miércoles, 6 de mayo de 2009

A orillas de esta tristeza


Hoy debería haber comentado en clase el poema A un río le llaman Carlos, de Hombre y Dios (1955) de Dámaso Alonso. A veces pasa que la clase comienza desordenadamente: que se te escapa de las manos por la fatiga acumulada y debes rehacerla sobre la marcha: Os pido que olvidéis lo que lleváis oído y comencemos de nuevo la clase. Y vuelves a plantearla y de pronto encuentras que te crecen las palabras y te llevan a explicar el tratamiento artístico, en el siglo XX, de la identidad destruida, de la complicada trama de hilos evidentes y ocultos en los que se ha convertido la personalidad individual desde que los estudios psicológicos descubrieron que dentro de nosotros se encuentran varios nosotros, algunos desarrollados, otros en embrión, parte conscientes y otra parte latentes y que, en definitiva, éste que firma en el Documento de Identidad o en el Pasaporte no es más que una confusa amalgama de todos, un pacto de supervivencia para ir tirando y comprar el pan todos los días o tomar una cerveza mientras mira, como podría no hacerlo, los avisos puestos en la puerta del frigorífico por una mano que podría ser la suya propia, pero no reconoce en la caligrafía.

Y cuando tu voz profesional te devuelve al aula -Pedro, está llegando la hora de finalizar la clase- y te conmueven las miradas comprensivas de los que tienes delante y que te han acompañado en la aventura de sumergirte en la literatura desde el pasado mes de octubre y por eso ya te conocen y quizá te han cogido hasta un poco de cariño o al menos toleran esos momentos tuyos, miras el poema y reconoces en él el pulso de todo lo que has dicho porque, en el fondo, la biografía ha sido reventada porque, como a la voz poética, nos apetecería remontar el río contracorriente, a brazadas ansiosas para encontrar la fuente del propio nacimiento.

Sabes que Dámaso, en la misma inercia de Hijos de la ira, preguntaba por la razón de la propia existencia, pero tú quieres reconocerte en el personaje que ve fluir ese río y lo identifica con la propia ansiedad que se te ha anudado a la boca del estómago y te sientes en tierra que ya pisaste.

Irremediablemente, el comentario se te ha ido de las manos:

Y ahora me fluye dentro una tristeza,
un río de tristeza gris,
con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises.
Tengo frío en el alma y en los pies.
Y el sol se pone.
Ha debido pasar mucho tiempo.
Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras.
Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo.
Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente.
Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo.
desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas de esa tristeza, de ese
río al que llamaban Dámaso, digo, Carlos
, digo Pedro.

Qué demonios, continuaremos en la clase del lunes que viene, y perdonadme.

41 comentarios:

Martine dijo...

Sentada contigo y con muchos otros.. te doy un abrazo muy muy cariñoso, Pedro.. No encuentro las palabras...

Y te dejo un beso en esta orilla llamada tristeza, todos la sentimos en un momento u otro..

Abejita de la Vega dijo...

¡Cómo estamos!
Venga, vamos a saltar a otra orilla. ¡A la una, a las dos y a las...tres!
Un abrazo

Pilar_Cordoba dijo...

Hay un punto a lo largo del día ó a lo mejor un día cada cierto tiempo que nos sentimos un poco fuera de lugar; tristones, sin ánimo para nada. Esta época, la primavera, es muy propicia para eso, pero desde aquí hoy sólo puedo darte ánimo y decirte que no te vengas abajo hombre; que la lucha es constante, lo sabemos, pero para eso tenemos que luchar y exprimirnos el cerebro, para no caer en la monotonía.
Que te apetece, viajar, pues anímate, hazlo, aunque sólo sea al pueblo de al lado, que más dá, el caso es salir de la rutina. Que no te apetece hoy seguir el guión que tenías preparado para la clase, no pasa absolutamente nada, se habla de otros temas y verás como tus alumnos lo comprenden. Que te apetece... no sé, hacer rafting ¿por qué no? Nunca es tarde.
Así que ya sabes, de monotonía, nada de nada ¿vale?
Un besote Pedro, muackkss

Myriam dijo...

Bienvenida tristeza, que fluya en ese rio al que llamaban Pedro, para que la ansiedad anudada en la boca del estómago se libere en esas aguas.

Son esas mismas aguas las que purificarán y permitirán que la verdadera y genuina esencia de Pedro, el nuevo Pedro, pueda renacer, resurgir y volver a sonreir.

