jueves, 14 de agosto de 2008

Una mujer que quiere ser libre a la que sólo hace caso un loco (Cap. 1.14).


Hay varias formas de afrontar este capítulo, que cierra el episodio pastoril de los amores de Grisóstomo y Marcela.

En primer lugar, como parodia de lo pastoril, el entierro de Grisóstomo y la proclama de Marcela llevan el género un poco más allá de sus fronteras canónicas, que ya habían sido forzadas con la narración por la que se desvelaba la condición de pastores fingidos de los protagonistas (desvelar el truco que da sustancia al género es una técnica barroca).

En efecto, aunque la literatura pastoril no está exenta de muertes, la minuciosidad con la que se detalla -y vemos- cómo se da sepultura al pastor fingido y las circunstancias que rodean su fallecimiento nos aportan novedades. Todavía está abierto el debate de si Grisóstomo se deja morir de amor o se suicida. De ser válida esta última opción, como piensan la mayoría de los estudiosos, estaríamos ante algo que, en la literatura del momento, estaba prohibido: de ahí que no pueda aclararse del todo en el texto. Ni siquiera la Canción desesperada nos deja solucionada la duda. Sabemos que Cervantes la tenía escrita antes del Quijote y se supone que la introdujo en una reutilización de materiales antiguos que, como hemos visto, es frecuente en estos primeros capítulos. Sea como sea, nos encontramos ante un cortejo encabezado por el fiel amigo del difunto, Ambrosio. Fiel y rígido en sus creencias, hasta el punto de que, a pesar de la intervención de Vivaldo, todos los manuscritos acaban enterrados con el cadáver. Será Ambrosio, por lo tanto, el portavoz en la acusación que se le hace a Marcela.

En un recurso muy teatral, Cervantes nos hace aparecer sorpresivamente a la joven, quien toma la palabra y pronuncia un alegato (perfecto como ejemplo retórico) en el que se defiende su libertad para amar o no, su inocencia ante los sentimientos que se apoderan de aquellos que la ven y su deseo de que se la deje en paz ante su decisión. No espera réplicas y desaparece igual que vino.

Esta aparición de Marcela suspende todos los ánimos, menos el del estricto Ambrosio, abogado de la acusación. La joven es un ejemplo acabado de mujer hermosa e inteligente (habrá varias en la novela, en una competición de perfección con la que Cervantes ironiza), pero su intervención nos deja algunas dudas.

Se ha leído -y yo estoy de acuerdo con esta interpretación, en general- como un alegato de la libertad de la mujer para amar y decidir su destino sentimental. En efecto, esa es la literalidad de sus palabras y acciones. Sin embargo, en las expresiones que vierte, no deja de percibirse cierto contenido contrarreformista sobre la virginidad en la toma de esa decisión -podría ser tolerable la libertad de Marcela mientras no sea en lo sexual y su voluntad de no ceder a los deseos de su tutor le suponen apartese del mundo-.

Quizá por el contexto paródico del episodio, las palabras de Marcela, que inequívocamente afirman la libertad de los sentimientos de la mujer, no podemos esgrimirlas completamente como un manifiesto en pro de la mujer como persona con todos los derechos. Cervantes avanza mucho en este terreno, pero no deja de ser un hombre de su tiempo. No es conveniente hablar de feminismo -lo que sería anacrónico- para este capítulo.

Quizá todo esto se refleje, de alguna manera, en las reacciones que tienen los que oyen el alegato de Marcela. Por un lado, don Quijote toma, como caballero andante, su defensa, poniéndose de su parte y dictaminando la inocencia de la joven en la muerte de Grisóstomo.

En cambio, la mayor parte de los allí presentes hacen oídos sordos de las palabras de Marcela. Los que están enamorados de ella, pretenden seguirla para cumplir su carácter de pastores literarios y convertirse en otros Grisóstomos -con lo que Cervantes ironiza sobre un género en el que no existe el diálogo como intercambio verdadero de pareceres, a la manera antigua, que queda desarticulada después de la publicación del Quijote-. Lo vemos, definitivamente, en el hecho de que el epitafio que se va a colocar en la lápida de la sepultura siga afirmando la versión primera, que no tiene en cuenta, en absoluto, la argumentación de Marcela. Los que no son pastores fingidos, tampoco manifiestan su deseo de comprender a Marcela o apoyarla de alguna manera. Ni siquiera el curioso Vivaldo.

