jueves, 18 de diciembre de 2008

De nuevo en la venta del Zurdo (Cap. 1.32).


Para disgusto de Sancho, la comitiva llega a la venta de Juan Palomeque, el Zurdo, en la que sucedió el manteo que tanto ha querido ocultar. Recordemos que la novela va de recogida desde hace unas páginas y que, por lo tanto, transitaremos por lugares conocidos para que nos ocurran cosas diferentes.

Sorprendentemente, don Quijote, que llega cansado de sus últimas aventuras y, sobre todo, corrido y puesto en evidencia de forma cruel en el capítulo anterior tanto por Sancho como por Andrés, no tiene gana de proyectar su personaje en la realidad que ve: no discute que sea venta o castillo ni la necesidad de pagar para disponer de mejor cama que la vez anterior. Una nueva demostración de que su locura es cuestionable y de que se debe a un juego actoral de un hombre que se siente mayor y no renuncia a salir al mundo a verlo de otra manera, como última oportunidad de hacer algo más que vivir la vida que le estaba reservada. Además, como veremos, el argumento lo necesita dormido.

Tras un breve juego de palabras de la mujer del ventero, que quiere recuperar para su uso habitual las barbas postizas prestadas al cura y el barbero y que remiten a un chiste sexual sobre la virilidad de su esposo (chiste fácil pero efectivo, que se enraíza en las figuras folklóricas del posadero y la posadera), asistimos a un diálogo sorprendente, hábilmente trenzado por Cervantes a partir de unos libros olvidados en una maleta por algún huésped de la posada (las cosas que nos olvidamos en los hoteles son para escribir un libro si no lo hubiera hecho ya Cervantes aquí).

Varias veces se discute en el libro sobre las bondades de la literatura caballeresca, pero nunca como ahora, con tanta pluralidad de formas y niveles de recepción.

Por un lado, el cura y el barbero quisieran ejercer de nuevo su papel de censores y quemar las novelas de caballería que se guardan en la maleta y salvar las dos historias de personas reales: el Gran Capitán y Diego García de Paredes. Sus argumentos son los mismos que ya dijeron cuando el escrutinio de la biblioteca de don Quijote.

Frente a ellos, los habitantes de la venta, a los que Cervantes caracteriza como analfabetos. No han leído las novelas, sino que las han escuchado para entretener ratos de ocio. Nos da aquí Cervantes testimonio (se ha discutido mucho sobre su verdad) de una forma de difusión de la narrativa: la lectura colectiva relacionada con momentos de esparcimiento.

Observemos, pues, que enfrenta el autor, al mismo nivel (aquí no tiene ninguna autoridad el cura, como sí la tuvo en casa de don Quijote) a iletrados con gente culta. Y que la cuestión viene a zanjarla el dueño de la casa, el posadero, que prefiere las novelas fantásticas, que afirma verídicas: ¡Dos higas para el Gran Capitán y para ese Diego García que dice!

Pero da un paso más: entre los presentes sabemos que hay diferentes niveles de recepción. Por una parte, los que gustan de ellas como una mera forma de entretenimiento y los que piensan que en ellas hay algo más y que las toman por verdaderas; los hombres, que prefieren los hechos de armas; las mujeres, que prefieren los pasajes sentimentales (aunque parezcan más carnales en Maritornes, la hija de los venteros, doncella, termina por acoger -eso sí, con boda de por medio- al dolorido caballero). No olvidemos a la esposa del ventero, que también disfruta de la lectura porque es el único momento en el que su marido la deja en paz.

Separados de ese grupo aparecen, por diferentes causas, Dorotea, Cardenio y Sancho.

Dorotea y Cardenio se piensan superiores a los moradores de la venta: ellos, se dicen, conocen que esa literatura es mero entretenimiento y no verdad. He aquí, de nuevo, la sutil ironía de Cervantes: incluso estos, que quieren tener una posición diferente, se engañan puesto que, recordemos, se andaban por la sierra imitando sus libros y han aceptado participar en un engaño libresco a un lector loco.

Finalmente, Sancho ha oído lo suficiente para temer por toda la aventura de su amo y, como ha apostado demasiado por la verdad del asunto, decide mantener su criterio en suspenso hasta ver en qué para el asunto de la princesa Micomicona.

