jueves, 29 de enero de 2009

Discurso sobre las armas y las letras (Cap. 1.38).


El famoso discurso sobre las armas y las letras que pronuncia don Quijote en la venta, ha sido interpretado de muy diferentes maneras. Pongámoslo en situación para comprenderlo.


En primer lugar, Cervantes nos lo da partido en dos capítulos: el 37, en el que se asiste a las consecuencias finales de la desvelación de identidades de todos los protagonistas de los amores cruzados y la aparición de dos personajes nuevos, el cautivo y la mora; y el 38, en el que se anuncia el inicio del relato de las aventuras de esta pareja.


Es decir, como es frecuente en el Quijote, tiene una posición de cruce, de paso de un sitio a otro. Es una pausa, incluso en la acción relatada: se sientan a comer. Es curioso cómo a don Quijote se le despierta la retórica ante la comida, como vimos ya cuando estaba con los cabreros. Sin embargo, no nos dejemos engañar: hemos visto, en otras ocasiones, cómo es, en estos momentos, cuando Cervantes nos introduce perlas narrativas ante las que tenemos que estar muy atentos.


Pero demos un paso más para ver lo que hay antes y lo que hay después. Antes nos hemos hallado en una situación muy embrollada, un tejido largo de historias siempre apuntadas a medias hasta la resolución final. Hemos visto, también, el peso de los disfraces, de los juegos de ocultación, de todas estas historias: ocultación que se da, especialmente, recurriendo a imitar modelos literarios. De ahí la facilidad con la que participan todos en el engaño que se fabrica para don Quijote.


Antes también hemos visto leer una novela, la del Curioso impertinente, cargada de referencias librescas, retórica y un punto conscientemente inverosímil (lo dice hasta el mismo cura al terminar de leerla) en el planteamiento del marido que se empeña en forzar la situación para comprobar la fidelidad de su mujer: es un juego retórico muy conocido en la literatura, por el que se da un ejemplo para explicar una tesis inicial. Ya sabemos que Cervantes siempre presenta matices interesantes, pero ahora no es el caso.


Después vendrá una historia que, desde el inicio, se plantea como opuesta estilísticamente a todo lo anterior. Recordemos las palabras del cautivo:


-Y así, estén vuestras mercedes atentos, y oirán un discurso verdadero, a quien podría ser que no llegasen los mentirosos que con curioso y pensado artificio suelen componerse.


Es aquí donde debemos explicar el discurso: de lo retórico y literario, del artificio basado exclusivamente en los modelos literarios (aunque se intente ser original en el tratamiento de los géneros) a un relato que se nos presenta sencillo y verdadero que, aunque tenga modelos literarios no se subordina a ninguno de ellos sino que se presenta como algo basado en la experiencia del propio Cervantes.


He ahí desde donde debemos explicar el discurso.


El género del debate viene desde la Edad Media y fue muy cultivado por la literatura y por la retórica en los discursos demostrativos que conducían hacia una verdad contraponiendo dos elementos para dar la razón a uno de ellos. Cervantes, por lo tanto, vuelve a tomar una modalidad de escritura consagrada para experimentar con ella. Porque eso es lo que hace el autor: partiendo de un esquema rigurosamente retórico de oposiciones continuas para ir desgranando las ventajas e inconvenientes de cultivar las armas o las letras, llega un punto en el que rebaja todo de literatura para hablar desde la experiencia del que conoce ambos mundos: cambia el género desde dentro. Recordemos que Cervantes iba para hombre de letras cuando lo deja todo y se hace soldado, para retornar después a las letras. Y de ambas situaciones conoce las zonas más oscuras, menos brillantes.


Le interesa, en el discurso, recordar las penurias de los soldados españoles esparcidos por el mundo: pero de los soldados rasos, de la gente que ha dado su vida al servicio de la Monarquía española. Con esos motivos y las alusiones veladas a sus propias circunstancias (la referencia a que un trozo de metal le puede apartar, de forma poco heroica, al hombre de armas de la gloria, como le ocurrió a él). En las palabras de Cervantes hay todo un homenaje a los componentes de los tercios españoles.