Tras este episodio, escribir literatura pastoril a la antigua queda convertido en un mero ejercicio de estilo arqueológico. Con Grisóstomo, Cervantes enterraba también una fórmula que procedía del mundo clásico. Por muchos intentos posteriores de continuarla, se había convertido en algo del pasado.

Don Quijote se despide de los presentes, con la intención de seguir a Marcela. Ya nos anuncia el narrador que no podrá hacerlo. No sólo porque otras aventuras le surgirán en su camino, sino también porque dejar la historia de Marcela sin la respuesta a tantas preguntas que puede tener el lector -¿qué pasará con la joven después?, ¿qué pasará con Ambrosio y los otros pastores fingidos que la siguen?- es parte de la opción técnica de Cervantes: las historias intercaladas se concluyen en un momento y no se agotan porque su argumento posterior ya no interesa tanto como interesaba su aportación teórica a la construcción de una novela moderna en conflicto con el resto de las modalidades narrativas del momento. Don Quijote debe buscar nuevos géneros.

Lo veremos el próximo jueves, en el comentario del capítulo XV.

37 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curiosa la inclusion de pequeños relatos en el grueso de la novela. Ese intercambio de perspectiva narrativa solo lo recuerdo en cortázar

lichazul dijo...

saludos
desde el fin del mundo
interesante blog además de estimular a la lectura su forma de analisis no lo torna en fastidioso monólogo.

elisa

Merche Pallarés dijo...

Me ha gustado mucho la perorata de Marcela. La he encontrado bastante moderna para su época aunque el hecho de querer apartarse del mundo carnal y no meterse en un convento sino vivir a su aire me ha sorprendido, a decir verdad. Besotes, M.

Silvia_D dijo...

A mi me gusta la manera de intercalar relatos, no creo que desvíen el tema, lo enriquecen.

Quizás más que un alegato de libertades para la mujer, cosa que en aquellos años era casi impensable, pudiera ser que Cervantes colocara a Marcela, a la altura de el Hidalgo?

A ver si me explico... utopía es el mundo en el que los coloca a los dos ,Cervantes ¿dos locos soñadores que luchan contra lo establecido?

¿LOCURA O LIBERTADES?

Supongo que ella desaparece porque ya no tiene importancia, su papel ha acabado y queda totalmente desacreditada, aunque el hidalgo intente su defensa, no ha lugar.

Muy complicado esto de adivinar los pensamientos de este sr. cuando lo escribía.

Me he dado cuenta de que yo escribo algo, lo que sea y cada uno de los que me comentan lo ve de manera diferente, así que creo casi imposible acertar.

Dios, como divago, voy por café.

Besitos y feliz día

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Independientemente a que Cervantes fues un hombrede su época, ahi queda el alegato a la libertad de la mujer; aunque él intentase parodiar la situación, no muchos cohetáneos entenderian dicha postura...por ahi va mi entrada, luego la cuelgo tengo "el taller en funcionamineto"...
saludos

Anónimo dijo...

bueno supongo que en esa epoca tener tanto arrastre era mal visto no se....solo supongo....y para ser franca...creo que no soy tan intelectaul como para adivinar lo que quierer decir cervantes en algunos caoitulos....
un besin enrome pedrin!

Pedro Ojeda Escudero dijo...

DARGOR: Cortázar, aunque no lo parezca a primera vista, era muy cervantino. Hasta cuando se rebela contra Cervantes.

LICHAZUL: bienvenida a La Acequia, en la que espero verte en próximas ocasiones.

MERCHE: eran pocas las opciones "ortodoxas" que tenía la mujer en aquellos tiempos. Besos.

DIANNA: algo hay de eso. Marcela y el Hidalgo son personajes extraídos de un género para convertirlo en otro, por eso puede ser posible la dualidad que planteas.
Es curioso lo que dices: en efecto, a veces nos sorprende la recepción de nuestros escritos. En los blogs lo vemos casi de forma inmediata. Besos y feliz día.

MANUEL: en efecto, no hay ninguna duda de que, con todos los peros que le pongamos, Marcela dice cosas muy modernas que avalan el pensamiento de Cervantes hacia el futuro. Espero la entrada. Saludos.

SAUVIGNONA: pues lo has hecho muy bien. Besos.

