miércoles, 16 de septiembre de 2009

El sueño de la Arcadia (1)


La abrumadora realidad de la globalización ha provocado una disparidad de formas de reaccionar contra ella o, al menos, contra sus efectos más negativos. Aunque la más popular son los llamados movimientos antiglobalización (debería siempre usarse el plural), no es sobre esto de lo que tratará mi entrada de hoy, sino sobre algo más extendido: la creencia de que el refugio en lo local, regional o nacional salvará de los muchos ángulos perversos de la globalización.

Junto a la inevitable extensión de lo global -porque es un componente más del fenómeno- ha aparecido lo local como concepto relacionado y/o enfrentado. No es una revisión, como piensan algunos, de la vieja dualidad corte/aldea, aunque rescata alguno de sus principios.

No todas las personas pueden resistir el vértigo de vivir en una aldea global: psicológica y sociológicamente aun no estamos preparados, en especial aquellos a los que, por edad o por lugar de nacimiento, les ha sobrevenido la situación y han saltado de los solares urbanos en los que jugaban a los grandes centros comerciales en los que hallan el ocio sus hijos o de un pueblo en el que todos eran como él a una ciudad multicultural. Incluso aunque su lugar de residencia no se haya alterado mucho en las últimas décadas, todo es diferente por el efecto de la globalización.

Parece una paradoja, pero allá donde más se ha extendido la globalización, más fuerza han adquirido las comunidades pequeñas, la información local (de la ciudad, de la comarca en la que se vive) y más se ha procurado cuidar un cierto sentido de la vida tradicional. Una lectura superficial puede llevar a la conclusión de que es una reacción de oposición, pero estudiando detenidamente el fenómeno se puede apreciar que no es así, dado a que no hay dique lo suficientemente alto que contenga la globalización. La vuelta a lo local es algo complementario y ya no puede tener la misma definición que en el siglo XIX y ni siquiera se trata de un retorno a hace cincuenta o sesenta años.

Algunos teóricos ven en este camino una contestación al peligro de la globalización. Sin embargo, no es más que un elemento propio de lo global. A la globalización no le afecta que la información que se consuma sea fundamentalmente local o que se conserven las tradiciones o se reinventen (que es lo que sucede más a menudo): siempre se hará sobre un paisaje en el que cualquier fotografía recoja un anuncio de una cadena de comida rápida o una marca de ropa cuya franquicia encontramos igual en cualquier parte del mundo y el medio de comunicación que nos lo trasmita pertenecerá a una empresa de fuera. A veces, lo local está patrocinado por una multinacional que fabrica un refresco, con el impacto que esto tiene. Es más, en gran medida, el refugio en las realidades de sociabilidad pequeñas es un fuerte aliado de la globalización, como veremos en otra entrada, tanto por la debilidad para enfrentarse a ella como porque no hay nada que facilite más la extensión de lo global que la fragmentación, por muy extraño que parezca.

Suele ocurrir, además, que los mayores en edad, que son los únicos que pueden recordar las viejas tradiciones tal y como eran, sueñen su recuperación al verlas reaparecer con más fuerza que hace unos años. En casos así aparecen los guardianes de la tradición, como si ésta les perteneciera o como si las tradiciones hubieran sido siempre de una manera determinada y no se vieran influidas en su formato por el paso del tiempo o la fragilidad de la memoria de quien las recuerda. No hay nada más mentiroso que la fijación de una tradición como algo inamovible.

Sin embargo, estas tradiciones recuperadas o fortalecidas ya no son, no pueden ser, las que conocieron de jóvenes (tampoco la memoria individual o de grupo garantiza que la tradición deba entenderse de una sola manera): la sociedad es otra, menos homogénea y más conocedora de lo que se hace fuera de la tradición, más poliédrica y menos dada a aceptar las cosas porque sí. Querer recuperar o mantener una tradición tal y como era en estas condiciones es un imposible.

En gran medida, en la recuperación de las tradiciones, aparte de un componente ideológico interesadamente fomentado para conseguir una rentabilidad política y económica construida sobre la emotividad de los que vivieron aquello que ahora vuelven a ver, hay mucho de parque temático y trampantojo. Suele ocurrir que estas tradiciones pasan de inmediato a ser un reclamo turístico de la localidad, que ven desbordadas sus calles con una afluencia exterior que destruye cualquier posibilidad de vivir la tradición en su esencia. Hasta el punto que en muchas fiestas los que menos participan son los naturales de la localidad, que huyen del alboroto. En ocasiones se percibe también una instrumentalización de los sentimientos en cuyas estrategias coinciden, curiosamente, ideologías enfrentadas en el espectro político.

Por otra parte, también ocurre que aquella tradición debe adaptarse a la nueva sensibilidad, como siempre ha sucedido: hacerse menos tosca, más presentable, actualizarla, aunque luego se intente vender que es la tradición de siempre. Y en esta recuperación se contamina de las nuevas ideas, enfoques sociales y perspectivas políticas: aparece entonces la tradición como dogma y como consigna a partir de la cual discriminar, de forma maniquea, a los que son o no son buenos amantes de la localidad, región o nación.

