jueves, 12 de marzo de 2009

Mucho barullo y un baciyelmo (Cap. 1.44)


Este capítulo es de una gran habilidad técnica. El cosido narrativo es de tanta altura que, aunque no pase nada, pasa todo. Me gusta resaltar este tipo de capítulos en la novela porque suelen pasar desapercibidos a quien sólo busca la conclusión de alguna de las tramas planteadas. Cervantes juega con esa expectativa del receptor y lo lleva de un lado a otro sin fijarlo en ninguno pero dejando caer claves significativas de la estructura del relato.

En él vemos:

- a don Quijote dando con su cuerpo en el suelo tras ser desamarrado por Maritornes, montando en Rocinante y dispuesto a defenderse de toda risa provocada por la situación en la que le había puesto su imprudencia al introducir la mano donde no debía;

- a los recién llegados, asesorados por el ventero, no haciéndole el menor caso -lo que le deja más afrentado y sirve a Cervantes tanto para calificar la realidad del hidalgo como para retomar la historia del mozo de mulas y la bella Clara- y buscando al joven cantor, identificado finalmente como don Luis, el vecino del oidor;

- la refriega entre dos huéspedes que se marchan sin pagar y el ventero que guarda celosamente su hacienda, en la que don Quijote demora su participación para renunciar finalmente, dado que los contendientes no son caballeros, con lo que confiesa ver en el ventero un ventero y no el dueño de un castillo -esta locura de ida y vuelta del hidalgo le preserva ahora de unos cuantos golpes-;

- la confesión de don Luis (que reclama su libertad personal y sentimental) ante el oidor de que está enamorado de su hija y la prudente pausa que se toma éste antes de tomar cualquier decisión;

- la entrada del barbero, asaltado capítulos atrás por nuestros protagonistas, que reclama su albarda y su bacía y la disputa física y verbal que sigue.

Se ha acelerado notablemente el ritmo. Cervantes continúa los hilos de diferentes tramas -los amores de don Luis y Clara, la aventura del barbero- ante una nutrida concurrencia compuesta por todos los que se han ido juntando en la venta y las mezcla a conveniencia, troceándolas y sumando la situación de los huéspedes que se marchan sin pagar.

Pero no da final a ninguna de ellas: todo se deja para las próximas páginas, con lo que el lector se siente de nuevo impulsado a seguir.

Pero hay otras cuestiones en las que debemos detenernos un momento.

Por un lado, las alternancias en el trato que se depara a don Quijote: es ignorado por loco (Admirados se quedaron los nuevos caminantes de las palabras de don Quijote, pero el ventero les quitó de aquella admiración, diciéndoles que era don Quijote, y que no había que hacer caso dél, porque estaba fuera de juicio) pero, cuando no hay más remedio, se echa mano de él para que ayude al ventero.

Por otro, el hidalgo reclama su posición central en la trama al ver la discusión entre su escudero y el barbero por las albardas. Para dirimir el asunto y demostrar la presencia de encantamientos en todo lo suyo, en tono de juicio épico, se juega su baza de credibilidad y manda sacar la bacía robada para demostrar que es el yelmo de Mambrino. Este gesto, aparte de su confusión mental o su proyección del juego literario en el que se ha introducido, le confiere cierta grandeza y le permite retomar el mando de todo lo que allí está pasando. Todo lo que hemos leído y todo lo que sigue se ve afectado por este gesto:

-Miren vuestras mercedes con qué cara podía decir este escudero que ésta es bacía, y no el yelmo que yo he dicho; y juro por la orden de caballería que profeso que este yelmo fue el mismo que yo le quité, sin haber añadido en él ni quitado cosa alguna.

Sancho, que ha enorgullecido a su amo por la defensa brava de las albardas, interesado en el asunto, crea una palabra que es la llave de interpretación de todo el libro. Una palabra que explica lo que los cervantistas han llamado realidad problemática:

-En eso no hay duda -dijo a esta sazón Sancho-, porque desde que mi señor le ganó hasta agora no ha hecho con él más de una batalla, cuando libró a los sin ventura encadenados; y si no fuera por este baciyelmo, no lo pasara entonces muy bien, porque hubo asaz de pedradas en aquel trance.

Es significativo que la palabra sea inventada por Sancho: por una parte, le funciona el interés en el asunto -si la bacía es bacía, la alforja alforja y ha de devolverla-, por otra su perspectiva ante el lenguaje y, finalmente, la trasformación de su carácter ya pronunciada, ganado por la aventura de su amo. El concepto de baciyelmo explica todo la aventura de don Quijote. Las cosas no existen en sí, sino que son según la perspectiva con la que las enfrentemos: unas veces bacía, otras yelmo. Cada personaje debe posicionarse ante ellas.

