jueves, 15 de mayo de 2008

La creación de un héroe en un mundo de antihéroes

Este Capítulo Primero es, sin duda alguna, uno de los mejores comienzos que pueda tener una narración moderna -el libro, ya lo sabemos, comienza antes-. En la famosa primera frase (En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor) y en los párrafos que le siguen, se explota al máximo la figura del narrador inicial que vimos construir en el Prólogo: alguien poco fiable. En primer lugar, porque no lo sabe todo del protagonista (por ejemplo, su nombre) y algunas cosas que sabe (su lugar de origen) se las reserva. Otras, que nos parecen menos importantes, nos las da con detalle: hasta sabemos que tiene un galgo corredor para la caza. Ya iremos descubriendo más cosas a este respecto.
La descripción del héroe parte de un mundo de antihéroes: la realidad de un pueblo manchego en los tiempos próximos a la narración (no ha mucho: veremos que no es la única clave de contemporaneidad, que crea en el lector del momento la necesaria predisposición a entrar en la historia), en el que vive un hidalgo, como muchos en esos tiempos, que tiene un buen pasar sin excesos, una vida cómoda y ordenada apropiada a sus rentas. Todo eso, ya lo han dicho muchos estudiosos, es una consciente preparación paródica de la descripción del protagonista como contraste de los caballeros andantes que se encuentran en los libros que consume con avidez. Porque esta es la única pasión conocida de este viejo -para la época, muy viejo- hidalgo: leer historias fantásticas, plagadas de inverosimilitudes. La historia de Don Quijote -ya lo vimos en el Prólogo- es historia de libros: el protagonista lee con tanto exceso que cae en una extraña locura que le hará no poder distinguir entre la ficción y la realidad. Y en esa locura concibe el plan de imitar en su mundo lo que ha leído en las novelas de caballeros andantes que consume en largas noches en vela. Podríamos llegar a pensar que la lectura, a Don Quijote, lo salva de la vida previsible que le espera cada día. Todo un elogio de los libros que aun tiene sentido.
Y he aquí la primera gran dificultad que tenemos con Don Quijote. ¿Está loco? En realidad, así lo dice Cervantes -rematado ya su juicio- y disparates que de tal lo califican veremos hacer a lo largo de su historia. Sin embargo, en ocasiones (sobre todo cuando esté fatigado o en la famosa aventura de la Cueva de Montesinos y sus consecuencias), este narrador tan poco fiable nos permite atisbar que la locura de Don Quijote es una decisión personal, una aventura voluntaria en la que vive la vida que le gustaría: por eso nos sigue atrayendo hoy en día. En este mismo capítulo, al elegir las armas y romper la primera vez la celada con un solo golpe, no quiere probar de nuevo porque, sin duda, sabe que se volverá a estropear.
Pensemos un poco en esto: en un mundo anodino, un viejo al que ya sólo le resta esperar la muerte según el orden lógico de las cosas en su tiempo (como cabría pensar del mismo Cervantes, por otra parte), decide arrojarse a la aventura para cambiar la sociedad, para que sea más justa. Y, a pesar de sus golpes y fracasos, consigue que un puñado de personas con las que se irá encontrando a lo largo de su viaje modifiquen su forma de vivir y, aunque vean en él un loco estrafalario, comprendan lo bueno de su empeño. De hecho, a su muerte, habrá un grupo de personajes a los que la vida les ha cambiado, sin duda, a mejor. Es uno de los muchos mensajes optimistas de la novela.
Pues así lo tenemos a este hidalgo, una vez decidido a la locura, limpiando y componiendo unas armas viejas y, en parte, inservibles, dando nombre heroico a su pobre caballo (antes que a sí mismo): Rocinante. Después, busca el suyo propio, a la manera de los caballeros de sus novelas: Don Quijote de la Mancha. Pero he aquí otro de los guiños paródicos: los lugares de las novelas de caballerías son reinos fantásticos, la Mancha es real, tan real que su paisaje llega a metérsenos por los ojos en estas páginas y podemos seguir con el dedo sobre un mapa el itinerario de su viaje.
Y, para completar la caracterización, debe buscar dama porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma y, tras oírlo hablar por primera vez (una de las grandezas de este libro son los diálogos, que ayudan a la acción y caracterizan a los personajes), se acuerda de una moza de el Toboso de la que estuvo enamoriscado, de muy buen parecer, Aldonza Lorenzo, a la que llamará Dulcinea. Este personaje ausente, uno de los más interesantes de la novela, será descrito en varias ocasiones.
Pues ya tenemos creado un héroe en un mundo necesitado de ellos, sin duda.
El próximo jueves, el Capítulo II.

45 comentarios:

Unknown dijo...