Una de las mejores formas de recibir la recuperación de las tradiciones o su fomento, si no han desaparecido, es la prevención: hasta la más inocente de ellas se convierte en arma ideológica. Si las asumimos, que no sea sin darnos cuenta. En algunos lugares, no participar de esta fiebre por lo tradicional supone convertirse en un apestado.

Este fervor tradicionalista suele implicar la crítica a las tradiciones de los otros: no admitimos que se critiquen nuestras tradiciones porque son las que nos definen pero criticamos abiertamente las de otros, que nos parecen extravagantes cuando no bárbaras. Y cuando estos otros están en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestra comarca, los percibimos como peligrosos: es lo que sucede con los emigrantes, a los que aceptamos como mano de obra en los oficios que nos sobran o que consideramos indignos pero no permitimos que alteren nuestras tradiciones con las suyas, ni toleramos cuando manifiestan las suyas en nuestras plazas o parques: exigimos que aquellos que trabajan en nuestros viñedos, en nuestras fábricas, cuidando de nuestros mayores se adapten a nuestras tradiciones, nuestras costumbres, nuestra lengua, nuestra religión porque para eso están aquí, en nuestro territorio. Y, si no lo hacen, que conserven su identidad pero sin molestar demasiado: y que nunca aspiren, en esas condiciones a ser parte de nuestra historia, con lo que se convierten en una realidad oculta, como si no estuvieran compartiendo las mismas calles que nosotros. Inventamos un argumento falaz: no quieren integrarse. Es una nueva forma de esclavitud en la que quien la sufre tiene todos los derechos en el papel pero, a pesar de contribuir a la economía del lugar que lo recibe, no puede ejercerlos en su totalidad ni se cuenta con él como sujeto histórico.

Recuperar una tradición como seña de identidad de un lugar es un sueño reconfortante, una emoción indescriptible para muchos y una seña de identidad para los que buscan la comodidad de la certeza en la vida, pero no afecta, en absoluto, a la globalización sino que la fortalece. Y el fervor por mantener las tradiciones impide casi siempre tener los ojos abiertos a las nuevas realidades. Lo local, que es una parte esencial del ser humano, debe entenderse de otra manera para que sea efectivo y nos ayude a combatir los efectos negativos de la globalización: la sociedad actual es diferente a la de hace un siglo.

Seguiremos con este tema.

38 comentarios:

elena clásica dijo...

Qué brillante exposición, buena advertencia de los peligros de todo aquello que tan fácil se vende y desde luego que ciertamente el peor totalitarismo es el que viene disfrazado de tolerancia.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Estupendo y cierto, Pedro.

Hablamos de tradiciones.

Bien, yo voy a introducir hoy la nota curiosa. Cazalilla es un pueblo de la provincia de Jaén. Es tradición tirar una pava (animal, hembra del pavo) desde la torre de la Iglesia, sucede en las_Fiestas de dicha población.

Las sociedades protectoras de animales protestaron, y Gobierno Civil (Subdelegación delGobierno, el gobierno civil como tal desapareció, pero me gusta seguir llamandolo asi, sque se le va a hacder) impuso fuertes sanciones.

Que hace el pueblo: suscripciones para pagar las multas, pero la pava la siguen tirando todos los años.

Se resisten a terminar con ello.

Un abrazo, amigo.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

http://frikinai.spaces.live.com/blog/cns!F0367A5C0E92BBCD!7742.entry

Este es el enlace, si quereis mas información.

Reitero mi abrazo.

Carmen Molins dijo...

Debemos tener la mente abierta. las tradiciones....? somos tan primitivos.....
Buena la entrada.
besos y mucho amor
je
sedemiuqse

Myriam dijo...

Me da mucho gusto que hayas retomado esta serie, espero la continuación.

Um beijo e um abraço.

Fernando Portillo dijo...

