jueves, 23 de abril de 2009

Debate abierto y otro cabrero (Cap. 1.50).


¿Cervantes pensaba, a estas alturas, en una Segunda parte? ¿Diseñaba las líneas generales de lo que sería o sólo se trataba de la expresión de una voluntad? Hace poco nos hacíamos la misma pregunta. Posiblemente, sí se gestaba en su cabeza ya la Segunda parte.

A Cervantes se le había quedado entre las uñas la continuación La Galatea, que prometió varias veces -y que quizá anda disfrazada entre las páginas del Quijote- y, a la hora de redactar las páginas finales de la historia del hidalgo lector, ya se había dado cuenta de su potencial y de todo lo que podía crecer la relación entre don Quijote y Sancho por los caminos de la España de inicios del siglo XVII. Quizá no sabía muy bien qué haría de ellos, pero, como veremos las próximas semanas, nos da apuntes de lo que pretendía.

De hecho, es una de las cuestiones que más resalta en este capítulo, dividido, como es habitual en dos partes.

En la primera, se da final al debate sobre la literatura caballeresca que habían iniciado el canónigo y el cura y en la que, por lógica, terció don Quijote. Es curioso el final del debate propuesto por Cervantes porque no es dogmático, sino abierto, muy actual, en este sentido. Aunque estoy de acuerdo con los estudiosos que proponen que Cervantes era partidario de una teoría realista del arte en la línea de la verosimilitud clasicista aristotélico-horaciana, no dejo de ver en la intervención con la que don Quijote da final al debate una ironía cervantina por la que reconoce no sólo el éxito de la narrativa fantástica -que gusta a todos, como dice el personaje- sino su poder para arrastrar al lector.

Como dije en mi entrada anterior, este diálogo se da entre lectores -el cura, el canónigo, don Quijote-, con perspectivas diferentes en cuanto a lo que debe ser la literatura, pero con algo en común: los tres han disfrutado con la lectura de las novelas caballerescas. Sólo uno, nuestro hidalgo, ha cruzado el límite entre la realidad y la ficción, poniendo en práctica lo leído y confundiendo historia y fantasía en su mente, como cuando niños jugábamos a imitar nuestras lecturas. La extravagancia de don Quijote es que pretende jugar cuando ya es un anciano del que se podría esperar que envejeciera y muriera sin salir de su pueblo. Vemos cómo se nos escapa Cervantes, con una sonrisa: si sus afirmaciones de teoría literaria y la realidad misma de la escritura de esta novela lo atan con entusiasmo a la verosimilitud realista, no deja de proponernos la locura del juego literario como una fórmula de ver el mundo de otra manera para, desde el contraste provocado por la extravagancia del personaje, poder analizar mejor las costumbres de la sociedad y la realidad de la época, además de intervenir en el debate artístico.

La perplejidad del canónigo, como la voluntariosa intervención del cura y el barbero, refleja la otra perspectiva lectora: la de vivir la fantasía y el sueño en casa, sin peligros y dándola por zanjada en cuanto se cierra el volumen leído.

Tiene otra función la intervención de don Quijote y su derivación en la de Sancho defendiendo su capacidad como gobernante (apunte al margen: con qué inteligencia Cervantes desliza una crítica a los señores que delegan la administración de sus tierras abandonándolas para marchar a la Corte). Como hemos dicho, además de recoger hilos argumentales presentes desde el inicio de la novela -la recompensa al fiel escudero es uno de los motivos por los que sale Sancho con su amo-, Cervantes nos propone ya continuidad de la historia de don Quijote.

Todos hemos sentido la angustia de que un libro que nos gusta se acabe: vemos adelgazar la parte del volumen que nos queda por leer y nos da pena que así sea, desearíamos que se alargara, que no terminara nunca. Pedimos que haya una segunda parte. Cervantes también conoce esta sensación y la usa ahora. En esta intervención de don Quijote y en asegurar que premiará a su escudero, se resumen una historia caballeresca que el hidalgo lleva en la cabeza como si hubiera pensado en escribirla, la del Caballero del Lago y se anticipan algunas de las claves de continuación en la Segunda parte: la cueva de Montesinos y el gobierno de la ínsula de Barataria. El Quijote no puede terminarse sin que el hidalgo cumpla su promesa a Sancho.

