jueves, 9 de julio de 2009

Sancho, apócrifo (2. 5).


Sancho ha crecido tanto que hasta sus narradores lo desconocen.

La conciencia de Cervantes de lo que se tiene entre manos es tal que ya no debe jugar con la narración proponiendo modelos parodiados uno detrás de otro o uno dentro de otro, como en la Primera parte, sino que se sitúa para hacerlo dentro del mismo núcleo del relato. Este capítulo siempre sorprende cuando se lee por primera vez y es una forma hábil de ponernos en la pista de la altura hasta donde ha llegado la técnica cervantina para que leamos con ese hilo el resto de la historia.

En primer lugar, Cervantes deja la duda sobre la veracidad del capítulo en manos del traductor, que no del primer autor (Cide Hamete) ni de él mismo, que recordemos, se nos presentó como mero adaptador de la obra al español:

Llegando a escribir el traductor desta historia este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo del que se podía prometer de su corto ingenio, y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese; pero que no quiso dejar de traducirlo, por cumplir con lo que a su oficio debía

Profundiza, con ello, en la problematización del narrador, que ya hemos visto desde el Prólogo de la Primera parte y es una de las claves de lectura más importantes del texto. Ahora, hasta el mismo traductor se permite corregir al autor primero. No hay mejor forma de exigir un lector despierto que diciéndole que lo que uno le cuenta puede ser falso.

Por otra parte, el capítulo está basado en el diálogo entre Sancho y su mujer, Teresa, casi exclusivamente, salvo las ligeras interrupciones que nos vuelven a recordar la condición de apócrifo del texto. El manejo del diálogo como parte de la acción llega aquí a una de sus mejores expresiones.

La sorpresa del traductor no procede tanto, como ha repetido machaconamente la crítica, de que Sancho hable fuera de su personaje, sino de que lo haga contradiciendo la narrativa premoderna que se parodia y se supera en el Quijote. En efecto, en ésta los personajes no tienen evolución psicológica, los argumentos no crecen por las circunstancias vividas. En contra, Sancho manifiesta -ya lo hemos visto en el capítulo anterior- un cambio sustancial con respecto a su primera aparición y lo hace delante mismo de los ojos del lector, sin la intervención de un narrador, que aquí no sólo se oculta sino que pretende contradecir al personaje: no conozco un caso mejor de personaje superior a su narrador. Sancho ha dejado al traductor desorientado, tan desorientado que reniega de la materia narrativa que traduce.

En el diálogo, Sancho ocupa la perspectiva de don Quijote cuando éste habla con él: se ha introducido tanto en la fantasía de su amo que no duda de ella y se ve gobernador y casando a su hija con nobles y lo expresa a la manera en la que lo haría don Quijote. Trabaja el mundo ficcional del hidalgo a su manera y se lo comunica a Teresa.

La finura del engranaje narrativo procede, de nuevo, del teatro breve, aunque aquí refinado: el simple que sueña vivir por encima de su estado. Para ello, usa de un argumento usado en la crítica moral barroca: la apariencia es lo que parece importar en la época. No perdamos todo lo dicho por Sancho, porque lo necesitaremos para comprender su forma de actuar cuando es gobernador y cómo, en ese momento, vuelve a poner de manifiesto que ha seguido creciendo tanto como personaje que puede contradecirse y dejar el cargo.

Frente a él, Teresa ocupa el papel que le correspondía inicialmente a Sancho en la pareja protagonista (lo hace hasta en la forma de expresión). Ella no quiere salirse de su mundo y conoce los problemas que acarrea pretenderlo. Sin embargo, es tan fuerte la fantasía creada por don Quijote que, incluso trasmitida a través de Sancho, arrastra: no duda de la posibilidad de que su marido alcance el gobierno de una ínsula.

El personaje de Teresa, tan bien dibujado en este diálogo, es una soberbia creación cervantina.

Veremos si salen o no salen al mundo en el capítulo VI, el próximo jueves.

35 comentarios:

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

A medida que avanza el libro, Sancho va cogiendo más protagonismo. Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

En este capítulo ¡qué interesante el duelo dialéctico que mantienen Sancho y Teresa sobre la diferencia de clases! Tambien de conocer las diferentes vestimentas de la época "zuecos y chapines. Saya parda de catorceno (para la plebe) Verdugado y saboyanas de seda, con broches y con entorno" para la burguesía.

Sabemos que la hija, María Sancha, busca marido como una descosida "...desea tanto tener marido como vos deseáis veros con gobierno, y en fin, en fin, mejor parece la hija mal casada que bien abarraganada."