Por lo que se refiere a la localización del lugar del que el autor no quiere acordarse, me ha parecido detectar un fondo de amargura, como si el propio Cervantes fuera de este lugar innombrado en el que no tuvo una vida fácil ni feliz, por eso no es que no se acuerde sino que no quiere acordarse, cosa muy distinta.
Dices que el hidalgo tenía un buen pasar, a mí me ha dado la impresión de que era pobre o venido a menos: ha vendido muchas hanegas de tierra para comprar libros, no ha administrado su hacienda. Sigo detectando un poso de amargura o frustración: un hombre mayor que no ha hecho nada en la vida: no tiene bienes ni familia propia ni siquiera futuro. Y a la vez y tal vez porque ya es un anciano vuelve a la niñez, cuando él mismo se cree el protagonista de los libros que lee y que le han arrebatado el juicio. He visto niños que después de ver una película se creen Superman, Batman o el Zorro.
¿Está realmente loco Alonso Quijano o Quesada? o ¿es solamente un truco del autor que nos sigue engañando al poner la verdad en la boca de un personaje que tiene la mente trastornada? ¿Quién se enfadaría por lo que dijera un niño, un borracho o un loco?

Hablemos de Aldonza, una lugareña de buen ver de la que estuvo algo enamorado.
Aquí creo que el autor, desengañado de sus relaciones, nos quiere mostrar que el enamoramiento es cosa de gente sin juicio. Nos presenta una mujer zafia y sin duda envejecida y rústica y sin embargo el caballero, en su locura, la convierte en una dama llena de gracia, delicadeza y virtudes. ¿Vuelve a engañarnos el autor? ¿O nos quiere decir que el enamoramiento es cosa de gente poco juiciosa o incluso que no existe? Porque la dama que imagina el protagonista está muy lejos de la realidad de Aldonza.
Don Alonso se inventa el personaje que le hubiese gustado ser, una dama el amor de la cual le hubiera gustado gozar y un mundo en el que le hubiera gustado vivir porque su realidad es demasiado vulgar, triste, aburrida y deprimente, y de ahí la fabulación.
No hay que estar loco para tener fantasías, todos nosotros, quien más, quien menos, hemos hecho lo mismo en alguna ocasión.
O como dices, puede que al ver que llega al final del camino decida ponerse el mundo por montera y salir por ahí en busca de aventuras sin importarle el que dirán para construir un mundo más justo y más libre. ¿A quién no le gustaría eso?

Antonio dijo...

Mira que yo sigo con el 'Quijote' atravesado y consigues que me parezca una obra atractiva, porque estoy totalmente de acuerdo con lo que dices: el protagonista es un antihéroe que sueña con un mundo mejor para quienes le rodean, pero del que sabe que por edad ya no podrá participar. Además, su idealismo choca con la dureza de su realidad (la del paisaje manchego), y también hay que tener en cuenta la imperfección del narrador. Esto último da a entender que quien cuenta la historia puede ser otro personaje real o ficticio (y no el propio autor de la novela), que la transmite de forma oral, con los debidos silencios conscientes o por desconocimiento. En definitiva, una forma muy interesante de incitar a la lectura quijotesca. Aunque por el momento, pienso en su extensión y me sigo echando atrás... :-S

Verás que he regresado ya, Pedro. Nos seguimos leyendo, que siempre es grato. Un cordial saludo.

São dijo...

Efectivamente, é um prilégio ter alguém com o teu saber a explicar-nos!!!
MUCHAS GRACIAS!
Besos, mi Pedro.

Héctor Ojeda dijo...

El Quijot, una obra sublime, reivindicadora de tantos sueños indigentes, faltos de luz en nuestra sociedad, pero interiormente llenos de colores, la buena locura es detonante de esperanza, bondad, simpleza y humanidad; cómo me gustaría ver quijotes marcando ratings en nuestras televisoras, haciendo soñar simplemente, quebrando la lógica de la prepotencia y los mandos paranoicos y excluyentes. Hay efectivamente muchos héroes anónimos ó antihéroes en nuestros pueblos, fábricas y poblaciones, pero no se ven a la luz de los que salen a la calle cargando rejas y muros imaginarios, que es falta de sueños y precarios días para sus vidas.

Un abrazo Pedro.

Héctor.

Pilar_Cordoba dijo...

Como te comenté en su día, este ha sido uno de los libros que no he conseguido leerme. Reconozco que el jueves pasado empecé con el prólogo y se me hizo largo, no lo llegué a terminar pero lo completé con tu entrada del blog y me más o menos me quedó claro, y eso que no me leí todos los comentarios que vienen antes del prólogo. La edición que tengo es la del IV Centenario y vienen comentarios de varios escritores, entre ellos Marios Vargas Llosa. Hoy después de haber leido esta fantástica entrada que has publicado, me animaré con el Capitulo I a ver si me lo leo.
Mira que me he leido libros, pero es que éste en concreto se me resiste no sé por qué.
Saludos.

Merche Pallarés dijo...

Excelente tu análisis, como siempre pero hay dos frases que me han llamado la atención y que pienso son la clave de su locura: "La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura". Y: "Los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza..." "Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio..." ¡No me extraña que el pobre se volviera majara con estas lecturas tan enrevesadas! Seguimos con el II. Besotes, M.