Lo explicaremos mejor el próximo jueves, con el comentario del capítulo XLV

46 comentarios:

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Desde luego... me pareció en un principio genial , la mezcla, las idas y venidas de aventuras, que en un momento determinado me hicieron retomar de nuevo el capítulo... es desde luego una obra para leerla degustándola..leerla por leerla para mi fue un tormento y lo será para cualquiera... saludos

Martine dijo...

En tu caso, Pedro te has posicionado ( escéptico te veo, a pesar de todo...)debajo del "chinoyelmo" al estilo Sancho...;-)

Un beso

Myriam dijo...

Divertida la foto! ya llegare al texto.....

Alimontero dijo...

Si algo me costó asimilar fue todo el Quijote en su oportunidad...luego pasados los años "le puse buena voluntad", lo reconozco y ud señor es un erudito, talvez me "amigue" con él...;-)
La foto GENIAL!!!
Me demuestra tu buen humor.. viva por eso!!

Un abrazo y buen finde...

Ali

CarmenS dijo...

Incapaz de leer nada después de ver esa pedazo de foto...

María dijo...

Jajjaja soy incapaz de leer tu texto sin sonsacar sonrisas, si es que estas imágenes dan alegría a nuestras miradas, gracias Pedro, y ahora ya me pongo seria a leer tu post.

Un beso.

pancho dijo...

Yo me quito el almete ante esta magistral obra maestra de comentario que hoy nos regalas. Difícil nos pones decir algo que no hayas dicho. En ello estoy, pero ahora me voy a acostar que mañana es día de escuela.

Capazorros dijo...

No te queda mal el bacín. yo echo de menos el mio.
Un saludo.

Señor De la Vega dijo...

Mi señor Don Pedro, me iba a dormir, pero no sin antes haber honrado su imponente comentario.
En todo lo que escribe usted nos enseña, pero es justo en su piedra de toque, o la explicación del 'vaciyelmo', donde a estas horas, no le entiendo.

Lo que usted aplica al libro de Don Quijote, es aplicable a la vida, pues cada cosa que vemos, leemos, vivimos, son infinitos 'vaciyelmos', y nadie está fijo en su mirada, como tampoco los protagonistas de nuestro cuento, ellos dentro de sus personajes mutan, e igual nosotros, según podemos, según nos conviene, según nos dejan, según crecemos, según tememos... así explicamos nuestro entorno.
¿Por qué, leído en El Quijote es clave para explicar la aventura?
¿Acaso, no estamos nosotros dentro de la aventura, y por lo tanto igualmente interpretamos?

Bueno, me voy a mi nube de almohadas, porque tal vez mañana me posicione tras un perezoso giro, en un sufrido 'letto'.

Buenas noches y como siempre suyo y agradecido, Z+-----

Anónimo dijo...

Buenísimo, Pedro. He disfrutado mucho con esta exposición y, aunque estoy muy poco inspirado por agotamiento mental (mañana será otro día), quería dejarlo dicho. Saludos.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Fantastica la foto, Pedro.

El capitulo, extraordinario. Cervantes utiliza a D. Quijote, como loco que es, segun le interesa y según cada situación. Perfecto.

Y en cuanto al baciyelmo...y sin necesidad de ninguna encuesta ni votación, ¡estoy por defender que era yelmo! En fin, no quiero adelantar nada del proximo capitulo. Ya veremos.

Un abrazo!

Merche Pallarés dijo...

Ayer me llevé a Don Quijo, Sancho y toda la panda de la venta a Formentera. Leí el capítulo durante la travesía y, la verdad, es que tu ya lo has dicho todo pero a mi me han llamado la atención algunas frases como siempre: Cuando Don Quijo se percata que los cuatro hombres no le hacen ni caso ni responden a su demanda "moría y rabiaba de despecho y saña" (como es el personaje principal quiere su protagonismo). Cuando Cardenio le cuenta a Dorotea que han venido a buscar al trovador y Clara teme ya no volver a oir a su amado "...quedó tan fuera de sí, que si Dorotea no llegara a retenerla, diera consigo en el suelo" (qué romántico...). (Voy a grabar todo ésto porque temo que se borre...)

Merche Pallarés dijo...

