domingo, 27 de abril de 2008

La frialdad (más sobre el deseo).



Al igual que no es lo mismo ser amado que amante, no es comparable la situación del deseado con la del deseante. Ayer hablamos del deseo como movimiento afectivo hacia lo deseado. El objeto de nuestro deseo, cuando es una persona, ¿qué siente, sobre todo cuando rechaza el deseo que le viene sin pedirlo ni esperarlo? Más aún, ¿qué siente cuando tiene conocimiento de haber sido objeto de deseo sin enterarse?
La poesía, durante muchos siglos, jugó a la necesidad de la falta de correspondencia en el deseo y elaboró toda una retórica sobre el dolor del que desea, que culminó en la lírica que seguía a Petrarca y que en España expresó magistralmente Garcilaso de la Vega (aunque, en este poema, Salicio sí había disfrutado previamente de la correspondencia amorosa):
¡Oh más dura que mármol a mis quejas
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
Estoy muriendo, y aun la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay sin ti el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora.
¿D’un alma te desdeñas ser señora
donde siempre moraste, no pudiendo
della salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo
Evidentemente, hoy sabemos que la culpa del rechazo no la debe asumir el que amamos y nos rechaza (o no lo sabe). Nuestros improperios no pasan de reflejar una actitud inmadura que se niega a comprender por qué no somos aceptados: por la mera libertad del otro.
Especialmente entre los hombres, suele existir un tipo de persona cuyo deseo sólo puede centrarse en un objeto que lo recibe con frialdad y ante cuya actitud de distanciamiento (no hablo del desdén, que es otra cosa), el rechazado suele acentuar su deseo en una espiral de dolor que lo inhabilita para el mismo deseo que reclama. Suelen ser personas cuya vida afectiva presenta distorsiones cuando ambos se encuentran en el mismo nivel. De la misma manera, parece que, sobre todo entre las mujeres, hay una clase de personas que, ante la afectividad, sólo pueden sobrevivir en una frialdad absoluta: el otro está para desearlas. Estos roles ya no son tan claros desde hace décadas, pero aun se encuentran especímenes.
Hubo un tiempo en el que, entre muchos, se valoraban las que se llamaban piezas difíciles, cuya caída era exhibida con vanidad por el cazador y un cierto alivio por los demás (sobre todo por los que afirmaban que todos somos iguales en nuestras debilidades), como se refleja en el acoso a Ana Ozores en La Regenta de Clarín. Pero no siempre esta situación busca exhibir el trofeo: suele acontecer que el que la sufre padece enormemente. Este fetichismo de la frialdad del objeto deseado ha dado muchos logros en el arte. Luis Buñuel, que fue uno de los artistas que mejor reflexionaron sobre esta cuestión en el siglo XX (ya desde su primera película, Un perro andaluz), refinó el tema hasta hacerlo obra maestra en Este obscuro objeto del deseo.
Pobre de aquel que, cuando está inmerso en ese deseo, no es capaz de mirar hacia otro lado para ver que el mundo es ancho y horizontal. De todas las formas, qué difícil lo hacemos todo.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que la frialdad en sí no existe, lo que existe es la falta de sentimientos y emociones hacia la otra persona. Y sí, los sentimientos y afectos son complicados y todavía los complicamos más nosotros en muchas ocasiones. Hay gente que se resiste a ver la realidad. Besos Isabel.

CarmenS dijo...

¿No consideras tú que en la literatura las emociones y los deseos están exacerbados, igual que en el arte, en el cine o en la música? Quiero decir, que los autores llevan a extremos el deseo, el amor, el desdén, la ira para crear su obra. Porque cuando se escribe una novela que pudiera considerarse "realista" todos los sentimientos son más suaves, más ambiguos, menos intensos.

Anónimo dijo...

El perro Andaluz para mi sigue siendo la mejor película de Buñuel.

Esa navaja tiene algo....

matrioska_verde dijo...

A raíz de leer tu texto de ayer sobre el deseo se me ha ocurrido insertar en mi blog unos instantes que tenía guardados acerca de lo mismo. En los comentarios al texto, hago referencia a la lectura de tu blog, espero que no te moleste. Si te molesta me lo dices y me disculpo públicamente.

Dicho esto, llego a tu blog y me encuentro con la sorpresa de que el deseo sigue... ¿y sigue?...

y leo los comentarios y disiento con los dos:

1º.- la frialdad existe, puede que sea algo psicológico, pero "haberla haila", como decimos por mi tierra.

