jueves, 18 de septiembre de 2008

Un misterio nocturno (Cap. 1.19).

Qué más quisieran algunos.

Cervantes sabe que no puede seguir apaleando a sus personajes de la misma manera y que, si quiere mantener la atención del lector, debe variar el tono de sus aventuras. Es curioso que todo esto suceda después de la aparición, por primera vez, del concepto "capítulo" al final del texto del anterior (vuelve a usarse al final de éste). Cervantes, que había estructurado la novela por "partes" para parodiar la división tradicional de los libros de caballerías, tenía muy en cuenta la división en capítulos: hemos visto ya cómo deja algunos finales en suspense para obligarnos a comenzar el siguiente capítulo; también cómo en muchos se repite la misma estructura, que consiste en un diálogo que cierra la aventura anterior, la narración de la nueva y el avance de la que sigue, con lo que se despierta el mismo interés por seguir leyendo. En fin, Cervantes conoce la importancia de la recepción de la obra y juega con el lector y sus expectativas: algo que se ha dejado de lado erróneamente en gran parte de la novela moderna para evitar ser confundida con la literatura popular.

Entre estos recursos, tras un número de capítulos en los que se ha repetido un mismo tipo de estructura y temática, debe sorprender al lector dándole amenidad y variedad. Por ello, ésta aventura del capítulo XIX no tiene nada que ver con las que hemos visto estos jueves pasados: aventura nocturna en espacio abierto, ante una amenaza cierta que cualquiera de nosotros comprendería en medio de un descampado y sin luz; con recursos propios de la cultura popular -las apariciones de procesiones fantasmales- mezclados con el claro referente libresco que parodia -los encuentros de los caballeros andantes con cuerpos muertos-. Además, ni don Quijote ni Sancho salen lastimados.

Debemos darnos cuenta de que Cervantes juega con el lector también en otra cuestión. Acostumbrado éste, por las historias de caballerías y otras en las que se introducen elementos mágicos y sobrenaturales, puede pensar que la historia va a derivar por ahí. Pero Cervantes no está dispuesto: su historia es verosímil, construida según un realismo que le permite obrar en su mundo y parodiar los textos de referencia. Por eso, lo que se inicia como una historia de aparecidos termina con don Quijote y Sancho comiendo abundantemente en un prado la comida robada a los clérigos.

Observemos, además, que Sancho no recrimina a su amo lo que hace: porque, sin duda, en esta ocasión, él ve mucho más allá que su amo. El encuentro con los caballeros encamisados y una litera en la que va un muerto en mitad de la noche, les provoca temor a ambos, pero sólo Sancho se ve paralizado. A don Quijote le salva del miedo su locura caballeresca, como en otras ocasiones le apartara de la realidad: por eso se atreve a pedir explicaciones al bachiller y acomete, picado de orgullo y asaltado de deseo de aventura al resto. Por supuesto, el hecho de que los acometidos sean eclesiásticos sin armas, ayuda al éxito. Sancho, en vez de recriminar a su amo o advertirlo, como en anteriores ocasiones, lo admira: Sin duda este mi amo es tan valiente y esforzado como él dice. Una vez conseguido el triunfo, que lo reconcilia con el mundo caballeresco, no duda en asaltar las provisiones de los vencidos como derecho de conquista.
Hay más cosas en este capítulo.

El diálogo inicial tiene la función de recuperar motivos anteriores, darles una nueva función y prepararlos para su reaparición posterior: el incumplimiento de la promesa de don Quijote, de la que ya se había olvidado, explicaría los golpes de la venta.

Es interesante recordar que algunos estudiosos han propuesto, con gran acierto, que tras este traslado del muerto de Baeza a Segovia, se esconde una alusión al traslado de los restos de San Juan de la Cruz de Úbeda a Segovia en 1593, suceso muy comentado en aquellos años y cuya utilización aquí, sin duda, tuvo una oculta intención por Cervantes.