Sigo. "Y sin decir más se fue a poner de hinojos ante Dorotea, pidiéndole con palabras caballerescas y andantescas..." (¿¿poner de hinojos??) Cuando el mozalbete le dice al oidor "Por ella dejé la casa de mi padre... para seguirla dondequiera que fuese, como la saeta al blanco o como el marinero al norte." Sigue nuestro Don Luis "...y aún se las bañó con lágrimas, cosa que pudiera enternecer un corazón de mármol, no sólo el del oidor..."

Buena palabreja lo del "baciyelmo" y te queda muy bien en la foto... Besotes, M.

Anónimo dijo...

Poca maniobra nos dejas Pedro, lo explicas todo muy bien, pero quiero resaltar la técnica que emplea cervantes para mantener al lector tento a la lectura y manteng el interés por las muchas historias que se cuentan en el Quijote. Muchas veces parece que esté hecha como una novela por entregas (se adelantó al siglo XIX y a veces me recuerda a los tebeos que al final de cada capítulo ponían. Continuará.....

Kety dijo...

Si eres genial escribiendo, fotografiándote, todavía más.
¿Será que este libro contagia? :-)

Unknown dijo...

yo esta foto la tengo que comentar... muy buena Señor Don Pedro, sobre todo para tus últimos comentarios en el feisbuk... :D

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MANUEL: has señalado uno de los problemas de la recepción del Quijote: hay mucha gente que la ha leído sólo porque había que leerla y sin que nadie les mostrara cómo disfrutarla. Saludos.

SELMA: y bien posicionado. Sospecho que Cervantes estaría de acuerdo... Un beso. Me encanta lo de chinoyelmo.

MYR: te espero.

ALIMONTERO: pues a ver si entre los dos lo conseguimos. Un abrazo.

CECILIA: ¡nada de excusas!

MARÍA: me alegro de haberte sacado una sonrisa. Un beso.

PANCHO: pues espero el comentario que será, como siempre, lúcido.

CAPAZORROS: pues cada uno debería hacerse con uno... Saludos.

SEÑOR DE LA VEGA: hay que poner el baciyelmo en su contexto: en el del propósito paródico y en la construcción de la novela moderna a partir del Lazarillo. Nunca un objeto tan humilde ha significado tanto. Lo veremos con más deternimiento en el próximo capítulo, pero anticipio que el perspectivismo en el tratamiento de la realidad es la aportación de Cervantes a la narrativa. Nos dice que no todo es tan fácil de entender, que la realidad es más problemática de lo que parece y de lo que nos dicen los partidarios del pensamiento único -que no es un invento de nuestra época-. El baciyelmo es el objeto en el que Cervantes viene a cristalizar todo lo que ha hecho en esta novela hasta ahora: es como si hubiera encontrado el objeto físico que pueda explicar la raíz de tu técnica narrativa y de su forma de entender el mundo y narrarlo. Hoy puede parecernos evidente -y aun así sufrimos a los extremistas-, pero en aquellos tiempos suponía un cuestionamiento de toda la realidad social y el pensamiento oficial. Nosotros, que practicamos el postmodernismo hasta para tomar café, estamos en mejores condiciones de entenderlo, pero quizá no de comprender que lo que hay en el baciyelmo es toda una ironía hetetodoxa. Seguiremos con esto.

MIGUEL: espero que no se rompan los cordones de tus zapatos en un tiempo largo... Saludos.

CORNELIVS: ahí se te ve lo quijotesco, querido amigo. me alegro. Un abrazo.

MERCHE: Don Quijote en Formentera... parece el título de una novela. Muy buenas las frases que señalas. Te veo sentimental. Besos.

HERNANDO: Cervantes inventó la técnica, en efecto. Sólo faltaban los medios empresariales.

KETY: contagia, contagia.

MAFI: pues espero los comentarios, por supuesto.

Gracias a todos por vuestras palabras.

marga dijo...

- Precioso el quiebro: Deja al pobre ventero en medio de la paliza “dejémosle aquí, que no faltará quien le socorra” y como si fuera una cámara de cine nos desplaza a otra estancia “volvámonos atrás cincuenta pasos”
- Esto no sé si no lo entiendo o es sarcasmo: encuentran a D. Luis vestido de mozo de mulas durmiendo en un pajar.. “responde bien a quien vos sois el hábito que tenéis...”
- Refranes: “Sufra y calle el que se atreva más de a lo que sus fuerzas le prometen”
“Más fuerza tiene el tiempo para deshacer y mudar las cosas que las
humanas voluntades”
- Una palabra que me encanta: Pintiparada
- Jeje: hay objetos, situaciones, sensaciones de umbral difuso sujetas a interpretación. En esos casos yo utilizo la palabra “manzapera” sin saber, “pobre de mí” que Sancho había acuñado un término mucho más hermoso “baciyelmo” tomo nota.