Además, cuando creíamos que tocaba recoger todo para cerrar la novela, vuelve a sorprendernos, como si no fuera consciente de las pocas páginas que quedan para terminarla, y nos pone ante una situación que ya conocemos: la aparición de un nuevo personaje -un cabrero-, que nos va a contar su historia.

Quizá la vista nos engañe y no queden tan pocas páginas como parece.

Lo veremos el próximo jueves, en el capítulo LI.

Feliz Día del libro.

31 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Comentario al capítulo L, publicado en http://laacequia.blogspot.com/

De las discretas altercaciones que don Quijote y el canónigo tuvieron, con otros sucesos

El título nos indica que, en este capítulo, encontraremos altercaciones, disputas sí, pero “discretas”, moderadas, no llegará la sangre al río. Pasaremos de los siete castillos de las siete hadas a la regañina cariñosa a…una cabra. ¡Barroco contraste!

El canónigo dijo que las historias de los libros de caballerías son mentira y don Quijote está escandalizado. Si están impresos con licencia real, gustan a todos y dan todos los detalles con apariencia de verdad. ¿Cómo van a ser mentira? Que no diga blasfemias el señor canónigo…

Para Don Quijote no hay mayor contento que leerlas y, para convencernos, nos mete de cabeza en lo que podría ser un comienzo “estándar” de una novela de caballerías cualquiera.

Una tristísima voz exhorta al caballero protagonista, si quiere ser digno de ver las maravillas de los siete castillos, de las siete hadas. Debe arrojarse a un terrible lago de pez hirviendo, con espantables bichos. El valiente se zambulle en tan calentitas y repugnantes aguas y, sin saber cómo, se encuentra en unos campos floridos. Sol luciente, cielo transparente, árboles frondosos, limpísimas aguas…todo como recién salido de una égloga de Garcilaso. Tras tanta belleza natural, la belleza artificiosa de una barroca fuente y entramos en un castillo de cuento. Oro, diamantes, perlas y, como no, doncellas, muchas doncellas. Una de ellas toma al caballero, le hace desnudar, lo baña, le da ungüentos, lo viste con finísima camisa…menudo sueño erótico, don Miguel. Música, comida, la más hermosa declara que está encantada…

Hasta aquí llegamos, que don Quijote no quiere alargarse más, se lea donde se lea cualquier historia de éstas ha de gustar y maravillar. Y lea, lea, señor canónigo, menudo antidepresivo, desde que lo probé, ya me ve usted, soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés y no tengo abuela. Aunque me hayan enjaulado, seré rey y daré un condado a mi escudero, que bien se lo merece.

Un abrazo para Pedro y todos los que visitan "La acequia".

SEGUIRÉ CON EL CONDADO DE SANCHO Y LA CABRA MANCHADA ...
La primera, lo hice, lo hice.
¡Qué es lo que miras tan asombrado?

pancho dijo...

CAPÍTULO L

DQ disiente de la opinión del canónigo de que los Libros de Caballería sean disparatados y faltos a la verdad. Tienen licencia real, han sido aprobados por las autoridades competentes y son leídos y celebrados por gentes de toda condición. Remata el hidalgo afirmando que tanta gente notable no puede estar equivocada a la vez. Un tanto enfadado, le pide al clérigo que antes de criticar lea los libros – no olvidemos que él mismo ha afirmado que no ha terminado ninguno - . Le viene a decir que no tiene derecho a criticar sin antes haber leído las obras que tanto detesta y critica.

A continuación DQ echa mano de toda su capacidad oratoria y con unas largas, retóricas y ampulosas interrogaciones que son capaces de dejarnos sin respiración a los lectores, se pregunta si puede haber mayor compensación y satisfacción que la del caballero que se lanza a un lago de pez hirviente, lleno de animales espantables; por debajo de la negrura obtiene como recompensa el goce de un campo que para sí quisiera el mismo Eliseo, el parisino. Un Locus Amoenus cuyos campos están floridos; los árboles, florida floresta; los pajarillos, pintados e infinitos; los arroyos, de agua fresca; las fuentes, de mármol y jaspe; las casas blancas, adornadas de conchas y cristal esmeralda; el castillo, de murallas de oro macizo: las almenas , de diamantes… En fin, que las riveras del Arlanzón se quedan pequeñas ante la belleza que se ofrece al caballero que se arriesgó a lanzarse a las “negreruras” sin reparar en peligros.