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Euphorbia dijo...

Estoy de acuerdo en lo que dice Dianna, Marcela puede que sea una loca que vive ajena a la realidad, una pastora que no es pastora y que cree que puede tener libertades.
¿Queda claro en algún momento que Cervantes simpatizara con las ideas de Marcela? Quizá no del todo.

Ahora he entendido tu escrito "correo de Irina"...

Un beso de una cuarentona novata.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

EUPHORBIA: una mujer que no respeta las convenciones de la época ni las de la literatura: exacto.
¡Irina! Qué recuerdos...
Besos, querida cuarentona.

Merche Pallarés dijo...

¡¡¿¿ VOLVEMOS CON IRINA ??!!

P.D. Está en Ibiza porque está CASADA con Gerald Marie (el dueño de la agencia de modelos "Elite" de Paris que tiene casa en la isla). ¡Hala! todo tu gozo en un pozo... Besotes, M.

Unknown dijo...

No sabía que la Canción estaba "reciclada" o reutilizada aunque no me gustó demasiado. Es difícil de entender y muy larga para mi gusto.
También podríamos hablar del "chantaje emocional" llevado hasta las últimas consecuencias con la muerte (yo creí desde el primer momento que fue un suicidio) de Grisóstomo.
Marcela quiere ser libre pero ella misma se limita la libertad sexual.
La curiosidad y el suspense del capítulo XIII cae en picado hacia el final del capítulo XIV.
Ya nos vuelve a interesar más el Quijote que estos pastores.
¿Qué les ocurrirá? No se sabe porque tampoco interesa demasiado.
Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: No te creas, por lo que sé de mí me gustan los amores imposibles. Así me va. Besos.

ANTÒNIA: En efecto, es una canción que reutiliza Cervantes. Por eso hay ciertas contradicciones con la historia de los amores de Grisóstomo y Marcela (propablemente a Cervantes le gustara este efecto porque implicaba un grado más de literaturización de la realidad con el jugar y aumentaba el perspectivismo: no hay una sóla forma de ver las cosas). Tiene características de la vieja literatura pastoril renacentista, por lo que también sirve de contraste con lo narrado en este capítulo. Con todo ello, desazona al lector (incluso al que gustaba de la introducción de poesías en las novelas) porque recibe todos estos contrastes.
Una vez cerrado el episodio, como comentas muy acertadamente, ya no interesa lo que les pase a estos personajes: seguirlos hubiera sido un error en el que no cae Cervantes.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Después del "sorpresivo" alegato de Marcela, transgresor en su época. Ya no interesa nada más. ¿No será más bien que Cervantes se ríe de la literatura pastoril, dándole un nuevo giro de tuerca?
Besos quijotescos...

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Eso, pero dejando recaditos. Besos.

begoyrafa dijo...

Siento llegar tarde al comentario y como alumno rezagado pido disculpas.
En caunto al episodio, cierra una de estas historias intercaladas que fui aprendiendo a amar con el tiempo y como habéis señalado, lo más significativo es ese discurso -alegato de Marcela. No creo que se trate de un discurso feminista en ningún caso pues como señalas Cervantes era un hombre de su tiempo.
Un abrazo
Rafa

Pedro Ojeda Escudero dijo...

RAFA: No te preocupes, sabes que aquí quedan las entradas con los comentarios, para cuando cada uno pueda. Sin agobios.
En efecto, si al principio nos sorprenden o incluso no nos gustan estas historias intercaladas, poco a poco descubrimos su encanto.
Un abrazo.

Juan Luis dijo...

Hola.

Es realmente sorprendente el poco impacto que provoca el discurso de Marcela, siendo únicamente don Quijote el que la apoya. No deja de ser un episodio cómico por lo paródico, al menos a mí me lo parece.

Saludos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: es de una comicidad extremadamente literaria, por eso parece difícil de apreciar. Y, en efecto, a Marcela sólo le hace caso un loco...
Saludos.

Anónimo dijo...

No sólo el poema “Canción desesperada” parece ya escrito de antemano sino el capítulo completo. Bien podrían ambos haber sido añadidos a la novela a posteriori, pues ya en el título del episodio anterior el autor da por terminada la historia del antiguo estudiante de Salamanca, falso pastor y la bella Marcela y sin embargo, vemos como el relato se extiende durante todo este interesante y complejo capítulo desde el punto de vista narrativo. Complejidad que se ve acentuada en el “desnivel” formal que provoca la estudiada respuesta en prosa de Marcela a la acertada propuesta en verso de Crisóstomo.