Sancho en sus delirios de grandeza quiere casar a su hija Sanchica con un conde. Teresa Panza con los pies más en la tierra le dice que no pueden salirse de su condición humilde porque sería Sanchica la que sufriría. Sancho sigue en sus trece. Sueña con su ínsula y que a su hija acabarán llamándola "señoría". Teresa insiste que "de una Marica y un "tú" a una "doña tal y señoría" no se ha de hallar la muchacha, y a cada paso ha de caer en mil faltas, descubriendo la hileza de su tela basta y grosera". Sancho le llama "boba" y le dice: "todo será usarlo dos o tres años, que después le vendrá el señorío y la gravedad como de molde".

Sigue Teresa con sus argumentos de que no. Que sería contraproducente casarla "con un condazo, o con caballerote que cuando se le antojase la pusiese como nueva, llamándola de villana, hija del destripaterrones y de la pelarruecas!" Insiste: "traed vos dineros y el casarla dejadlo a mi cargo". Ella ya ha pensado en "Lope Tocho" el hijo de "Juan Tocho, mozo rollizo y sano, y que le conocemos y sé que no mira de mal ojo a la muchacha". Así sería mucho más feliz y todos, padres, suegros, yernos, hijos, hijas, nietos y nietas serían de la misma condición y formarían una gran familia.

"Ven acá, bestia y mujer de Barrabás--replicó Sancho--¿por qué quieres tu ahora, sin qué ni para qué, estorbarme que no case a mi hija con quien me dé nietos que se llamen "señoría"? Continua diciendo que hay que aprovechar las ocasiones que la vida les presenta para mejorar de condición y si no, que "no debe de quejar si se le pasa".

(A todo esto Cervan insiste, varias veces, que es "el traductor de esta historia que tenía por apócrifo este capítulo..." Tambien insiste sobre la ENVIDIA: "Y a este a quien la fortuna sacó del borrador de su bajeza a la alteza de su prosperidad..., no habrá quien se acuerde de lo que fue, sino que reverencien lo que es, si no fueren los envidiosos, de quien ninguna próspera fortuna está segura.")

Sigue insistiendo en que si su María Sancha se casara con un conde a ella le llamarían "doña Teresa Panza" y se sentaría en la iglesia "sobre alcatifa, almohadas y arambeles a pesar y despecho de las hidalgas del pueblo. ¡No, sino estaos siempre en un ser, sin crecer ni menguar, como figura de paramento!".

Merche Pallarés dijo...

Ella sigue con sus argumentos de no moverla ni enmendadlla. Que ella siempre fue "amiga de la igualdad, y no puedo ver entornos sin fundamentos". Está contenta con su nombre simple de Teresa Cascajo (ahora Panza) y que no necesita de un "don" o "doña" "que pese tanto que no lo pueda llevar". Le dice que se vaya con su "Don Quijote" "a vuestras aventuras y dejadnos a nosotras con nuestras malas venturas..." "...y yo no sé, por cierto, quién le puso a él "don" que no tuvieron sus padres ni abuelos."

Ahora Sancho le insulta de buena gana "¿Qué tiene que ver el cascajo, los broches, los refranes y el entorno con lo que yo digo? Ven acá, mentecata e ignorante, que así te puedo llamar, pues no entiendes mis razones y vas huyendo de la dicha...pero si en dos paletas y en menos de un abrir y cerrar de ojos te la chanto un "don" y una "señoría" a cuestas y te la saco de los rastrojos y te la pongo en toldo y en peana y en un estrado de más almohadas de velludo que tuvieron moros en su linaje los Almohadas de Marruecos, ¿por qué no has de consentir y querer lo que yo quiero?" Teresa le contesta que porque "¡Quién te cubre, te descubre!" Que al pobre "todos pasan los ojos como de corrida, y en el rico los detienen; y si el tal rico fue un tiempo pobre, allí es el murmurar y el maldecir..."

Teresa ya harta le dice: "No os entiendo, marido, haced lo que quisiéredes y no me quebréis más la cabeza con vuestras arengas y retóricas. Y si estaís revuelto en hacer lo que decís..." Aquí Sancho en plan erudito le corrige: "Resuelto" has de decir, mujer, y no "revuelto".