Cuando ya andábamos los “leyentes” en el más allá de tanto lujo y belleza, de un repentino e inesperado tirón nos pone los pies en el suelo de los mortales al “quedarse el caballero recostado sobre la silla, y quizá mondándose los dientes, como es costumbre” dejándonos con la miel en los labios, rodeados de doncellas deseosas de servirte a la menor orden y más leve insinuación: no sólo de árboles, fuentes y arroyos de aguas cristalinas va a vivir el Caballero Andante.

Le repite DQ, al prelado de alto rango, que lea los libros que critica para desterrar la melancolía y mejorar la salud si sufre achaques. Aunque él se encuentre metido en una jaula por loco; a poco que el cielo le ayude y no le sea esquiva la fortuna podrá ser emperador para ofrecerle a su escudero el condado que le tiene prometido. DQ aduce que los pobres tienen pocas posibilidades de mostrar gratitud; el agradecimiento sin obras vale de poco. Qué S se nos muestra aquí en esta sentencia el hidalgo. Qué razón tiene, pero qué materialista suena así tan crudamente enunciado.

S, con las antenas puestas, al oír que su amo duda de su capacidad para gobernar le dice que no se preocupe. Ya se encargará él de alquilar a alguien que lo haga. Mientras tanto él, a vivir de las rentas (clara referencia a los reyes que delegaban las cuestiones de estado en sus validos). A la sugerencia del canónigo de que para administrar justicia no sirve su escapatoria; ha de ser el Señor en primera persona quien la administre, siempre con el sentido común como referencia, le responde S que él no se considera menos que nadie: si alguien es capaz de gobernar, él también lo será.

El Canónigo se queda pasmado por la locura y necedad de ambos. En este momento aparecen los criados con la acémila del repuesto, sirviendo de transición para lo que va a suceder. Extienden un berrendo y comen todos a la sombra de unos árboles. El agradable sonido de una esquila de la cabra Manchada y la curiosa manera de hablarle el cabrero, como si fuera una persona, les priva de la siesta que todos estaban deseando después del paso lento, a ritmo de buey, del camino. A todos menos a S, que celoso porque vinieran un cabrero y su cabra guía a restarle protagonismo, se retira a seguir comiendo, echarse una buena siesta y a rumiar las buenas que le ha prometido su amo.

Hernando dijo...

Por lo que se ve y por los largos comentarios antes dichos, este capítulo ha gustado.
Veo una gran carga erotismo en este capítulo muy bien dicha por Abejita de la Vega, veo también los antecedentes de lo que se ha llamado "realismo mágico" pero a mi me llama la atención que no acabe Cervantes de contarnos el final, corta como un buen cirujano por lo sano y entiendo que hay dos motivos uno para que nosotros imaginemos el resto o por la dichosa censura pues entiendo que la gran velada del Caballero del Lago no puede acabar así.
Por un lado el Quijote tiene a un cura y a un canónigo que le están escuchando y no termina el relato por temor a una reprimenda y por otro Cervantes no quiere dar trabaj a la censura.
Con la venia de Cervantes y estando un poco loco voy a intentar acabar lo que Cervantes no quiso.
Con tanto líquido del dios Baco y con la música que quien tocaba pareciera que hiciera hablar a los instrumentos musicales, ésta hermosa doncella le llevó como encantado por unas escalas a los aposentos de la doncella del castillo,extremadamente hermosa, la mujer más bella jamás vista,yacía en su cama igual que como vino al mundo, tenía por única prenda una alhaja de oro macizo, con incunstraciones de diamantes y rubíes. Juntos se entregaron,retozaron y unieron alma y cuerpo con fuerte ímpetu toda la noche.Al alba en toda la ínsula se oyó un fuerte grito más fuerte que un trueno. Todos los lugareños se despertaron bien alegres pues sabían que su señora había tenido gran gozo y contento.

MAMEN ANZUÉ... dijo...

Yo siempre me quedo con las primeras partes, siempre son las genuínas, jejejejee;)

TE DEJO UN BESO DE JUEVESSSSS, CORAZÓNNN¡¡¡

Merche Pallarés dijo...