Silvia_D dijo...

Tengo la cabeza llena de sombras y no puedo concentrarme demasiado hoy ;(

Pienso, (ya sabes que mi opinión no es muy válida), que si al protagonista de la historia le pillara hoy un psiquiatra le diagnosticaría una depresión o quizás una esquizofrenia aguda y lo inflarían de pastillas (se salvó de eso).

Salvarse de la realidad buscando "otras realidades", lo hacemos constantemente... la exageración es la manera de llamarte a la lectura, un texto "plano" no tiene alicientes.

Ya me callo... psss :))
Me cuesta entender ciertas palabras, hay algún texto que me ayude a resolver esas dudas? un diccionario ? otro texto en español "mas de ahora" que puedas recomendarme?
Me llama la atención mucho que cuando habla de las posesiones del hidalgo use como medida de su estatus social la comida.Me explico?
Hala, que divago :) que pedazo comentario la leche, más largo que el capítulo(sorry)

Besoss

matrioska_verde dijo...

la verdad es que es más el miedo que da porque es un volumen muy grande que luego la lectura en sí porque a pesar del castellano antiguo es agradable de leer y divertido.

Vamos a por ello. Me encanta como lo explicas y lo considero un lujazo.

bicos,
Aldabra

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ANTÒNIA: Gracias por tu extenso y buen comentario. En lo del lugar, hay teorías: unos hablan, en efecto, de que Cervantes ironizaba sobre tal o cual lugar con ese tono amargo -cosas relacionadas, por ejemplo, con su triste matrimonio o con la mediocridad de la vida intelectual de la zona-; otros comentan que, como ya se imaginaba el éxito -lo que era mucho imaginar para un hombre sin demasiada fortuna en la literatura hasta el momento- no quería que ningún pueblo lo capitalizara (es una visión demasiado moderna del asunto, casi de turismo cultural); en mi opinión no pasa de ser un juego literario más para construir la personalidad del narrador, como hizo ya en el prólogo.
En lo que dices del buen pasar tienes razón, debería haber dicho mediano pasar. El protagonista vive de las rentas de su tierra, plácidamente, sin sobresaltos pero sin lujos. No es rico, pero no es tampoco pobre como algunos han dicho. Pertenece a una clase social presente en la vida de España del momento: hidalgos de aldea, con propiedades, una cierta cultura, etc. Cuando Cervantes habla de que tuvo que vender para comprar libros dice dos cosas: en primer lugar, nos recuerda que tener una biblioteca en la época era un lujo económico; en segundo, que cualquier pasión desmedida puede llevarnos a gastar más de lo que podemos. Es muy acertado lo que dices del anciano que vuelve a la niñez: veremos que gran parte del libro consiste en esos comportamientos de juego, de recuperación del sentido divertido de la vida que tenemos en la infancia, sobre todo en verano -el tiempo narrado en la obra corresponde a esta estación.
En lo de Aldonza, piensa en el concepto de amor que se tenía en la época, en la que los matrimonios eran un contrato familiar, por así decirlo. Tienes razón, por lo tanto y también en el hecho de la doble realidad de Aldonza/Dulcinea, con la que se jugará a lo largo de la obra.
Y, como dices, este hidalgo decide ponerse el mundo por montera: no debe nada a nadie, la vida fluye regulada en lo cotidiano, no hace mal a nadie por salir a la aventura. Ojalá hubiera más.

ANTONIO: bueno, ya sabes que vamos a capítulo semanal, lo que no es mucho. Además, puedes hacer alguna trampa... Saludos y feliz regreso.

SAO: gracias a ti por seguirme. Besos.

HÉCTOR: cuánta razón tienes, cuánta razón. Abrazos.

DESPLAZADOS: Poco a poco. Terminará enganchándote. Saludos.

MERCHE: esas dos frases, como he dicho en la entrada, son parte de la caracterización a través del diálogo: aquí nos habla de la parodia de los libros de caballerías, con lenguaje enrevesado y retórico, en contra de la propuesta lingüística, más próxima al habla real -sin confundirse con ella-, de Cervantes. Y es que tienes razón, leer eso, por muy acostumbrado que estés, te trastorna el juicio. Besos.

DIANNA: o el psiquiatra terminaría, como muchos en la obra, siguiendo su modelo de alguna manera: es una locura, lo veremos, contagiosa.
En lo del Diccionario del Quijote, hay varios, pero no te será fácil encontrarlos. Es mejor que cojas una buena edición crítica, con notas a pie de página -pero no te líes leyéndolas todas, porque acabarás odiando el libro-.
Excelente que te hayas fijado en la comida: es una de las claves del libro. Aquí los personajes comen y comen cosas reales, no como en los libros de caballerías -fíjate que lo mismo pasa en las películas de hoy en día, que podríamos diferenciar entre películas en las que se come/películas en las que no se come-: se fomenta la verosimilitud. Y sí, la comida del hidalgo refleja su condición social.
Besos.