Como diría el padre Bonete, la globalización no es mala de suyo. Solo sucede que la globalización ha sido y sigue siendo el excipiente y el caldo de cultivo perfecto que ha servido para que un sistema perverso que pontifica la opresión y el enriquecimiento disparatado de una minoría frente al empobrecimiento galopante de una mayoría, crezca como un tumor ante la impotencia de todos. Y asimismo, la globalización ha servido para que cuando ese sistema ha pinchado por una esquina, todo el soufflé se haya ido a la mierda en 24 horas. Pero también para que lo hayan vuelto a inflar a costa de nuestros bolsillos sin permitirnos plantearnos siquiera si otro sistema es posible. Vista así, efectivamente, la globalización nos ata de pies y manos.
Pero también sirve, si queremos y tenemos ojos para ver y oídos para escuchar, que en Pessahwar, en la India, hay en estos momentos un crío de siete años que se llama Aman y que necesita una operación de corazón para seguir vivo. En la India no hay seguridad social ni cosa que se le parezca, y la operación del chaval cuesta 22.500 euros, la luna para una familia india, un utilitario para una de aquí. Nos lo cuenta Infancia Solidaria, http://www.infanciasolidaria.org/
de la que soy socio y garantizo que no es ningún pufo. Esta ONG, que facilita el tratamiento médico de cientos de niños de todo el Tercer Mundo cada año, ha abierto un cuenta en la Caixa para colaborar con el caso de Amán. Es esta: 2100-4179-93-2200045563. Yo ya he puesto mi óbolo; a ver quién más tiene huevos. Si lo conseguimos y Amán vive, será un éxito de la globalización, que, este sí, y no el baile del triqui-traque de Ameyugo se puede oponer a sus efectos perversos.
Por lo que hace a las tradiciones, las únicas que sigo, mantengo y me interesan son las de mi casa, que son la coña. Las demás, allá cada cual con las suyas si le hacen ilusión. Antes, los mozos de no sé dónde, disfrutaban tirando una cabra desde el campanario; ahora les hacen tirar una cabra de peluche. Todo está fagocitado y pasado por la Termomix horrenda de lo correctamente político que no sé si tiene que ver o no con la globalización o solo con la gilipollez humana o con las dos cosas a la vez, tengo que meditarlo. A mí, si les digo la verdad, como diría Cela, me da todo por el culo, porque para lo que me queda de estar en el convento, me cago dentro.

Que sean ustedes felices

Esther dijo...

Estamos sumergidos en esa globalizacion casi sin darnos cuenta. Las noticias te hablan de cosas que han pasado en la otra punta del mundo y ya no somos solo nuestra provincia, somos Europa, parte de algo mucho más grande. En parte lo veo muy bueno pero siempre que no se pierda la identidad de cada una de las regiones y las tradiciones no todas se pueden mantener por siempre, como bien dices la sociedad cambia.

Besos

Antonio Aguilera dijo...

Querido Pedro, hoy traìste a colaciòn tema de dilatado debate. Como es dìa de laboro sòlo serè muy breve: "seamos ciudadanos del mundo", y dejèmonos de chovinismos.
"Contaminemos" nuestras sangres, como dijera la canciòn.

Pero ojo: no perdamos la mirada crìtica hacia los que quieren hacer negocio con la panconciudadanaciòn del mundo.

Buen dìa

Adu dijo...

Qué bien expuesto, cuánto me ha gustado, Pedro. Es un tema apasionante.
Seguiremos.
Abrazos.

Unknown dijo...

Me permite recpmedar a todos este enlace
Un abrazo.

Anónimo dijo...

interesante post. La globablizazción no es más que que otra forma de empeorar las cosas..

Merche Pallarés dijo...

¡Odio la globalización de marras! Muy interesante tu post donde mezclas muchos temas. Globalización, tradiciones, inmigración y sus derechos no solamente obligaciones. Referente a las "tradiciones" me parece que aún sigue la infame de Tordesillas y, ya puestos, todos los encierros que existen en este país siendo el más famoso y multitudinario el de Pamplona. Yo aboliría todas las fiestas especialmente sangrantes,sin ton ni son, contra los animales como esa que cuenta CORNELIVS de la pava, como antes fue la de la cabra y ahora el toro de Tordesillas. Tambien creo que existió o ¿aún existe? en un pueblo vasco donde tambien se tortura a una oca. En fin, tradiciones medievales que tendrían que desaparecer. Besotes, M.

Unknown dijo...

Sí Merche, estamos de acuerdo pero hay otras que vienen de la globalización que me niego a adoptar: papas noeles, Halloweens...No puedo con ellas.
Odio al gordo vestido de cocacola que va diciendo jo,jo,jo...
besos.

Silvi (reikijai) dijo...

Pedro... Este tema, da para mucho Europa se destapa y nosotros nos resfriamos…jaja Así,todo.
Muchos puntos álgidos… que no se pueden tomar a la ligera. Eso de tirar a un pobre animalito…del campanario de una Iglesia…es patético… al igual que matar a los toros, por un festejo… En cuanto a la inmigración… todo un tema…Besitos.Silvi.

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

La globalización es un buena idea, pero sin olvidar nuestras costumbres y tradiciones. Se deberían combinar ambas cosas. un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ELENA: y, además, es el que peor se percibe.

CORNELIVS: lo malo es que hay pavas por todos los lados y muchos sólo ven las más evidentes, sobre todo si las tiran los del pueblo de al lado. Gracias por el dato y el enlace.

CARMEN: así es.

MYR: yo también tenía ganas de retomarla.

FERNANDO: me temo que tienes razón en todo, querido amigo. Me has regalado un texto exquisito. Gracias.

ESTHER: no hay forma de detenerlo. Tendremos que generar nuevas señas de identidad en poco tiempo.

ANTONIO: en efecto. Ése es el espíritu que necesitamos ante lo local y lo global.

ADU: Seguiremos, entonces.

ANTÒNIA: He leído con calma el artículo y espero que sea un análisis correcto y no una voluntad de lectura positiva. Ojalá acierte hacia el futuro y se encuentre allí una nueva forma de conciliar las cosas. Espero que no se vuelva a más de lo mismo o que se quede en una anécdota.

