que me persiguen, los cuales, anteviendo que yo había de quedar vencedor en la contienda, se previnieron de que el caballero vencido mostrase el rostro de mi amigo el bachiller, porque la amistad que le tengo se pusiese entre los filos de mi espada y el rigor de mi brazo, y templase la justa ira de mi corazón, y desta manera quedase con vida el que con embelecos y falsías procuraba quitarme la mía. Para prueba de lo cual ya sabes, ¡oh Sancho!, por experiencia que no te dejará mentir ni engañar, cuán fácil sea a los encantadores mudar unos rostros en otros, haciendo de lo hermoso feo y de lo feo hermoso, pues no ha dos días que viste por tus mismos ojos la hermosura y gallardía de la sin par Dulcinea en toda su entereza y natural conformidad, y yo la vi en la fealdad y bajeza de una zafia labradora, con cataratas en los ojos y con mal olor en la boca; y más, que el perverso encantador que se atrevió a hacer una transformación tan mala no es mucho que haya hecho la de Sansón Carrasco y la de tu compadre, por quitarme la gloria del vencimiento de las manos. Pero, con todo esto, me consuelo; porque, en fin, en cualquiera figura que haya sido, he quedado vencedor de mi enemigo.

La argumentación puede ser válida para otro menos para Sancho: él ha sido el encantador de Dulcinea, como sabemos. La mentira que urdió a las afueras de El Toboso para ocultar otro engaño, comienza a complicársele al bueno de Sancho: esta cuestión no parará de crecer a lo largo de la Segunda parte.

Sancho, pues, tiene el argumento definitivo para desbaratar la explicación de su amo, pero no puede usarlo sin confesarse mentiroso, toca callar:

-Dios sabe la verdad de todo -respondió Sancho.

Así que la victoria de don Quijote sobre el bachiller deja más afirmado al hidalgo en su aventura y desorientado a Sancho.

En eso están cuando aparece uno de los personajes más estudiados de la Segunda parte del Quijote: el caballero del verde gabán, don Diego de Miranda. Este hidalgo es el envés del protagonista: buen ciudadano, de moral intachable, razonador en todo, hombre de familia atento a sus negocios, etc. Don Diego es un ejemplo sin tacha de sensatez y sentido común y de respeto al otro: un hombre de bien. En su biblioteca, por ejemplo, no hay libros de caballerías ni conoce la Primera parte del Quijote (observemos que don Quijote usa ya, como carta de presentación y justificación de su oficio de caballero andante, la popularidad de este libro que recoge sus hazañas y que él conoce sólo por referencias). Es tal su carácter de hombre de bien que ni siquiera don Quijote puede enfadarse por la crítica radical que hace el del verde gabán de las novelas que tanto le gustan.

Los estudiosos han visto en el caballero del verde gabán el modelo cervantino del buen súbdito según los principios del erasmismo latente en su pensamiento. Y es innegable que así lo usa Cervantes y se rastrea en su caracterización, en especial en cuanto a las lecturas que confiesa y su forma de enfocar la religión, aparte de su preocupación por la familia. Además, su aparición viene justo detrás de un momento burlesco, el de la farsa del bachiller, lo que refuerza el carácter de don Diego.

Pero cabe quizá una lectura más profunda que, sin contradecirla, la complemente y vincule con la propia biografía cervantina: don Diego es tan perfecto en su condición de modelo -hasta en la preocupación en la que le tiene su hijo poeta, lo que es aprovechado por don Quijote para defender la poesía- que cabría construir una sociedad perfecta y razonable a partir de él, aunque un tanto aburrida. Pero esa sociedad no es la real, que es injusta. La vida de don Diego siempre me ha parecido propia del hombre de familia que no quiere meterse en líos, y que no hará nada por cambiar las injusticias que pueda contemplar a su alrededor para no trastornar su vida y el bienestar de los suyos: de tanto emplear el sentido común acabará por respetar siempre el orden imperante aunque no esté de acuerdo con él, preocupándose sólo porque su hijo estudie una carrera que le dé un futuro sólido. No sé por qué, pero me ha parecido siempre ver en don Diego un respetuoso retrato del padre de Cervantes: y una contestación no menos respetuosa con algo de rebeldía tantos años después. Por eso mismo don Diego no puede comprender el propósito de don Quijote.

El próximo jueves, veremos en el capítulo XVII qué nos anuncia el final de éste y la carreta con las banderas reales que aparece.