En ambas manifestaciones cada uno da las razones de su actuación llevadas al extremo. Dice Crisóstomo que su pena es tan grande que no encuentra el cauce apropiado que la pueda expresar, que los males y tormentos tan insufribles que padece sean llevados por todo el mundo. Lo peor de todo: no encuentra esperanza de librarse de los celos, desden que mata, aterran la paciencia y la larga ausencia que desconcierta la vida.

He leído el poema con detenimiento varias veces (lleno ha quedado de colorines, notas y subrayados) y no he podido encontrar en él nada que certifique: “todo en perjuicio del buen crédito y buena fama de Marcela”. Incluso el autor del poema se culpa a sí mismo del olvido que muestra alguien dotado de hermosos cuerpo y alma.

Capítulo éste donde el protagonista D. Quijote no aparece sino para defender a Marcela, exonerarla de toda culpa en la muerte de Crisóstomo y preferir la tranquilidad rural de La Mancha al bullicio sevillano. pancho

Pedro Ojeda Escudero dijo...

PANCHO: Bien apuntado. Como sabemos, Cervantes prometió durante toda su vida la continuación de su primera novela, La Galatea. Es más que posible que intentara varias narraciones para continuarla y que parte de ellas estén reutilizadas en el Quijote. ¿Por qué no la historia de Grisóstomo y Marcela?
Veremos que, en alguna ocasión más, don Quijote desaparece.
Saludos.

Teresa dijo...

Jiji ¡qué pena! Me perdí la encuesta. Me habría inclinado por la más graciosa. Te faltó una más (sólo para hacer amigos.... “¡Ah! ¿Pero estamos leyendo El Quijote?”
También lo devoré cuando era una niña. Pero ahora estoy disfrutando como una enana con esta disección

Teresa dijo...

El tormento del poema me recuerda el de Santa Teresa de Jesús.

La más acertada defensa de Marcela: "No hay que amar a los feos porque son feos".

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: ahí te veo. Esa pregunta, en una encuesta cuando cumplamos un año de lectura...
Me alegro de que estés disfrutando. En cuanto a la frase de Marcela, sacada de contexto, parece otra cosa...

Teresa dijo...

Ejercía de periodista... jijijijijiji

Myriam dijo...

Hola, ya termine el cap 1,14.

De toda esta historia pastoril, que me parecio muy amena, lo que mas me gusto fue el personaje de VIVALDO....
con frases como "quiso darle ocasion a que pasase mas adelante con sus disparates ( cap 1,13) etc

Y la parte de la locura especial de DQ que no imita cualquier caballero andante, sino uno muy especial.

Abrazos
PD Tambien me quedo superclara tu explicacion de como C. articula todos los planos narrativos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR. ¡Ya el 14 y has empezado hace poco! Me alegro de que lo hayas tomado con este entusiarmo. Gracias.

Asun dijo...

Vaya, yo que al leer el capítulo me había quedado con el alegato "feminista" de Marcela, después de leer tu entrada, veo que no es exactamente así, y es que a mi se me habían pasado por alto ciertos matices y las reacciones de todos lo que la escuchan.

Está bien esto de tener alguien que me ayuda a ver lo que por mí misma no habría visto.

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: de todas las formas, piensa que un clásico es un clásico precisamente porque soporta muchas re-lecturas. La lectura en clave de género quizá le sorprendería a Cervantes, pero nosotros estamos en el siglo XXI. Si un libro no nos dice nada hoy, no lo leemos. Es la grandeza del Quijote. Pero, para disfrutarlo más y comprenderlo mejor, debemos contextualizarlo.
Saludos.

Abejita de la Vega dijo...

A propósito del " Día Internacional contra la violencia machista" recordaba unas palabras del Quijote, las de la pastora Marcela, las mismas que recordó Soledad Puértolas , en su reciente discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua: "Yo nací libre...".


