jueves, 5 de marzo de 2009

Una doncella y dos semidoncellas: celosías y agujeros (Cap. 1.43).


Continúa lo anunciado al final del capítulo anterior: el mozo de mulas que tan bien canta es, en realidad, el hijo de un caballero aragonés enamorado de Clara, la hija del oidor, y que, al enterarse de su marcha, la ha seguido así disfrazado. La hermosa quinceañera lo confiesa a la inteligente y seductora Dorotea, que le promete -y ya la conocemos- solucionar el enredo con bien.

Esta historia, cuyo desenlace queda aplazado, es una nueva propuesta de tratamiento literario del amor, como ya hemos visto que es gran parte de la novela. Por otro lado, es una de las historias intercaladas mejor traídas y con más naturalidad desarrolladas y solucionadas dentro del conjunto de la Primera parte del Quijote. Nos sitúa ante el amor adolescente: ambos protagonistas lo son, ambos dependen de sus padres y ambos, como tales, son incapaces de buscar una solución adecuada a la expresión amorosa, así que su historia, hasta el momento, es la de una relación de ventanas, lienzos y celosías, puesto que ninguno de los dos está lo suficientemente experimentado en las artes amatorias.

Son significativas algunas de las cosas que dice Clara: ella está, como era práctica habitual en las mujeres de clase alta de la época, prácticamente encerrada en los muros de su casa, así que no puede saber dónde pudo verla el joven estudiante. Pero bastó que él hiciera algunos gestos en la ventana para que ella se enamorara, levantara lienzo y celosía y se mostrara a cara descubierta: lo que demuestra que no es el encierro la mejor opción para curar la adolescencia. Ni el estudiante ni Clara saben cómo solucionar su problema.

Observemos que, poco antes, en la historia del cautivo, se había indicado prácticamente lo mismo para Zoraida, también asomada a la ventana pero más decidida puesto que le guían las apariciones de la Virgen, así que Cervantes nos presenta de forma literaria las dificultades para establecer una relación entre jóvenes en aquella época: cruce de literatura y vida, por supuesto.

Cervantes, como es habitual en el libro, corta el relato y nos devuelve a don Quijote, que vela, armado y montado en Rocinante, la venta que imagina castillo mientras se acuerda de su Dulcinea a la manera caballeresca.

Frente a la inocencia de Clara, nos sitúa ahora ante dos frescas jóvenes semidoncellas (la una por virgen que actúa como criada y la otra por criada que bromea como doncella), la hija del ventero y la inestimable Maritornes, que ya han dado muestras de no andarse con tanto remilgo. Desde un agujero, hablan con don Quijote, que se imagina de nuevo solicitado por la joven y Maritornes le pide, en un descenso brutal desde la ingenuidad del relato de Clara y lo idílico del monólogo del hidalgo, a la alusión sexual explícita:

-Sola una de vuestras hermosas manos -dijo Maritornes-, por poder deshogar con ella el gran deseo que a este agujero la ha traído, tan a peligro de su honor que si su señor padre la hubiera sentido, la menor tajada della fuera la oreja.

No se hace mucho de rogar don Quijote a pesar de tanta memoria de Dulcinea y ya sabemos cómo termina, embromado por las dos mujeres: amarrado el brazo y colgando a unos centímetros del suelo sin poder pisarlo, imaginándose encantado y manteniendo una conversación absurda con unos viajeros que llegan a la venta y terminan de despertar a quien no lo estuviera ya.

Excelente capítulo, en el que se juega a todo tipo de contrastes con la historia del cautivo, la forma de amar según condición y edad y el tratamiento literario de estas cuestiones tan presentes en la vida.

Veremos el próximo jueves qué quieren los que llegan y si don Quijote sigue colgado al fresco, al comentar el capítulo XLIV.

53 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Bueno voy a ser la ¡primera! Veo que lo has posteado muy temprano hoy... Este capítulo me ha parecido en partes que NO estaba escrito por Cervantes sino por Francisco Rico... Sí, muy bonito el relato de los amores adolescentes con celosías de por medio y señales de mano sobre mano... El mozo de mulas no es tal sino "señor de lugares" (o sea, buen partido) luego Clara muy cuca, cuando ambos padres estaban ausentes alzaba un poco el lienzo o celosía y le dejaba ver toda, con lo cual el "mozo" "hacía tanta fiesta, que daba señales de volverse loco" (me imagino...). En este capítulo hay TANTAS frases que no sé cuales escoger. Creo que seguiré mañana. Besotes y buenas noches, M.

Anónimo dijo...

Veo por una parte el amor caballereco de Don Quijote, pero por otro lado Cervantes nos relata una auténtica "alborada" dos enamorados él con su música, Clara solamente con oír sus cantos sabe que es su enamorado que la sigue dónde ella va, aturdida se despierta, sus canciones la peturban no ha habido ni una palabra, sólo gestos y se saben enamorados, todo ocurre cuando despunta el alba en ese momento que no es de noche ni de día, y nuestro Don Quijote hace lo mismo recuerda a su dulce y sin par Dulcinea, hay un paralelismo entre las dos historias de amor una caballeresca y la otra me atrevería decir que es amor cortés. Al final del capítulo unos llegan y nuestro protagonista colgado por las travesuras de Dorotea y Maritornes, veremos qué ocurre.

MAMEN ANZUÉ... dijo...

Curiosa esta forma de diferenciar los amores adolescentes de los ya adultos y experimentados¡¡¡;).. Con ese pedazo de lápiz, acaso quieres escribir la 2ªparte de Quijote???jejejjejee;)

BESOOSSSSS HERMOSOOOO¡¡¡¡

matrioska_verde dijo...

Buenas noches Pedro... estoy con Mamen ¿Vas a escribir una 2ª parte?... je je je... como siempre tu foto muy divertida.

Voy a leer ahora el capítulo mientras que espero para tender la colada. Esta mañana todavía leí el de la semana pasada.

He dejado una entradita en mi blog con mi versión adaptada de la escena de los molinos de viento del capítulo VIII, espero que te guste.