30 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡Soy la primera! Que bien que lo hayas posteado tan temprano. Excelente análisis como siempre aunque yo me he derivado por otros derroteros referente a la paternidad de don Diego de Miranda. Pego y copio. Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

CAPÍTULO XVI

En este capítulo Quijo y Sancho siguen divagando y rumiando (bueno, Quijo) si el el de los espejos era verdaderamente Sansón Carrasco. Se pregunta por qué se querría enfrentar a él si “no había sido su enemigo...” Sancho le dice que si era debido a un encantamiento “¿no habían en el mundo otros dos a quien se parecieran?” Porque el vió muy claro que el bachiller era el Carrasco y Tomé Cecial su vecino. “Todo es artificio y traza de los malignos magos que me persiguen” contestó Quijo.

Siguen con sus disquisiciones, cuando de repente aparece “sobre una muy hermosa yegua tordilla” el caballero verde (aquí sigue una descripción de su vestimenta muy guay del Paraguay). Sigue su camino a toda “priesa” para que la yegua no excite a nuestro Roci. Sancho le dice “...bien puede tener las riendas a su yegua, porque nuestro caballo es el más honesto y bien mirado del mundo...”

El verde “en el traje y apostura daba a entender ser hombre de buenas prendas” de nuestro Quijo “admirole la longura de su caballo, la grandeza de su cuerpo, la flaqueza y amarillez de su rostro, sus armas, su ademán y compostura, figura y retrato no visto por luengos tiempos atrás en aquella tierra.”

Quijo, viendo que el verde le miraba fijamente le cuenta que quiso “resucitar la ya muerta andante caballería, y ha muchos dias que tropezando aquí, cayendo allí, despeñándome acá y levantándome acullá, he cumplido gran parte de mi deseo... He merecido andar ya en estampa en casi todas o las más naciones del mundo: treinta mil volúmenes se han impreso de mi historia, y lleva camino de imprimirse treinta mil veces de millares...” (Ay, qué visionario era nuestro Cervan...).

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Bueno...es la primera vez que te leo sin comentar, solo por lacuriosidad de tu interpretación coincide con la de un principiante... y son muchas las coincidencias, pero creo que es así por la facilidad delectura del capítulo... esta noche o mañana publico...tengo cita en el sacamuelas...saludos

Merche Pallarés dijo...

El verde confiesa que es un hidalgo y que se llama Diego de Miranda, tiene mujer e hijos. Tiene una biblioteca muy bien surtida “seis docenas de libros, cuáles de romance y cuáles de latín... ; los de caballería aún no han entrado por los umbrales de mis puertas.” Sigue describiéndose como un santo “oigo misa cada dia, reparto mis bienes con los pobres...”. Sancho al oir todas sus virtudes “le besó los pies una y muchas veces” diciéndole “me parece que vuesa merced el primer santo a la jineta que he visto en todos los dias de mi vida.”

El verde sigue contando su vida. Tiene un hijo de dieciocho años un poco díscolo “...no porque sea malo, sino porque no es tan bueno como yo quisiera...”. Ha estado seis años en Salamanca. (Ay, ay, que me parece que va a ser el padre de Sansón Carrasco...)

Don Quijote a continuación da una disertación sobre la educación de los jóvenes “A los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres...”. Sobre la poesía: “La poesía, señor hidalgo, a mi parecer es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias...” Contra la ignorancia: “...no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran. Y no penséis, señor, que yo llamo aquí vulgo solamente a la gente plebeya y humilde, que todo aquel que no sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en número de vulgo.” (¡Bien, Cervan! ¡Olé!). El estudio de las humanidades: “el grande Homero no escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego, porque era latino...; todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus conceptos;...no se desestimase el poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaino que escribe en la suya”. Concluye (es un decir) diciendo que el poeta nace. Y acaba “...que es el de las lenguas, con ellas por sí mismo subirá a la cumbre de las letras humanas...”.

“Admirado quedó el del Verde Gabán del razonamiento de Don Quijote” y ya no pensó que era un “mentecato”. Mientras tanto Sancho “se había desviado del camino a pedir un poco de leche a unos pastores...” “...cuando alzando don Quijote la cabeza vio que por el camino por donde ellos iban venía un carro lleno de banderas reales; y creyendo que debía ser alguna nueva aventura, a grandes voces llamó a Sancho que viniese a darle la celada”. Sancho llegó raudo en su rucio.

Seguiremos con el XVII. Besotes, M.

pancho dijo...

CAPÍTULO 2.16
Tras la breve parada narrativa, dedicada a dar razón a los “imprudentes lectores” de los motivos que llevaron a Sansón Carrasco y a Tomé Cecial a salir al encuentro y enfrentarse con nuestros héroes, prosigue la historia con un DQ crecido, pero con un enemigo real que, herido en su orgullo, pide venganza. Sólo la tara del encantamiento de Dulcinea acota su felicidad. Observamos cómo el Hidalgo se desenvuelve a sus anchas con personajes imaginarios. Una vez que devuelve a la realidad a los personajes del episodio se le presentan al autor dos planos que hay que tramar y conjugar: el imaginario representado por DQ y la realidad con un personaje que busca resarcirse de la humillación sufrida. Para nada se siente cómodo DQ si el derrotado es Sansón Carrasco. La victoria no tendría trascendencia si la víctima no es un Caballero Andante. Tratándose además de alguien que había osado usurpar su identidad.