2º.- siempre creo que la realidad supera a la ficción por eso no creo que el cine o la literatura haya inventado nada, exagerando o no.

es tan sólo mi humilde opinión, claro está.

bicos,
Aldabra

El Deme dijo...

Todo deseo es puro egoísmo, eso está claro, cuando nos encaprichamos de alguien es casi sin contar con su opinión. Si los deseos son mutuos, bueno,¡eso es un milagro!.

Sebaxjs dijo...

le deje un premio en mi blog maestro, espero que pase por el. adios

Nanamada dijo...

Somos movidos pelo desejo.
O que nos faz sentir vontade de seguir adiante é um desejo.
Agora no tema desejos pelo outro, é um risco sempre,como arriscado é viver. Nem sempre encontraremos alguem que possuiu ou vibra na mesma frequencia,intensidade ou sintonia que os nossos desejos.
Ai muitos ficam frustrados...

Anónimo dijo...

Desculpe-me pela ausencia Don Pedrito. Ando atarefada por esses dias...
bjs querido amigo de alem mar

Merche Pallarés dijo...

Estando yo en Paris estudiando, un dia se me presentó el hermano de unos vecinos que vivían en frente de nuestra casa en Toronto. Eran judios. El hermano tenía unos dos años mas que yo y siempre le veía en verano cuando trabajaba vendiendo helados. Nos saludábamos cordialmente pero nunca llegué a hablar con él. Vino a Paris y ¡me hizo la gran declaración de amor! Que me habia querido desde siempre pero que nunca me había invitado a salir por ser judio y yo católica (en aquellos años las religiones no se mezclaban). Me quedé perpleja sin saber lo que decirle sin herir sus sentimientos porque yo no sentía lo mismo por él. Fué dificil porque creo que al final le herí. (Perdona que me haya enrollado tanto con esta historia pero he querido contestarte a una de las preguntas que planteas). Besotes, M.

Euphorbia dijo...

Por desgracia algunos especímenes de los de la vida real, no de las novelas, que llevan al extremo su obsesión acaban saliendo en las noticias con excesiva frecuencia.

La Regenta es una lectura que tengo aún pendiente y el libro en algún rincón de la estantería. A ver si puedo pillarlo cuando lleguen las vacaciones.

manzacosas dijo...

Hola. Lamento decir que he conocido gente que se dedicaba a airear sus conquistas, con nombres, pelos y señales, con evidente detrimento de la "pieza" conquistada. Eran una pandilla de gilipollas. Lo malo es que en cada ciudad había al menos una. Un saludo.

PILAR dijo...

Cuando he empezado a leerte he recordado cuando en mis años jóvenes, he de confesar que he sido muy enamoradiza y también desenamoradiza. Tal vez esto sea una manifestación de inmadurez sentimental.
El caso es que a mí me ha ocurrido, a veces, que yo no me había fijado en alguien ni por asomo, y al saber que ese alguien sí lo había hecho en mí, me empezó a gustar. A veces creo que siempre hay uno que ama (al principio de las relaciones) y otro que se deja.
Hay personas muy rápidas en querer, en darse, en enamorarse, en entregarse...y eso a veces es muy arriesgado porque el que recibe todo eso, cuando responde e incluso cuando todo eso alimenta el amor incipiente y hace que crezca, todo eso es una maravilla.
Pero cuando uno se entrega a tope y la otra persona "parece" que responde, pero se cansa y te deja...eso duele que te cagas.

Anónimo dijo...

Yo no sé si los libros y las películas exageran la pasión y las emociones. Lo malo es que en nuestra vida imitamos las películas y las novelas. ¿O no es nuestra forma de encarar los sentimientos y el deseo el resultado del aprendizaje? Hemos aprendido a besar en las películas, hemos aprendido a "sentir" gracias a la poesía, a la ficción.
De todos modos, y saliéndome un poco de ese tema, tengo la sospecha de que en gran medida (especialmente en aquellas personas dadas al narcisismo, aunque sea en su versión más light) cuando deseamos, en realidad estamos deseando ser deseados por aquel a quien deseamos. El desdén, tal vez actúe de acicate, no lo sé. A mí me parece una soberana pérdida de tiempo y de energía.

Silvia_D dijo...

Algunos sentimientos se desbordan a veces, yo pienso que por malinterpretar las señales del otro... y a veces se "conecta" y a veces no.
Besos^^

São dijo...

É impressão minha ou, efectivamente, o sexo masculino valoriza muito mais o desejo do que o sexo feminino?
Besos, amigo.

jg riobò dijo...