JORDIM: lo malo es que, entre localismos, nacionalismos y globalización, no acertamos...

MERCHE: no todo en la globalización es malo. De hecho, tú y yo nos podemos comunicar gracias a uno de sus efectos. Aun nos queda mucho por caminar hacia una civilización verdadera, pero ese camino sólo puede pasar por los aspectos positivos de la globalización. Y eso siempre tiene un coste.

ANTÒNIA: así estamos, haciendo comercio de tradiciones para consumo universal. Todo es susceptible de comercializarse. Y es imposible frenarlo. Desgraciadamente. Cara y cruz de la misma moneda, que usamos hace mucho tiempo. No era diferente antes, sólo que eran nuestras tradiciones y las aceptábamos mejor, porque nos pertenecían, las vimos en nuestra casa y no las cuestionábamos. Pero son igual de incongruentes.

SILVI: pues sigamos pensando.

FERNANDO: me temo que ya no hay dique y tendremos que reinventarnos.

Gracias a todos por vuestros comentarios. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Cuando adoptamos o nos imponen cambios en nuestras vidas, siempre traen cosas buenas y malas. Lo ideal sería poder elegir lo que queremos y lo que no. Con las costumbres y tradiciones pasa lo mísmo. Yo me uno a algunos de los comentaristas, todas las que suponen una tortura a los animales las anularía. Besos Isabel.

Martine dijo...

Dos palabras que siempre me disgustaron , entre otras muchas, integración( implica renuncia) e integrismo...

Espero la continuación de este Post.. con ansías.. lo he guardado en documentos, es sensacional.
Leído y releído..
Gracias por escribir tan bien y exponer de manera tan didáctica.. Aprendo y mucho..

Un beso, Pedro.

Hernando dijo...

Es un tema muy amplio, y deberíamos hablar de globalizacón política, económica, social, tradicional, empresarial..etc.
Pero desde luegosi la globalización total es la noticia que viene hoy por lo menos en un diario que he leído y es que hay 1.000 millones de hambrientos en el mundo, prefiero estar como estaba antes en casa, sin televisión, una radio para escuchar a las cinco la radionovela y por la noche el parte(radiodiario) es decir las noticias con una estufita al lado en invierno y a la fresca en verano. Lo de los animales creo que es un problema tan difícil de solucionar, entender y comprender que daría para redactar miles y miles de folios, pero mi posición es que el animal no nace para divertir ni sacar adrenalina al ser humano ni para machacarle por la piel por ejemplo lo que se hace en la querida Canadá de Merche.

Francisco O. Campillo dijo...

Existen palabras "malditas". Una de ellas -hoy en día- es "globalización" que no tiene por que ser negativa en si misma. Sin embargo, sí puede ser absolutamente repudiable la aplicación de esa "filosofía". Lo mismo ocurre con la defensa de lo propio y lo tradicional. Tu post deja muy claros esos conceptos y tu punto de vista, que comparto.

Y, desde el mio, desde mi punto de vista, es tremendamente importante es educar nuestro espíritu crítico para separar el polvo de la paja. Pero, amigo, esa es harina de otro costal ;-)

P.S. ¿Qué pensador español dijo "lo que no es tradición es plagio"? Leyendo tu entrada he recordado esa frase pero no a su autor.

Señor De la Vega dijo...

Estimado Señor Ojeda,
Después de leer, parece que su texto se debate entre que camino tomar, como aquella caperucita en diálogo con un lobo mundano.
¿Solo dos caminos? ¿cuál aconsejará el lobo? ¿cuál tiene más margaritas? ¿cuál es más corto? ¿los dos llevan a casa de una abuela con las horas contadas?

-'Pensar en global y actuar en local'- eso se dice todavía en algunos de los grupos altermundialistas, imagino yo, que para crear millones de efecto mariposa que no destruyan el mundo sino que lo mejoren. (Aunque sean impredecibles las ecuaciones de Lorenz invocando el caos)

En cuanto al efecto centrípeto tradicionalista, que usted menciona, frente a la fuerza globalizadora centrífuga, supongo que es inherente al miedo que causa en los humanos lo desconocido, y aún más, el terror a mirar lo nuestro con los ojos críticos del otro.

Siempre hemos vivido en un mundo globalizado por nosotros, ahora solo hace falta que nosotros nos globalicemos con los mejores mundos posibles.
¿Cómo se hace eso?
Percibiendo, estudiando, analizando y después aplicando el sentido común, del bien común y no solo el nuestro, parece imposible mirando los hechos, pero no hay otra fórmula.

Falta solo una base amalgamadora (aún por inventar) de todas las buenas ondas que recorren la tierra, porque si bien los foros globales (como este mismo de la Acequia) son fructíferos en pensamientos, en nuestro día a día no resuelven los dos primeros escalones de la pirámide de Maslow, que no tienen modo de crearse en un tercio de la tierra, son precarios en otro tercio de este mundo y observamos impotentes como se destruyen en el tercio que los daba por descontado.