Bicos y buenas noches.

Anónimo dijo...

Me has recordado con el Mozo de Mulas a Antonio Jose.

JOSE: Sinfonia castellana /
/ El mozo de mulas (Suite)

The promising young composer Antonio José Martínez Palacios, known in musical circles simply as Antonio José, was executed, a victim of the Spanish Civil War, in the same year as Federico García Lorca. Rooted in the folk songs and rhythms of the composer’s native Burgos, Antonio José’s compositions reveal a talent for refined orchestration and a taste for colour and atmosphere characteristic of French impressionism. The evocative Sinfonía castellana, written in a lyrical, late-Romantic idiom with touches of Debussy, uses traditional Burgos folk-songs to create a distinctive and personal style without recourse to purely literal quotation.

pancho dijo...

A pesar de acostarse tarde, muchos acontecimientos aún quedaban por suceder aquella noche en la venta, los cuales habrá que añadir a los ya narrados del lacrimógeno encuentro de los dos hermanos leoneses. El de un DQ, colgado de una muñeca traicionado por su fiel Rocinante - no hay sociedad que se libre de su judas - de los más hilarantes de la novela.

Desde el comienzo C juega con la esperanza (una de las virtudes teologales): El marinero del amor se ve abocado a la desesperación al faltarle la misma. Paralelamente el exceso de esperanza lleva al tormento; como DQ al final, que ansioso porque su cuerpo pese sobre el suelo se provoca un aumento de dolor físico escasamente soportable.

Canta el marinero del amor, navegante sin esperanza de que su amada se percate del amor que le procesa. Persigue a una bella mujer sin saber el rumbo ni dirección. Se enfrenta a dificultades y prejuicios terrenales que impiden el mutuo acercamiento, tanto que cree que morirá si sigue el encubrimiento. Clara tiembla como aquejada de fiebres, cada vez que escucha al mozo de mulas que resulta ser su vecino noble, hijo único de padre cortesano, estudiante y poeta. Abandona su casa al enterarse de que el Oidor marcha a Sevilla, siguiendo a su hija de la que está enamorado. La chica se muestra confusa, pues comprende que el desnivel de clase social entre ambos hará imposible la relación, tampoco comprende que con 16 años escasos (los cumplirá por S. Miguel) se hayan enamorado tan perdidamente.

Dorotea, que la escucha, se sonríe y se presta a intentar llevar a buen fin el asunto, como experta en superar barreras y desniveles sociales. Hará las veces de la madre que a Clara le falta desde que nació.

Cerca ya del alba, la hija de los venteros y Maritornes, que no dormían, deciden gastarle una broma a DQ que estaba de guardia a caballo. Las dos semidoncellas escuchan y observan desde la boca del pajar, cómo DQ se dirige a D, dotándola de toda la gama de cualidades habidas y por haber: “estremo de toda hermosura, fin y remate de la discreción, archivo del mejor donaire, depósito de la honestidad, y, ultimadamente, idea de todo lo provechoso, honesto y deleitable que hay en el mundo!”. Oyen también, cómo le ruega a la luna (“luminaria de las tres caras”) noticias de la amada. Asimismo, cómo siente celos del sol, que a punto de salir pueda besar su rostro con sus rayos infantes.

Un ingenuo, culposo DQ, por no corresponder a las damas como se merecen, accede a prestarle a la dueña de Maritornes la mano “para que miréis la contestura de sus nervios, la trabazón de sus músculos, la anchura y espaciosidad de sus venas; de donde sacaréis qué tal debe de ser la fuerza del brazo que tal mano tiene.” Inmediatemente se encuentra sólo, la muñeca atada con el ramal del burro de S, de pie sobre los lomos de Rocinante, jurando en arameo y achacando todos sus males al encantamiento del castillo.

Cuando ya le parecía que sólo la espada de Amadís podría liberarle de aquel encantamiento, aparecen otros cuatro hombres a caballo, que sólo quieren dar de comer a las caballerías. Una de las monturas, que debía ser yegua, siente tanta pena por el pobre Rocinante, tan estático y triste estaba, que se acerca a olerle. Como no es de piedra, aunque lo parezca, al querer corresponder a las caricias se olvida del amo, que encaramado como está en sus lomos, resbala y cae empeorando en mucho la estática posición anterior de cuyo alcance sabremos el próximo capítulo, pues el autor está empeñado en hacernos seguir la lectura, dejándonos las dos historias a medias.

Anónimo dijo...

Cada vez me lo paso mejor con estos autorretratos. Impresionante

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Cierto amigo Pedro...con cierta sutiliza observé como introducía un nuevo mal de amores... otra historia intercalada... y encima al más puro culebrón venezolano...(continuará la próxima semana) y como dice pancho dos historias a medio empezar o medio terminar...me gustó el uso metafórico del sol y la luna...saludos

Señor De la Vega dijo...

Como ando loco y no rindo pleitesía al buen orden, salto un par de capítulos, desde mi último comentado que fue el Cap.I.40, para sumar mis letras al último rescatado por Don Pedro y por mí ya degustado en la carta de Cornelivs.
Resalto del canto del figurado mozo, 8 versos de 8 sílabas, pues luego impar lo hace, y no me dice nada nuevo que supiera entre líneas destacarle, a parte de que el verso en general me place.
"Recatos impertinentes,/honestidad contra el uso,/son nubes que me la encubren/cuando más verla procuro.
¡Oh clara y luciente estrella,/en cuya lumbre me apuro!;al punto que te me encubras,/será de mi muerte el punto."
Son los anteriores versos, resumen de su situación y están llenos de sugerencias, que ayudan a penetrar en los deseos personales y frustrados del joven, y escapan de la retórica, para inferir sobre las costumbres que le impiden su propósito, con lamento de su poca fortuna en las honestas formas que le tocan. Acabando con cuatro versos tan absolutos y bellos, que uno duda de su correcta interpretación.