ALDABRA: pero como lo leemos a sorbitos, no cansa... Me gusta que me sigas. Un beso.

Gracias a todos por vuestros comentarios.

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

el comienzo de "El Quijote" es magnífico. De niño, me aprendí de memoria varias frases del comienzo y me gusta recitarlo en alto. Genial. Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

FERNANDO: me alegra coincidir contigo. Un abrazo.

El Deme dijo...

Pues a mí un señor mayor que decide salir al mundo a buscar aventuras me parece uno de los arranques más modernos que puede tener una novela. Lo fácil es que sea un joven para aprender, pero uno que ya está de vuelta de todo y que se quiera meter en mil líos por buscar la esencia de la vida, creo que es maravilloso (es como si los libros se le quedaran cortos para meterse en las aventuras que las quiere vivir a toda costa, aun forzándolas...)

Anónimo dijo...

hay pero que emocionante seguir una lectura asi por blog....nunca me hubiera imaginado...pero bueno...te dire que en el colegio (y que fue hace mucho) te hacian analizar el quijote tu sabras bien ....pero mucho no me acuerdo huy no voy a poder hacer un buen aporte...
pero igual te quise visitar
un besin .)

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Me acuerdo de mi viejo profesor de Historia de la Literatura (al que dimos el sobrenombre de Doña Lambra de Bureba-por su aficción a los poemas medievales), que pienso se sabía el Quijote de memoria...llegó a concursar en aquel programa de Constantino Romero- para sacar dinero para los alumnos de último curso- (ese en el que podías buscar en enciclopedias cuestiones encadenadas, no lo recuerdo bien)
Estuvo no se cuantos programas y encima no consultó ni un manual de ayuda...era un "máquina".
Perdón por no comentar nada al respecto...pero me traes muy buenos recuerdos....Sin duda magistral tu resumen - sobre el Quijote, ya sabes que tengo mi particular visión - Sigo aprendiendo de tí.
Saludos

Fabián Aimar (faBio) dijo...

Estimado amigo
tienes un blog realmente currado y serio
tu ya me conoces algo
tengo algo para ti en mi blog
aunque no lo postees
me da placer entregártelo
pasa a recogerlo
un abrazo
faBio

manzacosas dijo...

Hay una teoría relativa a que Cervantes utilizó expresiones (como la inicial) y situó las andanzas de su caballero en la Mancha para que no fuese localizado por la inquisición, por el miedo que se la tenía, lo que no era de extrañar. Me gustaría conocer tu opinión sobre esta cuestión. Un abrazo. Manzacosas

Francisco O. Campillo dijo...

Estoy de acuerdo contigo en que Cervantes comienza pisando fuerte con el Quijote. Una manera de decir "aquí estoy yo, con un par".

Sólo recuerdo un inicio de novela que me parezca comparable, en cuanto a calidad literaria:

"El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo".

García Márquez lo borda, pero sigamos con Cervantes...

Pedro Ojeda Escudero dijo...

DEME: en mis clases de la Universidad de la Experiencia yo les ponía a ellos como ejemplo: los cincuenta años de don Quijote equivaldrían a unos 70 hoy. El protagonista vive mientras le dura la voluntad de jugar a la literatura y cambiar el mundo. En cuanto recupera la cordura, muere.

SAUVIGNONA: anímate a unirte en esta lectura virtual y colectiva, estamos empezando.

MANUEL: En el recuerdo, los que amamos las letras, siempre tenemos un profesor de Literatura que nos ayudó (también otros a los que tuvimos que sobrevivir). Saludos.

FABIO: Gracias, voy corriendo.

MANZACOSAS: En este caso, creo que es extremar la situación. Aunque el libro contiene mucho erasmismo y pensamiento poco ortodoxo (junto a otros que sí lo son mucho), el lugar en el que arranca la novela no tiene tanto que ver con el miedo a la Inquisición. Veremos, cuando lleguemos al asunto de los galeotes que sí hay un uso del paisaje para esconderse la autoridad. Volveremos sobre el tema que abordas, que es muy interesante.

FRANCISCO: García Márquez es otro de los ejemplos de magníficos arranques narrativos, en efecto. Y es que, aunque quiera esconderlo, es más cervantino de lo que parece.

Merche Pallarés dijo...

Despues de "El Quijote" deberíamos diseccionar "Cien Años de Soledad" que, dentro de todo, es mas moderno. ¿No crees, querido? Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: me lo apunto, me lo apunto. Comenzamos, a finales del 2010 con Cien años de soledad. Podéis ir comprándolo...
Besos.

Anónimo dijo...