Ahora bien, estamos en el Quijote y Cervantes suele dar otra vuelta a los argumentos. Recordemos que todo el discurso tiene un marco en las propias palabras de don Quijote, un viejo extravagante que ha salido al mundo real con unos ideales librescos. Comienza su discurso aludiendo al juego de disfraces y a la relatividad de lo que se es y de lo que se parece:


Verdaderamente, si bien se considera, señores míos, grandes e inauditas cosas ven los que profesan la orden de la andante caballería. Si no, ¿cuál de los vivientes habrá en el mundo que ahora por la puerta deste castillo entrara, y de la suerte que estamos nos viere, que juzgue y crea que nosotros somos quien somos?


Y lo termina recordando, de nuevo, su condición de caballero andante:


Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como es esta en que ahora vivimos; porque, aunque a mí ningún peligro me pone miedo, todavía me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me han de quitar la ocasión de hacerme famoso y conocido por el valor de mi brazo y filos de mi espada, por todo lo descubierto de la tierra. Pero haga el cielo lo que fuere servido, que tanto seré más estimado, si salgo con lo que pretendo, cuanto a mayores peligros me he puesto que se pusieron los caballeros andantes de los pasados siglos.


Es decir, Cervantes nos recuerda que esas palabras las dice alguien que hace ficción del mundo real, que se niega a aceptarlo y lo trasforma de acuerdo con unas propuestas que toma no de la realidad, sino de la literatura fantástica. Con lo que nos vuelve a someter a la duda, como a los que asisten al discurso. La locura o extravagancia de don Quijote puede afectar a sus palabras y trasformarlas: quizá quisiera Cervantes, al final de su vida, recordarnos el desengaño del soldado abandonado por todos y refugiado en las letras.


Seguiremos con el cautivo el próximo jueves, con el comentario del capítulo XXXIX.

31 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Soy la primera, no me lo puedo creer... Este capítulo tan cortito ha sido muy interesante por el alegato anti-bélico que hace Cervantes--aquí me ha parecido más Cervantes que Don Quijote hablando--arremete contra los letrados tambien cuando dice "al revés en los letrados, porque de faldas (que no quiero decir de mangas) todos tienen en qué entretenerse". Tambien critica las condiciones meteorológicas adversas que tienen que sufrir la soldadesca "...y en la mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con solo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacio, tengo por averiguado que debe de salir frio, contra toda naturaleza". Hablando de lo "que mas cuesta" (dedicarse a las letras)"Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago y otras a estas adherentes..." Y, para terminar, cuando se queja de la aparición de las armas de fuego "...la artillería, a cuyo inventor tengo para mi que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención...". Interesante capítulo. Ya he leido parte de la perorata del cautivo... Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

Menuda espada llevas en la foto aunque para este capítulo hubiera sido mejor un trabuco... Besotes, M.

Francisco O. Campillo dijo...

He leído tu post y he aprendido un montón, como siempre. Gracias por ello.

Ahora, ¿qué quieres que te diga de esos soldadones que asolaron Europa y el Mediterraneo durante siglo y medio? No se, no me parecen muy solidarios, la verdad.
Sí que es cierto que leían -incluso alguno escribía- pero me reservo mi opinión sobre ellos.

Anónimo dijo...

DQ nos había dejado en el capítulo anterior con la reflexión inconclusa de que el éxito de las letras dependía, en gran manera, de la cantidad de sacrificio y esfuerzo que el estudiante hubiera llevado a cabo a lo largo de su periodo de formación. Terminó el razonamiento afirmando que por muy duras que fueran las penalidades que un hombre de letras tuviera que sufrir, nunca llegarían éstas a las asperezas que un hombre de armas tiene que soportar, si quiere alcanzar reconocimiento y fama en este mundo.

Seguidamente analiza en su discurso tres aspectos que tiene el soldado que afrontar antes de entrar en combate: El salario es pobre y pocas veces es puntual; no le queda otro remedio que rapiñar lo que pueda en su desempeño. La ropa es escasa: en el crudo invierno sólo le queda el aliento para calentarse. Éste sale frío al venir del estómago también vacío. Tampoco el alojamiento es atractivo. Eso sí, la cama la tienen todo lo grande que quieran, al utilizar el suelo de colchón. Sorprende esta severa crítica al tratarse de los, supuestamente, mejores ejércitos del momento; ganadores de mil batallas.