Mientras Dorotea, en control de todo, y con una sensibilidad exquisita, dialoga con la joven Clara, y vemos que también la analiza y valora.
Resulta curioso sin embargo, que ofrezca a la niña el grado de discreta y no de tonta, ya que dice estar platónicamente enamorada de un adolescente trovador (señor de almas y lugares), sin haber cruzado palabra, pues lo repite y jura.
Y sin embargo Dorotea, a pesar de haber tenido tan malas experiencias, pues cayó en un fatal enamoramiento (mejor calentamiento) repentino, con otro Don Juan al uso, propone ejercer de Celestina de la jovencísima doncella. ¿Verá más de lo que nosotros vemos? ¿Más inocencia? ¿Qué riesgos corre la joven si ese amor no se concreta? ¿Se verá reflejada ella?
La chica, solo parece confiar en Dorotea (¿espejo similar? ¿o igual condición y fines?), y de las frases más gustosas que le confiesa, me quedaría con esta, "que yo le hube de creer, y aun querer, sin saber lo que me quería.". Fantástico y sugerente me resulta a mí, ese creer, querer, sin saber... pues ¡menos mal! me digo, que a pesar de eso, hizo la niña sus deberes, donde acierta a conocer sin saber, todo lo que se refiere a la hacienda, riqueza y señoríos del padre del joven, sus estudios, incluso la autoría de sus poesías, por aclarar aclara que es hijo único (heredero), muy querido por su padre y casi esta por jurarle a Dorotea que en edad tiene la misma que ella... vaya, que me espanto de tanta ignorancia y amor platónico de la rapaz por ese niño, pues, cuando sepa la moza, hasta el más letrado le resultará un pestiño.

Las declamaciones de Don Quijote en amor sublime a su diosa Dulcinea, ha sabido bien rescatarlas nuestro amigo Cornelivs y huelga insistir en ello.

Cervantes deseaba situar nuestra mirada en el amor perfecto y quijotesco, para que la broma de la hija del ventero y Maritornes, fuese de lo más mundana y por lo tanto en el contraste crear un despiadado chiste.
Muy acertada la explicación de Don Pedro Ojeda, pues las palabras de la sirvienta son de un erotismo que trempa, y Don Quijote resistiendo la fidelidad mayor, pierde el pundonor, pues ingenuo (o cachondo) ofrecerá la mano al cruel escarnio que le tienta, y una vez rocinante le abandone por el mismo y carnal vicio, amanecerá nuestro caballero andante, colgado en la tortura de 'garrucha o strappado' y sintiendo que de tan cerca estaba el firme suelo, casi pierde el miembro al esfuerzo en alcanzarlo.
Al fin y al cabo, igual que en nuestras vidas, más evitamos sucumbir, y a veces, más caeeeemos.......

Pues disfrutando este castillo, de amores todos locos, me voy a dormir y reposar mi coco, pues si pienso más, en oscuros agujeros, seguro me disloco.
Suyo como siempre, feliz y humilde quedo Z+-----

Merche Pallarés dijo...

Buenos dias. La verdad es que no puedo añadir nada mas a lo que han dicho nuestros fabulosos PANCHO y SR.DE LA VEGA (ya era hora que comentara...) salvo decir que las "bromas" humillantes nunca me han gustado y ver a nuestro Quijo colgado como un pelele de un agujero (que el cree ser una ventana "con rejas doradas"...)me da mucha pena... Besotes, M.

P.D. ¿Qué tienes en la boca? ¿una caña con un mensaje al final?

Merche Pallarés dijo...

He leido los análisis del SR. DE LA VEGA en el I.40, (recomiendo su lectura a todos), tus contestaciones y la maravillosa carta de CORNELIVS que tambien recomiendo, al igual que los comentarios del SR. DE LA VEGA y de DON SEGISMUNDO DE VALONSADERO Y MEDINACELI... Besotes, M.

Silvia_D dijo...

Qué nivel!! es difícil aportar algo, después de tremendos comentarios jajajaja.

Tengo ganas de hacer algo, a ver que se me ocurre (si se me ocurre algo que valga la pena).

Pedazo lápiz, te va a costar gastarlo, ehh!!
Besos, profe y buen día.

marga dijo...

- Cuidadito con las ventanas: El efecto sugerente de lo apenas intuido...“Alzar un poco el lienzo o la celosía y dejarme ver toda”
- Una enfermedad: me preguntaba que era un accidente de cuartana, lo he mirado, es paludismo
- Un refrán: No es de estima lo que poco cuesta.
-¡Cuantos hubieran querido decir algo tan dulce para rechazar un amor no correspondido!...” Y si del amor que me tenéis halláis en mí otra cosa con que satisfaceros, que el mismo amor no sea, pedídmela”.
- Maravillosa frase para un amanecer... “Y tú sol, que ya debes de estar apriesa ensilando tus caballos, por madrugar y salir a ver a mi señora...”

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Estupendo capitulo. La historia del mozo de mulas, que pretende a Dª Clara, la hija del oidor, muy buena.

Y los suspiros de D. Quijote ante su señora, antes de caer en el encantamiento del agujero de pajar-vetana con rejas doradas...absolutamente memorable.

Gracias a Sr. de la Vega por hacer referencia a la carta que en mi entrada de ayer dirigi a D. Quijote, en mi blog, a proposito de este capitulo 43.

Un cordial saludo!

matrioska_verde dijo...

La actitud de Maritormes y la hija de la ventera me parece de lo más cruel que he leído hasta ahora. D. Quijote me ha dado mucha pena. He sentido hasta su dolor.

Pero me ha gustado mucho el capítulo por entretenido.

bicos,

Silvia_D dijo...

He publicado "algo" para el capítulo jajajaja (no sé como llamarlo) es lo que me salió. Ya sabes que improviso, SIEMPRE!!

Creo que parece un cuentito. Espero que te guste :)

Besos, niño

Sofia dijo...

Me has dado un empujoncito (ánimo) para leer, re-leer, El Quijote.

Saludos.

Señor De la Vega dijo...

Me encantaron las puntualizaciones de todos, mención a las de Merche y en especial de Marga, porque tiene tanta miga todo este cuento del Quijote, que uno podría con un capítulo debatir un año.