Merche Pallarés dijo...

¿¿Me lées (porque no me ves...) sentimental?? Si yo soy una GRAN romántica sentimental. No es nada nuevo, mi querido. Es parte de mi locura... Cada dia que pasa me siento más identificada con nuestro Quijo y nuestro Sancho... Pronto yo tambien me encasquetaré un baciyelmo e iré a luchar contra los molinos (los políticos corruptos) pertrechada con zapatos... Besotes jovencito, M.

Alatriste dijo...

Me encantó este capítulo por tres razones: en primer lugar por esa misma ida y venida de Don Quijote en su locura, ahora ve al ventero como tal, y decide que debe ser su escudero quien resuelva el entuerto. Estoy seguro que aquí Don Quijote se hace demorar intencionadamente para darse una pequeña venganza hacia los personajes que le han estado burlando tanto tiempo; en segundo lugar me gusta la manera con la que Cervantes decide que Don Quijote resuelva el entuerto - la persuasión y buenas palabras -. Don Quijote puede salvar situaciones con la palabra y no sólo la fuerza; y por último la forma de pasar de escena entre los sucesos del ventero y don Luis con el oidor "Pero dejémosle aquí, que no faltará quien le socorra; o si no, sufra y calle el que se atreve a más de a lo que sus fuerzas le prometen, y volvámonos atrás cincuenta pasos a ver qué fue lo que don Luis respondió al oidor" una forma que parece más propia de escritores actuales.

Silvi (reikijai) dijo...

Pedro.Cada vez tengo mas claro, que El Quijote,no restaba loco. Mirando tu retrato..el colador,te queda de maravillas,medio ladeado. Jajajjajaj.Besitos.Silvi.

Anónimo dijo...

ERes un crack!!! Combinas de forma genial la foto con lo que cuentas. Un abrazo.

Ayla dijo...

La foto es estupenda, se nota que la proximidad de la primavera nos pone a todos de buen humor.

pancho dijo...

Al rayar el día, la misma que había atado la muñeca de DQ con un rabero le desató, al oír sus gritos de dolor, cuando intentaba, sin éxito, descansar su ser en el suelo. Sin dilación se montó en un Rocinante que; aunque lo había tirado de sus lomos, allí estaba esperando fiel y pacientemente a que su jinete se liberara. Tomó sus herramientas de matar y desde lo alto retó a todos los que, riéndose, habían dudado de su capacidad de Caballero. Concluye la historia con un DQ que: “moría y rabiaba de despecho y saña”, con la autoestima por los suelos al ser obviado por los presentes, tomándolo por loco. Se justifica a sí mismo su estatismo, sugiriéndose la imposibilidad de emprender una nueva acción hasta que no haya repuesto en su trono a la reina Micomicona. No le queda más remedio que dedicarse a la solitaria tarea de guardar el castillo.

Los cuatro jinetes recién llegados enseguida deducen que el joven D Luis debe de estar en la venta, cuando descubren el carruaje que había venido siguiendo desde la Corte. Una vez descubierto su escondrijo; durmiendo junto a otro mozo de mulas, se opone con firmeza a regresar junto a su padre aunque eso signifique la muerte en vida de su progenitor. Su compañero de noche avisa a todos los demás que se ponen del lado de D. Luis al observar la inflexibilidad por parte de los criados que sólo admiten la posibilidad de llevarlo de regreso junto a su padre, por las buenas o por las malas. A pesar de que todos tratan de convencerle de que vuelva con su padre el está decidido a no volver hasta terminar el negocio en el que le va “la vida, la honra y el alma”.

Ya tenemos el dilema planteado. No es la primera vez que lo hace C en la obra. Aquí se trata de dos vidas. La del hijo que la pierde si lo llevan y la del padre que la pierde si no le presentan al hijo. DQ, que escucha los razonamientos, deja la guardia para ver cómo, cual rey Salomón, interviene el Oidor con “Sepamos que ocurre de raíz” que muy imparcial no puede ser en el asunto al ser su hija parte sustancial de la resolución del asunto.