Teresa le dice que si encuentra el gobierno de su ínsula que se lleve a su hijo el Sanchico para que aprenda porque "bien es que los hijos hereden y aprendan los oficios de sus padres." Sancho le confirma que así lo hará y que tambien le mandará dineros "pues nunca falta quien se los preste a los gobernadores cuando no los tienen". (El dinero llama al dinero...) Le dice que bien, que mande los dineros y así "lo vestiré como un palmito". Quedan de acuerdo que "ha de ser condesa nuestra hija" Teresa suspira "con esta carga nacemos las mujeres, de estar obedientes a sus maridos, aunque sean unos porros". Teresa rompió a llorar a moco tendido y Sancho la consoló "diciéndole que ya que le hubiese hacer condesa, la haría todo lo más tarde que ser pudiese". "Con esto se acabó la plática, y Sancho volvió a ver a don Quijote para dar orden de su partida."

Antes Sancho había avisado a Teresa de "tener en cuenta estos tres días con el rucio, de manera que esté para armas tomar: dobládle los piensos, requerid la albarda y las demás jarcias, porque no vamos a bodas, sino a rodear el mundo y a tener clares y tomares con gigantes, con endriagos y con vestiglos, y a oir silbos, rugidos, bramidos y baladros; y aun todo esto fuera flores de cantueso, si no tuviéramos que entender con yangüeses y con moros encantados." (Ay, ay, me estoy temiendo más historietas intercaladas...).

Sigamos con el capítulo VI. Besotes, M.

pancho dijo...

Capítulo enmarcado por la llegada de un escudero a su casa, radiante de felicidad y alegría. La rúbrica la pone el llanto de Teresa que cede a las pretensiones de S de intentar casar a Sanchica con un noble, la promesa de alargar su investidura como Condesa y la marcha de S a ver a DQ.

Sorpresa es lo que nos causa a los lectores un comienzo en el cual el autor se hace eco de una nota a pie de página del traductor, que vierte la obra de Cide Hamete Benengeli del árabe original al castellano. Esta impredecibilidad es otra de las características que abundan en la grandeza del Quijote. Tenemos otra muestra de lo mismo, en la capacidad de C de hacer novela dicha nota, en un paréntesis al principio y dos veces más en el sitio exacto de la referencia.

*Tan estupendo se nos pone S en su expresión oral que su mujer, Teresa, no le entiende. S llega a casa embargado por la alegría que le provoca la posibilidad cierta de volver a salir a la aventura con su amo; por necesidad y con la esperanza de encontrar de nuevo otra maleta con 100 escudos.

Le encarece a su mujer que le cuide bien el burro “porque no vamos a bodas, sino a rodear el mundo, y a tener dares y tomares con gigantes, con endriagos y con vestiglos, y a oír silbos, rugidos, bramidos y baladros”. No me voy a detener en esta joya del castellano sino en el homenaje que C le hace a la mujer rural. En los pueblos todas las manos son pocas para cumplir con las obligaciones de la casa, sobre todo en época de recolección. Además de mantener la casa con los hijos dentro, tenía que ayudar en las faenas del campo. Aquí es Teresa la encargada de mantener lustroso al burro, mientras S va a su hobby quijotesco, cada vez más quijotizado en su empeño.

Hasta Teresa, que aparentaba incrédula, cree que quedan ínsulas por gobernar. Vemos cómo el autor parece repetir el mismo esquema DQ-S. Ahora Sancho-Teresa. Llega incluso a encomendar a S que no se olvide de que Sanchico (Qué contento estará de su protagonismo) tiene quince y está virgen de conocimientos reglados. No es necesario que se preocupe de Mari Sancha, ella no necesita más saberes, ya está la madre para guiarla. Que parece muy lanzada con un paisano de similar condición y “mejor esta abarraganada”; sin embargo, recomienda a S que procure casarla con un igual, en caso de un desnivel social, se le verían las faltas a cada paso que diere “descubriendo la hilaza de su tela basta y grosera.”

Esta Teresa tendría hoy un problema de género. Aunque de forma residual, aún persiste en determinados estamentos esta mentalidad: procurar formación a los varones para que medren, al mismo tiempo, negárselo a las mujeres con el fin de que su falta de formación las mantenga fieles al marido, sin ni siquiera concederles la posibilidad de ascenso en la jerarquía social por matrimonio.


* (Nota de pancho) Ponerse estupendo: expresión comodín que triunfa actualmente, pero que decaerá en su uso como decayeron: De alguna manera, Como no podía ser de otra forma, un poco…

Roberto "el ente" dijo...

Sancho, ahora es el "gran desconocido" que Cervantes, muy habilmente "desnuda" capítulo a capítulo regalandonos otra visión del fiel escudero.

Ele Bergón dijo...

¡Jó! Superprofesor, para una vez que sale mi nombre en este libro tú ni me nombras. ¡Pero qué poca importancia tiene el Sanchico en toda esta historia! Debe ser que en los estudios esos importantes que haceis los estudiosos no debe significar nada. Está ahí como agregado, como el hijo de Sancho que da lo mismo que lo sea o que no.
Un choque de manos del olvidado Sanchico.