El bachiller Alonso López, que les cuenta la verdad de la historia -tras una inicial mentira al hacerse pasar por licenciado-, es otro de esos magníficos secundarios de la novela, personajes caracterizados con maestría por el autor que, tras su desaparición, nos dejan con la sensación de que podrían ser los protagonistas de su propio relato: con ciertos toques pícaros, bromista y hábil con las palabras, y rencoroso en el asunto de la descomunión (que don Quijote salva con un recurso de juego casi infantil: él no lo tocó con la mano, sino con la lanza). A este asunto de la descomunión se le ha dado demasiadas vueltas y quizá no merezca tantas: aparece en muchos textos y era más frecuente en la historia de lo que nos parece hoy. Sí es oportuno señalar cómo el respeto a ser intocable -que, amparado por la ley, reclama el bachiller-, para don Quijote debe ganarse con el comportamiento individual más que corporativo.

Por último, aparece otro motivo clave del capítulo: Sacho nombra a su amo como el Caballero de la Triste figura, sin saber que se remonta a una tradición de la literatura caballeresca. Hay una sutil ironía en esto, porque, a diferencia de lo que sucedía con otros caballeros, el nombre aquí no se refiere a un valor espiritual del así nombrado, sino a la degradación física evidente a la que le han conducido los golpes y la pérdida de las muelas y dientes, lo que acentúa el patetismo, la comicidad del rostro y la parodia de las andanzas caballerescas.

Sancho aconseja, con sentido común, apartarse del lugar. Tras ello, se dan un suculento banquete con la comida de los clérigos que, como señala con chiste e intención Cervantes, pocas veces se dejan mal pasar.
Con el estómago lleno, podrán afrontar mejor lo que les viene en el capítulo XX. Lo veremos el próximo jueves.

36 comentarios:

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

Cervantes es un genio. Sabe captar la atención del lector pese a que la historia se alarga y se alarga sine die. Un abrazo.

Teresa dijo...

JAJAJAJAJAJA ¡QUÉ IMAGEN!
VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

Teresa dijo...

Es curioso que la acción la promueve, participa... Quijote pero se observa siempre desde los ojos de Sancho (o esa es mi sensación)

¿Qué trasiegos funerarios más curiosos no? Embalsamarían bien al difunto porque sino.... ¿se ajusta ésto a la realidad?

Silvia_D dijo...

Tengo sueñooo!! no puedo leer, bailan las letras jajaja.
Me gusta más cuando se te ve la cara, niño!!

Gracias, sé que estás por ahí cerquita y se agradece, niño.

Besos, profe :)

Merche Pallarés dijo...

Qué foto más tétrica... Bueno, va bien con el capitulo que nos ha tocado. Quiero saber una cosa ¿cuando un hacha se transformó en hacha en vez de cirio? He encontrado muy curioso eso. Tambien me ha alegrado que nuestros héroes no hayan sido apaleados ni manteados y hayan podido comer ¡for fin! abundantemente, ahora bien no sé cómo habrá comido D. Quijote sin dentadura... La introducción del "caballero de la triste figura" tambien me ha agradado mucho. A por el XX. Besotes, M.

fotosbrujas dijo...

Tras Tras..
Jejejeje
¿Que hago para leer el quijote ademas de abrir el libro? que libro escojo? COmo lo afronto?
saludos brujos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

FERNANDO: en efecto, sabe cómo jugar con el lector. Un abrazo.

BIPOLAR: me gusta tu apunte. Es verdad: las acciones de don Quijote parecen enfocarse más desde Sancho que desde don Quijote, aunque adopten la narración externa a ambos. La razón es una cuestión técnica: desde don Quijote no podría porque veríamos o la locura o el juego muy directamente, demasiado directamente. Veremos un caso en el que se juega con esto, dentro de poco: la lucha con el gigante del vino en la posada.
En cuanto a los traslados, sí, se adapta y, como dices, había un tratamiento del cuerpo. Como he dicho en el texto, hubo un caso famoso: el de San Juan de la Cruz. Pero también hay casos de reyes y nobles.

DIANNA: descansa y duerme. Besos.

MERCHE: la "culpa" la tienen los franceses. Hacha es antorcha cuando la palabra viene del latín (fascula) y herramienta cortante cuando viene del frances "hache", que, a su vez, procede del franco. Supongo, por lo tanto, que ese tipo de herramienta era usado por los pueblos que invadieron el imperio bárbaro y desde allí se difundió a España.
¡Y por primera vez comen abundantemente y tranquilos. Besos.