Globalizar capitales y consumo, no ha resuelto nuestras necesidades, pero ha creado adicción a nuevos consumos a cambio de nuestro capital futuro.
Globalizar el ocio ha homogeneizado al ocioso y puesto precio a nuestro descanso.
Globalizar cultura, nos ha demostrado que no toda la cultura merece después ser globalizable.
Globalizar tecnología, nos ha impuesto la tecnología del beneficio de unos pocos.
Globalizar información, nos ha hecho creer, que porque sea posible mirarla, la estamos viendo.
Globalizando la comunicación hemos llenado el mundo de SMS para decir que ya hablaremos, salu2.
Globalizando de arriba abajo hemos conseguido que los de abajo estén seguros que somos una global bazofia con forma de chupa-chups, de cabeza empalagosa y de duro palo.

Globalizando...hemos llegado a creer que la Coca-cola quita la sed y a rechazar el agua por temor a lo que no vemos.

A veces parezca que solo somos capaces de recuperar lo tradicional, para diferenciarnos y pedir exclusividad o para recuperar fiestas y así entretener a un grupo de aburridos o bestias.
A veces parezca que solo buscamos en la globalización un mercado donde situar nuestra bandera patria para lucrarnos con un nuevo mercado o del esfuerzo de necesitados.

Pero la globalización, el mestizaje y la fusión es el camino que nos espera, tal vez, final indiscutible.
Mezclar diferencias para crear seres únicos.

Todo lo demás, serán restos fosilizados, históricos de un pasado de islotes humanos unidos por un mar intereses comunes donde se cumplía el principio de Arquímides y la ley de la palanca.

Con un cordial saludo, quedo suyo, Z+-----

jg riobò dijo...

Lo único global de verdad son los instintos animales que rigen esta sociedad.

Lo demás es consumismo.

jg riobò dijo...

Los grafitis son como meadas de perro para delimitar el espacio.

Teresa dijo...

(JAVIER ¡Qué alegría! Espero que reinicie la actividad de su blog)

Tiene muchos apartados diferentes esta entrada, por lo que volveré a leerla con detenimiento porque me he perdido en algún párrafo, aunque realmente está todo tan relacionado entre sí...

Pensaba en la globalización de las tradiciones. Porque en un pueblo se les ocurre hacer una fiesta con tomates o agua (que tiene un éxito turístico impresionante) y le siguen muchos más, instaurando sus propias batallas y convirtiéndolas en tradición.

Deduzco que la tradición va asociada al ocio y disfrute.

Y desde fuera, que es como el que mira la pista de baile pero no participa, nada tiene sentido y todo es un derroche.

A mí no me gusta ni el tamboril, ni la dulzaina ni la jota burgalesa. Nunca me han parecido divertidos ni atractivos y es lo que hay aquí. No me identifico con ello y busco alternativas, pero respeto que se mantenga y se promocione.

Pensando en todo esto, quizás, las tradiciones se transforman o se globalizan y únicamente se basan en la capacidad o los elementos que hay a nuestro alrededor para divertirnos.

Estoy en contra del uso de la propia identidad para buscar el enfrentamiento y otra serie de intereses políticos que subyacen intrínsecamente.

El mercado globalizado sí me parece una eme.

Teresa dijo...

:D:D FP ¡el indomable!

Merche Pallarés dijo...

Estoy con BIPO ¡qué alegría volver a leer a RIOBÓ! Espero que vuelva con sus fotos del Quijote.
PEDRO, eso es lo único bueno de la globalización, este invento del internete.
HERNANDO, lo de las focas en Canada me parece HORRIBLE. Eso, te lo puedo asegurar, no pasaba en mi época. Por lo que leo a mi bloguera canadiense NORTHSHOREWOMAN, Canada ha cambiado MUCHÍSIMO. Ya ni reconozco a ese país donde me eduqué. Se ha convertido en una sucursal de Israel. Besotes, M.

São dijo...

Esta tua brilhante análise vem na mesma linha de um livro extraordinário que acabei de ler, ou melhor de dois, já que também tocas na religião.

Um intitula-se "As Identidades Assassinas", de um escritor que muito aprecio e que já conhecia através de uma obra que muito recomendo, isto é, " As Cruzadas Vistas pelos àrabes": Amin Maalouf.

O outro, "Religiões do Mundo - Em busca dos pontos comuns" é escrito por Hans Kung,teológo alemão. perseguido pelo Vaticano.

Espero com (muito) interesse a continuação prometida.

Fuerte abrazo, Pedrinho.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ISABEL: estoy de acuerdo, pero hay otras tan peligrosas como ellas que están ahí y parecen no reclamar nuestra atención. Besos.

SELMA: gracias por tus palabras. Sigamos pensando juntos. Un beso.

HERNANDO: en efecto, adjetivemos la globalización para comprenderla mejor. Lo malo de la noticias no es la noticia misma, como sabes, sino la existencia: al menos conocerla nos da una oportunidad (pequeña) de hacer algo. De acuerdo en el resto.