Las celosías que ya muy bien las trae Don Pedro en su título de entrada, a cualquiera (enajenado como yo) nos sugieren los encajes de la ropa interior femenina actual, pero me temo que en el XVI y XVII, no usaran tales prendas como culotte o bragas, sino más bien, faldas y sobrefaldas y bajo el vestido enaguas (se las podía llamar saya en alguna región), yendo en sus bajos a pelo (mucho más imagino, en la propia casa), y al menos que las enaguas fuesen de encaje (muy de moda en el XVII), con puntillas y bordados, no podríamos imaginar la cosa. Pero quizás fue el caso al que se refirió Cervantes, de los dos muchachos, en que alzar lienzo o celosía enaguera, permitiría mostrar la desnudez del vientre, al joven de la joven, y ante tal visión no es de extrañar que saltase como petardo en fallas y que se volviese casi loco. (Si alguien conoce a nivel académico, qué llevaban las mujeres del XVI debajo, que me lo cuente, que estoy obsesionado por este master de avanzado grado ;-)

Sobre el accidente de cuartana, hay migas y gachas, porque Don Quijote se refiere a los síntomas hoy conocidos del paludismo o la malaria, en múltiples ocasiones y juega con ellos según le viene en gana, describiendo a algún personaje con pinta cuaternario.
El hecho que Dorotea, compare o tema los mareos de la chica con las fiebres, nos da una idea de la extensión de la malaria en la España y Europa de la época, (otra cosa es que la chica no tiembla por el joven, sino por el temor a la reacción de su padre, ¡si él supiera de la visión de los encajes o celosías de la ventana!).
Cada charca en tiempo de lluvias era un criadero y palude para el mosquito anofeles. (Los doctores en tiempos del Quijote desconocían, que era síntoma de un parásito y como se transmitía). Pero según la intermitencia de la fiebre se denominaba a la enfermedad como fiebres terciarias, cuartanas (cuaternarias) o cuartana doble.
Hoy sabemos que el parásito plasmodium (del cual hay cuatro tipos), crea diferente recurrencia de la fiebre, el P.Vivas y P. Ovale, generan fiebre al tercer día y se repite el ciclo, el P.Malariae cada cuatro, lo cierto es que al menos en África y sobre alguna de estas variedades dichas, se puede incluso generar una resistencia sintomática y en ciertas regiones una cierta inmunidad congénita; pero si no se mata el plasmodium con un tratamiento eficaz, se enquista en el hígado, y según bajan las defensas, pueden reaparecer las fiebres, aunque la creyésemos superada. Por otro lado cuando concurrían dos plasmodium de diferente ciclo, se hablaba de la cuartana doble, es decir cada dos días. Ninguna de estas malarias, suele matar si el portador esta sano o fuerte. Solo el Plasmodium falciparum, que genera la malaria cerebral, es fatal en una mayoría de casos. Principal causa de muerte actual en África, combinado con pobreza y SIDA.
Años después de publicada la segunda parte del Quijote, en 1638 se cura de fiebres palúdicas en Perú la Condesa de Chinchón, esposa del Virrey, gracias a la corteza del árbol del quino (original desde Venezuela a Bolivia), luego los Jesuitas la difundieron por Europa como cura, conocida como la cascarilla de la Condesa, y fue usada la quinina en toda Europa contra las fiebres del mal aire.
Pero siguieron siendo tan abundantes que nunca se olvidaron por el pueblo, y de tanto en tanto una plaga nos caía, si llovía y hacía además buen tiempo; que hasta mediados del siglo XX en España, fueron más que mención en Don Quijote, lo acredita el haberlas sufrido mi madre de chica, y me contaba que las recordaba con cariño, esas fiebres terciarias, pues toda la familia la mimaba, ya que al no contagiar, grandes y chicos, se acercaban regalones. Acabó con ellas en el hemisferio norte, el uso masivo y mundial del DDT, con sus consabidos efectos secundarios.
Muchos enfermos de malaria he visto en mi vida, además de Lolita a la que enfermé de malaria en mi teatral obra, otras personas más reales y cercanas la sufrieron, nada que temer si lo sabemos y disponemos para diagnosis un laboratorio en medicina tropical o un centro de salud al tanto con microscopio, o al menos una farmacia y en la bolsa un par de euros.
Bueno, me pasé de listo y de largo,
Suyo quedo, Z+-----

Anónimo dijo...

Cervantes nos describe muy bien como eran varias mujeres de aquella época. Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

SR. DE LA VEGA ¡qué disertación más erudita no solo sobre las enaguas de encaje pero del paludismo! ¡Chapeau! Muy, muy interesante. Referente a las enaguas, yo solo sé que las ibicencas hasta bien entrado el S. XX, su traje típico estaba compuesto por una falda larga y hasta ¡12! enaguas de encaje pero, sí es verdad que no llevaban bragas... Ahora, el atuendo tenía un secreto... que, quizá cuente en uno de mis posts... Suya siempre, besotes puros y cándidos, M.

Anónimo dijo...

Una fiesta del amor y los posibles acercamientos literarios sin salirse de lo inquisitorialmente correcto. Hasta Rocinante se excita en esta capítulo, imaginemos a los lectores y –sobre todo– oidores del mismo en la época. Muy bien contado, profesor.

Antonio Aguilera dijo...

Hola Pedro:

Acabamos de subir el capitulo 41 de nuestro retrasado Quijote, nos dio mas trabajo de la cuenta, que se nos calienta la cerveza.

Antonio y Ojito Saltón (El Gamberro)...

Saludos.

Silvia_D dijo...

A ti, no me importa esperarte, porque sé que siempre llegas.
Gracias, me hiciste sentir muy bien.
Mil besos :))

impersonem dijo...

Veo en este capítulo, y mi vista es lega en esta materia, el amor inocente imposibilitado por las circunstancias, el temor de que no prospere por la diferencia de clase, la burla gratuita hacia quienes carecen de malicia y la soledad del desfacedor de entuertos cuando convoca ayuda ("Allí fue el desear de la espada de Amadís...").