Un abrazo mojado con las aguas de este rio, el mio.

Camille Stein dijo...

en esa amalgama de 'todos'
puede vencernos la soledad:

esa tierra bordeada por los ríos
que desembocan en el mar confuso
que somos nosotros mismos

un abrazo

María dijo...

No se qué narices es, pero creo que asi nos sentimos muchas personas, tristes, sumergidos en días grises, con frío en las manos, con sol arriba pero que no se ve tan soleado... ¿es la primavera? ¿es el estrés? ¿es la presión? ¿es la angustia? ¿es el río que vemos que se va secando?

Besos.

Teresa dijo...

Ni te imaginas lo que me has descolocado

impersonem dijo...

Seguro que sí, que somos muchos nosotros. Continentes de múltiples emociones y sensaciones; y por ellas muchas veces sentados a orillas de un profundo río donde, naufragadas las alegrías, se perciben las tristezas; y a veces con mucha intensidad y frecuencia.

Abrazos.

CarmenS dijo...

Es muy difícil ser profesor y, aún más, cuando tratas de asuntos que requieren una sensibilidad que nada tiene que ver con la vida que llevan los chicos.

Anónimo dijo...

Buenas noches, muy apreciado profesor Ojeda:

¡Ay los poetas!. ¡Qué peligro tienen!. Pero, a estas alturas, ¿no sabe que a Dámaso Alonso, no se le puede leer un día prefijado?. Que ¿o se tiene el corazón protegido por una coraza o le puede dejar tocado?. ¿Que hay que ir bien vacunado?.
Su entrada de hoy, derrocha poesía; pero a los que le seguimos, desde que le descubrimos en su pequeño río, en La acequia de Pedro, nos ha dejado sin palabras.

Un abrazo, con cariño. Gelu

Teresa dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=J6ONKgrwYw0

Nome Andrés dijo...

Es el peligro del directo; es la consecuencia de una clase viva; es un riesgo que hay que asumir. Es algo necesario para que una clase tenga valor. Hay sabidurías que no están en los libros. Seguro que son las clases que más marcan a los alumnos. Un abrazo. Que llegue pronto el tiempo del descanso.

MAMEN ANZUÉ... dijo...

A veces nos nacen manantiales de añoranzas y tristezas, pero no debemos dejar que nos arrastren a su antojo...

TE DEJO UN BESO Y UN ABRAZO DE ELEVADOS ESTADOS DE ALEGRIA Y OPTIMISMO¡¡¡

lichazul dijo...

que profundidad y que torrente lleva cada idea expresada en cada sentir plasmado, el poema en si mísmo es una especie de viaje instrospectivo , quizá esa ha sido la intención del autor de tan maraviloso canto, que aquel que lo lea viaje en él a sus propias aguas internas.

Un abracito de sol Pedro
y de seguro esos alummnos es cariño y admiración el que te tienen:=)

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

La lectura de hoy me hace pensar que quizás en algunos aspectos tu alma y la mia se parezcan mas de lo que creemos.

Quizas.

Un abrazo

Unknown dijo...

Menos mal que siempre nos queda el lunes para seguir iniciando la semana y la lucha.
Un abrazo amigo.
Leer tus palabras me hace pensar en la importancia de los detalles.

Señor De la Vega dijo...

Mi señor Ojeda, excelente su juego de espejos pues en cada reflejo, más calmo y triste fluye ese río. ¡No lo dude amigo y desde esta blogorilla tírele piedras!

Pero predestinado yo, a usar las máscaras de otros, y desde que leí en la entrada su título, me puse la de Dámaso y le veo, perdone, no como Carlos, sino como Cristobal.

Y por ello le dejo estos consejos de su tío Dámaso, (seguro que a sí mismo) y a usted, Pedro Cristóbal, ya que observo con gozo, que bien le gusta el cubrirse en poemas.
Un abrazo DZ+-----

Haz lo que tengas gana,
Cristobalillo,
lo que te dé la gana,
que es lo sencillo.

Caso nunca les hagas
a los mayores.
Los consejos de Dámaso
son los mejores.

Tira, mi niño, tira,
si te da gana,
los libros de papito
por la ventana.

Cuélgate de las lámparas
y los manteles,
rompe a mamita el vaso
de los claveles.

¿Que hay pelotón de goma?
Chuta e impacta.
¡Duro con la pintura
llamada abstracta!

Rompe tazas y platos
¡viva el jolgorio
y las almas benditas
del purgatorio!