Durante la lucha, a DQ no le queda ninguna duda en cuanto a la falta de equilibrio en la comparación de los dos oficios: a pesar de que el trabajo del soldado es mucho mayor e infinitamente más arriesgado, la recompensa es menor. El cementerio está lleno de aquellos que no tuvieron la suerte a favor en ella; aun peleando en los ejércitos españoles, que se empeñaban en ganar batallas en toda Europa, a costa de empobrecer la nación. Por el contrario, no llegan a los mil los que lograron reconocimiento y fama en la batalla.

Añade DQ que se puede argüir que “Es más fácil premiar a dos mil letrados que a veinte mil soldados” pues no bastaría toda la hacienda del señor para satisfacer todas las exigencias de los soldados. Afirmación de profunda carga crítica; quiere el autor que veamos cómo el mantenimiento de las guerras están llevando al país a una profunda crisis de la que costará siglos salir.

Establece a continuación un diálogo entre las letras y las armas donde se afirma que al tener la guerra sus leyes, se está inclinando ante ellas. Las armas reponen que si no fuera por ellas, sería imposible sustentar las leyes. Este razonamiento de armarse para la paz, tendría un cierto paralelismo con el periodo de la Guerra Fría entre las dos grandes potencias- USA y la URSS - : se consiguió la ausencia de guerras directas entre ellos armándose con armas nucleares cuya potencia barrería cien veces de la faz de la tierra todo bicho viviente. Triste es reconocerlo pero, no parece que tengamos remedio: únicamente por miedo al pescozón mayúsculo que resultaría, somos capaces de mantenernos sin pelear.

Sigue su argumento DQ afirmando que aunque cueste alcanzar la excelencia en las letras es mucho más arriesgado y costoso llegar a ser un buen soldado. Pone el ejemplo del militar - a quien la muerte acecha en “todos los trances de la guerra.” - Emplazado en una garita, ve cómo la está minando el enemigo y el asalto a un bajel contrario.
Concluye su argumento nuestro hidalgo detestando las armas de fuego, pues aborrece la posibilidad de que el ser más ruin pueda acabar con la vida del más admirable caballero, seguramente acordándose el autor del arcabuzazo que le dejó inútil su brazo izquierdo. Llega incluso a dudar DQ de la conveniencia de salir a los caminos como Caballero Andante. Su único consuelo estriba en la creencia de que más se le valorarán sus logros cuanto mayores sean los peligros.

Los demás, que comenzaron boquiabiertos la disertación del hidalgo, viendo que se alargaba, no dejaron que la comida se les enfriara. El único que no probó bocado fue DQ, por no perder el hilo del razonamiento. Al discurso sigue el asentimiento del cura a lo expuesto, el adecentamiento del camaranchón de DQ para las mujeres y la disposición del cautivo recién llegado a contar su historia verdadera, que “ninguna mentirosa le iguala.” pancho

Silvia_D dijo...

Enseguida me pongo con la lectura, tengo un día algo ocupado pero lo intentaré.

Besos,niño, pasa buen día

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: en efecto, como he señalado en la entrada y has visto bien, a partir de aquí oiremos, durante muchas páginas, a Cervantes detrás de sus personajes. Aparece lo autobiográfico en el texto de una forma que transforma el siginificado del relato. Me gustan los fragmentos en los que has detenido.
... no tenía trabuco...
Besos.

FRANCISCO: hablaré exactamente de esta cuestión en las noticias del sábado: atento, pues, si decides no reservarte tu opinión.

PANCHO: has hecho una aproximación extraordinaria a las opiniones vertidas por Cervantes en el discurso.
Y excelente cómo has visto, en efecto, que los demás comían mientras escuchaban -o no, que ahí está la gracia-. Veremos cómo nos trata el cautivo.

DIANNA: aquí estará la entrada, esperándote, para cuando puedas. Besos.