CUENTOS BRUJOS: puedes comprar cualquier edición del Quijote. Te recomiendo una que tenga prólogo y notas aclaratorias a pie de página. Luego, puedes hacer lo que aquí hacemos: un capítulo semanal y comienzas a comentar por la primera entrada de esta serie. O puedes leer los primeros veinte capítulos y te incorporas el próximo jueves. O, ¿por qué no?, vas directamente al XX. El caso es que comiences y te incorpores a nuestra locura. Ánimo.

Un abrazo a todos y gracias por vuestros comentarios.

Esther dijo...

hola! tienes un regalito en mi blog besos

Alatriste dijo...

Resulta curioso ver como Sancho a sabiendas de que son hombres de la iglesia, sigue vaciando las reservas de alimentos de los religiosos, y es más, advierte a D. Quijote que está excomulgado por lo que ha hecho. Son plenamente conscientes de su agravio pero no intentan remediarlo, sino que se marchan con el botín a comer en sitio más tranquilo.

Anónimo dijo...

Como se le habían quedado grabado a fuego a Sancho los sacrificios a los que los Caballeros andantes tenían que afrontar, le reprocha a su amo que su incumplimiento trae como consecuencia todas las desventuras que les acontece a ambos. A pesar de que D. Quijote asume su culpa; sin embargo, no exonera de ella a Sancho: según él, por no recordárselo sufrió el manteo en la venta.

Tenemos en este capítulo una referencia más de la poca estima que tenía Cervantes a los moros, cuando pone en boca de Sancho: “… Quitar aquel almete de Malandrino,(en lugar de Mambrino) o como se llama el moro…”. En el anterior hay otras dos más: Llama a Mahoma falso profeta y a los númidas los califica de “dudosos en sus promesas” (único pueblo con características negativas de todos lo nombrados), falsos tópicos que han permanecido hasta nuestros días en el imaginario popular y que serían considerados como políticamente poco correctos si a alguien se le ocurriera utilizarlos.

No sabía yo que la tradición en España de no dejar pudrirse a los muertos en paz venía ya de los tiempos del Quijote. Algo debe haber que nos empuja a desenterrarlos y volver a enterrarlos en otros sitios: el más famoso fue el traslado de los restos del ausente desde Alicante a Madrid a hombros de sus correligionarios.

En paralelo al cambio de suerte en el desenlace de las aventuras de los amos, tenemos a un Rocinante con alas “según andaba de ligero y orgulloso”, embistiendo ahora a unos clérigos desarmados, miedosos e impedidos para el combate por las vestimentas que portaban. Giro de fortuna que ya comenzó en el capítulo anterior con el ataque a las ovejas.

Aunque los antecedentes de Caballero de la Triste Figura pertenezcan a los libros de caballería, la denominación dada por Sancho no puede corresponder con más exactitud a la situación real; con D. Quijote en una deplorable condición física y con las antorchas iluminándole el rostro haciendo de él una figura realmente fantasmagórica en una noche cerrada.

Parece que a principios del XVII ya no había problemas en proclamar la “redondez de la tierra” cuando unas décadas antes los científicos habían sido acosados por las autoridades por afirmaciones semejantes.

Alguna cosilla más tenía anotadas para comentar, pero esto parecería más que un comentario, de modo que mil perdones por la extensión. No he podido abreviarlo más pues el capítulo tiene enjundia. pancho

Ele Bergón dijo...

Empecé este verano a releer el Quijote y en este capítulo me pareció que había algo distinto y extraño pero no adivinaba el qué. Gracias Pedro y contertulios por in desentrañándolo.

Saludos y Enhorabuena.

Teresa dijo...

Este Pancho no deja títere con cabeza. Estaba esperando tu contestación sobre el apunte a la redondez de la tierra. Cervantes aprovechaba su literatura para utilizarla como pasquín jeje

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ESTHER: voy a recogerlo. Gracias.

ALATRISTE: en efecto, muy bien visto: a pie de calle pueden más otras cosas. Y bien Cervantes quiso decir eso o recogía algo más común de lo que hoy nos parece, como que la gente tampoco tenía tanto respeto a los eclesiásticos como las versiones oficiales nos han querido decir.
En cuanto a lo de que fuera Sancho quien advirtiera de la excomunión, no es exactamente así. Como habrás observado, en el texto hay un cierto desorden al principio y al final del capítulo que algunos achacan a la intervención de la censura, otros a un error de imprenta y algunos a uno de Cervantes, que cambiaría algo del texto sin corregir bien el resto. Así, la frase de la excomunión queda en el aire, lo que ha hecho que ciertos editores, para subsanarlo, cometieran excesos ridículos. Lo más seguro es que la frae la pronuncie el mismo bachiller que se ha ido y ha vuelto o no se ha ido como, por error, dice el narrador. Por eso es conveniente leer el texto en ediciones que adviertan de estas cuestiones en notas aclaratorias.