De repente, -aumentando el ritmo narrativo de una manera que no habíamos visto hasta ahora – dos huéspedes se enfrascan en una pelea con el ventero al pillarlos in fraganti cuando querían marcharse sin pagar. Tan interesante estaba el tema de D Luis que nadie repara en ir a separarlos, ni siquiera DQ que se escaquea como puede, cargado de razón después del ninguneo que acaba de sufrir por parte del ventero. En un nuevo fundido narrativo que añade más acción, nos devuelve a D Luis que le confiesa al Oidor que ha dejado su propia casa por su hija Clara para seguirla “como la saeta al blanco, o como el marinero al norte”. Un interesado Oidor consigue convencer a los criados de que le es menester un día para deliberar sobre el tema.

Gracias a la intervención de DQ – esta vez dejando el lanzón aparcado - los parásitos se avienen a pagar los gastos. Con los criados esperando la resolución del Oidor, sin solución de continuidad, entra en escena el barbero al que habían desprovisto de su albarda nueva y de su bacía. Requiere sus aparejos en cuanto los reconoce, a lo cual se opone S que le lanza un puñetazo en las muelas que le hace sangrar. Tanto le gusta a DQ cómo S se bate el cobre con el barbero que se propone en su corazón armarle caballero, en cuanto la ocasión sea propicia. Como el barbero seguía insistiendo en la pertenencia de la albarda, DQ zanja la quimera atribuyendo al encantamiento del lugar, la conversión en albarda de los aparejos de la caballería del barbero.

Juega fuerte DQ al mandar traer la bacia a su presencia para demostrar que se trata del yelmo de Mandrino. Sancho, que no era la primera vez que veía el lanzón en sus costillas por contradecir a su amo, en un momento de lucidez nos deja para la posteridad una de las palabras con más connotaciones de la novela. Para él se trata de un baciyelmo, pues, aunque dando la razón a su amo se pueda quedar con la albarda nueva, no puede consentir en llamar yelmo a algo que el sabe que es bacia. Prueba de la controversia la tenemos en Google. Si escribimos baciyelmo salen 2.890 resultados en 0,06 “

Aquí nos deja el autor, de nuevo, con dos historias sin terminar para la próxima semana. Al menos esta vez, concluyó la de DQ colgado.

Antonio Aguilera dijo...

Pedro, esta tarde me las he tenido que ver yo sòlo con El Quijote.

Ya publiquè el comentario referente a mi retrasado cap. 42.
Èl pondrà esta noche la imagen.
No sabe que se juega el pellejo como me deje sòlo.

Nos vemos mañana

Tormenta. dijo...

Está super bien detallado pero vamos, te seré franca, me despiste por mirar la foto,jajaja eres la caña está genial! en serio!jaja, besos guapo yfeliz finde!.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MARGA: en efecto, hay mucho de cine en la mirada cervantina. Muy bien señalado.
En la frase del criado a don Luis hay ironía y reprensión: es como si le dijera que vaya ocurrencia vestirse así un joven de tan buena familia.
Muy buenas todas las frases que señalas.

MERCHE: me alegro de todo eso. Salgamos todos con baciyelmos a la calle. Besos.

ALATRISTE: bien visto. Yo también pienso que don Quijote, en el fondo, disfruta viendo los golpes que recibe el ventero, como compensación justa.
Cervantes es muy actual, en efecto. Más que muchos escritores de ahora.

REIKIJAI: y el color, el color... Besos.

FERNANDO: ¡gracias!

AYLA: yo, al menos, lo necesitaba.

PANCHO: magnífico análisis, como siempre. Me gusta mucho cómo indicas el dilema entre la vida del padre y la del hijo: es parte del conflicto que nos atrae en esa historia.
Y asi nos deja Cervantes, sin terminar las historias.

ANTONIO: allá vamos. Esperemos que Ojito no te falle.

TORMENTA: pues muchas gracias. Buen fin de semana.

CarmenS dijo...

Sé que no estoy cumpliendo, pero prometo que cuando disponga de un tiempo libre que me permita no leerlo a trompicones, haré una nueva lectura del Quijote. ¿Me lo aceptas?

Pedro Ojeda Escudero dijo...

CECILIA: aceptado. Y ya sabes que puedes comenzar por la primera entrada de esta locura y yo contestaré.

Teresa dijo...

jusjusjusjusjusjus
voy con retraso, y no comentaré el texto, pero LA FOTO jajajajajaja, tenías que haber ido así a DB (quizás todos nosotros) :D

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: pues tienes razón.

matrioska_verde dijo...

pues todavía no lo he leido pero ya estoy deseando... mañana si no hay novedad caerá.

que pases un buen fin de semana, Pedro y cuando quieras te invito a ver el mar... creo que no podría vivir sin él, sin saber que está cerca.

bicos,

Silvia_D dijo...

No he leído el capítulo, pero lo haré, lo sabes.