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

Qué puedo decir... Que me gusta Cervantes, el Quijote y este gran trabajo serial que ya va siendo montaña.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Aún con lo cortito que es el capítulo, encierra a mi parecer toda la obra y la época; en pocas palabras haciendo mención a las penurias de estudiantes y fundamentalmente de soldados hace un resumen de la mala situación o mejor dicho gran crisis (en todos los sentidos de la época)...

Me hizo gracia lo de tus armas a tomar... y en un detalle, que aunque no lo comenté... tu si que los haces: la lucidez del personaje ante un plato de comida... cierto es "con la panza llena nadie desvaria". Un abrazo Pedro.

María dijo...

Jajaja ¿y tú con una espada? sssss que hoy es el día de la PAZ que no lo vea nadie jaja.

En cuanto a tu post excepcional, no puedo decir otra cosa.

Un beso.

Kety dijo...

"...la artillería, a cuyo inventor tengo para mi que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención...".
Esta frase y muchas más sólo podía decirlas Cervantes, a través de un "loco".

La foto está acorde con el capítulo. Coincidecia con el día de la Paz.
Un abrazo

ASOCIACIÓN SOCIOCULTURAL ATAMAN dijo...

Muy interesante , para mi un bello descubrimiento , gracias .
Un saludo desde esta isleña mañana de sol

Pedro Ojeda Escudero dijo...

PABLO: yo, ya lo sabes, estoy encantado con el resultado de esta locura colectiva.

MANUEL: en efecto. Comamos. Un abrazo.

MARÍA: pero de juguete... Un beso.

KETY: en efecto. Juego de máscaras opotunísimo. Un abrazo.

VERÓNICA. gracias por unirte. Un saludo.

Abejita de la Vega dijo...

Qué raro! El título dice: “Que trata del discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras” y, en efecto, ¡sólo es un discurso! Al final, un pequeño enlace con el relato del cautivo y se acabó. Cervantes nos tiene acostumbrados a unos capítulos como cruces de caminos donde convergen varias historias, para dar gusto a todos, y nos extraña, eso… y su tamaño.
Comienza el discurso, enlazando con lo manifestado en el capítulo anterior, con una frase que dejaría boquiabiertos a nuestros estudiantes, dando vueltas actualmente a la salsa boloñesa que aderezará sus futuros estudios:” Pues comenzamos en el estudiante por la pobreza y sus partes”.Les ruego que la comparen con la que cuadraría a su futuro inmediato que sería: “Pues comenzamos en el estudiante por los créditos y los másteres diseñados por empresas “. Tras esta digresión, disculpadme, sigamos con Cervantes, estudiante pobre sólo durante dos años. Se preparó con el gramático López de Hoyos, para el ingreso en la Universidad de Alcalá, Pero no llegó a ser universitario ya que tuvo que huir a Italia, tras un confuso incidente. Mucho más larga fue su vida de soldado, que aquí pone en boca de Don Quijote. A los de la venta y también a nosotros se nos olvida que estamos ante un loco. ¿Seguro que estamos ante un loco? ¿Está en uno de sus momentos de cordura? ¡Es Cervantes el ventrílocuo y don Quijote el muñeco? ¡Qué realismo e ironía finísima posee su discurso! Con sus palabras vivimos la vida del soldado de los Viejos Tercios, aquellos que sangraron la Monarquía. Y, sin embargo, la paga resulta escasa y azarosa, muchas veces tiene que robar, “garbear con sus manos”, para sobrevivir; mal vestido, con un “coleto acuchillado”; duerme en el suelo, donde no le estorban las sábanas; pasa frío y hambre, su aliento proviene de un lugar vacío y cuando llega su “graduación” le colocan su borla…pero de vendas o hilas, menudo doctorado y menudo birrete. Y si sale vivo, tendrá que seguir luchando en una y otra batalla, vencedor en todas ellas, un milagro. La antítesis de los letrados, cubiertos siempre por sus “faldas” y sus”mangas”, honorarios legales e ilegales.Preeminencia de las armas
Dialogan las armas y las letras, las armas no pueden vivir sin leyes, que al fin y al cabo son letras. Las leyes no se pueden defender si no es con las armas, no pueden vivir en guerra. Preeminencia de las armas. Aunque es la pescadilla que se muerde la cola…
Después encontramos un compendio de las penalidades que soportó Cervantes, en uno y otro oficio: “alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes”.Al soldado, lo mismo pero con riesgo de perder la vida. Preeminencia de las armas. ¡Menuda vida la de don Miguel!
El de la Triste Figura nos lleva a los mismos escenarios de la guerra. ¿Cómo sabe tanto un hidalgo de pueblo? Hacemos guardia, sabemos que el enemigo nos acecha y no podemos movernos. En cualquier momento vamos” a subir a las nubes sin alas y bajar al profundo”. Como esto es poco peligro, vamos a la mismísima batalla de Lepanto, se embisten las galeras, cañonazo va, cañonazo viene, bum, bum y no nos queda más espacio que dos pies de tabla del espolón; al primer descuido de los pies nos vamos con Neptuno y otro ocupa nuestro lugar.
Ahora calla el manco de Lepanto y toma la voz el viejo hidalgo caballero andante y retorna el lenguaje arcaico:” Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención…”En el alma le pesa haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable, en que la pólvora y el estaño le han de quitar la ocasión de ser conocido por su brazo y su espada. Qué va a decir un émulo de Amadís de Gaula. Pero se resigna, así su mérito será mayor, al acrecentarse el riesgo.
En el capítulo de los cabreros, don Quijote larga su discurso de la Edad de Oro, paralelo a éste, después de haber satisfecho su estómago con bellotas, queso y el vino del cuerno. Pero, en esta ocasión, los demás cenan y él se olvida de llevar bocado a la boca. Estamos ante un discurso en ayunas.
Cenan, levantan manteles y don Fernando ruega al cautivo que relate su historia, el cual no se hará de rogar. Y preparaos, que viene el cautivo…y no digo más.
Un abrazo a Pedro y todos los paseantes.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ABEJITA: en efecto, el capítulo trata exactamente de lo que promete. Sorprendente y ya nos pone a dudar si fue casualidad o cosa hecha a propósito. Me gusta tu comentario, que acierta en relacionar el discurso con la vida del autor.
Un fuerte abrazo.