En el primer capítulo, Cervantes mientras empieza a escribir la obra,y en uno de tantos momentos de genialidad, decide formar parte de ella y darle el mayor realismo posible.
Es tan GENIAL este hombre, que para lograr esto, a parte de la locura que plasma en D. Quijote, es absolutamente coherente consigo mismo y juega con la verosimilidad del escrito para que sea y se lea como cierto.....
No sé si me explico.
Por esto, no podría empezar de otra manera.... sin descubrir el lugar de los hechos de donde es su héroe, y creo que se cargaría mucho de su encanto si desde el primer momento precisa el lugar exacto de la Mancha.
Es todo lo que puedo aportar... no es mucho pero es que no se me ocurre nada más.

Rosa C.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ROSA C.: pues es mucho y bueno lo que dices. En efecto, ser demasiado detallista en esto podría rebajar la potencia del personaje. Nace ya con vocación universal. Eso sí, desde una aldea de la Mancha. Saludos.

Silvia_D dijo...

Gracias por sacarme de mis dudas :)
Que razón tienes en lo de las comidas , lo cotidiano da credibilidad.
Voy a ver por ahí si encuentro la receta de sus lentejas, sería genial para un post.
Besos nocturnos^^

Teresa dijo...

En relación con lo que apunta

Dianna: me encanta lo de "duelos y quebrantos"

Merche: es para reírse un rato largo la "coña" que tiene el tío en estos apartados y la "caña" que mete a diestro y siniestro. Si las obras de caballerías eran así, se me figuran como las telenovelas actuales.

Manzacosas: pues ya nos dirás Pedro la relación de la Inquisición.
Te iba a preguntar, cómo semejante escritura que habla tan a menudo de prostitutas y varapalea a varios escritores de altura y otros estamentos, pasó la censura.

Qué clases magistrales Pedro. Gracias

Merche Pallarés dijo...

"Cien Años de Soledad", lo tengo en casa. Lo leí, cuando salió hace años. Ahora bien, si tenemos que esperar hasta el 2010... Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

DIANNA: Hay un libro, "La cocina de Don Quijote", de María Inés Chamorro, que te puede ser útil. Besos.

BIPOLAR: porque la censura, en contra de lo que parece, no se ocupaba de estas cosillas previamente. La Inquisición y la persecución del erasmismo es otra cosa...

MERCHE: ¡¡bueno, dentro de unos meses podríamos pensar en dedicar otro día a Cien años de soledad!! ¿Aguantaríais? Besos.

Teresa dijo...

Ay es verdad, que buscaban a Satanás.

(Peroooo, después me acordé de los encantamientos y el bálsamo de fierabrás... ¿herejía?)

Merche Pallarés dijo...

Síiiii, aguantaríamos, yo creo que sí. No quiero esperar hasta el 2010 que se me hace muy lejano y no sé dónde estaré en esa fecha igual ya engullida por los buitres... Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: eso y a los disidentes. No: burla de la inverosimilitud y pensamiento racionalista.

MERCHE: Pues nos lo pensamo y quizá, os lo pongo de tarea para las vacaciones de verano. Besos.

Merche Pallarés dijo...

Vale, aunque en verano que llegan mis hijas y nietos, la verdad es que voy a estar muy liada. Mejor dejarlo para el otoño. ¿Qué te parece? Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: pues nos lo vamos pensando para entonces. Besos.

Anónimo dijo...

Seguramente Cervantes no quiere resolver el enigma del narrador, las referencias en este capítulo son un tanto confusas: por un lado dice que escribe sobre algo que ya está escrito; es decir, la historia de D. Quijote la lee en algún libro, pero por otro, dice que la historia ocurrió “no ha mucho tiempo” no parece que ambas cosas conjuguen. Creo que se puede tratar de una treta del autor para captar aún más la atención del lector con esta indeterminación del narrador.

Mirado con ojos actuales, no parece que la situación económica del Hidalgo fuera mala; se permitía el lujo de mantener en su casa a tres personas: el ama, su sobrina y un criado. Sin duda Cervantes quiere que su hidalgo esté loco de remate, incluso ahora se consideraría tal condición, cuando nos cuenta que vende unas fanegas de sembradura para comprar libros de caballería. pancho
PS. Aunque con algo de retraso, aquí va el comentario sobre el primer capítulo, después de más de 30 es difícil añadir algo que no se haya dicho antes, es lo que tiene andar tarde.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

PANCHO: En efecto, la incertidumbre es una forma de caracterizar a este narrador. A veces se achaca a los famosos descuidos cervantinos. Alguno hay, pero hasta de eso saca provecho el autor, como veremos.
¡Bien visto! Le mirarían muy mal al pobre hidalgo: perder dinero por comprar libros...
Sí has añadido cosas nuevas, querido amigo. Un abrazo.

Juan Luis dijo...

Hola compañeros, me uno a esta maravillosa experiencia escribiendo mi opinión sobre el primer capítulo.

En un lugar de La Mancha...

Todos saben como empieza El Quijote, incluso aquellos que no han leído. Pero yo, si me tuviera que quedar con un fragmento de este primer capítulo, me quedaría con este:


En resolución, el se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio.