¡Qué capítulo tan lleno de hipérboles y metáforas para defender los libros de caballería! Jesús, María y José... Lo de “Tú caballero, quienquiera que seas, que el temeroso lago estás mirando, si quieres alcanzar el bien que debajo de estas negras aguas se encubre, muestra tu valor de tu fuerte pecho y arrójate en mitad de su negro y encendido licor” porque si no lo hace no verá las “altas maravillas que en sí encierran y contienen los siete castillos de las siete fadas que debajo de esta negrura yacen” me ha dejado sin habla...

Bueno, la verdad es que casi todo este capítulo me ha dejado traspuesta con tanto lago, pajarillos, fuentes de jaspe, murallas de macizo oro, almenas de diamantes, puertas de jacintos para, que al final llevarle al atrevido caballero “que se arrojó en el ferviente lago..., sin hablarle palabra... y hacerle desnudar como su madre le parió, y bañarle con templadas aguas, y luego untarle todo con olorosos ungüentos y vestirle una camisa de cendal delgadísimo, toda olorosa y perfumada, y acudir otra doncella y echarle un mantón sobre los hombros, que por lo menos menos, dicen que suele valer una ciudad, y aún más?” (Jesús, Jesús...)

Luego sigue el caballero lavándose las manos con agua de “ámbar y de olorosas flores destiladas” y sentado sobre “una silla de márfil”.
Tambien despues de comer lo encontramos “recostado sobre la silla, y quizá mondándose los dientes...”

Me alegré cuando al final “vieron salir de entre aquellas malezas una hermosa cabra, toda la piel manchada de negro, blanco y pardo” y el cabrero que “asiéndola de los cuernos, como si fuera capaz de discurso y entendimiento” le dice “¡Ah, cerrera, cerrera, Manchada, Manchada, y cómo andáis vos estos dias de pie cojo!” (excusa para arremeter contra las mujeres, una vez más...) “¡qué puede ser sino que sois hembra y no podéis estar sosegada, que mal haya vuestra condición y la de todas aquellas a quien imitáis!” y el canónigo lo borda con “que pues ella es hembra, como vos decís, ha de seguir su natural instinto” (vaya, vaya...).

Hay una frase que dice el cura que me ha gustado mucho, mira por donde... “sé de experiencia que los montes crían letrados y las cabañas de los pastores encierran filósofos”.

Termina el capítulo con la cabra recostada al lado del cabrero “... y mirándole al rostro daba a entender que estaba atenta a lo que el cabrero iba diciendo...” (si ésto no es un conato de zoofília...)

Seguiremos con el LI y el discurso del cabrero.... Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

He publicado mi comentario sin leer los anteriores de ABEJITA, PANCHO y HERNANDO. Lo he hecho ahora y me admiro lo ¡hachas que sois todos! Me ha gustado mucho el final moderno que HERNANDO le ha dado al capítulo. Genial. Besotes a todos, M.

Abejita de la Vega dijo...

¡Estupendo el de Merche!
Lo de la zoofilia,también lo había pensado yo. Este pastor habla a la cabra de una manera...
Besos

Merche Pallarés dijo...

Es que ABEJITA, yo encuentro El Quijote MUY pornográfico...que quieres que te diga... Besotes, M.

Gabiprog dijo...

Segundas partes, pensadas o deseadas.
Planificadas o fruto de finales inspiraciones...
Lectores y creadores regateando la verdad.

Seguro que muchas historias al respecto.

Buen fin de semana.

Martine dijo...

...Todos hemos sentido la angustia de que un libro que nos gusta se acabe: vemos adelgazar la parte del volumen que nos queda por leer y nos da pena que así sea...

Comparto absolutamente tu reflexión, Pedro, en este caso, pero, tenemos una segunda parte..

Besos, muchos..

pancho dijo...

Fotocopié la entrada para leerla con calma; me entero mejor si leo las cosas impresas en papel y el ordenador está muy solicitado en casa. Obra de un maestro. Esta vez estoy de acuerdo con Merche en lo referente a las inclinaciones del cabrero: es que la sierra es muy dura...

matrioska_verde dijo...

he disfrutado mucho de estos dos últimos capítulos... me ha gustado mucho la disertación de d. quijote para argumentar sus teorías enumerando todos esos datos que dan prueba también de su saber.

biquiños,

p.d.: si tengo tiempo esta noche publico tu foto con mi texto, sino mañana.