En este mundo de prisas y de satisfacción inmediata, las frustaciones como poco, abundan de manara desmedida; muchos deseos insatisfechos por la prisa y mucho abandono también.

ARSINOE dijo...

Cierto que muchas veces deseamos lo que nos hará sufrir. Tal vez algunos somos un poco masoquistas, y otros aborrecemos lo que se consigue con facilidad, no nos sacia..

Unknown dijo...

¡hasta que pedestal podemos subir a la persona deseada...! sobre todo en amores a distancia.
Cuando se convive, se conoce, el deseo se transforma en amor y cariño, y se desea de verdad, lo otro son espejismos de un alma que busca cariño.
Alimentamos nuestra vanidad con esos deseos ignorados, todos hemos sufrido también en el otro lado.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ISABEL: hay gente que no puede verla, porque verla es que se le venga abajo todo lo que la protege. Así vamos todos, con armadura. Besos.

CECILIA: no siempre, como señalas, hay mucha literatura que no lo hace. Pero comprendo lo que dices y muchas veces se debe a cuestiones de moda y época. Igual que no todas las sociedades manifiestan igual sus afectos, tampoco la literatura.

DARGOR: esa navaja contiene todo el mundo del arte.

ALDABRA: lo vi. No me molesta. Seguirá. Conozco personas como témpanos. No sé si dentro tendrán un volcán, pero no lo manifiestan.

DEME: y, como tal milagro, escaso.

SEBITAX: visto y agradecido. Un abrazo.

NANAMADA: en efecto, hay que vivir en el riesgo, a costa de la frustración muchas veces.

NANA: disculpada. Sé que tienes unos días muy complicados. Besos.

MERCHE: es curioso enterarse de esas emociones que uno despierta en otro sin saberlo, ¿verdad? Besos.

EUPHORBIA: lo malo es cuando pasaba y no salían. Ahora, al menos, somos conscientes del problema. ¡Con tiento, no te metas de cabeza en La Regenta, que ahora vamos con El Quijote!

MANZACOSAS: yo también. Dan ascos. Y suelen mentir, además. Un saludo.

PILAR: quien no sea un inmaduro sentimental, que tire la primera piedra... Duele, sí.

BRUJAROJA: me gusta tu comentario. El arte tiene mucho que ver en nuestra educación sentimental, en efecto.

DIANNA: y qué difícil es interpretar los signos. Besos.

SAO: no sé, no sé. No puedo opinar: no conozco todo el espectro. Quizá cada uno lo siente de forma diferente. Besos.

JAVIER: deseo urgente, en efecto.

TAREIXA: qué difíciles somos, ¿verdad?

MAFALDIA: no sé si de verdad. Al menos, de otra manera. Creo que eso va con el talante personal de cada uno. Un abrazo.

Gracias a todos por vuestras palabras.

Euphorbia dijo...

Bueno, en agosto habremos acabado con El Quijote ¿no? Y si no, pues la regenta para Navidades.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Pedro estoy con Cecilia Alameda...en que el poeta lleva al extremo su deseo, su pensamiento... de todas formas me encanta para mi eso de "...que no hay sin ti el vivir para qué sea." Lo confieso: de poeta no tengo ni la rima asonante...soy como mucho un burdo prosista...pero esa frasecita me llego al alma...saludos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

EUPHORBIA: No sé. A un capítulo por semana, hay para muchas semanas. De todas la formas, la tarea no es mucha y puedes compatibilizarla...

MANUEL: a veces, el problema es que hay que condesar en pocas palabras las emociones, por eso quizá el extremo. Ese verso es magnífico. Saludos.

Merche Pallarés dijo...

Sí muy curioso y desconcertante. Siempre he sido bastante despistada por lo tanto nunca me he fijado si yo gustaba a alguien hasta ese punto. Me dió mucha pena tener que decirle que yo no sentía lo mismo. Por eso digo que acabé hiriéndole. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MERCHE: es verdad, no siempre nos damos cuenta del efecto de nuestro paso en los otros. Besos.

Teresa dijo...

El deseo conmociona pero no recuerdo otra etapa más intensa de sentimientos que ésa. Y aunque muy tormentosa y no siempre correspondida la almaceno en mi memoria con mucho cariño, quizás también demasiado platónica.
El día a día es difícil y tiene sus etapas.

Gracias al deseo, numerosos escritores nos han dejado su riquísima herencia de palabras.

(Otra cosa, son los acosadores, pero no me apetece incluirlos en tu entrada)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: el día a día mata el deseo, por lo general. Los acosadores tendrán su entrada aquí.