Excepcional malla la que teje Cervantes en este capítulo, toda una reflexión sobre los juegos de recepción en los que nos vemos atrapados los lectores de una novela.

Y, por si fuera poco, da un paso más allá: todos ellos se verán unidos, como demostración práctica de lo hasta aquí debatido, al escuchar la lectura colectiva de El Curioso impertinente. Cervantes, propone la salida al conflicto planteado entre literatura caballeresca e historia novelada con la forma narrativa a la que se adscribe este texto. No excluye a ningún lector, por lo tanto, sino que los integra.

Pero eso lo veremos en el capítulo XXXIII, el próximo jueves.

29 comentarios:

la inkilin@ dijo...

¿¿¿Que etas malito???

Pues cuídate ..te preparo un café bien caliente y una aspirina??

Y despierto a estas horas!!!

vecino ..vecino..

Martine dijo...

¡Pedro! He ampliado la foto 38º !venga a cuidarte!

Volveré mañana para comentar... Pero lo más urgente era comprobar como estabas... y hazme caso, yo lo hice... Sigue estos buenos consejos sobre todo en la parte final... ¿Recuerdas? ;-)

Un beso, hasta mañana...

En Bici por Burgos dijo...

A recuperarse Pedro, que no se puede estar malo ahora que llegan las "vacaciones".

Un saludo

Silvia_D dijo...

Lo he leído, mañana te digo cosas que tengo un sueñooooo...

Besos y virus por todos lados!!

Anónimo dijo...

El próximo jueves es Navidad: ¿No sería mejor hacer un paréntesis con Dickens?

Merche Pallarés dijo...

Al final creo que te voy a hacer el comentario aquí. Como siempre hay ciertas palabras y parrafadas que me llaman la atención. Por ejemplo, el ventero y la ventera son tambien referidos como "el huéspede y la huéspeda". Me gustó la referencia a la habitación dónde DQ se va a dormir como "el camaranchón de marras"; el juego de palabras picantes entre el rabo y la cola y el marido arrastrándose detrás por los suelos... Tambien cuando Maritornes dice que las damas de los caballeros les llaman a "...sus caballeros tigres y leones...". En los libros de caballería cuando se refiere a Felixmarte de Hircania y Cirongilio de Tracia (¡qué nombres!) Cervantes describe sus hazañas como muy parecidas a las del propio DQ.
Me gustaría comentar más cosas pero tengo miedo que se me borre y tenga que volver a empezar. La foto con el termómetro, genial. Besotes de limón caliente y miel aderezados con mucho mimo, M.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

que buen homenaje habría sido este en nuestras aulas, que nuestros alumnos y alumnas tuviesen como pasatiempo el escuchar una lectura...porque leer lo que se dice leer solo sms. saludos y salud...aunque te veo mejor color de cara....será por ...no se no se

Anónimo dijo...

La temperatura de tu cerebro no ha variado, sigues sanísimo y al mejor nivel, como demuestra la exposicién del capítulo. Espero que el termómetro vaya reflejando la misma normalidad en tu estado físico y puedas disfrutar del fin de semana.

Merche Pallarés dijo...

Tambien me sorprendió saber que Cervantes fuera el primer español que escribió una novela ya que no era costumbre en este país ese género. Qué curioso. Y, para acabar la descripción de un insomnio (ya que muchos bloggers la padeceis...)cuando Dorotea dice que le gustará escuchar un cuento "pues aún no tengo el espíritu tan sosegado, que me conceda dormir cuando fuera razón."
Veo que el capítulo XXXIII es bastante largo... Lo empezaré a leer hoy. Besotes navideños, M.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

"La huéspeda les contó lo que con él y con el arriero les había acontecido, y, mirando si acaso estaba allí Sancho, como no le viese, contó todo lo de su manteamiento, de que no poco gusto recibieron..."

Jajaj, el cura y el barbero siguen riendose inmisericordemente del pobre Sancho y de las cabriolas que hizo en la manta!

Como siempre, impecable tu analisis, Pedro.