PANCHO: no te disculpes por la extensión. Comentarios como el tuyo bien merecen alargarse por lo oportunos y detallistas. Me gusta cómo ves esas pequeñas cosas que hay en el texto y en las que yo no puedo pararme en mis entradas para no hacerlas pesadas o porque, sencillamente, se me pasan.
Así, aprecio mucho lo que dices sobre el imaginario colectivo sobre el moro. Tendremos ocasión, un poco más adelante, para verlo con más detalle.
También estoy de acuerdo contigo en lo del poco descanso que les dejamos a los huesos de nuestros muertos y el traslado que les damos de la zeca a la meca, como en el caso del ausente que citas bien. Recordemos también, por cambiar de palo, al pobre Felipe el Hermoso.
No sé si no había problemas en la proclamación de la redondez de la Tierra (verdad sabida por los científicos auténticos mucho antes de Copérnico) o que Cervantes quería tocar un poco las narices. Recuerda que, igual que hoy mucha gente sigue sin creerse la llegada del hombre a la Luna, en aquellos tiempos aun habría mucha gente que no se creyera la redondez de la Tierra.

ELE: me alegro de que nos acompañes en la lectura y de que expongas tus dudas o tus comentarios. Un abrazo.

BIPOLAR: Pancho sabe dar en la diana. La literatura como urticaria es un buen asunto.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

La verdad es que no me había dado cuenta de la estructura...en cuanto al tratamiento de los cadáveres..estuve a punto de colgar algo referente...pero me parecó tétrico... esta noche cuelgo mi aportación "huérfano" de ilustración....

Permíteme una pequeña anotación: Ya en el siglo XV se conocen técnicas de embalsamar en la Península Ibérica: En las momias de Alpandeire.

Me alegré de que la situación les cambie a nuestros personajes...por lo menos en este capítulo...

Saludos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MANUEL: y aun antes. Ciertas formas de embalsabamiento se practicaban con la realeza en la Edad Media. En el siglo XV, en efecto, coincidiendo con los avances de la medicina y cierta apertura mental sobre el tratamiento de los cadáveres tras el Humanismo, se hace más general.
Espero con ganas tu entrada de esta noche. Y comprendo que tu hija ya no ilustre tus comentarios, hasta sus próximas vacaciones.
Saludos.

Anónimo dijo...

Más ancho que largo se queda uno después de los elogios tan inmerecidos. Quítome yo el almete por el magisterio que impartes (in crescendo) todos los jueves. Vista la cancha que nos ofreces una pequeña pregunta: ¿Qué valoración te merece, ( si alguna) desde el punto de vista narrativo, el que un personaje, D. Quijote, se dirija al futuro narrador de su historia en el párrafo: “No es eso… triste figura”? Gracias anticipadas que ya parezco el caballero andante echando el alto a los clérigos. pancho

Pedro Ojeda Escudero dijo...

PANCHO: algo hemos dicho ya sobre los narradores del Quijote, como sabes. Además, pensaba volver sobre el tema y, en concreto sobre esto que dices, al comienzo de la Seguna parte, en la que remata la cuestión del narrador.
Anticipo cosas: don Quijote es un lector loco, su locura es libresca y, por lo tanto, su deseo es ser tratado como en los libros que ha leído, en los que ha encontrado sabios que escriben la vida de los caballeros. La ironía que usa sobre el autor omnisciente e infalible es de grado mayor.
En primer lugar, no duda en que a él le tocará la misma suerte que a sus admirados caballeros: por lo tanto, este sabio-genio encantador ya está escribiendo en el momento mismo en el que suceden las cosas, se ha metido en la cabeza del pobre Sancho y le ha dictado las palabras que debía decir para designarle como Caballero de la Triste figura.
En segundo lugar, resulta que, por si acaso su sabio no tiene la misma calidad que los de sus predecesores, ya se encarga él de apuntarle las cosas y sugerírselas. En algún otro caso hasta le dicta las palabras exactas con las que debe redactar la narración.
En fin, en estas palabras de don Quijote están tanto la parodia de los narradores omniscientes de los libros de caballerías como el humor sobre su forma de intervenir en los hechos y, por supuesto, la precaución del personaje que duda de la inteligencia de su propio narrador.
Toda una lección teórico-literaria puesta en práctica. Gracias por hacerme parar en este párrafo.