La mejor puntería
te la aconsejo
si es que se pone a tiro
cualquier espejo.

Aún hay más divertido:
coge chinillas,
y con un tiragomas
¡a las bombillas!

Pero ahora se me ocurre
algo estupendo,
donde papá se encierra
vete corriendo.

¡Macho, cuántos papeles!
Tú, con cerillas,
vas y a papá le quemas
esas cosillas...

¡Verás qué cara pone!
¡Qué gracia tiene!
Anda, sin que te vea,
mira que viene.

Vamos a divertirnos
tú y yo, mi cielo.
Es un asco este mundo:
conviene que lo

pongamos boca abajo.
¡Es tan sencillo!
Vamos a hacer un mundo
nuevo, chiquillo.
Poema original de Dámaso Alonso, titulado "Los consejos de tío Dámaso a Luis Cristóbal" dedicado a Luis Rosales Fouz, hijo del poeta Luis Rosales.

elena clásica dijo...

Esa es la literatura y la vida, pues tu persona trascendió el poema.
Instantes maravillosos, abrazar la inmensidad nos produce vértigo, pero mirar al hombre en su dimensión integra es una experiencia rara y mística.
Un abrazo.

Fernando Portillo dijo...

Y lo que te queda, macho; y lo que te queda.

(a menos que en lugar de a Dámaso agarres a Cioran y tu ruta fluvial tome un giro inesperado)

Paula Daiana dijo...

Muy profundas sus palabras... por qué será que a veces uno no sabe que hacer con la tristeza...
Besoss
Pau

Silvi (reikijai) dijo...

Pedro...La foto es preciosa.En algún momento se debe bajar las defensas, derribar las estructuras y arriesgar… No todo podemos controlar; por lo tanto se debe aprender a confiar… La vida es un asombroso y constante fluir, mutable y versátil. Algo que leí y me llego igual que tu escrito… del libro de Poseías de Juan Ramón Jiménez "Y yo sé, yo sé que un día aligeraré mi eterno discurrir; y que seré el andarín sin campanilla, dominador de todo, a gusto,y,a gusto,dominado,hasta encontrarme ya conmigo mismo; choque de pecho con espalda, choque también de cuerpo y alma, de realidad e imagen”…Que tengas un Buen Día… No dejemos de caminar… Besitos. Silvi.

Hernando dijo...

La fotografía no es el Pisuerga a su paso por Valladolid, antes estaba el estadio Zorrilla, si es así, también he tenido un ramalazo de tristeza pero una tristeza de ser consciente del paso del tiempo,de hace unos cuántos años jugando al fútbol con una inocencia infantil y ahora esos terrenos están ocupados por unos grandes almacenes. Pasa el tiempo inexorablemente para todos y ese río cada vez está más cerca de la imensidad que es el mar.

Anónimo dijo...

Sé muy bien de lo que hablas Pedro. Es ésa tristeza que la notas en todo tu cuerpo y te destroza el alma, casi cuesta hasta respirar. Yo creo que así nos sentimos alguna vez todos, unos más a menudo que otros. Besos y abrazos de optimísmo. Isabel.

Gabiprog dijo...

El agua fluye por los vericuetos que encuentra, se filtra y simula jugar al escondite, orillas a su paso, a veces con barro, el barro de la tristeza por donde tan difícil es caminar.
El agua prosigue...

Juan Luis G. dijo...

Hola Pedro.

Llega el calor y pronto apetecerá nadar hasta la otra orilla. ¡Que no se te olvide el bañador!

Un abrazo.

marga dijo...

Que no has comentado el poema como tenías previsto, es un hecho.
Pero comentarlo, vaya si lo has comentado.
Suele ser apasionante ver erguirse el edificio de una razonamiento, ver como se encadenan las ideas, se encajan y se convierten en un ser diferente al esperado y curiosamente, de alguna manera, autónomo.
Habría que preguntar a tus alumnos a donde les ha conducido ese río al que llaman...

Mª Antonia dijo...

Sr. Ojeda:
Cada vez que visito su blog, aprendo algo importante.
Hoy he aprendido que los "profes de literatura" tienen sentimiento como todo el mundo (es broma).
Todo ésto es para decirle que me encanta bañarme en su Acequia.
Gracias por escribir así.

Un abrazo.

Ele Bergón dijo...

A veces la tristeza es tan honda, tan antigua...que al leer la tristeza del otro, te hermana, te conmueve y te emociona.

Creo como otros comentaristas, que esta entrada muy sincera, llena de una gran tristeza poética.