Por cierto, eso que tienes en la boca...¿no será un termómetro? ¡Ja, muy bueno! Espero que estes mejor.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Después de leer tu análisis del capítulo, me reafirmo en que el ataque microscópico- microbiano que nos pretendes mostrar en tu fotografía no se cebó esta vez con los mortales. De otra forma nos obligarás a pensar que eres como un Alien al que no le afectan los contratiempos que, a menudo, padecemos los humanos.

Sentimientos contradictorios son los que me surgen después de la lectura del capítulo 31. Por un lado, el autor recurre a escenarios, protagonistas u objetos ya conocidos como la venta - que ahora denomina “del zurdo”-; la cola del buey; el camarastrón o incluso algún libro que ya había sufrido previamente el expurgue del cura, que si bien son necesarios para dar cohesión a la narración y hacer un guiño de complicidad al lector; por otro, podría considerarse un capítulo de transición, preparando al lector para lo que ha de venir que no es otra cosa que los papeles – con posterior lectura- de “La novela del curioso impertinente”; por lo tanto no prescindible. En un ejercicio metaliterario, nos encontramos con un Cervantes ensayista, teorizando sobre la literatura de la época. Uno de los capítulos más jugosos para los expertos. Para los que no lo somos, sabe cómo mostrarnos el anzuelo para que piquemos y caigamos en la continuación de la lectura.

Al ser bien recibidos en la venta, rápidamente solicitó DQ mejor acomodo que la vez anterior; algo que consiguió al saberse aún en posesión del dinero de la maleta que Sancho llevaba en sus alforjas. Nada dijo la ventera de las alforjas de S que ella se había quedado cuando el manteo.

A los Libros de caballería le sale otro defensor en la persona del ventero: les cuenta cómo en época de siega; en algún receso, a causa de alguna fiesta, se reúnen unos treinta a escuchar al más instruido de ellos; hasta las canas le desaparecen de escuchar los cuentos que le cuentan. La ventera encantada de que el protestón calle por un rato. De nuevo tenemos que contemplar cómo C tracamudea las cosas: las maquinas de reñir en las casas suelen ser ellas. Mientras que a Maritornes le atraen los romances y las escenas de amor a la sombra de los naranjos, con espectadora y vigilanta envidiosa de lo que observa; a la hija, doncella, le gustan los lamentos de los caballeros ante la ausencia de la amada. No entiende la no correspondencia de las damas, lo cual le vale un reproche de su madre que seguía con interés las distintas intervenciones.

Aun sabiendo que en aquellos tiempos los libros eran todavía un lujo, no deja de ser llamativo que los guardaran en arcas, bajo llave como si fueran joyas. Se burla el autor de lo que el cura denomina historias verdaderas de personajes históricos al otorgarles a sus protagonistas hazañas tan inverosímiles como a los Caballeros Andantes. El ventero – serio defensor de las hazañas de los Caballeros, pero no hasta el punto de echarse al monte – se arriesga sin duda, al defender sus libros queridos de la quema. El cura, que observa la determinación en la defensa del ventero, no le queda más remedio que dar marcha atrás en sus intenciones de volver a quemar los volúmenes cismáticos, que por otro lado ya había prendido en la anterior hoguera.

Sancho, que seguramente se había quedando apajando las caballerías y acomodando a su amo, llegó a mitad de la conversación, justo para escuchar que los Caballeros Andantes ya estaban en vías de extinción. Esto le lleva a ser prudente con respecto al futuro y esperar a ver en qué termina el presente viaje. Si no consigue el beneficio que el considera suficiente se volverá al hogar con su familia. pancho

Señor De la Vega dijo...