FRANCISCO: esa clave es la única: sin ese espíritu crítico no somos nada, ni antes ni después. A nuevos retos, nuevas necesidades. La frase se le atribuye a D'Ors.

SEÑOR DE LA VEGA: tiene razón en todo. En cuanto a los caminos, lo bueno que tiene este medio es que puedo dedicar varias entradas a la cuestión... a no ser que se me cansen los lectores, claro. La única solución es ese mestizaje: la única. Y con el mestizaje una nueva identidad que nos haga más conscientes. Todo un acierto su participación.

JAVIER: a poco que rasquen nuestra pintura. Excelente tu aforismo: me lo apunto. Y gracias por acompañarme. Sé que debo llamarte.

BIPOLAR: en efecto, es a lo que me refería, en parte, con las tradiciones que se convierten en parque temático. ¿Pero podemos evitar el mercado globalizado? ¿Podemos salirnos de esa eme, que lo es, en efecto?

MERCHE: o también me alegro de este retorno de Javier. Y mucho.

SAO: excelentes recomendaciones las tuyas. Sigamos pensando. Un abrazo.

Euphorbia dijo...

No hay nada que nos salve de la globalización, incluso los virus campan a sus anchas por todo el planeta. Lo que nos queda es intentar no diluirnos del todo en una unificación que no dudo que tendrá algunas ventajas, pero que será una pérdida de diversidad cultural irreparable.

Creo que quienes fortalecen la globalización son las grandes comunidades que exportan sus tradiciones, sus idiomas, etc de forma premeditada o accidental, no creo que los pequeños grupos influyan en eso, sinceramente.

Dentro de unos años quizá vamos a ser una unidad en la que se impondrá la ley del más fuerte y ya no habrá de qué preocuparse, especialmente porque, por otra parte, ya nos habremos cargado el planeta, también gracias en alguna manera a esa globalización, entonces el resto de asuntos van a ser una nimiedad (estoy pensando en las grandes fábricas chinas, entre otras cosas).

Por cierto, creo que más de uno tenemos alguna Cocacola en la nevera...

María dijo...

Las tradiciones se deberían adaptar y actualizar por otras nuevas, lo que pasa Pedro, es que ... ¿ya no sería tradición?

Un beso.

Señor De la Vega dijo...

Mi Señora Euphorbia, que la globalización sea una tendencia humana inevitable desde que salimos de África, no la convierte en una tragedia, su propio alias con apellido 'splendens' proviene de la mayor isla africana y ha sabido hacerse pasar por 'espina de cristo' en nuestras tierras, con la mayor eficacia.

Me inclino a pensar que los que tienen Coca-cola en su nevera son los más temerosos a aceptar otra globalidad entrando en su despensa, que no es lo mismo que lo globalizado a fuerza de anuncio.
Por supuesto no todos la tenemos, ni la bebemos, ¡al grifo gracias!.

Por cierto, los virus, los priones, bacterias y en general microbios, pasean a sus anchas por el mundo desde hace millones de años y su presencia en nuestro cuerpo (da igual la región y la piel que gastemos), es tan importante y necesaria en nuestro organismo que no sabríamos vivir sin ellos (a veces con ellos si son muchos tampoco), por eso gozamos de tan elaborado equilibrio.

La diversidad cultural de los grupos mayores o menores, nunca fue disuelta bruscamente por compartir globalidad con otras de mayor representación humana, el genocidio de las culturas se produce, no por procesos globalizadores, sino por procesos imperialistas, colonizadores y violentos.

Pero el imperialismo, la colonización y la eliminación del contrario, es justamente lo opuesto a que todo sea global y accesible, al mestizaje, a la fusión y a la mezcla.

Bajo la ley del más fuerte, llevamos viviendo desde hace milenios y no hay nada que genere más resistencia cultural del más débil que el uso de la fuerza por el más fuerte, por eso el invasor impone el uso de la violencia y la aniquilación total, o el proceso de asimilación (muy propio de la época colonial). Pero ni siquiera eso se demostró completamente efectivo, ni acabó completamente con las culturas más brutalmente diezmadas. (véase judíos u otras minorías religiosas, gitanos, aborígenes, pueblos precolombinos, etnias africanas, etc.)

Hoy el neo-colonialismo económico, utiliza el lavado de cerebro publicitario y el monopolio de mercados, los sistemas arancelarios y proteccionistas, etc, (mil modos). También las guerras, el bloqueo, la coacción económica y política, etc. Y en nuestros estados del bienestar, la asimilación para el inmigrante y la minoría.

Pero eso anteriormente descrito, no es globalización. También estoy convencido que frente a 'romanos imperiales' resistirá siempre el irreductible galo.
Con el pueblo de Asterix no acabó Julio Cesar (temible genocida), sino la extinción de los jabalíes y la sustitución de los cantos de Asurancetúrix (el bardo) por el MP3, por cierto, todos los galos lo celebraron, con una última gran fiesta y bebiendo de una pócima que sin que sepamos todavía la fórmula, no era Coca-cola.