Silvi (reikijai) dijo...

Momento de largas y profundas charlas, entre Sancho y su esposa Teresa. La pone al tanto de su vuelta a las andadas con Don Quijote y que este renovó la promesa de que al finalizar le entregaría una ínsula. El resto del capitulo es discusión tras discusión entre Sancho y su mujer… con quien deberá casarse su hija… cuando sea monarca… con un príncipe, sultán o con un igual. Como ya en esa época las mujeres ganábamos las disgustas… y luego de unas lagrimas, Sancho obedece y le dice que nombraría a su hija condesa lo más tarde posible. Concluida la conversación, Sancho se retira con Don Quijote… para finalizar los detalles de la partida. Besitos. Silvi.

Unknown dijo...

Sancho parece sentir la importancia de su personaje dandonos la relevancia del mismo a traves de sus palabras. A pesar de que se ponga en duda y se le tache de apócrifo.
Con este capitulo se cierra aparentemente las conversaciones previas a la partida de Don Quijote, no sin antes encontrarnos con las lagrimas de Teresa ante la imposicion de las ideas de Sancho. Ideas que tienen que ser cumplidas por ella, como bien dice, al admitir la obediencia que le debe al marido.
Un abrazo

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Poco puedo añadir yo a los anteriores comentarios. Ya lo habeis dicho todo, y muy bien por cierto; y no me gusta repetirme.

Ya dije hace varios jueves que esta Segunda Parte del Quijote es mi preferida. En el luminoso post de Pedro podreis apreciar algunas de las razones por las que, esto, es asi.

Um abrazo.

Silvi (reikijai) dijo...

Pedro,disculpa...Cornelivs..te caiste de la cama,que haces levantado tan temprano...al gym vas 8.30hs.si mal no recuero,ahora me toca a mi ir a dormir...Le deseo a los dos que tengan un lindo día.Besitos Silvi.

Hernando dijo...

Hasta Sancho tiene un capítulo para él sólo y para su mujer, es increíble hasta dónde puede llegar el protagonismo de Sancho, que está eufórico, e intenta engañar a su mujer que es de esas que opinan que "más vale pájaro en mano que ciento volando". Sancho aquí parece recordarnos el cuento de la lechera, y conforme vayan pasando los capítulos y lleguemos al final veremos si el cántaro se rompe y adiós sueños...........Veo a un Sancho, eufórico, soñador, y nervioso por hacer la tercera salida, cuánto antes mejor.

Anónimo dijo...

siempre fué un deleite el verbo del amigo Sancho a lo largo de todo lo que se lleva de novela. ¡Aunque hay que ver como ha cambiado sicologicamente!, este capitulo me parece un delicioso dramón rural barroco, este Sancho, que porción de "piropos" dispendia a la pobre teresa, que al final, ante la cerrazón de su marido, no le queda más que resignarse y aguardar el envio de algunos dineros,
saludos
oscar muñoz

marga dijo...

- ¡Y tanto que Sancho ha cambiado! a su propia esposa le cuesta reconocerle hablando de “tan rodeada manera”
- La Familia Panza: El que el hijo de Sancho, se llame Sanchito y su hija Sancha me hizo suponer que en esa época se heredaba el nombre, pero leo también que el hijo de Lope Tocho se llama Juan, así que no sé...
- Escudero andante, tiene razón ¿Por qué el caballero va a ser andante y no su escudero? ¿Rocinante también será un caballo andante?
- Teresa aparece como una mujer extraordinariamente sensata. Su alegato a favor del matrimonio entre iguales (tal él, tal ella) es impecable. Además estoy de acuerdo en que cuando nos salimos del tiesto, es fácil que se descubra la hilaza de nuestra tela.

matrioska_verde dijo...

la verdad que estos primeros capítulos de esta segunda parte se leen estupendamente, son como más "frescos", no sé cómo explicarlo... tal vez es esa diferencia de años que pasaron entre la 1ª y la 2ª parte, la que los hace diferentes...

me ha parecido divertido el diálogo entre Sancho y Teresa: él en su locura, imaginando una visión moderna del mundo donde todos pueden llegar a lo que se propongan y ella, anclada en el pasado: sumisa, miedosa y sin ninguna gana de cambiar las cosas.

biquiños y buen fin de semana.

LA ZARZAMORA dijo...