Mi señor Don Pedro, en este capítulo, magistralmente comentado como siempre, está usted, al menos tan débil como el mismísimo Don Quijote, que mejor le sea dormir y no leer, ni comer para que se recupere presto.
Extraordinario la facilidad con que podemos imaginar la escena (en todo costumbrista) en aquella venta de Palomeque (más bien, café literario de otros siglos), como si fuese radiada, se nos dan tantos detalles, de los usos, habitaciones, y gentes que las frecuentan (considerando que es un lugar ya anteriormente descrito), que debemos creer que Cervantes, las conocía mejor que la palma de su Mancha.
En este corto capítulo y siguientes, decide convertir a todos los secundarios en protagonistas, dejando a nuestros héroes fuera. Aunque tiene sentido, porque el sueño del caballero será viaje de importancia y su distancia del resto de personajes, les permitirá también viajar a los demás, en otras historias contadas en múltiple compañía y nuevos relatos y eventos, que no están faltos de relación con El Quijote o mejor con Don Cervantes. (Sueños-lecturas intimidad-compartida)
Porque Cervantes, se unió a la Corte o cortejo, para mí, desde los galeotes y en cada momento con más fuerza, esta vez, con la excusa de los libros, donde enfrenta posiciones tan diversas y variadas en la defensa de su lectura o su rechazo, justificando en cierto modo con argumentos de sus personajes, lo que en su propio epílogo, escrutinio de biblioteca y otras referencias de la primera parte, critica o satiriza, porque si bien estos textos fantásticos no deben ser tomados en serio, yo creo que su valor de entretenimiento no había sido superado por ninguna otra expresión escrita hasta el momento, en las clases más populares.
El Posadero, incluso defiende la discreción de Don Quijote, para defender su propia adicción.
Por otro lado, muchos son en la época, los relatos de viajes, descubrimientos, etc, como ejemplo incluso se vuelven populares los relatos de naufragios, bástese leer alguno de aquellos textos, y entre maravillosas descripciones de exóticos mundos, animales, ríos, caníbales y batallas, uno no sabría diferenciar con certeza, real de fantasioso. ¿Sería locura imaginar que no era maravilloso relato de Caballería que El Gran Cortés con un puñado de hombres dominó un imperio varias veces España, y entró en una ciudad que en su descripción eclipsaba a Venecia?. Sabiendo esto Cervantes, y jugando con lo que que quiere decir sin decirlo, pero diciendo otras cosas más livianas, nos daría a entender que el ventero tiene más razón que yerro, y puesto que el diferenciar uno de otros, no era fácil, lo que interesaba al lector, era su entretenimiento y la calidad narrativa del texto, ¿si era falso o cierto lo que contaban, quién lo juraba? (no mencionemos los libros de Santos y milagros, o la Biblia...)
El autor, nos defiende por tanto su propia obra.
Y en el fondo, en cada razonamiento nos resume Cervantes, que cada persona en el mundo de sus gustos, lleva el agua a su molino, sin que la razón la tenga alguno o alguna, y el color depende del cristal con que se mira.
En los pliegos con Título grande, de la Novela del curioso impertinente, aparece de nuevo el huésped fantasma, señor Saavedra, y no sería impertinente decir, que cuando la "Espantosa hermosura Dorotea", murmura a Cardenio, "- Poco le falta a nuestro huésped para hacer la segunda parte de don Quijote.", no sea un guiño del escritor a sí mismo, y no hacia el ventero que podría andar a medio camino de volverse loco.
Pero más aún, ha de transfigurarse el manco, dentro y fuera de lo que está aconteciendo...
Pues lo dicho, que se mejore y duerma en su Posada, suyo queda, Z+----

Antonio Aguilera dijo...

Hola Pedro:
Terminado de colgar mi entrada XXXII de D. Quijote en mi blog.

Os deseo a todos los contertulios de La Acequia, unas Felices Fiestas y un próspero año nuevo.

antonioaguilera.blogspot.com

Antonio Aguilera dijo...

Hola Pedro:
Terminado de colgar mi entrada XXXII de D. Quijote en mi blog.

Os deseo a todos los contertulios de La Acequia, unas Felices Fiestas y un próspero año nuevo.

antonioaguilera.blogspot.com

Merche Pallarés dijo...

Alucino con los comentarios de PANCHO y el SR. DE LA VEGA,verdaderamente, alucino... ¡qué erudicción, qué sabiduría, qué prosopopeya! Besotes navideños, M.

Merche Pallarés dijo...

ANTONIO AGUILERA, voy a leerte ahora mismito. ¡Espérame que voy p'allá! Besotes navideños, M.

Marcelo dijo...

Pedro: si mañana a las 6PM estás libre, date una vuelta por mi blog. Hay una Iglesia muy especial allì...

MAMEN ANZUÉ... dijo...

Sigo aprendiendo contigo nuevas formas de leer el Quijote, sin duda magistral;))

Te dejo un besooo¡¡

Pedro Ojeda Escudero dijo...