Me encanta la foto!! jajaajajaja

Gracias por las risas :)

Besos, profe

impersonem dijo...

Entretenido este capítulo.

Por un lado la historia de Don Luis que se enfrenta a la gran decisión de regresar para garantizar la salud de su padre y de continuar tras su amada para la salud de su corazón.

Por otro lado las vicisitudes de Don Quijote y Sancho con el resto de gente, resueltas según las convicciones de cada cual.

Me ha llamado la atención en este capítulo lo siguiente:

"Ya a esta sazón estaban en paz los huéspedes con el ventero, pues por persuasión y buenas razones de Don Quijote, más que por amenazas, le habían pagado todo lo que él quiso...", encuentro en esto un contrapunto a la propia locura de Don Quijote, pues creo que en toda "negociación" subyace un cierto grado de cordura. Sácame de las dudas Pedro, pues tal vez estoy confundiendo la bacía con el yelmo.

Asimismo, me llama la atención la forma en que Sancho resuelve el asunto del baciyelmo, creo que la postura híbrida que toma, ecléctica, es, en este momento, de "lealtad a la locura de su señor Don Quijote" por un lado y de prevención de que no le tomen a él mismo por loco los demás.

Desde el día que publiscaste la entrada sobre este capítulo y leí los cuatro renglones y medio últimos del último párrafo de dicha entrada no he parado de aplaudir... ("en este mundo cruel nada ese verdad ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira" que también creo que dijo Shakespeare), lo que, en la resolución de las cosas, sugiere la importancia de las actitudes y aptitudes de cada uno.

Gracias por tu trabajo Pedro. Me estoy divirtiendo con esta forma "interactiva" de leer el Quijote.

Saludos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ALDABRA: espero tu comentario, cuando puedas. Feliz domingo. Ver el mar...
Besos.

DIANNA: gracias por reírte. Besos.

IMPERSONEM: no, en absoluto. Después de su primera experiencia con una venta, don Quijote sabía que no todo era sueño. Por otra parte, los acompantes de don Quijote se ofrecieron a saldar las deudas con el ventero. Veremos más de esto.
En efecto, Sancho, ahora está a medio camino: no quiere soñar del todo, pero no puede renunciar a hacerlo, por si acaso hay recompensa o pierde lo poco ganado.
En efecto, así está todo siempre: al albur de nuestra percepción de las cosas. Gracias a ti por incorporarte a esta locura.
saludos.

Abejita de la Vega dijo...

La abejita vuela tardía,estaba entretenida con esos papeles que escriben los sanchicos.

Comentario al capítulo XLIV del Quijote, primera parte. Publicado en

Comienza el capítulo con los gritos de dolor de don Quijote. Pobre hombre, como si estuviese colgado de una cruel “garrucha”, gracias a la ocurrencia de Maritornes y a la rijosidad excepcional del rocín pachorrón. Pero, aunque le debía de doler todo el cuerpo, cabalga muy digno, con su adarga, su lanzón y, a medio galope, reta y desafía a “cualquiera que dijere que yo he sido con justo título encantado”.

Los cuatro nuevos, “los caminantes”, se quedan con la boca abierta ante el reto y desafío, al arcaico estilo de las novelas de caballerías. Don Quijote está en su salsa. Pero el ventero echa un jarro de agua fría: ni caso, es un loco. Ellos a su labor de encontrar al señorito don Luis y hacerle volver a casa, por las buenas o por las malas; tres rodearán la venta y uno vigilará la puerta. Reparan en el coche, lo conocen, es del vecino oidor, ese es el rastro que sigue don Luisito.

Nuestro hidalgo ya no puede más y agarra una rabieta casi infantil, desea recuperar la atención perdida, muere y rabia de “despecho y saña”.Si las ordenanzas de su caballería le dieran permiso de emprender una empresa sin acabar la anterior, iban a ver éstos lo que era bueno, tal vez “embistiera”. ¡Embestir! ¡Socorro, un toro!

Ya aclara el día, están todos despiertos, especialmente doña Clara y Dorotea, cuánta claridad; “la una con sobresalto de tener tan cerca a su amante, y la otra con el deseo de verle, habían podido dormir bien mal aquella noche”.

Uno de los cuatro, encuentra al hijo de su señor, falso mozo de mulas, durmiendo al lado de uno auténtico. El criado está encantado de poder cumplir con la misión encomendada y devolverlo a casa; mas la tarea es delicada. Tiene que evitar que escape; pero con todos los respetos y don Luis por aquí, don Luis por allá. Por si acaso, le traba el brazo y se dirige al soñoliento adolescente con ironía:

“Por cierto, señor don Luis, que responde bien a quien vos sois el hábito que tenéis, y que dice bien la cama en que os hallo al regalo con que vuestra madre os crió.”