Aquî es donde entramos de lleno en la Quijotizaciôn de Sancho y la "sanchidez" de Alonso Quijano, muy bien descritas por cierto ;)
Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

FERNANDO: es uno de los elementos más interesantes de la propuesta cervantina, en efecto.

MERCHE: me gusta cómo te has fijado en los detalles que hablan de la vida cotidiana en este capítulo y de esa forma en la que todo se enfoca en un diálogo doméstico. Buena lectura.

PANCHO: acertado enfoque del diálogo, sobre todo en la actualización a la cuestión de género. La nota delata tu buenhacer filológico, del que hablamos en el hotel bejarano.

ROBERTO: así es: un giro de gran técnica narrativa.

ELE / SANCHICO: mira que eres impaciente... El lunes sales, el lunes sales, que te reservaba un momento estelar.

SILVI: enfoque desde la preocupación de madre-esposa, por supuesto. Bien visto.

JAN: qué sutil Cervantes en todo esto, ¿verdad?

CORNELIVS: es magistral cómo ha crecido la novela en esos diez años.

SILVI: ya ves, bien despierto que tenemos a nuestro amigo.

HERNANDO: ansioso de ella, en efecto, como parte ya de su vida.

ÓSCAR: y seguirá creciendo, lo veremos.

MARGA: algunas personas cambian tanto que ni siquiera los más íntimos los conocen... Me gusta lo de caballo andante...

ALDABRA: es toda una lección de aprendizaje y meditación sobre la narrativa moderna la que ha hecho Cervantes en el tiempo de pausa.

EVA: Sancho quijotizado y don Quijote sanchificado: cruce de influencias mutuas que enriquecen.

Gracias a todos por vuestros comentarios. Un fuerte abrazo.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Como bien dices, y como aprendiz que soy... me llamó la atención el cambio de actitud y de facilidad de palabra de Sancho...vamos que estaba reflejando algo que no es..ni era.

Y me llamó la atención el diálogo de Teresa y lo que que consigue...si no todo..si en parte..reconociéndolo al final el propio Sancho. Un abrazo amigo

Martine dijo...

Llegar tarde tiene tambien sus ventajas... leer de un tirón tu magnífica Entrada y los comentarios..
Teresa con los pies firmemente en el suelo y Sancho la cabeza en las nubes y delirios de grandeza, hasta su manera de expresarse nos lo hace irreconocible...
Cada vez me gusta más estar embarcada y desde el principio en esta segunda locura colectiva..y en tan amena compañia... Confirma tu anterior Post Pedro..¡Que vivan la Red y los Blogs!

Un gran beso... muy càlido.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MANUEL: nada de aprendiz, que siempre das en la diana. Un abrazo.

SELMA: sigamos, pues, adelante. Un beso.

Kety dijo...

¡Cada vez se pone más interesante esto! ya veréis.

"Es de ser bien nacido ser agradecido", y digo esto por la foto...y la camiseta ;-))

Un abrazo

PD: Con estos tertulianos con leer ya tiene una suficiente.

Abejita de la Vega dijo...

“¡Ay! Este Sancho mío dice cosas tan sutiles, que mis lectores van a pensar que me he vuelto tan loco como don Quijote. Y los críticos, esos que no han escrito nunca ni una novela ni un mal cuento, dirán que mi personaje no posee “decoro”. Y no quiero cambiarlo, mi personaje se ha fortalecido, yo lo he deseado así y me divierto con su metamorfosis. Escribiré, al principio del capítulo, un párrafo – disculpa: el ficticio traductor del texto arábigo lo tiene por apócrifo y considera imposibles tales sutilezas en un ingenio tan corto como es el del escudero. Y lo repetiré poco antes de finalizar este quinto de la segunda”. Algo así ha debido de razonar Cervantes al escribir este capítulo, uno de mis favoritos porque Teresa es mucha mujer…aunque se someta a ese “porro” de marido. ¡Cómo lleva aquí el papel de antagonista!

Llega Sancho a casa muy alegre, su mujer le pregunta el motivo de tal regocijo y él contesta que si Dios quisiera, bien se holgara de no estar tan contento como muestra. ¿Quéeee? ¿Qué le pasa a este hombre que habla de tan rodeada manera que Teresa no entiende? Todo para decir que está alegre de salir a buscar aventuras, para poder ganar otros cien escudos, pero triste de dejar a su familia.

¿Y qué es lo primerito que encarga a su “oíslo”? Las tareas más femeninas: prepara al rucio, dóblale el pienso, dispón la albarda y demás aparejos. Esto me recuerda a las sufridas esposas del siglo XXI que lavan el coche de su media naranja. ¡Los hay y las hay! Digresiones feministas aparte, el pobre burrillo contra gigantes, endriagos y vestiglos…que aúllan, silban ¡Qué miedo! ¡Entramos en la cueva de los dragones! ¡Este quijotizadísimo escudero nos mete dentro de los fantásticos libros que enloquecieron a su amo! ¡Y sin saber leer! ¡Y lo de la ínsula no se le quita de la cabeza!