Cuando la conversación de DQ y S sobre encantamiento no da más de sí, entran en conversación con un caballero elegante, bien conjuntado, que monta una yegua de paso más vivo que las monturas de nuestros protagonistas. Lleva prisa el Caballero. Tan educado es su comportamiento, que viendo que los machos están enteros no los quiere alborotar. Sancho le dice que no se preocupe, pues “una vez que se desmandó a hacerla la lastamos mi señor y yo con las setenas. (Lo pagamos caro). Los dos caballeros se llaman la atención mutuamente. Uno por su porte y el otro por la extravagancia y la seriedad del rostro al ir descubierto: DQ se siente seguro y relajado después de la victoria.

Se presenta DQ al elegante caballero con la autoestima por los cielos, acrecentada por el éxito editorial de sus hazañas – cual Millenium nórdico, que no póstumo - . No cabe la humildad en sus planteamientos.

El caballero, sólo”medianamente rico”, de la vida regalada nos revela que se dedica a la pesca y a la caza sin galgo corredor, pero con “bicho” (no habían inventado el Seprona todavía). Prudente lector de los que le gustan a C, de misa diaria y con un hijo estudiante en Salamanca que le ha salido poeta. ¡Vamos! que ni un santo barón llevaría una vida tan ordenada. Como gente de orden que es, no termina de convencerle eso de que su hijo quiera ser poeta.

DQ, a quien no se le conoce retoño, aconseja a los padres: “… A los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad… ” Ni el mejor manual de la Escuela de Padres podría competir con los consejos vertidos en este discurso del Caballero de la Triste Figura que llega a decirle a su interlocutor: “…deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama…” No hay por qué considerar a los poetas gente bohemia sin oficio ni beneficio. Concluye su alocución sobre la poesía diciendo que “cuando los reyes y príncipes veen la milagrosa ciencia de la poesía en sujetos prudentes, virtuosos y graves, los honran, los estiman y los enriquecen, y aun los coronan con las hojas del árbol a quien no ofende el rayo.”

Un carro con banderas monárquicas que de frente se aproxima baja a DQ a niveles terrenales de entendimiento. Llama a S para que venga con premura. A aquellas horas el escudero no estaba para poesías: se había ido por leche a unos pastores cercanos.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Lo que más me sorprende pues me lo has hecho ver es la técnica de acentuar el carácter a D. Diego colocándole tras la farsa del bachiller.

Hay una preciosa cita de Savater respecto a éste, me permito ponerla por si la desconoces:

"En cierto modo, el bachiller Sansón Carrasco es un imitador de don Quijote: se disfraza dos veces de caballero andante, la primera como Caballero de los Espejos y la segunda como Caballero de la Blanca Luna. Pero su propósito no es luchar contra magos y otros malandrines, sino vencer a don Quijote para así convencerle de que debe volver a casa. El bachiller quiere "meter en razón" a don Quijote, sin darse cuenta de que para "meterle en razón" tiene que sacarle de su poesía. Y tampoco advierte que de este modo va a convertirse involuntariamente en su asesino. Don Quijote, vencido pero no convencido por Sansón Carrasco, vuelve a su casa y a llamarse otra vez Alonso Quijano para morir pocos días después. Es que ha perdido su alma quijotesca y sin alma no se puede vivir."

Un abrazo.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Perfecto tu analisis, Pedro.

En mi entrada de hoy, que he colgado como humilde contribución al grupo de lectura, destaco otro aspecto de este capitulo.

Un abrazo.

Martine dijo...

Sancho por no descubrirse, usa de la mentira “piadosa”, que sólo él y Dios conocen “Dios sabe la verdad de todo -respondió Sancho.”

Don Quijote en su encuentro con don Diego se presenta como con un “book” ( que no libro) para el artista en busca de trabajo.. y que mejor “Book” ( ahora sí, un libro) que el que sobre sus andanzas se ha escrito...

Y don Diego representa a la perfección el hombre de orden, vigente entonces y ahora, enemigo de variaciones y "desviaciones" en el futuro que quiere controlar en su hijo..

Como cada semana me quedo admirada ante tu Exposición y los comentarios..
Un beso, Pedro.

Pocomancha dijo...

Leyendo el texto se me ha venido a la mente el genial papel de Fernando Rey interpretando al Bachiller Sansón Carrasco y cómo era vencido como el Caballero de los Espejos, no hace mucho que la emitieron en CMT. Genial capítulo.