¡Cómo la vida misma...! por eso la metáfora social del Quijote, salvando algunos contextos de la época, siempre está vigente.

Gracias por tu trabajo Pedro.

Saludos.

Abejita de la Vega dijo...

Comentario al capítulo XLIII del Quijote

Una doncella está durmiendo plácidamente, alguien la despierta para que oiga una bella voz. ¿Quién canta? Le comunican el posible origen del cántico, pero no, no es eso… la joven reconoce inmediatamente el tono de su enamorado. ¿Qué me recuerda esto? …¡Ya está! ¡El romance del Conde Olinos! Doña Clara, la hija del rey, Dorotea, la reina-madre de la princesa, el mozo de mulas y la sirenita del mar.

Madrugaba el conde Olinos,
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar:
las aves que iban volando
se paraban a escuchar.

Desde la torre más alta
la reina le oyó cantar:
-Mira, hija, cómo canta
la sirenita del mar.

-No es la sirenita, madre,
que esa no tiene cantar;
es la voz del conde Olinos,
que por mí penando está.

Hemos visto, en muchas ocasiones, a Cervantes, beber en la fuente del romancero .La última, cuando el cautivo cita a la Cava de don Rodrigo ¿Tendría ahora, en su pensamiento, una de las múltiples versiones de este conocidísimo romance viejo?
El esquema es el mismo. Un jovencísimo “señor de lugares”, que no mozo de mulas, se acerca a la venta, entonando armoniosamente una canción. Un marinero navegando en un piélago profundo, guiado por una “estrella”…

Clara, la hija del oidor, duerme profundamente y Dorotea la despierta porque ¡no quiere que la jovencita se pierda el oír tan buena voz! ¿No queda esto un poco forzado? ¿A santo de qué se despierta a una muchacha a la que se acaba de conocer? …Y en cuanto oye el cantar, se pone a temblar como si tuviera fiebres de las que se repiten al cuarto día, padecimiento muy habitual en aquellos tiempos, en los cuales cierto mosquito campaba por sus respetos. Pero no se trata de mosquitos sino de moscones, o mejor dicho, de noble moscón cantor.

Clara se abraza a una Dorotea, confidente de una muchacha sin madre y, ay, perdidamente enamorada .El señor de lugares tiene el mejor lugar en su alma. Y, ante lo imposible de su amor, mejor no ver, ni oír para no sufrir. La del bello pie se solidariza con la adolescente, ella ha vivido algo semejante, y se admira de la discreción mostrada, a pesar de sus dieciséis años no cumplidos. Un amor juvenil nacido entre lienzos y celosías, recordemos aquello de “madre la mi madre guardas me ponéis, mas si yo no me guardo, no me guardaré”.Manifiesta la hija del oidor: “yo no sé lo que fue, ni lo que no, que este caballero, que andaba al estudio, me vio, ni sé si en la iglesia o en otra parte”. Un amor prohibido por las distancias sociales, Clara lo ve muy claro: “¿qué fin se puede esperar, si su padre es tan principal y tan rico que le parecerá que aun yo no puedo ser criada de su hijo, cuanto más esposa?”.

Él la seguirá cuando ella parta, con su padre, hacia Sevilla, donde tomarán el camino de las Indias. El estudiante la sigue en hábito de mozo de mulas, de venta en venta; pero estamos ante una hija obediente que no se casará jamás “a hurto” de su padre.

Dorotea, experta en estas lides, ríe al oír las palabras de una niña inexperta que expresa no saber “por dónde se ha entrado este amor que le tengo, siendo yo tan muchacha y él tan muchacho”.

En la venta se impone el sosiego pero las dos “semidoncellas”, Maritornes y la venterita, tienen ganas de oír los disparates de don Quijote que está fuera de la venta, armado y a caballo. Y si pueden gastarle una broma… El discurso de nuestro caballero andante no tiene desperdicio, tras declarar la perfección absoluta de Dulcinea en todos los ámbitos, se dirige a la luna y al sol. A la luna, luminaria de las tres caras, para que le dé nuevas de su enamorada. Al sol, para que salude a la del Toboso, pero ojito con acariciarla, que nuestro hidalgo es muy celoso.

La hija del ventero cecea para que el buen hombre se acerque al agujero de sacar la paja, lo más parecido a una ventana que posee la venta. Se le representa que una hermosa doncella, vencida de su amor, le solicita .y, aunque no puede traicionar a Dulcinea, no ha de ser descortés. Siempre que no pida amor, aunque sean las guedejas culebreras de la Medusa…Así lo manifiesta, pero Maritornes, en el papel de dueña, le informa de que su señora sólo necesita su mano” por poder deshogar con ella el gran deseo que a este agujero la ha traído”.Don Quijote accede, no es para besar sino… para que la dama, palpando nervios, músculos y venas considere la fuerza de su brazo. Nuestro hidalgo no es de piedra y un favorcillo de nada, tratándose de una dama…

La pícara moza lo ata por la muñeca con el ronzal del burro de Sancho y lo deja de pies sobre Rocinante, sin poderse mover. Otra vez, piensa, ha sido víctima de un encantamiento y considera que ya debería haber escarmentado. Qué juiciosos es, a ratos, este hombre. Se alternan en su cabeza los pensamientos propios de un hombre normal y los de un loco que delira. Allí…allí…allí…allí. La espada de Amadís, dónde está Sancho, los sabios en mi auxilio, voy a estar atado eternamente….Bramaba como un toro.
Pero al amanecer llegan a la venta unos hombres a caballo y con escopetas que se burlan de este estrafalario personaje, atado y colgado de un brazo, que denomina castillo a una vulgar venta. ¡Y le llaman ventero! Y la rechifla es mayor cuando les asegura de que, dentro, hay personas con corona y cetro ¡Con corona! ¡Será gente del teatro ambulante!
Una de las cabalgaduras de los visitantes coquetea con Rocinante, que se mueve y tira de su señor, provocándole un tremendo dolor, similar al de la tortura llamada “garrucha”. Cervantes, tal vez, la conocía por algo más que de oídas, ya que nos lo explica así:” puestos a toca, no toca, que ellos mesmos son causa de acrecentar su dolor, con el ahínco que ponen en estirarse, engañados de la esperanza que se les representa, que con poco más que se estiren llegarán al suelo”.Así cantaban lo que hiciera falta, más que el mozo de mulas.
A ver qué pasa con Clara y su “señor de lugares”. Será en el próximo capítulo.
Un abrazo para Pedro y todos los que visitan “La acequia”.