Teresa intenta que aterrice haciéndole oír la voz del sentido común: sin ínsula naciste y sin ínsula puedes vivir y has de ocuparte del porvenir de tus vástagos, seas gobernador, escudero o destripaterrones. Como madre idea un futuro convencional para sus hijos, dentro de las posibilidades de su clase social: el chico en la Iglesia y la chica casada con un igual. Con su hijo no hay problema, la criaturita ya tiene quince años y debe ir a la escuela, ya es hora, para que su tío cura se ocupe de él y, si no en sacerdote, por lo menos, lo convierta en sacristán. A esto, Sancho no dice ni mu.

Mas la discusión comienza cuando de Sanchica se trata. La muchacha tiene revolucionadas las hormonas da muestras de querer tener marido, la madre nota los síntomas y piensa en casarla con el vecinito Lope Tocho, sano, rollizo, conocido de toda la vida y que mira bien a la chica. No vaya a terminar abarraganada, vaya palabrota. Eso sí, para ayuda de todo esto Sancho ha de traer dineros, otros cien escudos, de los de a ocho, por lo menos.

Llevando la contraria a su costilla, Sancho está dispuesto a romper las rígidas convenciones de la sociedad estamental y, cuando sea gobernador de la ínsula prometida, la casará” tan altamente, que no la alcancen sino con llamarla «señoría»”. ¡Está más loco que su amo luchando con los molinos de viento! Y Teresa no está dispuesta a transigir con la locura social de su marido, piensa que ante cambios tan bruscos, de indumentaria y de trato, la muchacha se equivocará y descubrirá “la hilaza de su tela basta y grosera”. ¿Casar a su hija “con un condazo, o con caballerote que cuando se le antojase la pusiese’ como nueva llamándola de villana, hija del destripaterrones y de la pelarruecas”? ¡Nunca! Ya de paso, asistimos al desfile “moda femenina del XVII”: zuecos, chapines, sayas parda de catorceno, verdugados, saboyanas y faldas para cubrir grácilmente la cabeza, al entrar en la iglesia.
(Continúa)

Merche Pallarés dijo...

Por cierto ¿qué quiere decir "abarraganada"?
Acabo de leer el resumen genial de nuestra siempre genial ABEJITA. Besotes, M.

Abejita de la Vega dijo...

Bestia, mujer de Barrabás, animalia, mentecata e ignorante…Sancho echa sapos y culebras por la boca. No entiende por qué Teresa no comparte sus delirios de grandeza. Intenta convencerla tocando su vanidad, será Doña Teresa y se sentará en la iglesia sobre alcatifa, almohadas y arambeles para que rabien las encopetadas hidalgas. Si pensaba ablandarla con esto, ha pinchado en hueso. Lo último que ella quiere es que, viéndola vestida de “gobernadora” recuerden su mísero origen y digan: « ¡Mirad qué entonada va la pazpuerca…como si no la conociésemos».

En este tira y afloja salen a relucir los almohades, la infanta Urraca e incluso el suicidio de Melibea…y el traductor que vuelve a insistir en lo de apócrifo. Teresa piensa que el rico que fue pobre es mirado con mil ojos por los maldicientes. Sancho alega que las cosas presentes están en un nuestra memoria mucho más que las pasadas. Bla, bla, bla…la pobre mujer no entiende las arengas y retóricas sanchescas y se rinde. Que haga lo que quiera, que no le quiebre más la cabeza si está “revuelto” a hacer lo que le dé la gana. Sólo pide que se lleve a Sanchico cuando sea gobernador puesto que los hijos han de heredar los oficios de los padres. No hay problema, enviará por él y enviará dineros para que le vista “de modo que disimule lo que es y parezca lo que ha de ser” .Lo de Sanchica condesa es más espinoso que lo de los vestidos pero, recordando la epístola de San Pablo que se lee en las bodas, acepta la carga de obedecer a su tonto marido.

Termina el capítulo con el llanto de Teresa por Sanchica condesa y, en consecuencia, muerta y enterrada para su madre. Para que no llore, Sancho le dice que lo de condesa lo hará lo más tarde que pueda. Y se va a casa de don Quijote que hay mucho que preparar.

Un abrazo quijotesco para Pedro Ojeda, Merche Pallarés y todos los que nos visitan.