Antonio Aguilera dijo...

Jajaja, entro rièndome del final del comentario de Merche, luego Abejita le acompaña en la idea.
Pues yo no me habìa percatado del tema....es que las mujeres sois muy intuitivas.....lo del sexto sentido serà.

Imprimo, como Pancho en folio, y luego seguirè leyendo, recostado como la cabra.

Esta tarde noche colgarè mi aportaciòn. Chao chicos

Merche Pallarés dijo...

Ah, Pedrito, te veo MUY desmejorado en la foto... ¿Estás bien, mi querido? ¡Cuidate! no te olvides... La salud es lo más importante. No te desgastes y canses demasiado que no vale la pena, que te queremos igual. Muchos besotes, M.

Señor De la Vega dijo...

Gracias Señor Ojeda por la introducción tan didáctica y aclaratoria, este capítulo gusta sin duda, pues me parece como bien dice usted, está escrito para complacer al lector de todo tipo.
Los compañeros, ya han comentado por activa y pasiva el texto, con grandísimo acierto y compartidas conclusiones. Y solo dentro del surrealismo giraré la tuerca preguntándome:
¿Con qué objetivo escribiría yo en el siglo XXI, lo que escribió Cervantes en el siglo XVII, si yo no fuese él, pero sí, la transfiguración escribiente de la cabra Manchada (1)?
Pues bien, enumero algunas razones:

Primero para demostrar que sé escribir, en forma y fondo... y que merece mi libro más secuelas, y además con toda chulería, pues no me conformo con hacer referencia al género caballeresco, ya que en el 2009 , muy pocos han leído libros de Caballería, y debo resumirlo con un explicito ejemplo, cargado de barroquismo, rococó y derroche, en materiales preciosos, manjares y señoras (¡jopetas! no hemos cambiado), que sólo de lo bien escrito que está, no empalaga, sino al contrario, nos muestra el dulce para después guardarlo.
No pienso en las censuras, ya que no es pornográfico Cervantes, o no poco, pues él golpea en nuestros postigos la aldaba y se encargan los lectores de encajar bien la falleba, y con tal calentura, que lo mismo da, con cabra que con sacerdotisa encastillada, es decir lo que tengamos más a mano, que a este punto ya seguimos al pastor por la traílla y aun balamos(2).

De paso y segundo, en mi argumento filo-literario, sugeriría de nuevo a los actuales teólogos, que el cielo imaginado por moros y cristianos, se asemeja al de los maravillosos beneficios de la caballería (como bien queda descrito), y que la fe consigue de un aguerrido caballero, en teoría bien cuerdo, que se tire a un lago de pez y bestias, siguiendo una voz de dama, para encontrar en su creencia el paraíso. Libros, sí, el Corán la Biblia y Amadís, que no los leen los sabios por ser sabios, sino en la creencia de que algo o todo, a pesar de lo imposible, es cierto, para en su futuro beneficio, beneficiárselo. (Creyentes, pero no tontos).

Tercera razón, para romper definitivamente clases y estamentos, pues filósofos todos, y sino al tiempo. ¿o no son los razonamientos de Sancho irrefutables?, o no demuestra ser el cabrero con cabra, un ejemplo en vida de la escuela 'Socrática', pues hablando con el animal(4) en si mismo, entre preguntas él buscaba las respuestas, que por su puesto no le confirmó Manchada (inteligente), sino el'manchista'(5) Canónigo.
Dejaría aquí (como Cervantes) muy claro, lo que piensa la Conferencia Episcopal de antaño y los cabreros: la mujer mala, origen de pecados y sucios deseos. Los que practiquen zoofilia, serán buenos, mientras no se llame matrimonio ni forniquen con otros machos, ni se haga contranatura. Es decir, Cervantes pone a cada cual en su sitio, cada cabra con su pareja. Bien diferente como imagina a las doncellas Don Quijote, siempre gozosas, encantadoras o encantadas y dispuestas a echar el mejor ungüento, sobre la espada, perdón espalda.