Anónimo dijo...

qué jarro de agua fresca es siempre el Quijote, y eso que soy reacio a los clásicos sobados por la tradición..

Silvi (reikijai) dijo...

Mitras caminan D.Q y el hidalgo del Verde Gabán, hablan sobre sus vidas. El hidalgo, le comenta su preocupación; su hijo ha decidido estudiar poesía y no leyes como él querría. D. Quijote responde:
«Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y, así, se han de querer, o buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida; a los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que, cuando grandes, sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad; y en lo de forzarles que estudien esta o aquella ciencia no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso; y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante, que le dio el cielo padres que se lo dejen, sería yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado, y aunque la de la poesía es menos útil que deleitable, no es de aquellas que suelen deshonrar a quien las posee». Besitos. Silvi.

Myriam dijo...

De este capítulo a mí lo que me impresiomó fué ver la forma tan actual, tan de avanzada, de educación de los hijos, que Cervantes pone en boca de DQ.

No sólo por como los ve: como pedazos de entrania de sus padres, que se han de querer, etc, etc, sino y especialmente por que no tiene por acertado en forzarles que estudien ésto o lo otro..... #sería yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado#..... que (el padre) #deje caminar a su hijo por dónde su estrella le llama#

Abrir el abanico de posibilidades y dar consejo sí, pero dejar que el hijo escoja su propio camino. Un camino por elección propia, no impuesta.

Cuántos padres hoy fuerzan a sus hijos por caminos que no son los suyos, me pregunto, y cuántos hay que los dejan SER ellos mismos y tomar las riendas de sus propias vidas...

Recordemos que, según el Derecho Romano, hasta tres veces un padre podía vender a un hijo.
Que Gran Bretania, sancionó recién en 1889 El Acta de Prevención de la Crueldad hacia el infante. Recordemos #Los miserables# de Victor Hugo, etc.
El concepto de Familia fué, y es un hecho, variando a lo largo de la historia, por eso me sorprende esta visión de Cervantes.

Merche Pallarés dijo...

Me ha gustado mucho lo que apuntan SILVI y MYR, a mi ese pasaje sobre la educación tambien me ha llamado la atención por su modernidad y actualidad porque hasta hace bien poco, generalmente los hijos seguían los pasos de sus padres. Por ejemplo, el padre abogado, todos los varones tenían que estudiar derecho (eso les pasó a mi ex-Fernando y a sus cinco hermanos menos al pequeño que se rebeló y estudió arquitectura). El padre médico ¡hala! todos los hijos médicos y así ad finitum. Se ve que Cervantes no solo era un visionario sino un hombre muy avanzado para su época. Besotes, M.

Pilar_Cordoba dijo...

Lo que más me ha gustado del capítulo es cómo habla Don Quijote sobre los hijos y su educación, es precioso.
Con respecto al nuevo personaje, el del Verde Gabán, no sé, ¿nadie puede ser tan perfecto, no?
Sancho lo pone como un santo pero a Don Quijote parece que no le dá buena espina el personaje.
Veremos qué pasa la próxima semana.
Un besote Pedro, muackkkkks.

Hernando dijo...

La primera parte de este capítulo, Sancho la resume perfectamente. " Dios sabe la verdad de todo". ¡Ay! Sancho, cuántos quebraderos de cabeza te trae el embuste.

cervantes está al corriente del éxito de su primera parte del Quijote. Todo escritor que se precie, sigue los ejemplares que se van vendiendo o editados, lo hacen por dos motivos uno el económico y el otro el profesional de lo que tanto cuesta el parir que por lo menos guste y los lectores se beneficien de ello. tenemos muchos ejemplos, Delibes en la correspondencia con su editor Vergés, hasta le hace las cuentas de los libros que se pueden vender y sus beneficios económicos, Leopoldo Alas Clarín hace lo mismo y está con Larra cuando dice que "escribir es España es llorar".
Como dice nuestro profesor y tutor Pedro Ojeda, "el del verde gabán" es todo un erasmista, en diez líneas resúme lo que era un buen erasmista. Para que sepamos la fuerza de esta corriente que tuvo en su tiempo, solamente tenemos que escuchar a Sancho. "Déjeme besar, porque me parece vuesa merced el primer santo....." Con esto podemos entender perfectamente la dura e inquisitoria persecución de la iglesia católica a los herejes erasmistas.

La última parte del capítulo y que tanto ha gustado, es de tanta actualidad que siempre será así. Hoy en día casi todos los padres quieren que sus hijos estudien una ingeniería, ésto les dará de comer el día de mañana, es el conflicto entre padres e hijos mirando el futuro. Ya sabemos que con las letras y las artes se pasa hambre, y esto lo confirma hasta los planes de estudio redactados por nuestros ministros de educación. Hay ejemplos de grandes enemistades entre padres e hijos me viene a la cabeza la de Dalí, siendo su padre notario no apreciaba el arte de su hijo entre otras cosas.