Paradojicamente, a mi estas líneas siempre me parecieron una incitación a la lectura, incluso las llegué a tener apuntadas en un marcapáginas. Pero qué tiene aquí de estimulante la lectura. Bajo mi punto de vista, prefiero quedarme con la acepción de locura como entusiasmo; un loco por los libros, un loco de los libros. ¿Quién es capaz de renunciar a vivir con entusiasmo?

Así, en este primer capítulo, Cervantes nos muestra una puerta por la que escapar de la realidad – ¿A quién le gusta la realidad? --, abandonar nuestra hacienda y adentrarnos en un mundo de fantasía y aventuras, lejos de la vulgar monotonía, como la que llevaba aquel hidalgo. Y nos la muestra desde las primeras frases del libro, como advirtiéndonos del “peligro” que nos aguarda si nos arrojamos a la lectura.

Un saludo a todos los "locos".

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: me alegro de que te unas. Y veo que lo haces con fuerzas e inteligencia. En efecto, no sólo estas líneas que citas, todo el libro es un elogio de la lectura. Saludos.

Juan Luis dijo...

También creo que ese entusiasmo tiene mucho que ver en el tema del enamoramiento. Don Quijote se enamora de Dulcinea del modo que lo hacemos muchas veces el resto de los mortales; no somos capaces - o quizá no queremos - separar la realidad de la imagen idealizada que tenemos del ser amado.

Saludos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: además de lo que señalas, que es cierto, en la figura de Dulcinea es más compleja. Lo veremos en su momento.

Asun dijo...

La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Y también cuando leía: [...] los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza.
No me extraña que con estas frases perdiera el juicio. Casi lo pierdo yo.

Me resulta cómico cómo se prepara el atuendo, con esa media celada de cartones con unas barras de hierro por la parte de adentro a modo de refuerzo. Dan la imagen de una persona inocente.

He visto que alguien te ha comentado cómo al inicio del capítulo hace referencia a la comida para hablar de su posición. A mi también me ha llamado la atención.

“se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio” supongo que quiere decir de sol a sol ¿es así?

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: en esa frase hay tanta ironía como certeza en la parodia del lenguaje de las novelas caballerescas. Como para volverse loco, en efecto.

Abejita de la Vega dijo...

Quiero poner orden y comentar el primer capítulo de la primera parte. Y en cuanto expreso mi intención de comentar el 1.1, mi ordenador no para quieto, por esos canalículos debe andar algún personaje secundario de los que suelen visitarme. Ya no me sorprendo, sea quien sea le dejo hacer. Veamos, ahí está.

“Con Dios, señora mía. Vengo del limbo de los secundarios del Quijote, lugar donde tengo muy pocas amistades porque, aparte de la sobrina y el ama, todos me ignoran. Cuando llegué, todos se preguntaban, en voz muy baja, quién era yo.

La verdad, señora amanuense, es que soy un personaje efímero, solo dieciséis palabras, en el primer capítulo del famoso libro. Ni siquiera me conceden la intermitencia, como es el caso de otros. No, yo desaparezco como si me hubiera tragado la tierra.

Y ni siquiera me dan un nombre. Soy, nada más y nada menos, que el “mozo de campo y plaza”. Sí, el que “así ensillaba el rocín como tomaba la podadera”. Ése que aparece intercalado entre la edad de la sobrina y la de nuestro hidalgo.

¿Sólo ensillar y podar? Trabajo descansado hubiera sido el mío. Pendiente de todo: arar, deshacer terrones, sembrar, escardar, segar, gavillar, trillar, aventar la parva, cribar el grano, llevarlo al molino…Toda faena del campo o de la casa que no pudiera dejar en manos de los cuatro gañanes o del ama. Don Alonso, cuando estaba cuerdo, bien valoraba mi habilidad. Después, entraron en la casa aquellos endiablados libros y todo cambió.

Limpiaba las armas de sus antepasados, ya cubiertas de herrumbre. La lanza en el astillero y la adarga tan antigua. E, incluso, me tuve que ocupar de sacar al galgo, para que hiciera ejercicio, cuando mi señor se encerró en sus aposentos.

¿Y el ama y la sobrina? Mozo por aquí, mozo por allá y nada más, no presten atención a las lenguas de doble filo. Que traigas un palomino del palomar, que hoy es domingo. Baja el saco de las lentejas, matamos al cochino, prepara los cuchillos…Tanto trabajo para que luego nadie se acordara de mi persona. Ni siquiera me llevó con él, pero esa es harina de otro costal.

Gran madrugador y amigo de la caza, hasta aquel día en que un mercader que iba de camino le vendió, a bajo precio, un saco lleno de viejos libros. Eran novelas de esas que llaman “de caballerías”, llenas de disparatadas historias que sorben el seso a desocupados como mi amo. Ya saben Amadises, Palmerines, Esplandianes…

No sólo olvidó el ejercicio de la caza, también descuidó la administración de su hacienda y llegó a vender muchas hanegas de tierras de sembradura, para comprar más libros. Parece que le estoy viendo, con su sayo de velarte recitando aquello de “la razón de la sinrazón” o lo de “vuestra divinidad divinamente”.