Cuarta razón, crear el más cuerdo personaje del Quijote, 'la cabrita Manchada', porque pensaría Cervantes, que para ser también fábula le falta a su cuento, aún más humanizadas bestias, que aquellos escritores, curas, barberos o nobles que la pueblan, y en esto que llegó la pura cabra, que aunque sea verdad que no dice palabra, las piensa. Y sobre todo calla mientras observa, cualidad que la eleva al más sabio grupo de todos. Y para glorificar la cabra, santifica el autor al cabrero, con la bendición del cura y el canónigo. ¡¿Quién da más?!.

Pues sí, yo doy más, porque la Quinta razón oculta, y origen de Manchada en la reunión, no es que represente a la mujer, que también(6) para que no falte, es que representa a Cervantes y al Quijote(7). Ya que a este punto de la obra, cualquiera que escribiese el texto que él escribe, se sentiría como la cabra subida sobre la silla y vaso del gitano mientras este toca la trompeta (8).
Y tan cómodo se siente, el escritor, que todo vale en la narración, porque este libro que estaría escribiendo lo encaja con holgura y no sorprende nada: estilos, personajes, historias, realidad, ficción, ovnis, cualquier cosa vale, si esa cosa añade risa, imaginación, profundidad, sabiduría o puro placer de parirla y escribirla, eso sí, con excelente pluma e incisiva visión del mundo, del cabrito de Lepanto.
Mientras la cabra en tanto, somos todos: (1)(2)(3)(4)(5)(6)(7)(8).
Suyo, Z+-----

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

En este capitulo no puedo dar opinión: sino simplemente callar, y aprender de tu sabia interpretación, amigo Pedro.

Un abrazo y feliz fin de semana.

Merche Pallarés dijo...

Ay, SR. DE LA VEGA, me ha dejado, su análisis, verdaderamente turulata. ¡Qué poder de meterse en la piel de Cervantes! ¡De sumergirse en su subconsciente analizando sus intenciones capriles y caballistas! Me ha encantado, particularmente su "mejor echar el ungüento sobre su espada, perdón espalda" lo que confirma mi teoría de que nuestro Quijo era una novela super porno para su época... Por lo menos yo ya me estoy poniendo a cien... y, mira, que eso es ya difícil a mis años... pero me pone. ¡Qué le vamos a hacer! Besotes, M.

Abejita de la Vega dijo...

Capítulo L
Sancho y su vocación de valido
Sancho pone un oído de oidor ¿Un condado? ¡Por fin hablan de lo suyo! Que trabaje su señor y le dé el condado, que él se siente muy capaz de gobernarlo. Y cuando no lo sea, él lo sabe, siempre podrá dejar sus estados en arrendamiento y a “a pierna tendida”, gozando de la renta. No olvidemos que cuando se escribe ésto, el rey es Felipe III, aquel que “aficionado al teatro, a la pintura y, sobre todo, a la caza, delegó los asuntos de gobierno en manos de su valido, el duque de Lerma, el cual, a su vez, delegó en su valido personal Rodrigo Calderón”. ¡Reina en España el valido del valido!
El canónigo le advierte que podrá hacer eso con la renta, pero no con la administración de justicia, para lo que es preciso habilidad y buena disposición. Sancho no sabe de esas filosofías y expone la suya. Que lo pongan en sus manos, él contento y ya veremos…
Don Quijote obvia la burrería de su escudero, así lo hizo Amadís y su ejemplo basta. El canónigo queda tan admirado como desconcertado. ¡Hay que ver qué disparates los del amo y los del criado! ¡Pero cómo nos ha pintado la aventura del Caballero del Lago!
Seguiremos con la cabra y el cariñoso cabrero.
Un saludo para Pedro y todos los que nos visitan.

Antonio Aguilera dijo...

Hola Pedro:
Ya acabamos de publicar el capitulo correspondiente a esta semana de D. Quijote, Ojito echo una mano montando el enlace con el diálogo entre los cabreros, (padre e hijo).

Un revulsivo saludo de Ojito y un servidor.

Silvi (reikijai) dijo...

Pedro,creo que no queda nada para agregar,todo fue dicho.Brillante tu interpretación.Besitos.Silvi.

impersonem dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
impersonem dijo...

El principio del capítulo creo que no está exento de ironía sobre todo lo que nos creemos, incluso lo más absurdo, por estar así contado en los libros y haber pasado a la cultura popular como cierto. No sé si también podrían incluirse los libros sobre los que no sólo se edifica una mitología increíble, sino también sobre los que se edifican muchos dogmas. Creo que es una llamada de atención para pasar por el tamiz de la razón el grueso de todas las historias e historietas.