INKILINA: lo estoy. No me cuido.

SELMA: ay, quién pudiera. Un beso.

MONTXO: esto de ponerse mal cuando comienzan las vacaciones es una lata. Saludos.

DIANNA: ya te leo luego.

FERNANDO: esto de los jueves no para ni en Navidad, pero me apunto lo de Dickens para estos días.

MERCHE: no se borró, no. Cómo me gusta que te fijes en estas cosas: es como paladear con tiempo un buen vino.

MANUEL: llegaremos a leérselos, porque se les habrá olvidado leer por sí mismo... ¡Ya llegaron!

PABLO: esperemos...

MERCHE: es el primero en escribir una "novela" en el concepto italiano del término, no en general, por supuesto. Lo veremos en el próximo capítulo.
A ponerse a la tarea... Besos.

CORNELIVS: son dos personajes sarcásticos, no hay duda. Es un termómetro, lo es. Voy tirandillo. Un abrazo.

PANCHO: ay, que yo también pienso que soy un Alien. Muy bien visto lo del capítulo de transición, pero ya sabemos que estos capítulos son muy interesantes y debemos mantenernos bien alerta.
En efecto, los libros se guardaban bajo llaves: eran objetos caros, de lujo, nada frecuentes. Por lo tanto, había que protegerlos. Además, había que procurar que no fueran de acceso libre para todos los de casa, por peligrosos.
Buen análisis el tuyo.

SEÑOR DE LA VEGA: si voy a dar en hacer extravagancias como no duerma más...
Genial su visión de los secundarios como protagonistas, con el protagonista en la cama. Es cierto.
También bien vista esa conexión con los descubridores, a los que se les inundaron los ojos de maravillas que sólo habían leído en libros de caballerías...
Intentaré dormir más, que ya no estoy en edad de excesos.

ANTONIO AGUILERA: voy a verlo. Gracias por tu felicitación. Feliz Navidad también para ti.

MERCHE: es un placer teneros a todos como comentaristas. Y un lujo.

MARCELO: mañana a esa hora voy camino de la presentación de un libro, de la que daré cuenta, puesto que participo en la mesa. Lo veré a la vuelta.

MAMEN: gracias por tus palabras. Un beso.

Abejita de la Vega dijo...

La televisión, el “Código da Vinci”, los libros de caballerías y un curioso impertinente en una maleta..

Aquí se reúnen los de la venta con la “cuadrilla” de don Quijote, gente de muy diferente condición social ¿Qué tienen en común el ventero, la ventera, su hija, Maritornes, don Quijote, Sancho, el cura, el barbero, Cardenio y Dorotea? Todos conocen, en mayor o menor medida, el contenido de los libros de caballerías. Don Quijote y Cardenio se han empapado tanto de su espíritu que los han tomado como modelo de vida. El cura critica esos disparates pero ya nos demostró, en casa del hidalgo, que los había leído todos. Dorotea sólo leía libros piadosos, pero, más tarde, afirma haber leído muchos y vive el personaje de Micomicona como una consumada actriz. El analfabetismo no es obstáculo para su conocimiento, no falta quien reúna un auditorio para su lectura en voz alta. En la venta del Zurdo, un segador lee para sus compañeros de fatigas y todos escuchan, incluidos el ventero, la ventera, la venterilla, y la criada Maritornes. Hay para todos los gustos: amor para las mujeres, peleas para los hombres. Será uno de esos “lectores”analfabetos, el ventero, el más entusiasta defensor de estas fantásticas historias en las que abundan los gigantes partidos por la mitad, las serpientes de fuego montadas a horcajadas, los ejércitos vencidos por un solo brazo…No será capaz de distinguir realidad y ficción, con el sello del Consejo Real…no , no puede ser una mentira.
Nos podíamos preguntar: ¿qué clase de libros cumplirían ahora esa función de llegar a todas las clases sociales? Pasarían por nuestra mente esas novelas “históricas “, entre comillas, que tanto éxito cosechan ahora: los códigos, los pilares, los vientos, las sábanas santas, los templarios, las Magdalenas. Mucha gente los lee, pero no llegan a la clase social con más bajo nivel de instrucción, a aquel tipo de público que, todavía en los años sesenta de mi infancia, alquilaba esas novelas policíacas o del “Oeste” que se prestaban en los kioscos o “portalillos”. Recuerdo un letrero, en un portal de la calle de la Paloma, al ladito de la Catedral, que decía:”Se prestan novelas”.
Yo diría que los libros de caballerías de ahora son…algunos programas de televisión. Llega a todas las clases sociales y existen muchas Doroteas y muchos “curas” que no, por Dios, sólo ven los documentales, interesantísimos, telediarios, informes semanales… y , sin embargo, se saben de pe a pa de qué van los grandes hermanos, los tomates, las belenes, los jesulines...¡Qué pena! ¿No hay otras posibilidades? Hay bibliotecas en las ciudades y bibliobuses para los pueblos, pero surge la palabra clave: educación. De eso, ya hablé.
Cervantes quiso ofrecer algo distinto a los libros de caballerías, algo que llegase a todos, aunque fuese en una lectura colectiva, pero… mejor. Y como hay que ofrecer todo tipo de ingredientes, también cabe lo de la ventera y la cola de su marido. Recordad que, en otro capítulo, nos sorprendía un viejo chascarrillo de viuda consolada.
Y para que se conozca otro tipo de literatura, vamos a estar presentes en la lectura colectiva de una novela sentimental. “El curioso impertinente”. Cervantes, algo forzadamente, aunque no venga a cuento, saca su historia de una maleta como un mago saca un conejo de la chistera. Será criticado por ello, pero a Cervantes le apetecía contarnos esta historia y nos la tiene que contar. Es una de las historias más machistas que existen, por cierto…La mentalidad de otra época…
Un saludo a Pedro, que te mejores, y a todos los visitantes.