Merche Pallarés dijo...

ABEJITA ¡genial como siempre! Me ha ENCANTADO tu relato. Muchos besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: qué más hubiera querido Francisco Rico... Frases y situaciones, una delicia. Besos.

HERNANDO: muy bien visto: el juego que subyace, en efecto, es el de la tradición literaria de la alborada. El alba de los amantes, aunque normalmente el alba es la despedida, aquí se usa como nostalgia de la amada. Veremos.

MAMEN: es el que tenía más a mano... Besos.

ALDABRA: vi la entrada, me gustó mucho esta reescritura del texto. Besos.

VUELTA AL FRÍO: qué gran recuerdo el de Antonio José. Gracias.

PANCHO: qué buen comentario. No sé si a Rocinante, el pobre, le viene bien el calificativo de judas, para dos veces que se nos desmanda...
Todo es esperanza, como bien dices, esperanza frustrada.
El dejarnos a medias nos fastidia, pero nos impulsa, qué listo Cervantes.

BLOGOCHENTA: gracias. Sería bueno que me enviaras uno.

MANUEL: Cervantes juega sabiamente con la recepción, en efecto. Saludos.

SEÑOR DE LA VEGA: Pues bienvenido el salto, no veo quién pueda echárselo en cara.
Me gusta su comentario y la disquisición entre ingenua y tonta en Clara. Ya sabe que la adolescencia nos lleva de un lado a otro. Quién no ha hecho el tonto... digo el ingenuo. Y me gusta mucho el juego de espejo que insinúa para Dorotea y Clara: quizá Dorotea quiera advertir a la inexperta para que no cometa sus errores.
Para mí que el pobre don Quijote, en cuanto al sexo, sólo tenía pundonor en sueños... y ya veremos en la Segunda parte...
Claro que caemos, claro.
Un placer.

MERCHE: pero estas bromas son parte de la caracterización del personaje: sin ellas, no tendríamos una creación tan grade. Besos.

DIANNA: y claro que se te ocurrió, y muy bueno. Besos.

MARGA: Qué cosas tan bien señaladas. En efecto, las ventanas tienen esas cosas...

CORNELIVS: tu carta ha sido una gran aportación a esta lectura. Un abrazo.

ALDABRA: veremos cosas más crueles, mucho más crueles. Aquí, a fin de cuentas, es don Quijote quien se lo busca al creer obtener algún tipo de recompensa. Veremos cosas más crueles en las que ni siquiera tiene opción el pobre hidalgo. Besos.

DIANNA: ya te he dicho que se te ocurrió algo y muy bueno. Besos.

SOFÍA: pues ya sabes que aquí te esperamos. En la columna de la derecha tienes la forma de incorporarte a la lectura. saludos.

SEÑOR DE LA VEGA: ay, de celosías podría haber una antología bien grande...
Me temo que Cervantes no llegó a insinuar tanto, pero quién sabe. En cuanto a qué llevaban las mujeres de la época debajo... quizá convendría una buena investigación de campo.
El paludismo o malaria estaba instalado en España hasta los años 30. Hoy nos parece una enfermedad exótica, pero en cualquier momento puede volver.
Encantado de su comentario, tan ilustrativo. Para mí, al menos, nada largo.

FERNANDO: y tanto. Un abrazo.

MERCHE: ¡¡12 enaguas con el calor de las islas!! Esperamos el secreto desvelado lo antes posible.

MIGUEL: pobre Rocinante, con lo tranquilo que es, vienen a alterarlo y olisquearlo. Ay, la naturaleza.

ANTONIO: visto y disfrutado. Saludos.

DIANNA: pues mil besos.

IMPERSONEM: por supuesto: y esa vigencia es lo que le da su verdadera dimensión de clásico. Saludos.

ABEJITA: en efecto, como señalas, esta historia tiene su raíz folclórica, aunque muy entreverada de literatura. Excelente comentario. Veremos qué pasa con el toca o no toca. Saludos.

MERCHE: lo es, en efecto. Besos.

Martine dijo...

Finalmente me alegro de haber llegado tarde a esta Entrada... He pasado un rato largo gozando de su Lectura y de todos los comentarios...

Y Pedro, "Chapeau" por ella y por lo que inspira...

Besos más que admirativos, rendidos... ;-)

Merche Pallarés dijo...

Referente a las bromas humillantes, sé que es parte de la comicidad de nuestro Quijo, pero sigo viendo que es una tradición MUY española de guasa que a mi, en particular, no me hace ninguna gracia. Claro que es MI opinión. Al fin y al cabo, la opinión de una ignorante... Seguro que a todos los demás os hace mucha gracia. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

SELMA: me alegro de que hayas llegado y de que te guste. Besos a ti, admirado y rendidos.

MERCHE: no, no pienso que a nadie ahora le haga gracia. Quizá en su día, pero tampoco lo tengo muy seguro. Mi respueta a tu comentario iba por otro lado: por el lado de que Cervantes busca esto en el personaje para completar nuestro afecto por él. Sabio, muy sabio Cervantes. Besos.

Merche Pallarés dijo...

Sí, sabio sí que era...y lo que dices de su intención que le tuviéramos mas afecto pues tienes razón. De todas formas esas bromas pesadas en España han durado hasta hace bien poco... Me alegro de que ahora ya no existan. Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

Señal de que el "pueblo" ha evolucionado... Besotes de nuevo, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: Y esperemos que no vuelvan. Besos.

Señor De la Vega dijo...