Después creo que el capítulo nos muestra la postura y roles sociales de cada uno de los personajes que intervienen en la conversación a través de sus argumentos.

Por último creo que hay una cierta sugerencia o análisis sobre el comportamiento de los animales: instinto o algo más... pues el comportamiento de la cabra, en este caso, parecía obedecer a una cierta comprensión del lenguaje del Cabrero... ¡y es que tal vez los animales nos entiendan y nos respondan dependiendo del trato que les demos!, creo pues que el Cabrero trataba muy bien a la cabra a juzgar por el comportamiento de ésta, echada y tranquila junto a él.

También veo que el Cabrero defiende a las gentes del campo, intentando transmitir que no son tan brutas como se dice y que algunos tienen buen entendimiento de lo que han de ser las cosas, recibiendo una acotación del cura a su argumento que me parece irónica y cargada de prejuicios.

Veo también a un Don Quijote que, a pesar de sus "locas ideas y creencias caballerescas", está abierto al diálogo con los demás y es el primero que muestra su interés por la historia del Cabrero. ¡Don Quijote estará loco pero escucha!...y razona como el que más y como el que mejor sus creencias. Me parece a mí.

Y Sancho... pues a su rollo, más pendiente de alimentar su cuerpo que su espíritu... Creo.

Abrazos.

Abejita de la Vega dijo...

Comentario al capítulo L del Quijote (primera parte).

Una cabra pendona y un cabrero muy tierno, pero misógino él.

Regresan los criados del canónigo con la acémila del repuesto y se ponen a comer sobre la hierba. Entre la maleza suena una esquila y aparece una cabra, tras ella un cabrero dando voces. El bicho se detiene ante los comensales, llega el cabrero, la agarra de los cuernos, hasta aquí lo normal; pero, a continuación, el perseguidor se dirige a la fugitiva “como si fuera capaz de discurso y entendimiento”. A todos hace gracia y a todos sorprende el tono de cariñosa reprimenda que el pastor emplea para dirigirse al animal. Parece que está hablando a una mujer… Manchada es hija, es hermosa y es amiga. La pobre cabra no puede remediarlo, no es que la espanten los lobos, no, es su condición de hembra lo que la lleva irremediablemente a no poder estar sosegada, a ser arisca y desagradecida. Misóginamente exclama: ¡mal haya vuestra condición, y la de todas aquellas a quien imitáis! ¡Qué le pasa a este hombre con las mujeres? Pronto lo sabremos…

Al canónigo le causa especial contento esta escena y, con mucha guasa, le pide que se calme y no meta prisa al bichillo, que como hembra ha de seguir su instinto natural. Le ofrece un bocado de carne, animándole a comer, beber, templar la cólera y descansar. El cabrero quiere explicarse, él no es un hombre simple, él distingue perfectamente el trato con las bestias del trato con los hombres y quiere acreditar como verdad lo que, irónicamente, ha dicho el cura acerca de los montes que crían letrados. Nos va a contar su historia, lo cual no nos sorprende a estas alturas del Quijote. ¿Cuántas historias nos ha contado ya este escritor, partero de miles de historias?

Don Quijote ve lo suyo en todas partes, en este caso ve “un no sé qué de sombra de aventura de caballería”. Oirá de buena gana la historia del cabrero y aprovecha Cervantes para animar a sus lectores: “amigos de curiosas novedades que suspendan, alegren y entretengan los sentidos”.

Sancho se va al arroyo con su empanada de conejo, que no siempre se dispone de comida en este oficio caballeresco…ya lo dice su señor.

Don Quijote ya ha alimentado su cuerpo, ahora alimentará su alma con el cuento de este buen hombre.

El canónigo está de acuerdo en eso del alma, “nihil obstat”, y anima al cabrero a que comience.
El cabrero da dos palmadas a la cabra que tranquilamente se recuesta junto a él y le mira. Te estoy escuchando, parece decir. La cabra cerrera parece ahora un perrito faldero. Me recuerda a uno que tengo a mis pies.
Un saludo para Pedro y todos los que nos visitan

Antonio Aguilera dijo...