El Ente dijo...

Me pongo al día amigo...

Hay veces que necesitaría a Cervantes a mi lado jejeje...

UN ABRAZO

marga dijo...

LA REALIDAD Y LA FICCIÓN:. El eterno problema de DQ
“Por narices” dudan de la identidad del caballero de los espejos y cia, me sorprende que incluso D.Q ponga caras y nombres a esos liantes. Claro finalmente vuelve a su teoría del encantamiento.

TODO UN CABALLERO-NO-ANDANTE
- Describe con tal detalle su figura y detalles que casi podemos verlo
- Diego de Miranda describe su vida y sus cuitas. Al parecer su mayor preocupación es el futuro de su romántico hijo ¡uy, que novedad!
- La Sabiduría de DQ: consejos universales, válidos para todos los tiempos, y todos los lugares: formar a los hijos y luego dejarles volar hacia el lugar que decidan y si este es la poesía, pues sea.
- Me hace gracia la referencia a escribir cada uno en su lengua, incluso en vizcaíno.

- UNA PREMONICION “treinta mil volúmenes se han impreso de mi historia y lleva camino de imprimirse treinta mil veces de millares, si el cielo no lo remedia” y el cielo afortunadamente, no lo remedió

Antonio Aguilera dijo...

No sabìa que el Caballero del Verde Gabàn, como refieres, fuera el personaje màs estudiado de esta 2· parte. Supongo que habrà hipòtesis para todos los gustos.

Los que conocèis al dedillo la biografìa de Cervantes tenèis ventaja a la hora de emitir conclusiones. Yo veo en el Verde, el ideal de hombre "correcto" que a don Cervantes le gustarìa emular.

Pues me acabo de leer todos los comentarios que me preceden,y quedo anodadado del exceso de sabidurìa que se cuece por esta refrescante Acequia. Eso me pasa por llegar (casi) siempre el último jajaja, pero el intelecto lo agradece.

Esta tarde publico en el revulsivo.

Antonio Aguilera dijo...

Cap. (2) 16
Encontramos en este cap. a don Quijote la mar de contento por haberse erigido en el “masca” de los caballeros andantes. Muy pronto hubo olvidado aquel océano de palos, de derribo de dientes sin visita al dentista y “la lluvias de estacas de los yangüeses”. ¡Ay! –suspiró- , si no fuera porque su Sra Dulcinea estaba encantada, el batiría el record de felicidad del Libro Guinnes.
Sancho, por su parte, continuaba dándole vueltas a la batidora (cabeza); no le cuadraba eso de que el de los Espejos y su criado fuesen vecinos de su amnésico “lugar de la Mancha”. ¡Con aquellas narices del diablo! que no podía apartar de sus “mientes”. Se lo hizo saber a su amo. ¡Chico! –le respondió don Quijote- los encantadores, te lo estoy diciendo desde antes de 1605, que hace ya 10 años, y es que no te enteras, ¡que me tienen ojeriza! –añadió el antaño triste y ogaño ufano caballero-. Sancho se echó el pito al bolsillo y no dijo ni media más.

En esto que viene detrás de ellos, y se dispone a adelantarlos, una lechuga montada en una yegua torda (menos mal que la equina no era también verde); bueno: entiéndase El caballero del Verde Gabán. ¡ Maestro! –le vocifera don Quijote- no le importaría a usted acompañarnos en este camino, y así lo fatigaremos ( Borges) al unísono – le interpela a continuación-. Acepta la invitación el de los primaverales colores, con la única objeción de que “el entero” Rocinante respete la virginidad de la impúber tordilla. Le da garantías don Quijote de que será respetada la equina.
Van ya caminando juntos los tres jinetes, y un caballero admirado de la singularidad del otro, “y si mucho miraba el de lo verde a don Quijote, mucho más miraba don Quijote al de lo verde”. Y porque entre caballeros andantes no estaría bien visto exteriorizar sentimientos “homófilos”, si no, que a buen seguro que don Quijote no se hubiera reprimido en exhibir alguna muestra de “afecto”: tal es la exposición de virtudes y galanía que don Quijote ve en su invitado acompañante.
Cervantes crea este verde personaje para reflejar su ideal de vida. Él quisiera mirarse en un Espejo, y que éste le devolviera la imagen del Verde Gabán: con quince años menos, bien parecido (y sobre todo con todos sus dientes), con una buena hacienda, y con mucho tiempo para dedicarse a la vida contemplativa; días tranquilos de pesca y caza, dedicación a los amigos y a la familia, y sobre todo, llevar una vida moral que se atiene a los cánones del catolicismo: como es asistir a misa diaria o dar algunas limosnas a los pobres. Don Miguel, ya a sus años, prefiere invertir en valores seguros, y qué mejor valor que invertir en “La Vida Eterna” (libro de Savater con el cual hubiese acabado ateo); pero no, nuestro ilustre escritor intenta ponerse bien con dios, suscribiendo acciones del más allá, según los dictados de los clérigos aficionados a la hoguera en fechas no coincidentes con “la candelaria”.