Señor De la Vega dijo...

¡Sálvenos el cielo, señor Ojeda y amigos Comentaristas, de no ver lo que vieron por belicosos, en siglos de debate los letrados ni los guerreros, en este tipo de discurso!
Calamburola el golpe literario del loco Cervantes entre rosas de armas y claveles letrados, mucho más fino aún que el de Quevedo "Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja."
Y así, basta que todos sepamos que la única cosa defendible es la Paz, para que se entienda que todo lo demás lo esgrime, para decírselo a la Reina o los reinados que cojean por uno u otro lado.
Me alegro mucho que inicie los comentarios Merche Pallarés viendo el alegato, pues a mis ojos por más que lo releo, no veo otra cosa y mira que soy de los que buscan pies al gato.
Es más, si a un experimentado hombre de la época que se trata, entre el siglo XVI y XVII, uno pidiese que describiese los terrores de las armas o la guerra, para en resumen persuadir a un quinto, no podrían enumerarse tantos y tantas terribles cosas como las relatadas en el discurso. Y no hace diferencia Cervantes entre letras y armas, porque llega a decir muy claramente que son la misma cosa, cuando entre ellas se sustentan. Ya que excluye a las letras divinas y no menciona a las que ficcionan en narrativa, drama o lírica...(aún más divinas).
Pero además, por si no queda claro, nos lo explica en detalle, con tal sutileza y ambigua ironía, que de tan claro nubla: "Prosupuesta, pues, esta verdad, que el fin de la guerra es la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras...", y que si alguien hubiese intentado definir algún concepto tan complejo como la Paz más claramente, que me diga o calle, pues la PAZ señores y señoras, es cuando se pone el fin a guerras y aquello "es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida"; y para alcanzarlo les aclara, que basta con finalizar las guerras.
Pero diré, que ni en una línea, Cervantes ni Quijote, defienden las armas y sí las critican, como a las letras, que con sus leyes, tratados y declaraciones promulgan con armas su defensa, y sí critica al que impulsa con cobardía los instrumentos que la hacen más cruel para el que la sufre, que siempre sufrirá el que nada tiene y al que nunca darán opción a nada y no el cobarde que la empuña apretando el sello sobre lacre o con pólvora dispara. ¿Se referirá a poderosos licenciados y nobles potentados que son beneficiados?, ¡no quepa duda!
Pero dice muchas más cosas, sobre justicia y clases, que de nuevo merecerían detalle, "Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida" y reto a cualquiera que se precie de rebatirme que Don Miguel de Cervantes o el mesmesemo Quijote no dicen lo que digo, que se cruzará la punta de su cimitarra contra esto que del señor de la Vega es mantenido.
Suyo, Z+-----