Pedro Ojeda nos decía,el 22 de noviembre de 2010, en una interesante entrada, de su blog "La acequia":
"Su discurso se tituló Aliados. Los personajes secundarios del Quijote. Parte de que el Quijote es una fuente inagotable para el aprendizaje de cualquier escritor porque Cervantes se atreve a todo, en especial a opinar sobre la misma obra al hilo de la trama...Afirma Puértolas que, entre los muchos temas del Quijote, eligió el de los secundarios por su predilección por este tipo de personajes tanto en la vida como en la literatura, tema que tanto hemos abordado en nuestra lectura."

Entre los personajes secundarios, la escritora se fija especialmente en los personajes femeninos y nos muestra a un don Quijote marcado por Dulcinea, su corazón le pertenece; pero " que no es ni mucho menos insensiblea los encantos femeninos" Un don Quijote incapaz de negarles su ayuda. Un don Quijote al que le gusta "el juego del amor". Y Marcela irrumpe, dejando "una huella imborrable" en el "universo caballeresco de la primera parte", con su "firme declaración de libertad" y su fama de "cruel e ingrata".

A mí siempre me gustó mucho este personaje y su firme "Yo nací libre". Me gusta especialmente porque, como escribe Soledad Puértolas, "alcanza la plenitud a solas, no en función del otro", no "en función del amor". Aunque, no deje de percibir cierto tufillo tridentino, lo que señalaba Pedro Ojeda en "Una mujer que quiere ser libre a la que sólo hace caso un loco (Cap. 1.14)” :

"en las expresiones que vierte, no deja de percibirse cierto contenido contrarreformista sobre la virginidad en la toma de esa decisión -podría ser tolerable la libertad de Marcela mientras no sea en lo sexual y su voluntad de no ceder a los deseos de su tutor le suponen apartese del mundo-."

Abejita de la Vega dijo...

Mi aventura quijotesca en "La acequia" comenzó con el capítulo 1,17 y no tuve oportunidad de hablar de la libérrima pastora. Don Quijote se muere y termina el secundario baile de personajes, las visitas de mi sufrido ordenador.
¿Qué pasa? Uy, que el baile sigue. Que no, que ya no comento capítulos...
Una bella mujer aparece en pantalla, va vestida de pastora, de pastora pastoril, vosotros me entendéis. Acaricia un corderito por si hay alguna duda de su bucólica condición. Hable, hable, señora Marcela.

Saludo a vuestra merced, mujer amanuense. Traigo muy buenas referencias de vuestra merced, me han dicho que tiene vuestra merced debilidad por los personajes secundarios del gran libro. También tengo noticias de los escritos y discursos de una señora principal llamada Soledad Puértolas, que nos denomina aliados a los humildes secundarios.
Aliada soy de don Quijote porque me brinda su incondicional servicio, mientras los pastores me comparan con el monstruoso basilisco de asesina mirada o con el cruel Nero de Tarpeya. Ay, qué palabras las de Ambrosio...Rechacé a Grisóstomo, mas no soy su asesina y no vengo a regocijarme ante la vista de su cadáver. De pena murió el pastor o...¿fueron sus propias manos las ejecutoras? ¡Condenación eterna! ¡Dios no lo quiera!
El cielo me hizo hermosa, tanto que mi hermosura mueve al amor. Mas yo no estoy obligada a amar a quien me ama, que el verdadero amor es voluntario. Amor forzoso no es amor.
¿Y si fuera fea? "¿Fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades?"
Yo no escogí ser hermosa, no. Si "la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza"...tampoco yo he de ser reprehendida.
Honesta soy y , como tal, soy " fuego apartado o...espada aguda". No quemo ni corto a los que no se me acercan.
He de vivir apartada, ´en la única compañía de los árboles de estas montañas, mirándome en el espejo que me ofrecen las cristalinas aguas.
Me llaman, son mis compañeras: la hija del ventero, Maritornes, Dorotea...Ya voy, amigas. Quede con Dios vuestra merced.
Se va y me deja con ganas de preguntarle tantas cosas.
Un abrazo de María Ángeles Merino.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ABEJITA: Qué bien que hayas vuelto a los capítulos que no pudiste comenzar. Gracias.

Dionisio Areopagita dijo...