Finalmente el del Verde Gabán cuenta a don Quijote que tiene un hijo que ha estudiado seis años en Salamanca, pero que son años desperdiciados, porque al “niño” no le gusta más que la poesía. Y que lee a los clásicos grecolatinos (o sea que no iría al Carrefour a por libros). Aprovecha don Quijote (ahora alter ego de Cervantes) para hacer una excelente loa sobre la poesía, con preciosas palabras; y que si, tal como dicen, Cervantes quizás no fue buen poeta, sí supo escribir una espléndida prosa poética.

“La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa…”

Abejita de la Vega dijo...

¡Qué alegre, contento y ufano se muestra nuestro hidalgo! Encantadores, palos, galeotes, estacas, pedradas…todo lo da por bien empleado. Sólo le falta la fórmula que desencante a la señora Dulcinea y, entonces, ay, entonces, su felicidad será perfecta.

A Sancho se le representa todavía la imagen nariguda de su vecino, ése que vive pared en medio de su misma casa, el compadre Tomé Cecial.

Su señor le pregunta si, tal vez, cree que el de los Espejos era Sansón Carrasco y el criado era Tomé Cecial. Sancho duda; mas la cara, la voz, los detalles que conocía de su casa, mujer e hijos. ..

Don Quijote quiere llevarlo de la mano hacia lo que, aparentemente, se cae de su peso. ¿Por qué va a querer el bachiller pelear con él?

Sancho sigue en sus trece. ¿Y por qué se parecen tanto? ¿No había otros a quién parecerse?

Lo de siempre, los malignos encantadores, ahora en plural. Los muy ladinos, como veían que don Quijote iba a vencer en la contienda, mudaron el rostro del caballero vencido por el del bachiller; así, al ver una cara amiga, se templaría la ira de su bravo corazón. Y quedaría vivo y de rositas el que quiso matar al de la Triste Figura. En fin, quedó vencedor, sea la figura que sea.

Y Sancho, ¿verdad Sancho?, que ya sabe cómo se las gastan los encantadores con sus encantamientos. Tuvo la enorme dicha de ver, con sus propios ojos, la entera hermosura de Dulcinea y, sin embargo, su amantísimo enamorado tuvo que contemplarla ¡y olerla! convertida en una fea aldeana con halitosis.

El escudero teme que don Quijote destape la olla de su gran embuste y sale al paso con una piadosa frase: “Dios sabe la verdad de todo”. Y calladito, que así está más guapo.

Hasta luego, que esto sigue.

pablo miguel simón dijo...

Magnífico, magnífico, magnífico. Me quedo boquiabierto con tanta maravilla cervantina tan bien explicada por ti. El tiempo ahora me falta, por eso estos buenos ratos de La Acequia valen su peso en oro.
Un abrazo.

Kety dijo...

Este cápitulo por sus razonamientos sobre los estudios de los hijos, los anhelos de los padres, la poesía y las clases sociales está prohibido perdérselo.

Un abrazo

Cada entrada - y comentarios- que exponéis, es como asistir a clase, y sin salir de casa. ¡Qué maravilla!

Abejita de la Vega dijo...

Hablando de encantamientos estaban, cuando les alcanza un jinete muy bien vestidito y conjuntado: gabán verde, aderezo de la yegua morado y verde, alfanje con tahalí verde y oro, borceguíes verdes y espuelas verdes. ¡Qué empacho de verde! La yegua es hermosa, las espuelas como el oro, todo es armonioso, brillante, impecable…un pijo del siglo XVII. Nos imaginamos, en contraste, el aspecto desastrado y sucio del caballero andante, su escudero, el caballejo y el rucio.

El caminante no tiene intención de detenerse; pero don Quijote lo invita, con gran cortesía, a ir juntos. El “señor galán” se disculpa, pasó de largo ante el temor de que su yegua alborotara al caballo. Sancho le responde que no se preocupe por el castísimo Rocinante que no se desmandará, se la pongan como se la pongan.