Merche Pallarés dijo...

Gracias Pedro por la aclaración de la palabra "hacha" ahora, tampoco tiene mucho que ver con el latín "fascula" ¿no crees? Lo del franco "hache" tiene más sentido. Entre tus comentarios y los de PANCHO (I miss your English comments in my blog...), me estoy haciendo una idea mas redondeada de El Quijote. Gracias a los dos.
(No quiero dejar atrás a TUCCI, EUPHORBIA, ANTONIA P., JUAN LUIS y las fotos de J. RIOBO que con sus análisis particulares tambien son muy instructivos). Gracias a todos. Besotes, M.

CarmenS dijo...

Andaba yo un poco perdida de la lectura. Pero intento ponerme al día.

Pedro Carcedo dijo...

Magnífico capítulo en el que se ven, cara a cara, el idealismo de Don Quijote y el pragmatismo de Sancho. Cervantes sería hoy un excelente guionista de cine. Del XIX se podría hacer una divertida película, con secundarios tan estupendos como el bachiller Alonso López, que, como tu bien dices, podrían ser los protagonistas de su propio relato.
Genial la frase : - Ya que así lo ha querido mi suerte - suplico a vuestra merced, señor caballero andante (que tan mala andanza me ha dado), me ayude a salir de debajo de esta mula, que me tiene tomada una pierna entre el estribo y la silla.
He reído a solas. Dirás que sigo con mis manías de encontrar situaciones cinematográficas al Quijote.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: aunque te sorprenda, la evolución de la palabra latina a la castellana es correcta.
De "fascula" (término del latín vulgar que procede de un cruce entre "facula" -tea- y "fascis" -faz) obtendremos, en el romance castellano antiguo "facha" y luego "hacha".
Si no recuerdo mal mis conocimientos de Historia del español, primero cae la u y el grupo -scl- pasaría a nuestra ch por simplificación y contaminación con restos fonéticos de los pueblos prerromanos. La f en posición inicial, como sabes, termina desapareciendo y se conserva en nuestra h muda, como en harina.
Entre todos estamos aprendiendo mucho. Besos.

CECILIA: te esperamos.

PEDRO: magnífico en sí mismo y por variar el tono con lo anterior, en efecto. Y tienes razón: hay mucho cine en este capítulo (¡qué imagen la aparición de estos caballeros encamisados!). Y todos las frases pronunciadas por el bachiller son geniales, a pesar de tener la pierna rota.

Abejita de la Vega dijo...

Es un capítulo diferente, está claro.
En este capítulo, al contrario de otros, don Quijote da y no recibe: "enristrando su lanzón, arremetió a uno de los enlutados... dio con él en tierra...era cosa de ver con la presteza que los acometía y desbarataba... los apaleó a todos..." Claro que con sus faldamentas y lobas no se podían mover...

Aquí, de verdad, "topan con la Iglesia”, echando mano de una expresión que no aparece en el Quijote. Vemos al bachiller de Alcobendas amenazando de excomunión con unos latinajos del concilio de Trento que Pedro nos podrá traducir.

Pero don Quijote se defiende, él no ha puesto la mano encima, fue con su lanzón...además no pensó que ofendía a sacerdotes a quien respeta como " católico y fiel cristiano ", faltaría más. Pensó que eran fantasmas.
Al final de este capítulo, a diferencia de otros, almuerzan, comen, meriendan y cenan todo junto, gracias a las fiambreras robadas, por Sancho, a los señores clérigos". Se trata de una clase social acostumbrada a estar bien abastecida de alimentos., algo en lo que Cervantes insiste.:" Pocas veces se dejan mal pasar", añade.
¿Hay un toque anticlerical o erasmista en este capítulo?

Saludos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ABEJITA: lo hay. Con gracia y donosura, pero lo hay. Además, dan miedo: aparecen por la noche como la Santa Compaña. Y son cobardes, mentirosos y guardan rencor. Vaya.
Saludos.