Abejita de la Vega dijo...

¡Estupendos los comentarios de Merche! Como los cuelgas tan prontito,me dan ideas.Don Quijo nos ha sorbido el seso,chica.Un día de estos, tú dejas a tus turistas y yo a mis alumnos y nos vamos a por ahí a deshacer entuertos...

Abarraganada quiere decir amancebada,que vive con un hombre sin estar casada.
Hay una página inglesa que da la conjugación del verbo abarraganarse, je, je:
http://www.verbix.com/cache/webverbix/1/abarraganarse.shtml
Muy curioso, pensarán que los españoles nos pasamos la vida conjugando tal verbito.
Un beso

Merche Pallarés dijo...

Ja,ja, ABEJITA ya he visto la declinación de ese verbito... Y, sí, sería una gozada dejar todo atrás e irnos a desfacer "tuertos" como dice Sancho. Me pido el caballo. Besotes, M.

Antonio Aguilera dijo...

Comentario al cap.(2) 5º, publicado en Literatura Revulsiva:

Ya en el capítulo anterior quedamos los lectores sorprendidos, por la famosa y súbita quijotización, que observamos en Sancho en esta 2ª parte: la transustanciación (cual hostia) de su ruda, aunque realista alma, en un espíritu idealista y algo más refinado.
De tal envergadura es la metamorfosis intelectual que se produce en nuestro famoso escudero, como podemos comprobar en este cap.(2) 5º, que hasta el propio traductor toledano, “le tiene por apócrifo”.
La supuesta condición de apócrifo, por lo desconocido que está Sancho, nos la repite Cervantes un par de veces màs a lo largo del capítulo; parece que dijera: no olviden lectores que este Sancho, que antaño fuera tan borrico como el Rucio, hogaño se ha convertido por méritos propios, por ser alumno aventajado de su Sr. Don Quijote, en un estilizado Pura Sangre.

En tal estima tiene ya Cervantes a Sancho, que le dedica este capítulo entero, en amena discusión con su señora esposa: Teresa Cascajo.

Leemos, cómo se presenta Sancho ante su mujer “tan regocijado y alegre”, que a ésta se le para la mosca detrás de la oreja: “¿qué traés Sancho amigo, que tan alegre venís?” ( la pregunta incluye el calificativo “amigo”, que significa que entre ellos no hay secretillos, como sì es propio en lo común de las parejas). Si su esposo es de natural serio y recatado, ¿cuál es el motivo de aquellas inesperadas alegrías?. Allí debe de haber gato encerrado.
Sancho le contesta que está feliz y contento porque en breve saldrá de nuevo en busca de aventuras con su Sr., pero que al mismo tiempo está triste por tener que abandonarla de nuevo (cada oveja debe de estar con su pareja); pero debe hacerlo porque “lo manda su necesidad”, o sea que no tiene ni un chavo en el bolsillo. Los cien escudos ya volaron, y tiene que salir a pescar otros cien al menos; más, unos montoncitos de tierra aislada, en tal cuantía, que puedan constituir una ínsula en toda regla con el tiempo. Y, también con el tiempo, él se verá coronado gobernador de dicha ínsula, que aunque se llame “Barata-lia” le ha de sacar de pobre; a él y a su familia: incluso podrá casar a su hija Mari Sancha con un noble y grande de España.

Antonio Aguilera dijo...

SIGAMOS....:

Teresa, su esposa, no está de acuerdo con sus quiméricos proyectos, y le dice que Sanchica ya es mirada con ojos libidinosos por un tal Tocho -pero no sabemos si lo del apellido éste será por rendir pleitesía a sus atributos, o porque es otro porro como Sancho, según dice su señora Teresa-. La Señora de Panza no quiere promocionarse socialmente, ni juntarse con la jeet: ahí todos perfumados, con sus mujeres vistiendo ropas que todo enseñan y nada abrigan, pasando más hambre que un perro chico con tal de no engordar; ¡¡con los buenos chorizos que tiene ella en las tinajas sumergidos en manteca!!.
Olvídate Sancho, pensaba Teresa, de mudarme las costumbres y mi “modus operandis”: que yo estoy aquí más a gusto que un guarrino en un charco.