El del verde gabán se detiene y admira al amarillo y desaliñado pero arrogante caballero, con su flacucho rocín. El orgulloso caballero andante no se queda atrás en mirar al del gabán: cincuentón, un poquito canoso, alegre, grave…qué traje, qué apostura, un hombre física y moralmente intachable. A la legua se le nota la curiosidad y su interlocutor está encantado de satisfacerla. Don Quijote está en su mejor momento, sólo así se explica que diga eso de “no me maravillaría yo de que le hubiese maravillado”. Le dedica un resumen hiperbólico de sus muchas y cristianas hazañas como resucitador de la caballería andante, auxiliador de pobrecitas viudas, huerfanitos, etc. Y que sepa el de verde que su historia está ya impresa: “treinta mil volúmenes” que pronto serán “treinta mil veces de millares”. Qué más da unos millares, más o menos. Y que está ante don Quijote de la Mancha, así que no se maraville el gentilhombre de nada de lo que vea : esas armas abolladas, esa cara tan amarilla, ese cuerpo tan flaco…

El de lo verde tarda en dar una respuesta. Manifiesta que es ahora cuando está maravillado, puesto que no creía en la existencia de verdaderos caballeros andantes ni en “historias impresas de verdaderas caballerías”. Y no lo creyera si en don Quijote no lo hubiera visto con sus propios ojos. Y se alegra de que exista una historia verdadera para que se olviden “las innumerables de los fingidos caballeros andantes”.

¡Está tan feliz que no se irrita ante alguien que llama fingidos a sus admiradísimos caballeros! Responde, con calma, que si la duración de la jornada lo permite, espera darle a entender que “ha hecho mal” en creerlo así.

Don Quijote ha contado lo suyo, ahora le toca al de verde que se presenta como don Diego de Miranda, un hidalgo natural de un lugar cercano. En su casa, caballero y escudero están invitados, ese mismo día, a la primera comida caliente, después de muchos días de fiambre.

Su vida es la antítesis de la vida caballeresca. Es un hombre muy satisfecho consigo mismo y moderadísimo en todo. Rico, pero no exageradamente. Pasa la vida con su mujer, hijos y amigos. Caza sin halcón ni galgo, que eso cansa mucho. Pesca, suponemos que sin mojarse. Tiene setenta y dos libros, un poco de todo. Su biblioteca no cuenta con novelas de caballerías. Le gusta comer con amigos y convidarles generosamente. No es cotilla, oye misa, da limosnas, no se vanagloria, es devoto de la Virgen y confía en Dios.

Después de oír todo esto, no nos extraña que Sancho, el cual ha estado muy atento, se arrodille ante él y le llame santo, el primer santo a la jineta que ha visto. Don Diego le contesta que no es santo sino pecador, que el hermano Sancho sí es un santo, de puro simple. Don Quijote se ríe…

¡No aguanto más al santurrón! Ahora nos va a hablar de un hijo que le ha salido poeta. ¡Vaya por Dios!
(Continúa)
Hablaré del poeta y de la poesía, un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

¡Qué mala suerte! En vez de estudiar leyes o Teología, el muchacho dedica su tiempo a hurgar los entresijos a los versos grecolatinos. No a los escritos en romance, esos ni tocarlos. Parece ser que el joven es tan pijo como su padre y no va a prestar atención a esos “romancistas” de ahora: Lope de Vega, Cervantes… ¡puag! No ha estado seis años rompiéndose la cabeza con las declinaciones para estudiar a poetas que escriben en lengua castellana ¡qué ocurrencia!

Aunque ahora, el niño tiene “desvanecidos los pensamientos” en glosar unos versos, en lengua castellana, para un concurso literario; lo cual parece ser que irrita todavía más al amantísimo padre. Todo un modelo de progenitor que nos dejó helados con sus palabras: “tengo un hijo, que, a no tenerle, quizá me juzgara por más dichoso de lo que soy, y no porque él sea malo, sino porque no es tan bueno como yo quisiera”.

Don Quijote, cuando no habla de caballerías, es muy razonable y va a recordarle a don Diego lo que dicta el sentido común. A los hijos hay que quererlos sean buenos o sean malos. Los padres deben encaminarlos bien y no han de forzarles a dedicarse a una u otra ciencia, aunque pueden persuadirlos, lo cual no es malo.

Y, cuando no hay que ganarse el pan, como en este caso, no hay inconveniente en que el afortunado estudiante siga la ciencia a la que se siente inclinado. Al escribir esto, posiblemente, Cervantes esté recordando los “tira y afloja” con su padre, aunque él sí tuvo que ganarse pronto el pan y no pudo seguir los estudios de Gramática que inició con López de Hoyos. Dedicarse sólo a estudiar y a escribir, qué suerte tiene el hijo del de Verde Gabán.
(Sigue)

Abejita de la Vega dijo...