Pedro Ojeda Escudero dijo...

SEÑOR DE LA VEGA: en efecto, querido amigo, todo un alegato a la PAZ escondido en un discurso en favor de las armas... porque no es un alegato en favor de las armas, sino de la vida del soldado.
Armas y letras, a mi juicio, salen bastante mal paradas, pero el soldado se salva, por encima del letrado.
No seré yo quien me bata con usted, por lo tanto.

Teresa dijo...

Gracias a las armas de pólvoraDe pronto, me he dado cuenta que la historia no transcurre en una época más antigua sino en una más contemporánea y que Cervantes me ha engañado con su caballero andante. ¡Anda, si es verdad!

(esta frase me ha encantado: "cuándo improvisamente ha de subir a las nubes sin alas y bajar al profundo sin su voluntad")

Y qué razón tiene este buen hombre, no hay comparación posible entre un soldado y un letrado.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: en efecto, ésta es una de las cosas que suceden a partir de este capítulo: se vuelve a poner la narración en el momento, en la vida real.

Merche Pallarés dijo...

Mea culpa, mea culpa, apreciado SR. DE LA VEGA, hoy que estoy buceando por estos últimos capítulos, leo, efectivamente, su excelente análisis. En este capítulo, lo que me gustó fué precisamente ese alegato a favor de la PAZ. Besotes, M.

Alatriste dijo...

Acabo de terminar con este capítulo, y por lo que he podido leer y reflexionar de otras obras. Cervantes rebatiría a la metafísica escolástica que afirmaba que los trabajos del espíritu eran superiores a los del cuerpo. Aquí Cervantes - gracias a su propia experiencia - ensalza el valor de las armas por encima de las letras, aunque curiosamente la teología queda fuera de esta comparación; de todo esto habría que ver hasta que punto nuestro autor buscaba pasar la censura o no, ya que anteriormente en otros capítulos critico el papel del Consejo Ral a la hora de dar beneplácito para publicar las tan impropias novelas de caballerias.

Bueno me despido Pedro, como verás voy a la zaga y escudriñando algo más nuestra novela.

Un saludo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: en efecto, al final es la paz lo que se busca.

ALATRISTE: esta comparación entre los soldados y los letrados, sale en favor de aquellos, en efecto. La Teología no podía entrar en la comparación, no tanto por miedo a la censura (que también) como por cuestión de época.
Me alegro de que sigas la lectura: eso es lo importante, no el ritmo.
Saludos.

Alatriste dijo...

Por cierto Pedro ¿has oído esas absurdas teorías sobre que Cervantes sería un leones y La Mancha sería en realidad Sanabria?

Un tal Leandro Rodríguez parece que ha escrito una obra sobre ese tema y lo peor de todo es que se puede encontrar en las bibliotecas. ¡Por favor! Yo pondría esa obra al mismo nivel de credibilidad que aquellos que escriben de las pirámides que fueron construidas por civilizaciones extraterrestres.

Lo peor de todo, además, es que en Sanabria se han montado una ruta y para más "INRI" un tal Luis García Jabringa escribe en el ABC animando a todos a visitarla y entre otras lindeces dice: "La primera visita de este peregrinaje cultural es obligada: la aldea natal del escritor" Refiriéndose, claro está, a una aldea de la zona.