Mi señor perdió el juicio desentrañando el sentido a tantas sandeces caballerescas. Y algo de culpa tuvo el señor cura, el cual daba sus opinión sobre quién había sido mejor caballero. Que si Palmerín, que si Amadís, que si el del Febo.

Se le llenó la fantasía de todo aquello que leía: encantamientos, pendencias, batallas, heridas, …disparates imposibles. Y quedósele asentado en la imaginación, mas como cosa verdadera, no como invención libresca.

Abejita de la Vega dijo...

Mas lo peor estaba por llegar, que mi señor “vino a dar en el estraño pensamiento que dio loco en el mundo”. Fue que decidió hacerse caballero andante, por el bien de su honra y para servir a la república. Y había de irse por esos mundos, en busca de aventuras, deshaciendo agravios y poniéndose en peligros, cobrando “eterno nombre y fama”.

Nunca pensé que hablaba de veras; pero me quedé de piedra cuando le vi limpiar aquella armadura en un rincón, llenas de orín y moho. Quise hacerlo yo, mas no lo permitió. Y como, a su juicio, le faltaba la celada, se hizo una de cartón y la encajó con el morrión. Quiso probarla, sacó su espada, le dio dos golpes; mas con el primero ya había deshecho toda su labor de artesanía. Y puso unas barras de hierro. Cielo santo, ahora sí creía ciertas las intenciones manifestadas, era su voluntad dedicarse a la caballería andante.

Cuando acabó de remendar las armas, se fue a la cuadra y se puso a mirar al rocín. No veía, al parecer, sus mataduras y defectos. Me lo comparó con el del Cid o el de Alejandro y me explicó que el caballo de caballero tan famoso había de tener un nombre. Después de decir muchos posibles nombres, vino a llamarle Rocinante, como primero de todos los rocines del mundo. ¿Rocinante? ¿Ese saco de huesos y pellejos? Pobre rocín, qué mala vida te van a dar.

Al cabo de ocho días, don Alonso pensó en cambiarse de nombre. Ya no era don Alonso Quijana sino don Quijote de la Mancha, esto último por honrar a su patria. Yo, como buen criado, permanecía callado, aunque me preguntaba cómo iba a terminar esto.

Más tarde, me dijo muy serio que un caballero andante precisaba una dama porque “el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma”. Pensé que deseaba casarse con alguna hidalga del vecindario, lo natural, mas no era eso. El andante ha de tener su dama solo para poner en ella sus pensamientos.

Y, por último, descubrí que la dama era una moza labradora del Toboso, llamada Aldonza Lorenzo. Mas mi don Alonso no va a llamarla Aldonza, no. Será Dulcinea del Toboso, nombre de “princesa y gran señora”. Y no tengo claro si la ha visto alguna vez, si anduvo enamorado de ella. En mi capítulo así lo dice; pero otros personajes me han asegurado que nunca, nunca la vio, que sólo existió en su imaginación.

La dejo, señora mía, porque con esto acaba mi capítulo y no tengo derecho a introducirme en otros. Le saluda el mozo de campo y plaza, el que nunca pudo salir del 1,1.

Ha sido un placer conocerle, señor “mozo”.

María Ángeles Merino

Señor De la Vega dijo...

No me acordaba de tan buena introducción que había hecho mi Señor Ojeda en este primero, que si sumamos comentarios de comentaristas, perspectivas y matices, mejora notablemente el comienzo del comienzo.

Lo que más me admira de este capítulo y siempre me admiró, es que en él, está contada la historia, toda la historia, o al menos aquella que hizo famoso el mito de Don Quijote. Quizás por ello y ahora que lo pienso, el común de los mortales se conforma con la lectura de este primero y se paran ante otros, siendo los menos los que culminan con la lectura del capítulo 74 de la segunda parte y precedentes.

Las claves que Cervantes nos deja en este capítulo, permite saber del personaje protagonista con detalle: como fue, como deja de ser lo que hasta el momento era y todo lo que pretende ser y será en la novela.
Nos describe la imagen externa e interna del personaje en su pasado, presente y futuro, sin trampa ni cartón para el lector, con una profundidad creciente en cada detalle narrativo con carga de profundidad y matices complejos y ambiguos.