Buenas reflexiones, estoy de acuerdo con Don Pedro en que Cervantes a estas alturas de la historia, crea más empatía de parte de los lectores con Don Quijote, si lo martiriza un poco, tampoco ahorra moralina, con parábola cuasi eclesiástica de la época, para que se abstenga el hombre, según los cánones en meter mano en oscuros agujeros que no le pertenezcan, o resaltar a la mujer ociosa como causa de pecado y sufrimiento... y así yo seguiría...
Pero de ahí a deducir que el lector no se divierte, pues no sé yo, no sé yo. ¿de verdad hemos cambiado? tengo mis dudas.
A mí me vienen a la cabeza, aquel monólogo desternillante de Gila, sobre las bromas de su pueblo, y como después de haber acabao con el boticario al asomar la cabeza con un cepo pa lobos, , decía Gila, "y su mujer se enfadó la tía asquerosa... y como le dijo mi madre,- si no sabe aguantar una broma, ¡márchese del pueblo!". Nuestro Quijote las aguantaba todas.

Señor Ojeda, no era tan anciana mi madre, la pobre tendría 10 años cuando enfermó de paludismo y corría el año 1946 (1.500†/250.000 infectados), por entonces Andalucía era todavía región de endemia intensa y en algunas zonas grave, se puede decir que tuvo suerte. Solo en 1943, se registran oficialmente más de 2.000 muertes (no oficiales 5000), y 400.000 infectados de malaria (guerras/hambre/malaria son coctel terrible y recrudece en esa década).
La OMS, declara oficialmente erradicada la malaria en España cuando yo nací, en el 1964.
Pero erradicada, no significa que no exista o que pueda todavía volver a convertirse en epidemia. En el 2007 los hospitales españoles, trataron 323 casos.
Suyo y esperemos que siempre bromeando, Z+-----

Pedro Ojeda Escudero dijo...

SEÑOR DE LA VEGA: Bien visto y matizado. Además, hay algo que estaría en la mente y la sonrisa irónica de Cervantes (que tiene alguna ironía sobre esto en sus entremeses): quién le manda a un viejo como nuestro hidalgo jugar con jovenzuelas y creerse objeto de sus miradas.
En cuanto al paludismo, tiene toda la razón. Además, es una de las advertencias médicas puesto que con el calentamiento del Planeta España se convierte, de nuevo, en zona en la que la malaria puede rebrotar con fuerza si no se toman las medidas adecuadas.
Debajo de nuestra modernidad de los últimos años, está lo que fuimos hasta hace un cuarto de hora. Muy bien traído.

Merche Pallarés dijo...

SR. DE LA VEGA ¡¿ussia nació en 1964!?... No hay remedio... Y yo que creía que vuesa merced era MAYOR que yo... Bueno, a resignarse, veo que soy la decana, la senior, "sa majora" (como dicen por estos pagos) de estos blogs. ¡Oh...Cuánto echo de menos a Manza! (Era mayor que yo...). Besotes, M.

Señor De la Vega dijo...

Por Dios, mi señora Pallarés me incita a comentar de nuevo... de la Acequia y por lo mucho que sigo a los comentaristas, es usted mi joven Merche, de los espíritus más frescos y más curiosos que conozco, solo después de haber leído en su balcón lo mucho que ha vivido y tan intenso... uno razona, que usted nació adulta y en regresión más niña está quedando con el tiempo.
Yo al contrario, llevo varios siglos sobre mis hombros y el 64, es solo reencarnada fecha para una máscara de negra seda vieja, que acumula mucho y tanto barro.

Señor Don Pedro, hoy me picó el mosquito polémico y perfeccionista y recordaba lo que empezamos debatiendo sobre la interpretación de la noticia en su post sobre la libre prensa.
¿Se acuerda de Somalia y los piratas de piratas?... bien, en relación a su comentario sobre el cambio climático y la reaparición de la malaria, ¡líbrenme los Zielos de negar la máxima sobre el tan cacareado 'cambio'!.
Pero, leía un artículo escrito por una doctora 'Carmen Mascaró' publicado en el siguiente blog, donde argumenta con no pocas razones, que los que pronostican una epidemia de malaria en las zonas templadas 'ricas', nos están mintiendo interesadamente. Porque es una enfermedad endémica y mortal, con relación estrecha a la pobreza y mucho menos al factor climático.
¿Quién sabe?, a lo mejor tiene la doctora razón, y si el paludismo retornase a España como endémico, sería más por el factor pobreza de una crisis extrema o una población inmigrante desasistida que por una invasión de P.Falciparum cabalgando en el adecuado anofeles.
Sobre el cambio climático, escribí en un comentario en los balcones de junio 2008, "...Pasado mañana, se publicará un titular, tejido en la maquinaria del sistema, que nos dirá que la pobreza y los mendigos, son el resultado de "El cambio climático" y lloverá sobre mojado, siempre en la cabeza de los mismos.".

Es curioso El Quijote, porque intentando desenmascarar el uso de unas expresiones y no otras, uno cae en la cuenta de lo poco que sabemos (que sé), y de lo mucho que me gustaría saber. En las varias alusiones a las fiebres palúdicas que se realizan, Cervantes nos menciona repetidamente en su obra, las fiebres cuartanas o cuaternarias (P. malariae), pero no se refiere a la terciana, que al menos ya en el siglo XX, era la casi única predominante en España y transmitida por el Plasmodium vivax. En la Celestina, Lazarillo y literatura del siglo de Oro, por ejemplo, hacen igual referencia a la terciana en las alusiones a las fiebres intermitentes, como a la cuartana, en la Lozana Andaluza se mencionan ambas, en los textos sobre las fiebres del nuevo mundo también, pero lo cierto es que la predominante terciana no es mencionada en el Quijote. ¿Sería de la que enfermó Cervantes? y por eso la usaría como referencia. ¿Tal vez porque la cuartana era más propia a la época, en el norte de África y más comentada durante su estancia en Argel?. ¿Habría sido desbancado en España un plasmodium por el otro, en un siglo? y por eso lo usó haciendo mención a referencias más antiguas, ¿o eran los síntomas que mejor le encajaban para sus símiles, mayor temblor y escalofríos?... Misterios que mi poca erudición no podría resolver, aunque seguramente tiene una explicación.