Y el autor pasa a hablarnos de poesía, de “la gracia que no quiso darle el cielo”. Y nos la define con una bella metáfora: “una doncella tierna y de poca edad y en todo estremo hermosa”. Esta bella doncellita ha de servirse de otras ciencias, pero es delicada y no debe ser “manoseada” por ahí, no ha de utilizarse en “torpes sátiras” ni “desalmados sonetos”. Puede habitar, eso sí, en poemas heroicos, tragedias o comedias; pero nunca ha de caer en manos del vulgo o de la gente ignorante. Y el que dé buen trato a esta tierna jovencita conseguirá ser famoso y estimado.

A continuación, Cervantes, defiende la poesía en romance, algo muy obvio ahora, pero que no lo era tanto entonces. El hijo de don Diego no anda muy acertado en su opinión, según don Quijote, que expone sus razones impecablemente. Todos los poetas antiguos escribieron en su lengua materna: “Homero no escribió en latín, porque era griego…” De esta manera, se valorará al poeta alemán que escribe en alemán, al castellano que escribe en castellano e incluso al vizcaíno, sí al vizcaíno…El joven poeta no debe ser enemigo de la poesía en romance sino de la mala poesía, de los “meros romancistas”. Aunque el poeta nace, será mejor si es auxiliado por el arte. La suma de arte y naturaleza será la clave para obtener un “perfetísimo poeta”.

Como se trata de un buen estudiante y ha subido el primer escalón de las lenguas, llegará a la cumbre de las letras y ello puede ser un buen adorno para un caballero de capa y espada , que es lo que le gusta a papá don Diego. Así que “deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama”.

Eso sí, éste deberá reprender a su retoño si se dedica a perjudicar con sátiras las honras ajenas, podría acabar desterrado. Y deberá alabarle si compone sermones para fustigar los vicios en general, a la horaciana manera, sin señalar a nadie en particular.

Y cuando los reyes ven “la milagrosa ciencia de la poesía en sujetos prudentes, virtuosos y graves, los honran, los estiman y los enriquecen, y aun los coronan con las hojas del árbol a quien no ofende el rayo”. Téngalo en cuenta el aspirante a poeta famoso.

Leemos la frase“La pluma es lengua del alma”. Con el alma escribió Cervantes que, sin embargo, no fue honrado, estimado y enriquecido por reyes y príncipes. No gastaron mucho laurel con él.

El del Verde Gabán se arrepiente de haber tomado a nuestro caballero por mentecato. Admirado queda de su buen discurso y discreción.

Iban a seguir con la plática, cuando don Quijote ve, a lo lejos, un carro con banderas reales y vocea a Sancho, para pedirle la celada, que aventura “habemus”. El escudero había ido a pedir leche a unos pastores. Oye a su señor y pica al rucio para llegar hasta donde está su amo.

¿Quiénes llegan? Lo sabremos en el próximo capítulo.

Un abrazo

Teresa dijo...

ciertamente que puede ser una crítica hacia el padre de el Quijote (que ni se me había pasado por la cabeza).

Me han gustado especialmente los comentarios de Myr y Hernando. Y estoy en desacuerdo con Merche. A veces salen familias de abogados (p.ej.) porque una vez cardada la fama, viven del prestigio, bufete y buen nombre de uno, el resto de familiares (no tan aventajados) Tan viejo como el mundo. Y quien dice esto, dice cualquier oficio.

Muy buena defensa la que hace Cervantes de la poesía, especialmente ese referencia a volcar el alma en la pluma

Tampoco me seduce el erasmismo (sigue siendo: con la caridad se redime mi conducta)

erobleto dijo...

CAP 2.XVI

Muy poco puedo agregar a lo dicho por Pedro y los comentarios de los seguidores.

Desearía destacar sin embargo un aspecto que a mí me llamó la atención en el discurso de DQ, y es el tema del elogio de la poesía.

Pareciera que Cervantes quisiera enviar un mensaje de abierto apoyo al género, legitimándolo como auténtica forma de ganarse la vida.

La ubica como una doncella entre las ciencias, y a su vez augura éxitos a quien, naciendo poeta sea capaz de cultivarla adecuadamente, cito:

"La poesía, señor Hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa..."

"... y así, el que con los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo."

Leí tarde el capítulo, sin embargo estoy de nuevo en la marcha.

Saludos

Teresa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Asun dijo...

Ami también, como a otros comentaristas, me ha llamado la atención la forma de enfocar la educación de los hijos. Me parece muy avanzado para la época.

Quiero destacar también esta frase:
Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos...

Besos

Juan Luis G. dijo...

Todo un personaje este don Diego de Miranda. No estoy de acuerdo con algunos contertulios; en este caso, me cuestiono que Cervantes sea un adelantado a su época en lo referente a la educación de los hijos, sino que lo que me parece increíble es que a día de hoy existan muchos que procedan con los hijos como lo hacía el hidalgo.

Saludos.