Felices Fiestas a todos.
María Ángeles Merino

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ABEJITA: ¡magnífica visión en lo que une a toda la cuadrilla: son receptores de la ficción caballeresca en diferente grado! Y todo un acierto en conectarlo con los libros que ahora tienen el mismo hueco en la literatura. Del curioso impertienente y su machismo hablamos la próxima semana...

Teresa dijo...

Bien pudiera ser una novela de Agatha Cristhie, todos tienen motivos para el asesinato, todos forman parte del conjunto y no sólo uno es el protagonista.

En tu resumen me has hecho recordar una cosa olvidada, que Dorotea y Cardenio participan de los libros de caballería.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: o quizá ni siquiera haya muerto y nos lo creamos por habilidad del autor...

Myriam dijo...

Veo la Venta como un alto en el camino, UN PUNTO DE ENCUENTRO realista en el que Cervantes hace converger tal como lo señalas aqui:

_ distintas modalidades narrativas con los personajes que las representan.

_ distintas formas de recepción de una obra literaria, todas válidas.

Y como lo señalaste en la guía del sábado del cap. 1.27:

_ cada personaje con su voz particular.

Qué riqueza y que maestria narrativa y linguística!

Myriam dijo...

PD- Ya me preparo para comenzar con "El Curioso Impertinente". Y te cuento que ya me lei "El celoso extremeño" Me encantó, aunque me dió pena el final más por ella que por el. El sólo pudo aprender a poseer el objeto de su amor, aún cuando fue generoso a su manera. Ella.... tenía toda la vida por delante y sin embargo....porqué buscar la reclución? Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: en efecto, ésa es la clave técnica de la venta. Sin ella, no hubiera sido verosímil la mezcla de tantos registros.
Si has leído el Celoso extremeño, te recomiendo que leas la variante teatral, mucho más festiva, el sainete de Cervantes El viejo celoso. Me gustaría saber tu opínión a partir de esa comparación.
Besos.

Myriam dijo...

Listo Pedro ya lo leí e hice la comparación que te envio por mail.
La acabo de terminar! Me gustó muchisimo leer el sainete y hacerla. Besos.

Juan Luis G. dijo...

Hola Pedro.

Después del varapalo a las historias de caballerías y humillación de D. Quijote dadas por Andrés. Precisamente en el momento que D. Quijote podría tener alguna adhesión en la defensa de los libros de caballerías, le pilla durmiendo.

Un saludo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: qué ironía, en efecto...