Yo no dejo de asombrarme del tratamiento que se le da a este capítulo. No solamente en tu análisis y en los comentarios, sino en todos los libros de reputados expertos que escriben sobre el tema. En lo único que hay unanimidad es en que esto no es feminismo… Pues depende de lo que se entienda por feminismo que es una palabra envenenada como pocas. No estoy de acuerdo con apuntar a que esto es una cierta propaganda de la virginidad (protestante o católica, da igual). Es Marcela una niña que a la edad en la que las hormonas la vuelven loca se le presentan toda clase de pretendientes jóvenes, guapos y apuestos, con buena posición, unos mirlos blancos; y ninguno le complace, a todos rechaza. Asombroso. Y de convento ni media palabra, que era la otra opción obligada, más si estaba pajo la tutela de un cura. Está claro como la luz del día.

Lo de que Cervantes era un hombre de su tiempo es verdad, pero con una inteligencia y apertura de mente que le llevaba mucho más adelante de lo que era su tiempo. Cervantes ha demostrado en toda la novela un tratamiento insólito a las mujeres. Las prostitutas de la venta elevadas a la categoría de altas damas, como Maritornes, personaje fascinante, la propia Aldonza Lorenzo, la asombrosa esposa de Sancho, Dorotea… Cervantes da un tratamiento muy moderno a las mujeres.

Además que en todos los tiempos y circunstancias la gente que ha querido ha tratado a las mujeres de forma diferente a los usos machistas del ambiente. El padre de Hypatia de Alejandría, el esposo de la emperatriz Teodora de Bizancio, el Papa a Santa Catalina de Siena, Inglaterra a Isabel Tudor…Poner las cosas en el contexto histórico es siempre importante, pero no es el patrón exclusivo y definitivo para evaluar una conducta. Cervantes es un ejemplo claro de hombre superior a su tiempo. Por eso es quien es en la literatura universal.

Dionisio Areopagita dijo...

Comienza el discurso con el reconocimiento de que es una mujer hermosa, por un don del cielo, no por mérito propio, dice Marcela. Conviene que el lector recuerde que en aquellos tiempos no había cirugía estética, la que era guapa no tendría nada que agradecer al bisturí. Todo era belleza natural. Entiende, Marcela, que es propio de la naturaleza humana amar la hermosura. Lo que ya no le parece razonable es que por el solo hecho de que alguien la ame por ser guapa, ella tenga que corresponder a ese amor. Pregunta al auditorio si es razonable que siendo ella fea pudiera igualmente exigir ser amada por hermosos galanes. Dice que ella no tiene la culpa de ser hermosa, ni tiene obligación alguna respecto a ninguno de los que dicen amarla tanto, porque el amor ha de ser “voluntario y no forzoso.”

Se entiende que Marcela no siente la obligación de corresponder al amor de nadie, y menos aún si la aman por ser guapa. La pastora hace la defensa de las mujeres contra la tendencia machista a considerarlas objetos de placer o de decoración, que parece es un mal hábito bastante antiguo. Marcela resalta que la belleza sucede sin mérito y sin culpa. Aunque no lo dice expresamente, queda implícito que los hombres deberían tener mejor juicio y mejor control de sí mismos, para no perder la razón ante una mujer bella.

Sigue diciendo la bella Marcela que ella quiere ser libre viviendo en la soledad del campo. No ha dado a nadie la menor esperanza para que pueda fundamentar su deseo. Cuando Grisóstomo le habló de sus intenciones ella le dijo que quería vivir sola y no le dio ningún motivo para creer que podría cambiar su decisión, por lo tanto murió por su necia insistencia y no por ser rechazado. Ella no ha engañado a nadie ni ha dado esperanzas a nadie ni ha aceptado a nadie, por eso es inadmisible que se le señale como culpable de nada.

Esta mujer hace una declaración de independencia en toda regla. Ella es libre y no quiere estar sometida a ningún hombre. Esto es probablemente el meollo de este revolucionario discurso. La libertad. Si un hombre es libre para declarar a una mujer sus intenciones amorosas, ella es igualmente libre de aceptarlas o rechazarlas. Cosa que el machismo resiste, porque en el fondo considera a las mujeres inferiores y dependientes de los hombres. Marcela ha dado en el clavo, y sigue acertando, porque, vergüenza debería darnos, todavía hay mucho machismo en nuestra cultura.

Marcela termina su discurso diciendo que todos los que la califican malamente tienen una opción muy fácil y barata, olvidarse de ella, porque ella no les va a ir a buscar o a provocar. No quiere ni aborrece a nadie. No hace mal a nadie. Lo que quiere es vivir en paz, entreteniéndose en “conversaciones honestas” con las chicas de las aldeas cercanas y cuidando a sus cabras.