Incluyes una idea, que me llama mucho la atenciòn, en tu comentario de hoy. Una situaciòn particular de don Quijote que nos lleva a tomarle cariño:"La extravagancia de don Quijote es que pretende jugar cuando ya es un anciano del que se podría esperar que envejeciera y muriera sin salir de su pueblo".

En cierta medida don Quijote es un alter ego de Cervantes.
Personalmente pienso que don Miguel se sentìa identificado en muchìsimas ocasiones con su personaje.
Los dos son unos fracasados de la vida, pero con un corazòn muy noble.
Cervantes serìa algo mayor que el de la Triste Figura, no creo que sea casual la elecciòn de un personaje "maduro"; y la incongruencia que representa un cincuentòn jugando a batallitas....como la chiquillerìa.

Por esto y por su nobleza de espìritu, este personaje serà para siempre NUESTRO SANTO SR. DON QUIJOTE DE LA MANCHA: elevado a los altares por todos los letraheridos que en el mundo somos, AMEN.

Merche Pallarés dijo...

¡Chapeu y Olé! ANTONIO AGUILERA. Besotes, M.

marga dijo...

- El placer de la lectura: Leo bueno fascinada, el párrafo en el que Don Quijote pasea su alma por maravillosos escenarios y va dando placer a todos los sentidos, mmmm como huele, como sabe, como se oye mmm
Y me pregunto si este texto no serviría para animar a la lectura a los niños, a los por-llegara a los libros. Ese párrafo demuestra que un libro es una ventana a cualquier lugar, a cualquier época, a cualquier sentimiento, ¿que agencia de viajes podría ofrecernos algo así?
- Vaya, vaya, nuestro buen amigo Sancho Panza ya conoce el arte de la subcontrata para eximir responsabilidades y aspira a la apacible vida del rentista, jeje
- Más que puede ser sino que sois hembra y no podéis estar sosegada?????
- Sancho: es menester llenar la andorga o la alforja por lo que pueda acontecer, sabio consejo que sigo a rajatabla.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Totalmente de acuerdo, la existencia de unasegunda parte es la que me hace no abandonar este mundillo del blog. Un saludo

Teresa dijo...

¿Cómo verían los críticos a las novelas de caballerías las actuales novelas fantásticas que tanto calado tienen, como Harry Potter, el Señor de los anillos, La Guerra de las Galaxias?.

La transformación del realismo a la fantasía es demoledora. (Perdona si reitero este comentario), pero es lo mismo que sucedió con la pintura, el realismo a su antónimo.

Si no se hubiera existido una revolución en las ideas, Alicia jamás habría cruzado el espejo.

(Yo no lo veo lascivo, será porque imagino que el pastor cree que la cabra es su amada pero en el sentido romántico y que está encantada. Habrá que seguir leyendo)

.."y si el hombre no va harto, o bien proveídas las alforjas, allí se podrá quedar, como muchas veces se queda, hecho carne momia" qué cómico es Sancho.

Juan Luis G. dijo...

Me encantó la historia del Caballero del Lago. No sé si fue por el momento en que la leí, pero ciertamente me pareció muy sugerente.

Myriam dijo...

Brevemente diré, porque ya ha sido dicho todo, que me encantó este capítulo que va en curva galopante desde lo idealizado de la historia del caballero del lago a la incipiente historia del rústico cabrero.

Está lleno de erotismo sí, como lo está todo el libro del Quijote, pero no estoy de acuerdo con MERCHE en que podamos hablar de pornografia. Erotismo y pornografía son dos cosas muy diferentes.

Me gusto muchísimo la insistencia de DQ en lo saludables que son los libros de caballería para "desterrar la melancolía" y "mejorar la condición si acaso la tuviera mala" y que, gracias a ello, él se ha vuelto "valiente, comedido, liberal," etc.... Toda una sabia reafirmación en su locura.

Un abrazo

Asun dijo...

Me ha gustado en tu entrada lo que dices de que DQ ha cruzado el límite entre la fantasía y la realidad como cuando de niños jugamos a imitar nuestras lecturas, y es que haciendo honor a Sancho y a su refranero, “De niños y locos todos tenemos un poco”.

Respecto del capítulo, a mi como a MYR también me ha gustado lo de que desde que es caballero andante se ha vuelto "valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos"

Ya estoy en la recta final de la primera parte.

Un beso