Ante la imposibilidad de convencer y contentar a su “costilla”, Sancho se acalora, y la pregona de boba, bestia y mujer de Barrabás, mentecata e ignorante. ¡UY, si le llega a coger a Sancho la actual ley sobre violencia de género!!, no lo libra ni Satanás en pijama, de una temporada en el “trullo”: por acoso (sin derribo, que eso es cosa de políticos) y maltrato sicológico reiterativo a una individua del sexo antaño débil.
Más, como estamos en los comienzos del XVII Siglo, la esposa se muestra sumisa y resignada: “que con esta carga nacemos las mujeres, de estar obedientes a sus maridos, aunque sean unos porros”. “Y con esto, comenzó a llorar tan de veras (….), Sancho la consoló diciéndole que, ya que la hubiese de hacer condesa, la haría todo lo más tarde que se pudiese”.

En torno al comportamiento de Teresa, nos dice Manuel Fernández Álvarez en su biografìa Cervantes visto por un historiador: “Sancho es el rey, que tuteará afectuosamente a su mujer ; más no a la inversa, y por supuesto, aunque disiente de sus futuros planes con don Quijote, los admita obedientemente, como si fuera atenta discípula de Fray Luis, en sus consejos a la perfecta casada. Sancho Panza era un porro, esto es, un necio, pero era su marido y había que obedecerlo. Así lo había mandado Fray Luis de León:

Que por más áspero y de más fieras condiciones que el marido
sea, es necesario que la mujer le soporte.”

REVULSIVA NOTA:

Y bajo la premisa de Fray Luis de León, han vivido las mujeres en España,
hasta bien entrados los años 70 del pasado Siglo.
No nos quejemos ahora de su supremacía en muchos órganos de poder: por lo pronto voy a ir lavando los platos.

Saludos revulsivos y laterales, amigos.

Myriam dijo...

LLegué!!!! NO lo puedo creer!!!!! Alcancé al grupo!!!!!!!!!!!!!! YUPPI!!!!!!!

Este capítulo me fascinó!!!!

Me pareció genial todo el diálogo Matital entre Sancho y su mujer, sobre el que haré una entrada en mi blog más adelante.

Estoy algo desconcertada... aquí se llama Teresa, pero en 1,52 se llama Juana... ¿o me equivoco ?
¿A que se debe el cambio de nombre?

Y de paso, aviso que estoy trabajando sobre:

Amor, sexo y erotismo en el Qujote, Cap 1,37 a 1,52 dividos en dos entradas consecutivas A y B
a colgar en mi blog viernes 17 de Julio a medio día, para de ser oportuno, enlazar el lunes 20.

Gracias, y cariños a todos!

Myriam dijo...

PD: Dice diálogo MARITAL, vale.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Felicidades, MYR. Qué constancia la tuya. En cuanto al cambio de nombre de la mujer de Sancho, bien visto. Se tratará en la misma novela, unos capítulos más adelante. Allí lo veremos. Besos.

Alatriste dijo...

Desde luego parece que algo se nos hubiera perdido entre un parte y la otra, pues incluso en el final de la primera parte Sancho da muestras de realidad, que aquí, parece haber perdido completamente.

Otro genial capítulo que nos anuncia los cambios de esta segunda parte.

Teresa dijo...

Creo que la que se supera es Teresa, a pesar de su lenguaje, su razonamiento es irrefutable.

Teresa dijo...

:D :D Antonio Aguilera... y su limpieza casera, se veía venir esta revolución

impersonem dijo...

Sancho comunica a su esposa su regreso a las andanzas de caballería, pero Teresa no le "pilla" el lenguaje que utiliza (pareciera que se quiere proyectar que las aventuras a Sancho también le han servido para adquirir cultura que le eleva un poquito por encima de los de su condición).

Su mujer no le entiende pero le ama.

Creo que en este capítulo también se suscita la controversia, que ya por entonces debía de existir, de la pérdida del apellido de la mujer por el del marido a la hora de casarse ("...Cascajo se llamó mi padre,y a mí por ser vuestra mujer me llaman Teresa Panza, que a buena razón me habían de llamar Teresa Cascajo.") con lo que ello supone.

También creo que en este capítulo se suscita la controversia de la condición de clase social con la que nacemos y su aceptación (argumentos de Teresa) y la condición de clase social que se puede adquirir a través de determinados actos o circunstancias (argumentos de Sancho.

"La mejor salsa del mundo es el hambre..." y muchas veces hay que pringarla con pan duro pero...¡a buen hambre!...

Así es la vida con esta estructura de la clases sociales que existía y existe...y es que la tendencia, que se ve en la figura de Sancho, es la de adquirir las de más arriba en vez de trabajar para que desaparezcan...

Abrazos.

Asun dijo...

Me gusta ver a Sancho con esa fe en sus posibilidades y soñando con lo que va sin duda a alcanzar. Un dialogo entre el y su mujer donde él es el idealista y ella quien quiere hacerle poner los pies en la tierra.

Besos