Es pertinente resaltar que Cervantes haya necesitado precisar que las conversaciones eran honestas, porque, desde luego, si cae sobre Marcela la sospecha de ser lesbiana lo hubiera pasado francamente mal la pobre. Sin importar siquiera que fuera una persona ficticia en la imaginación de un escritor. Claro que quien lo hubiera pasado peor hubiera sido el propio Cervantes por presentar una lesbiana en su novela. Seguramente, para mejorar la reputación de Marcela en este resbaladizo aspecto, el autor estimó muy conveniente ponerla bajo la tutela de un tío sacerdote con excelente fama. Ningún censor sospecharía el grave pecado de homosexualidad en una niña criada en el hogar de un santo clérigo. ¿Es demasiado absurdo sospechar que Cervantes se sirve de Marcela para hacer un disimulado guiño a la homosexualidad?

Dionisio Areopagita dijo...

En general, a lo largo de toda la novela se ve en don Quijote una actitud hacia las mujeres muy especial. Es perfectamente comprensible desde el punto de vista de la lucha por la justicia, ya que el género femenino era el sujeto pasivo de la injusta sociedad patriarcal que dominaba España y Europa. Sin importar el nivel social ni otras circunstancias, don Quijote se muestra espontáneamente dispuesto a servir y honrar a cuantas mujeres se cruzan en su camino. Incluso la impertinente Maritornes que, como se verá, no se porta muy bien con don Quijote, será siempre tratada admirablemente por él. En este episodio, don Quijote no llegó ni siquiera a intercambiar una palabra con Marcela e inmediatamente se apresta a darle la protección que él juzga necesaria, sin que se la hubieran pedido y sin que, aparentemente, Marcela la necesitara.

Decir estas cosas en 1605, la fecha en que fue publicada la primera parte del Quijote, es un acto revolucionario; y probablemente la palabra revolucionario no sea capaz de expresar la radicalidad del discurso de Marcela. Hay que recordar que en aquel tiempo una mujer no salía sola de su casa ni para ir a la iglesia. Una joven rica, como Marcela, no se asomaba ni a la ventana sin contar con un par de chaperonas a su lado. Que rechazara el matrimonio era poco menos que absurdo, ya era mucho atrevimiento que pudiera elegir entre sus pretendientes. La simple idea de que anduviera sola por los campos cuidando a sus ovejas y conversando con quien se encontrara era de una indecencia escandalosa, inmoralidad y desprecio a las normas sociales. Si a Cervantes no se le puede llamar precursor del feminismo, nadie merece ese título.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

DESCONOCIDO Y ANTONIO RODRIGUEZ: Gracias por tu aporte a esta lectura colectiva.
Como ves, hay matices sustanciales que se pueden explicar de una forma o de otra.
Por otra parte, no convendría olvidar algo sustancial al explicar el Quijote en general y este pasaje en particular. Cualquier lector de la época de Cervantes era consciente de dónde encajarlo en su genética: la antigua "querella sobre las mujeres". Este pasaje de Marcela está tan cargado de referentes y juegos literarios que no puede explicarse correctamente alejándolo de ellos puesto que supone dentro de esta línea una posición avanzada dentro de unos antecedentes bien claros. Y fundamentalmente una inteligente inversión del género pastoril en el que se inserta -casi todos los especialistas están de acuerdo en que el episodio se reaprovecha de la posible continuación de La Galatea que tenía medio escrita el autor-. Toda esta aventura pastoril de don Quijote es forzar una vez y otra los límites de este género. Como broche de oro ahí queda, para siempre, Marcela: la expresión máxima de la libertad de amar.
Gracias, de nuevo.

Dionisio Areopagita dijo...

Desconocido y Antonio Rodriguez somos el mismo. El mensaje tuve que dividirlo en tres por su longitud. Gracias por la respuesta. Me ha encantado este blog. Voy a seguir leyendo y comentando. No entiendo la causa de que estuviera oculto a mis ojos durante mucho tiempo que he estado buscando algo similar.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me lo imaginé, ANTONIO, por eso junté las respuestas. Gracias por tus palabras y espero que encuentres por aquí cosas que te gusten.