El tono se vuelve autoritario y ya sabe el señorito de lugares las dos opciones: por las buenas o por las malas. Aún así se resiste y se pone gallito: “Eso será como yo quisiere, o como el cielo lo ordenare”. Intentan ablandarle, su padre dará la vuelta al otro mundo si él no da la vuelta, se morirá de pena…Pero el quinceañero enamorado no se achica y, a pesar del cuatro contra uno, les replica:” yo soy libre, y volveré si me diere gusto, y si no, ninguno de vosotros me ha de hacer fuerza”.No es el primer personaje del Quijote que proclama su libertad, algo muy apreciado por el ex cautivo Miguel. Recordemos a la pastora Marcela: “Yo nací libre”.

El oidor está allí, recordemos que va vestido con sus ropajes largos de mangas arrocadas, y habla, deformación profesional, con la jerga del oficio:”Sepamos qué es esto de raíz”.Tras la información, reconoce al vecinito. ¡Es que estos papás antiguos no se enteraban de nada! Bueno, los modernos tampoco… Luis se confiesa ante el padre de su Clara, llorando: “Por ella dejé la casa de mi padre, y por ella me puse en este traje, para seguirla dondequiera que fuese, como la saeta al blanco, o como el marinero al norte.”No son niñerías las de alguien que se expresa así.

Recordemos el capítulo LXII, el oidor nunca había sido tan oidor. Pues, ahora abre las orejas todavía más, es su hija… alta nobleza, fortunón, de título, me interesa…El jovencísimo señor de lugares se humilla, besando las manos del oidor y bañándolas de lágrimas. El corazón del oidor no es de mármol sino de mantequilla. Piensa cuán bien le estará a su hija aquel matrimonio, siempre que se realice con el beneplácito del padre de don Luis, claro, Clara.

Y mientras, en la venta, llueven palos. Dos huéspedes ven a la gente distraída con la búsqueda, aprovechan e intentan irse sin pagar .El ventero pide su paga, y le responden con los puños. La ventera, la venterita y Maritornes piden socorro a don Quijote que, con mucha flema, declara no poder atender su petición porque no le está permitido entremeterse en aventura distinta, teniendo pendiente el asunto de Micomicona. Que el ventero se vaya entreteniendo ¿Cómo se entretiene uno cuando está recibiendo puñetazos? Pedirá licencia a la princesa, para socorrer al “castellano”. Se planta de hinojos ante Dorotea, para pedírselo con “palabras caballerescas y andantescas”.

Pero, a pesar de la licencia concedida, cuando acude a la puerta de la venta, vaya cuajo, se está quieto. Quizás en un ataque de sensatez, decide que corresponde a Sancho la defensa venteril, puesto que no le es lícito poner mano a la espada. Sólo puede hacerlo con caballeros. Puñadas y mojicones recibe el ventero, ante la desesperación de su mujer, su hija y su criada. Y, por primera vez en esta obra, aparece la palabra cobardía aplicada a don Quijote. ¡Un caballero andante cobarde!

Cervantes, que visitó y sufrió desde niño muchas ventas, no es amigo de venteros, es evidente y leemos: “Pero dejémosle aquí, que no faltará quien le socorra, o si no, sufra y calle el que se atreve a más de a lo que sus fuerzas le prometen, y volvámonos atrás cincuenta pasos”. Y enlaza esto con la confesión de don Luis ante el oidor.

No explica Cervantes, los detalles de cómo, al final, “por persuasión y buenas razones de don Quijote, más que por amenazas” los huéspedes pagaron todo. ¡Milagro!

Como el demonio no duerme, aparece, cuando no había terminado la plática del oidor, aquel barbero al que don Quijote quitó el yelmo de Mambrino y Sancho Panza los aparejos del asno. Reclama ambos objetos de su propiedad, arremete a Sancho, llamándole “don ladrón”.Cada uno agarra la albarda por donde puede, un mojicón ,el barbero con los dientes bañados en sangre, gritos de “¡Aquí del rey y de la justicia!...salteador de caminos…mentís, en buena guerra ganó mi señor don Quijote estos despojos…"

En este momento, cambia el concepto que el caballero andante tenía de su escudero, a la vista de lo bien que se ha defendido. Es un hombre de pro y, en cuanto pueda, lo armará caballero.
Sigue la discusión, el barbero propone pruebas que avalen sus propiedad, A don Quijote no le importa la albarda, pero no consentirá de ninguna manera que se llame bacía al yelmo de Mambrino y a que se discuta su propiedad, ganada en buena lid, “con ligítima y lícita posesión”.