Un abrazo.

Luz

Anónimo dijo...

hay pedro me disculpame el atrevimiento...pero me enacntaria ser participe de alguna de tus clase subirme al duende de tu voz para sentir lo que sientes cuando expresas tu pasion en la clase...o en el verso...o en la literatura...o en un simple parrafo de poesia....
quizas por que le pones todo escencia ..porque te apasiona lo que haces....
el poema hermoso...me enacnto..ya mismo lo voy a eternizar en un cuadreno que cargo siempre,,para anotar todo lo que me gusta que veo por ahi alguna frase ...o algun verso ....
besines mi pedro....y te cuidas..
;)sauvignona

Unknown dijo...

"La ansiedad anudada en la boca del estómago", precisamente ahí es dónde más se siente físicamente. Lo sé, como sé qué es el que una clase se te vaya de las manos aunque no con adultos sino con niños que te miran extrañados y también comprensivos porque algo de cariño te profesan, es cierto.
Si necesitas brazos que te ayuden a remontar el río... aquí estamos.
Cuídate Pedro, cuídate mucho y mira hacia dentro donde está todo, también los manantiales de la alegría que se pierde en los ríos de la vida.
Un abrazo muy fuerte.

pablo miguel simón dijo...

Hay muchas formas de soledad, alguna en concreto nos acompaña entre las multitudes, entre los amigos, incluso en el amor. Al fin, nacemos solos y morimos solos por mucho que nos acompañen. Es fácil empatizar con el poema como lo es contigo, aprecio la altura de Dámaso como poeta y la tuya como persona. Sin embargo, creo que sacudir la tristeza ha de ser una gimnasia diaria y a estos poemas se ha de llegar con el propósito de aspirar su perfume, porque si te metes dentro te machacan.

ebge dijo...

Bueno, pues ¡qué clase la de aquel día!
Yo, como alumno, hace años ya, sí recuerdo alguna clase especial.
Eran otras personas, pero un mismo entusiasmo por impartir saber. Y desde luego la hora que pasé en el aula escuchando al profesor inspirado la guardo como oro en paño en la memoria.

josef dijo...

Bueno... He asistido a una clase. Por una vez no he sido un alumno despistado que se la pierde; ni tampoco el pasivo y he leído y escuchado tus palabras leídas al fluir por el río de la vida y eh comprendido que la tristeza es algo inevitable pero también necesario para hacernos avanzar hacia nuevas claves de la vida. Sé que hay momentos para todos en que nos vence y nos puede pero también nos da una lección, una lección de vida: Somos débiles, más de lo que pensamos cuando nos creemos indestructibles. Te he sentido muy cerca Pedro. Un abrazo!

PIER dijo...

Eres un gran maestro!!
Se que las añoranzas y las penas se meten en nustra alma como un familiar más.. es imposible quitarnosla.. como la soledad !!
Eres bueno muy bueno..
abrazos.

Alimontero dijo...

Qué privilegio tiene los alumnos al estar contigo...los envidio!
NO sé porque hoy siento que el conocimiento y la mente se detuvieron "algo" para descansar, y entonces el corazón y la sabiduría se "aprovecharon" de ese momento...maravilloso Pedro!

Si de algo te sirve, feliz te acompaño!! ;-))

Ali

Francisco O. Campillo dijo...

Hay que tener mucho cuidado con ciertos poetas... ¡qué te voy a contar!
Parecen inofensivos, y a la que te descuidas ya te han sajado.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Muchas veces se nos escapa de las manos el control de nuestras emociones..es tan dificil....saludos

jg riobò dijo...

Todo un reto el enfrentarse a un público día a día. Más que público, alumnos, aprendices.

matrioska_verde dijo...

ya te lo he dicho alguna vez cuando comentas algo de tus clases: ¡que envidia me dan tus alumnos!...

me encantaría estar en ese aula y sumergirme contigo en el río, en la búsqueda del camino para pasar a la otra orilla, aprender a nadar contracorriente... o simplemente flotar, haciéndome la muerta.

biquiños,

begoyrafa dijo...

Seguro que esta clase que nos cuentas no la olvidarán nunca tus afortunados alumnos.
Un abrazo
Rafa

. dijo...

quizás estos ríos sean
fluidos del privilegio
y quizás desde cierto lado
ser lo humano al enseñar
es la lección de lo propio
a lo que espera desde afuera
la orilla agradece las olas
y las olas tienen que llegar