Para más desinformación: http://www.abc.es/hemeroteca/historico-24-08-2004/abc/Gente/la-ruta-de-don-quijote-por-sanabria_9623254930728.html

¡Válame Dios! con los conspiranoicos hemos topado.

Saludos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ALATRISTRE: Esta teoría no es nueva. Este profesor la difunde desde hace unos años y mezcla elementos correctos -la ascendencia judeoconversa de Cervantes-, con otros conjeturables -el lugar de nacimiento- y algunos demasiado imaginativos -La Mancha del Quijote sería, en realidad, Sanabria-.
Lo cierto es que las lagunas en la biografía de Cervantes le hacen muy atractivo y pasto de todo tipo de conjeturas. No te puedes imaginar todo lo que se ha dicho desde el siglo XIX...
Yo me atengo a los documentos y a lo cierto. Lo otro se lo dejo a los que se peguen por decir que todo es de su pueblo.
Saludos.

Juan Luis G. dijo...

Hola Pedro.

Yo también creo que Cervantes se ve en la necesidad de poner este discurso en boca de un supuesto loco para no tener más problemas. El sufrió la dureza de la vida del soldado raso, pero también la burocracia y el encarcelamiento por cuestiones legales.

Un saludo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: la boca de un loco siempre puede resultar oportuna...

Myriam dijo...

Del discurso lo que más me llega es el abanico de emociones, que Cervantes mismo, habría sentido en el campo de batalla y que reedita, sin duda, al recordar los hechos que él mismo vivió.

AMARGURA: Un soldado atenido "a la míseria de su paga" "pero con notable peligro de su vida y de su conciencia" "porque a cada paso está a pique de perder su vida"...

MIEDO: " el estarse quedo, temiendo y esperando cuando improvisadamente ha de subir a las nubes sin alas y bajar al profundo sin su voluntad" O "al embestirse dos galeras"...."viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno"

ARROJO, VALENTIA del soldado: Y lo que más es de admirar, que apenas uno ha caido donde no se podrá levantar hasta la fin del mundo, cuando otro ocupa su mesmo lugar..."

IRA:"aquestos endemoniados instrumentos de la artillería , a cuyo inventor tengo que para mí que en el infierno se le está dando el premio a su diabólica invención......etc"

DOLOR: "en la mitad del coraje y brio.........llega una desmandada bala.......y corta y acaba en un instante los pensamientos y vida de quien la merecía gozar leungos siglos"

Cuanto dolor habrá sentido cuando fué él mismo herido y cuanto dolor/horror habrá sentido al ver a sus compañeros caer a diestra y siniestra.... Cuantas veces se habrá preguntado que hace él ahi y habrá encontrado , de hecho lo hizo, las justificiaciones de la guerra para preservar la paz......algún sentido tenía que encontrar a ese sin sentido......
guerras, muerte.....soldados caidos en defensa de la patria, de la libertad... de....de.....

Historia....hoy como ayer........

No puedo sino recordar, en este momento, tus palabras...."la humanidad es otra, pero guardará siempre en su seno las huellas del crimen que contituye su historia"

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: demasiada sangre en la Historia.

Asun dijo...

Bonito marca-páginas este que te has agenciado.

No se si será que tal vez estoy un poco espesa, pero este capítulo se me ha atragantado. Me ha costado seguirlo.
Leo a los demás comentaristas y tengo la sensación de que no me he enterado de nada.
¡A lo mejor me lo tengo que volver a leer con la mente más despejada!

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: a veces pasa. Basta con cerrar el libro y volver a leer mañana.

Asun dijo...

Así es PEDRO. He vuelto a leer hoy el capítulo con otra frescura matutina, y sobre todo después de haber leído tu entrada y a los comentaristas, y he podido apreciar el texto de forma muy distinta a ayer.
Se ve a un Cervantes hablando por boca de DQ con una gran carga autobiográfica.

Estas palabras podrían estar en boca de más de un soldado de hoy en día.

Gracias a todos por vuestros comentarios. Son de gran ayuda para una visión más amplia de todo lo que encierra cada capítulo.

Besos

Fabián dijo...

Me ha gustado tu comentario