Nuevamente aclimatado quedo, Z+-----

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: Todos echamos de menos al bueno de Manza. Besos.

SEÑOR DE LA VEGA: pues si no es por el cambio climático, por el retorno a la pobreza, pero quién sabe si la malaria no está ya aquí. Tiene razón: en toda noticia médica, se esconden las farmaceúticas...
El pobre Cervantes tuvo demasiadas enfermedades: sufrió de época.
Por cierto, se le ve hecho un chaval, que yo nací un año antes que usted.

Merche Pallarés dijo...

SR. DE LA VEGA ¿está sugiriendo que soy una especie de "Benjamin Button" pelicula de mucho auge, que no he visto, que está siendo exhibida últimamente? No. ¿Sabe lo que pasa? Que una vez traspasados los 60, nos volvemos adolescentes porque nos queda poco y tenemos que quemar nuestras naves antes de la explosión final que está a la vuelta de la esquina... Muy interesante todo lo que escribe a continuación sobre el paludismo. Espero que estas fiebres no nos lleguen de nuevo... Muchos besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: ay, Merche, que es verdad que cada día estás más joven.

Señor De la Vega dijo...

Señora Merche, pues esas naves que quema podrían todavía acabar con la flota Turca en otro Lepanto.
Yo le confieso que tampoco he visto la película que protagoniza Brad Pitt, y me avergüenzo pero todavía no me leí el relato corto de Scott Fizgerald, aunque prometo que lo haré esta semana online, son pocos capítulos, francamente más corto que algunos de mis insufribles comentarios ;-))
En realidad cuando pensé en ese retroceder hacia la niñez, me acordaba de ese teatro en blanco y negro de TVE, en Estudio 1, que me impresionó cuando lo vi y supongo que usted lo tiene en mente. Era una obra de Jardiel Poncela, "Cuatro corazones con freno y marcha a atrás". La idea de rejuvenecer hasta nacer, es más atractiva que la idea de ser inmortal, de eso me acuerdo y de que era divertida. Tendré también que leerla. Quizás, hay algo de Fiztgerald en ella, ya veremos, aunque el sueño es universal y recurrente en los humanos, el volverse niño.
Pues suyo mi adolescente señora queda, El Bebé de la Vega.

Señor Pedro, seguro que a lo largo del 2009, coincidimos algunos meses en igual edad, a pesar de ser usted un niño esperando un nuevo baño estival en la acequia o jugar en ella a los barquitos.

Sobre malaria ya escribí en su post demasiado, como para llenar varias entradas, y sobre las farmacéuticas y sus interesadas prácticas, podría escribir un libro, malo, pero largo.
Espero un día usar mi espada en un post adecuado sobre ellas.

Hasta pronto y suyo, Z+-----

Merche Pallarés dijo...

No va mal incaminado mi querido jovenzuelo, SR. DE LA VEGA, porque al final de nuestras vidas los bebés y los ancianos nos aproximamos ya que a ambos nos tienen que cambiar los pañales... (Espero no llegar a esa situación... y palmarla antes. He escrito mi testamento vital). Besotes, M.

Alatriste dijo...

Estoy deacuerdo con lo escrito por Hernando. Aquí vemos dos formas de amor diferentes y sobre todo literario: Por un lado el caballeresco de Don Quijote respecto a Dulcinea; por otro el amor juvenil de la joven Clara con ese joven caballero aragonés.

Por cierto pinta bien el siguiente capítulo con ese lío del baciyelmo. Además esa palabra, creo recordar que leí,se utiliza para afirmar algo que se sabe sobradamente que es mentira.

Un saludo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

SEÑOR DE LA VEGA: lo de insufribles lo dice, pero lo rectificamos de forma inmediata: sustancionsos. Ay, que yo también vi en blanco y negro la obra de Poncela.
Pues niños somos, juguemos y disfrutemos.
Las farmaceúticas se merecen una clase de esgrima.

MERCHE: todos deberíamos hacerlo. Besos.

ALATRISTE: el baciyelmo explicará toda la construcción literaria del libro. Lo veremos. Bien señalado.

Merche Pallarés dijo...

No va mal ENcaminado (no como lo he escrito...). Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: corregido. Besos.

Teresa dijo...

La historia en torno al agujero es de lo más sugerente. Primero porque he creído que Maritornes le iba a poner una fruta redondita o algo así sobre la mano para reírse de DQ diciéndole que era un pecho.
Segundo, porque DQ habla de la anatomía de su mano como si contemplarla fuera una joya, (tampoco es esperado)

¡Cuántos agujeros de pequeño placer, en uno (pajar) y en otro aspecto (la celosía)!

Teresa dijo...

Realmente triste que para mantener la honra se mantuviera a las mujeres en este cautiverio... :(

(y nos quejamos ahora)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: de acuerdo en ambos comentarios. En el primero, que nos habla de que debajo de don Quijote está siempre el hidalgo y con el segundo, porque las mujeres eran sometidas a un trato discrimatorio.

Juan Luis G. dijo...

Las celosías y ventanas de aquellos tiempos son como el messenger o el chat en los actuales, y por lo que se ve en este episodio, a D. Quijote el ordenador se le quedó "colgado" cuando creía que se iba a poner la cosa interesante.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: es que usaba windows...

Asun dijo...

Se le veía venir a este Cervantes que con el mozo de mulas iba a presentar algún otro amorío. En este caso, como dices, ese amor adolescente, reflejado en algunas de las frases:
...me miró a hurto de mi padre, de quien él siempre se esconde cuando atraviesa por delante de mí...

...considero que por amor de mí viene a pie y con tanto trabajo, muérome de pesadumbre, y adonde él pone los pies pongo yo los ojos.

En mi vida le he hablado palabra, y, con todo eso, le quiero de manera que no he de poder vivir sin él.


Ainnnsss... esos recuerdos de los amores adolescentes...

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: qué temores adentarse en las pasiones desconocidas... Besos.