Empieza describiendo su entorno (lugar, real e imaginario)
Encajándo a la persona en un tipo social estereotipado de la época (hidalgo de lanza en astillero…)
Definiendo sus costumbres, incluso culinarias, para que el lector después de haber comido en su mesa, no lo vea como un extraño.
Describe su vestir, según el día.
Sitúa su entorno hogareño, miembros de la casa, edades, familia, costumbres cotidianas…
Curiosamente, frente a tan detallados datos, nos niega el apellido cierto, escudándose en los autores varios, para bromear sobre el otrora importantísimo apellido, sin finalmente aclarar el de don Alonso (tampoco por el momento nos desvela el nombre).
Nos explica sus gustos (la lectura) y lo que le resulta fácil abandonar por ello (caza y administración de hacienda), sus excesos y vicios quedan claros, sus debilidades también…
Nos introduce en la sinrazón de sus lecturas con detalle de autores y títulos, e incluso se nos subrayan los pasajes que volverían loco a cualquier lector sensato, si intentase comprenderlos (ej. Aristóteles) con lo cual le descarga de cierta culpa y señala al inductor de tal locura, no solamente la del protagonista pero también de toda una sociedad contemporánea enganchada a la ficción de la caballería, caballería asumida en relatos por muchos como cierta.
No olvidemos que en el prólogo, el autor nos ilustra sobre el motivo del presente libro, que no es otro de “llevad la mira puesta a derribar la máquina mal fundada destos caballerescos libros, ...; que si esto alcanzásedes, no habríades alcanzado poco”.
Nos explica la profundidad y determina el tipo de enajenación que sufre, ejemplificándola entre la llamada historia considerada verdadera y la caballería fantástica.
Así que tras definir con detalle y ejemplos sus desvarío, el narrador sitúa en términos superlativos, lo que estamos a punto de compartir en la novela:

vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.

Señor De la Vega dijo...

Así sabremos en boca del narrador que (el pobre) con su extraña empresa pretende terminar como coronado de un imperio, no imaginario, sino de uno verdadero, cristiano, exótico y pasado como fue por ejemplo, el de Trapisonda (aún existente en el tiempo de los bisabuelos de Cervantes y Quijote 1204-1461) https://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_de_Trebisonda.

El narrador nos relata como el obsesionado hidalgo rebuscó las armas y armadura olvidadas en un rincón (de justamente sus bisabuelos) y nos dice lo que el loco hizo con ellas para adaptarlas a su gusto, imaginación y medios físicos, y que sea el lector el que juzgue lo absurdo o ingenioso de cada escena.

Con todo lo anterior (nótese la diferencia), no tenemos un viejo lunático que cree ser un famoso personaje; sino un hidalgo castellano (con desvarío entre ficción y realidad) que planifica transformarse en famoso héroe justiciero enmascarado en toda regla y que según la lógica caballeresca, sigue un proceso para llegar a ello, ordenadamente:

Primero, desempolva armas y oculta su rostro tras una celada finísima de encaje (metafórica, pues pretende fama no como Alonso de Quijano sino como el nunca antes visto e invencible Don Quijote de la Mancha).
Segundo, busca entre sus posesiones un caballo, su viejo rocín magnificado y bautizado para la postrimería como Rocinante, algo esencial e imprescindible para ser nombrado caballero en la orden de la caballería andante.
Tercero, define su título y linaje, Don Quijote y de la Mancha, que serán variaciones altisonantes de su apellido y tierra.
Cuarto y último, determina a quien honrar en el servicio a su república y nadie mejor que la dama que ocupó su corazón cuando le tocaron los amores aún de joven y por entonces ella moza; Alonso la titulará a su gusto musical, peregrino y significativo como Dulcinea del Toboso, el propio de aquella que se encamina a princesa y gran señora.

El hidalgo manchego (Alonso Quijano) creará el héroe y Cervantes el antihéroe.

Pues todo esto, deja claro Don Miguel en este primer capítulo, y bastaría con leerlo para realizar un acertada reseña de la obra completa.

Suyo, Z+-----

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me gusta su comentario, querido SEÑOR DE LA VEGA, por varias razones. Primero porque me trae a los orígenes a punto de conmemorar la segunda parte de Avellaneda. Segundo porque es verdad, porque en este primero ya está todo... menos Sancho, que nos aparecerá cuando Cervantes decida hacer de una obra maestra una obra maestra imprescindible.

Señor De la Vega dijo...

Mi Señor Ojeda,
Si en mi opinión el mito del ideal Quijotesco reside en la transformación y claves ofrecidos en este primer capítulo, y por si solo resume el espíritu del personaje de Quijote en toda la obra.

El mito de "la novela del Quijote" residirá sin duda, en la dualidad Quijote-Sancho, que representan la utopía-realismo, ficción-crónica (en juego de espejos) y también el toma y daca en sus diálogos que permitirán ofrecer planos mucho más cómicos, profundos, ambiguos, complejos, también realistas y por ello más cercanos al lector, que si solo hubiese usado los múltiples narradadores que usó.

De ese modo que esbozo y tal reompecabezas convirtió "la novela" en uno de los géneros literarios por excelencia desde entonces.

El escudero, lo tenía en mente Cervantes desde su génesis, lo que imagino que todavía no imaginaba, era la importancia que llegaría a tener Sancho en su aventura literaria.

Suyo y gracias, Z+-----