Cultura A grande + b chica y muchos años compartiendo en Paz, generan sin eliminar las originales, la cultura Ave y la cultura Bea. Es decir, de 2 a 4 al menos, que yo sepa nunca se reduce a Una.

En cuanto a mestizaje, el mundo blanco necesita la gran orgía de cruce con los chinos, indios y en general los asiáticos, gran asignatura pendiente, y por supuesto seguir nuestra melanización progresiva para evitar cáncer de piel en un futuro sin ozono.

Disculpe mi intromisión y queda suyo,
Z+-----

Euphorbia dijo...

Mi Señor de la Vega

No sé dónde encuentra actualmente usted el elaborado equilibrio inmunológico, cuando en cuestión de horas un agente patógeno vuela de México DF a todos los grandes aeropuertos del mundo. Ese equilibrio existía antaño, ahora ya no. La mariposa Cacyreus marshalli infectó y diezmó los geranios de todo el sur de Europa (especie también gratamente importada para JARDINERÍA como la espina de cristo) viajando desde Sudáfrica hasta Mallorca en un solo día de 1987 (un caso muy interesante de rizar el rizo). Especies como el árbol Ailanthus altisima (China), peces como el black bass (Norte América) o el alga marina Caulerpa taxifolia (zonas tropicales del Pacífico) están invadiendo nuestros hábitats autóctonos de bosques mediterráneos, ríos o arroyos y de nuestros litorales respectivamente, amenazando claramente la biodiversidad.

No crea usted ni por un momento que le intento hacer una extrapolación entre ecología y movimientos migratorios humanos, nada más lejos de mi intención. Estaba hablando sólo de ecología.

Si quiere, hablamos ahora de cultura:
En menos de medio siglo han desparecido más de 100 lenguas sólo en México, muchas otras están a punto de hacerlo. Todo ello, en beneficio de la “lengua común”. La desaparición de culturas también se consigue gracias a la disolución, y eso es una clara característica de la globalización. Las tribus apartadas africanas o amazónicas han ido modificándose a medida que llegaban gentes con tejanos y cámaras a grabar sus documentales para que los viéramos nosotros embobados un domingo por la tarde. La ley del más fuerte no se aplica sólo con la violencia como usted dice, hay formas mucho más sutiles como lo es por ejemplo la simple disolución.

Este proceso de disolución lo estamos viviendo todos y no hay vuelta atrás. Evidentemente, también hay cosas positivas: no podría yo estar contestándole a usted en estos momentos ni tendría a mi disposición toda la información que deseara con sólo apretar un botón de mi teclado. Pero no hay porqué mezclar las cosas ni supeditarnos a los beneficios. No dejaré de creer que es un empobrecimiento el ir diezmando especies vegetales o animales o perder nuestra identidad en beneficio de algo que a priori, no parece mucho mejor.

Por cierto, yo sí tengo coca-cola en mi nevera porque aunque yo no la tome, me gusta ofrecerla a mis invitados si es eso lo que les apetece. Creo que en parte, eso consiste respetar y ser respetado.

Good morning, Mister of the Fertile Plain.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

EUPHORBIA: siempre ha sido así en la Historia, aunque a menor nivel. En el fondo, la globalización no es más que el crecimiento lógico de lo que se ha dado en todas las épocas. El último paso en la interrelación del ser humano, con todo lo bueno y todo lo malo. Esta globalización -lo intentaré tratar en otra entrada- provocará nuevas formas de pluralidad, diferentes a las que se han dado hasta ahora.
Como bien dices, de la globalización no hay quien nos salve y no tanto porque lo decidan unos u otros grupos de poder sino porque, como demuestra la Historia, es una parte esencial de nuestra especie: va con nuestro desarrollo. Y no hay quien la pare, así que deberíamos pensar en algo más que utopías y elaborar conceptos que solucionen sus consecuencias más graves. Una de ellas, como bien señalas, es la ecología. ¿Hay algún refresco industrial, de verdad, que no esté globalizado?

MARÍA: ¿y las tradiciones actuales no se han ido modificando con el paso del tiempo a cada nueva situación? Lo que llamamos tradición son fabricaciones temporales que han tenido éxito y se han repetido durante años porque en esos años identificaban a quienes participaban en ellas. Un beso.

SEÑOR DE LA VEGA: en efecto, cada vez necesitamos más de ese mestizaje en todo: genética y culturalmente. Comparto su argumento.

EUPHORBIA: es de lamentar la pérdida de cualquier elemento cultural, pero siempre ha sucedido. La historia de la humanidad ha provocado el aceleramiento en su desaparición, pero no es un fenómeno nuevo: antes de nuestra época habían desaparecido miles de culturas y lenguas. Por eso urge pensar no con parámetros del pasado, sino del presente, ante los efectos perversos de la globalización, que ha roto todos los diques y está en un punto de no retorno.
Hay un empobrecimiento genético con la desaparición de especies de todo tipo, en efecto: somos una especie destructora. Confiemos que no sea demasiado tarde para hallar las soluciones.
En el fondo, querida amiga, dices lo mismo que el Señor de la Vega. Además, ninguno de los dos bebe cocacola según confesión de ambos, aunque tú sí la ofreces a quien llega.
Saludos.