La albarda es expuesta como objeto contencioso. Pero Sancho se resiste a traer la bacía. Su señor le advierte que lo haga, “que no todas las cosas deste castillo han de ser guiadas por encantamento”.

Sancho trae la bacía y don Quijote jura, por la orden de caballería que el yelmo es el mismo que le quitó en buena guerra. Sancho no quiere irritar más a su señor y salva la situación con la palabra baciyelmo. Les recuerda que, con los encadenados, les salvó de asaz de pedradas. Ni bacía ni yelmo, baciyelmo. ¡Una gracia de Sancho?¿Perspectivismo?
¿Hay baciyelmos en nuestra vida cotidiana? Haberlos haylos y nos ayudan a vivir. Pensemos en ellos.
Seguiremos, en el próximo capítulo, con el litigio.
Un abrazo para Pedro y los visitantes de la acequia.
María Ángeles Merino Moya.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ABEJITA: bien señalados, con gracia, además, los aspectos esenciales. Y conforme a la relación con Marcela: la libertad personal, la libertad de amar, una de las constantes de Cervantes. Y no veas la gran cantidad de baciyelmos que hay en la vida cotidiana... Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Gracias Pedro. Sigamos adelante con nuestros yelmos de Mambrino. A quien nos diga que son bacías, ni caso.
Un abrazo

Teresa dijo...

Este trozo de frase es espectacular

"Pero dejémosle aquí, que no faltará quien le socorra, o si no, sufra y calle el que se atreve a más de a lo que sus fuerzas le prometen, y volvámonos atrás cincuenta pasos,...",

y volvámonos atrás cincuenta pasos... desconozco la dificultad para rodar una película y pasarnos de una escena a otra, pero escribirlo... MÁMA MÍA..

lo del baciyelmo, a mi me recuerda a esas personas, dignas de admiración, que son capaces de quedar bien con todo el mundo dándoles a todos la razón.

insisto. la imagen es genial.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: ¡Bien visto! Esta frase, que no comenté en la entrada, ha sido estudiada por los críticos exacatamente en ese mismo sentido al que aludes. Y, por lo tanto, como un tratamiento entre serio y burlesco del narrador sometido a acciones paralelas.

Juan Luis G. dijo...

Interesante lo del baciyelmo, ese objeto como puente entre el mundo real y ficticio. Es un capítulo muy divertido y trepidante.

Saludos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: lo es. De hecho, es asombrosa la capacidad de Cervantes para hacer tan divertido lo que esconde todo un debate teórico-literario. Saludos.

Myriam dijo...

Ya llegue! Ya llegue!

No me detengo en los amores adolescentes de Clara y Don Luis etc, porque ya sabes que los comentare en una entrada en mi blog que cierre toda la primera parte del Quijote, continuando la anterior que hice sobre las Ars Amatorias.

Sobre el baciyelmo, para serte sincera, si no lo hubieras explicado tan bien, creo que me hubiera pasado un poco desapercibida la importancia simbolica que tiene para el tratamiento de la realidad desde la optica Cervantina.

Por ultimo, lo mismo que a BIPOLAR, me parecio fantastico eso de "DEJEMOSLE AQUI(....) Y VOLVAMOS ATRAS 50 pasos a ver (...) un verdadero precursor del arte cinematografico en palabras. Sencillamente, genial!

Besos...( estoy en reposo despues de haber disfrutado a "mis nietos" ayer todo el dia....asi que aprovecho a comentar... Bendito silencio y que el analgesico me surta efecto antes de la proxima tanda un poco mas tarde! que trotes, que trotes.....)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: Cervantes inventó la perspectiva moderna: tanto con el baciyelmo como con ese volver 50 pasos atrás. Besos.

Asun dijo...

Muy guapo estás con ese baciyelmo jajajajajaja

A don Luis pronto le catalogan de amante de doña Clara: ...de tales y tales señas, dando las mesmas que traía el amante de doña Clara. ¡Si el pobre no se había comido una rosca!

Como a otros comentaristas también a mi me ha llamada la atención la frase de: Pero dejémosle aquí, que no faltará quien le socorra, o si no, sufra y calle el que se atreve a más de a lo que sus fuerzas le prometen, y volvámonos atrás cincuenta pasos...

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: no hay que tener miedo a un buen baciyelmo.