Merche Pallarés dijo...

¡Gracias por tu explicación tan detallada! Ahora sí que tiene más sentido. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: para eso estamos. Besos.

matrioska_verde dijo...

la risa me empezó cuando ví tu foto y ya no pude parar hasta acabar de leer los dos capítulos que tenía pendientes... como dice un compañero mío del trabajo ¡eres un crack, Pedro, un auténtico crack!

¡como me lo pasé con estos dos capítulos! hay veces (casi siempre) que me apetecería seguir leyendo más pero no quiero ser una alumna aventajada y adelantarme a mis compañeros de lectura... je je je

me llama la atención gratamente los nombres tan rimbombantes que le da Cervantes al ejército de ovejas, me parcen increíbles y una tarea harto difícil ¿tienen alguna base real?, me imagino que no... Laularco, señor de la Puente de Plata; Cicocolembro, gran duque de Quirocia; Brandabarbarán (totalmente impronunciable a la priemra) de Boliche, señor de las tres Arabias; Emperador Alifranfarón, señor de la grande isla de Trapobana; Pentapolén del Arremangado Brazo... me imagino que es otra crítica a los tales libros de caballerías ¿estoy en lo cierto?

En mi último post de fotos del viaje a La Alberca, puse un poema que encontré de Miguel de Unamuno que hace alusión al Quijote, lo desconocía.

Bicos,

matrioska_verde dijo...

Perdón por la equivocación, ando con la pera, el poema es de León Felipe.

bicos,

p.d.: haré 100 copias para que no se me olvide.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ALDABRA: Los nombres proceden de los libros de caballerías, tomándolos commo referencia paródica. Así te puedes hacer una idea de hasta qué punto llegaron aquellos relatos.
Gracias por tus palabras y no te preocupes por el error: todos cometemos de este tipo -y mayores-.
Besos.

Euphorbia dijo...

Ey, llego tarde pero voy llegando que ya es mucho. Acabo de leerme este capítulo y no me extraña que Sancho y Quijote se asustaran, porque así, de entrada, ver llegar una comitiva tan tétrica en medio de la noche debe dar grima. Al menos los tenemos sin recibir más golpes y han podido comer, los pobrecillos.
No tengo nada que añadir que no se haya dicho ya, así que mejor dejo de repetirme.

(he escrito algo sobre el XVII, es que voy quedándome atrás, lo siento).

Gemma

Pedro Ojeda Escudero dijo...

EUPHORBIA: más vale tarde que nunca... ya que estamos llegando a los refranes de Sancho.

Juan Luis dijo...

Hola Pedro.

Me llama la atención como por primera vez en la novela se cruzan nuestros protagonistas con la muerte y la ocasión que ve en ello don Quijote para apelar a una posible venganza.

Saludos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: Bien visto. Veremos más encuentros con la muerte a lo largo de la obra -y hasta el final-, con diferentes tratamientos. Saludos.

Myriam dijo...

Especialmente interesantes los comentarios aqui, que lei con atencion y me aclararon algunos puntos turbios.

Que increible, esto de la lectura grupal por la variedad de los aportes! Carinos y Sigo adelante al XX.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: esto es una experiencia inolvidable. Sigamos.

Asun dijo...

GENIAL, GENIAL, GENIAL.
La foto está "de muerte".

Volviendo a la lectura del capítulo:
¡Madre mía la de palabras nuevas que estoy aprendiendo!
Quién me iba a decir a mí que iba yo a aprender lo que significaba “matalotaje”. Pues ahora ya lo sé, aunque supongo que será una palabra que esté totalmente en desuso ¿no?. Porque como se la suelte a alguien, me puede mirar con cara de: ¿te has vuelto loca? o ¿qué te pasa en la boca?

Ahí va otra: “azogado”

Parece que a D.Q. no le parece bien que sea S., que es un ignorante, quien le asigne un sobrenombre y se lo atribuye al “sabio” que se encarga de escribir sus hazañas, que es quien lo ha puesto en boca de S.

Por una vez no salen malparados. ¡Mas vale que Cervantes ha tenido un poco de consideración con ellos y les está dando algo de tiempo para recomponerse!

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: completamente en desusuo. Por eso, quizá deberías usarla con algunos que se lo merezcan. Un poco de consideración, en efecto, pobres.
Besos.