Isabel Huete dijo...

¡Joe, vaya alboroto globalizado has montado! Me encanta eso de que el personal se caliente con estas cosas que se escuchan todos los días en el bus o en el bar de la esquina.
Creo que la globalización empezó cuando empezamos a comunicarnos a través del telégrafo (o quizá a través de las palomas mensajeras) y nos enteramos que había otros mundos, otros países, otras realidades, otras lenguas y otras grandezas y miserias.
No digamos ahora que podemos visitar virtualmente las colecciones del Hermitage o ver de primera mano la última supernova que se creó. Maravilloso, ¿no? Un país al otro lado del mundo sufre una catástrofe y en un plis-plas les hemos hecho llegar todo tipo de alimentos y enseres para ayudar a sus habitantes; un enfermo de corazón puede recibir uno nuevo para que le hagan un trasplante en cuestión de pocas horas. Fantástico, ¿no?
Un gran banco americano quiebra y se desencadena una crisis económica de consecuencias imprevisibles; un avión se estrella y mueren 200 personas de distintas nacionalidades; un haker crea un virus e infecta a millones de personas que circulan por la red y estropea sus discos duros. Miles de empresas contaminan la atmósfera y se crea un efecto invernadero que ensucia el aire que todos los humanos respiramos. Terrible, ¿no?
¿A qué mundo pertenecemos? ¿Qué idioma debemos utilizar para entender todas estas cosas que nos afectan absolutamente a todos? ¿Qué pais es el más importante de todos los implicados? ¿Qué terruño es ése que podemos salvaguardar de todo lo que acontece a su alrededor? ¿Qué sociedad sufre más que otra o cuál es más feliz o merece ser más feliz?
¿Qué nos distingue a unos de otros? ¿Qué etnia debe ser tratada con mayor o menor consideración? ¿Cuántos idiomas debemos conocer para poder comunicarnos unos con otros? ¿Es mejor Velázquez que Rembrandt? ¿Qué playas tienen las aguas más limpias o sucias? ¿Dónde está el árbol que da la mejor sombra, quizá en mi pueblo?
Todos creemos que lo "nuestro" es, si no lo único, sí lo mejor, y nos empeñamos en conservarlo artificiosamente, quedándonos quietos, estancados en "lo de toda la vida" como si lo de alrededor nos fuera ajeno, manteniendo una defensa numantina de una tradición que ya no es ni nunca será lo mismo.
Lo diferente y nuevo se vuelve de inmediato sospechoso: nos quieren robar "lo que siempre ha sido nuestro", nuestra identidad, nuestra esencia. Todo montado sobre una mentira de la que sacan provecho los que no quieren perder influencia y poder. Las personas son sospechosamente nobles pero no quienes se aprovechan de su nobleza para manipularlas.
La globalización es inevitable, para lo bueno y para lo malo, y quien se quiera enrocar en localismos trasnochados que lo haga, pero siempre será haciéndose trampas en el solitario porque seguirá aprovechándose de ella y sufriéndola, eso sí bailando un rap en la berbena del pueblo, la de toda la vida, o descargándose una peli de Tarantino en el ordenata.
Yo no tengo patria ni bandera porque no las siento, porque me siento de allá a donde voy, porque me importan las personas y no de dónde son, porque creo en la aldea global, en un mundo sin fronteras, sin guerras y sin discriminación de ningún tipo.
Lo demás me parece una catetada.
Muy bueno tu post, Periquillo. Lo suscribo al 100x100.
Besazos globalizados.

Fernando Portillo dijo...

Muy buena, sra Huete: de apátrida a apátrida, la invito a usted a una horchata; de botellín, eso sí.

Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

Excelente debate, estoy con ISABEL HUETE. Hoy en dia hay que ser ciudadano del mundo--aunque la globalización en ciertos aspectos, como he dejado dicho, me repatea-- más que nada me repatea la "uniformidad", todos los "McDonald's", "Burger Kings" y... "Coca-colas" se encuentran en los rincones más recónditos del planeta. Me repatea la supremacía norteamericana y la expansión de su cultura inane e ignorante (salvando excepciones científicas, literarias, etc.).
¡Me ha encantado el párrafo sobre Asterix de mi/nuestro querido SEÑOR DE LA VEGA! Besotes, M.

Isabel Huete dijo...

Gracias, Fernando, encantada de tomarnos esa horchatita de botellón... Jejeje.
Besis gordis.

Alberto dijo...

Interesante post...Sin lugar a dudas la globalización pese a el peligro que ven muchos en que nos comunice a todos convirtiéndonos en personas con hábitos totalmente idénticos encierra la semilla de la identidad multicultural. Para mí, el resurgimiento de las tradiciones no es solo una muestra de identificarnos con la globalización y enseñar al mundo como somos nosotros. No me extraña que algunos le de miedo la globalización viendo como es el Japón de hoy en día, una copia de ojos rasgados de EUA.

Saludos desde Historia Romana