viernes, 21 de diciembre de 2007

Trenes nocturnos


En el andén, una pareja joven se ha dado cuenta de que ella se ha olvidado el bolso con las llaves de casa y toda la documentación y el dinero en el tren en el que han llegado a la estación y que acaba de partir. En el suelo, cuatro o cinco maletas y algunos otros bultos. Ella es atractiva: él, alto y desgarbado, la observa en silencio, casi intimidado ante la gestualidad de ella y el anuncio de las lágrimas. Apenas he apreciado retazos de su conversación mientras me dirigía a tomar mi tren. Ya en él, un hombre mayor habla solo en mi vagón y se levanta en cada una de las estaciones en las que nos detenemos, abre la puerta y asoma para volver recitando el nombre del lugar, como una letanía en la que orara por el éxito del viaje. Me duele la espalda y no consigo encontrar la posición adecuada para descansar los quilómetros que me faltan para mi destino. A veces caigo en una ligera somnolencia, agotado por las pocas horas de sueño de los últimos días, y en el duermevela me vienen retazos de otros viajes en tren. Aun falta mucho para amanecer.
Sé que hay un libro, que no he leído, con el mismo título que esta entrada pero ahora no tengo la voluntad suficiente como para buscarlo en Internet. El título, creo, hace referencia a los trenes que trasladaban a los judíos a los campos de concentración y exterminio nazis. ¿Qué sintieron aquellos seres humanos a los que acababan de desgajar de su vida? Ignoro si conocían su destino. Recuerdo varias películas que sitúan la cámara entre aquellos viajeros involuntarios, en el centro exacto del dolor y la incertidumbre.
Ante ellos, este viaje mío no tiene más sentido que lo previsible. Llegar a una estación por la noche, entreoír una conversación azorada, comprobar la fragilidad de la mente humana: lo cotidiano. Mirar por la ventanilla para comprobar que, en nuestro viaje, aun falta mucho para ver amanecer en el horizonte antes de que lleguemos al destino.

10 comentarios:

Pilar dijo...

Vaya, parece que hay gente con la cabeza igual que yo.Ultimamente me olvido cosas en los lugares donde voy, ya sea el móvil, que sin ir más lejos anoche me fui sin él a casa, gracias a Dios, mejor dicho a mi memoria, vaya no estoy tan mal entonces, recordé dónde me lo había olvidado y lo he podido recuperar, no sé qué habrá sido de la mujer atractiva del andén, por lo menos parece que él no le montó el "pollo", menos mal...
Los trenes...
Me parecen tan románticos...
Tan melancólicos...
Tan incómodos...
Las estaciones de trenes...
Quién puede olvidar, como dices, los trenes en que viajaban los nazis...
Por cierto, Pedro, en mi viaje está a punto de amanecer...

jg riobò dijo...

La cosa esta triste.
Noto el cambio de estación. El invierno se apodera poco a poco y del otoño sólo quedan retazos que se alejan hasta el próximo año a mi pesar.
Las fotos giran a invernales, ayer era la premonición.

Raúl Urbina dijo...

Desde luego, el horizonte del viaje cambia: a no ser que seamos pasajeros camino del genocidio, el viaje es bello. Se supone que llegaremos a algún sitio. Se supone que viajamos por algo. Un abrazo muy fuerte (que no te he podido dar personalmente). Pasa unos buenos días y descansa, que falta te hace.
Verba Volant

Antonio dijo...

La política ferroviaria actual de este país es poco dada a los romanticismos: cada vez hay menos trenes nocturnos, y los que todavía existen, o bien tienen unos precios inasumibles para un bolsillo medio o bien son viejas cafeteras rodantes que desconocen el significado del término "mantenimiento". Una pena, porque a pesar de los tiempos que vivimos en los que impera la prisa, todavía tiene un gran sentido su presencia.

Tengo yo la batallita ferroviaria del becario de una revista de Barcelona que, cuando apenas llevaba dos semanas trabajando, fue un día a trabajar y le dijeron que esa misma noche se iría a hacer publirreportajes por León y Palencia. La empresa les pagó a él y a un comercial el viaje en habitáculos individuales de camas en un tren nocturno.

Pero el becario apenas durmió, maravillado por la ilusión de viajar de forma tan inesperada, cruzando media España en una sola noche, jugando a adivinar si las luces que se adivinaban a lo lejos en mitad de los Monegros podían corresponder a Capdesaso, Sodeto o Almuniente. El sueño le vencería antes de pasar Zaragoza, pero despertaría a tiempo de ver que alguien aún tenía la luz encendida en su casa de Logroño, en un bloque próximo a la estación.

El tren, aun en sus anodinas formas de cercanías o de automotor diesel por una línea dejada de la mano de la administración pública, conserva ese magnífico halo de literatura que engancha a todo aquel que gusta de viajar en este medio de transporte. Tanto da si lo que aparece ante ti es un sórdido apeadero o una insípida marquesina roja donde decenas de personas esperan su camino a la rutina diaria.

Saludos.

Anónimo dijo...

magnifíco. He recordado varias escenas de películas en trenes. Siempre es un motivo muy traído en las películas. El tren tiene algo especial en la literatura también.

un abrazo.

Lola Bertrand dijo...

Los trenes son un "leif motif" (creo que se escribe así) en nuestra existentencia .
Yo soy un ama de casa analfabeta y tu un profesor de literatura y... sin embargo acabamos de cruzar nuestros destinos.
Mucha PAZ en estas fechas tan tristes.
Abrazos de mar.
Lola

Anónimo dijo...

Permiteme una banda sonora para esta entrada
http://es.youtube.com/watch?v=bKjRtCMFQps

Pedro Ojeda Escudero dijo...

PILAR: el viaje siempre es bueno, no tanto el destino. Suerte con el amanecer.

JAVIER: en efecto, el blog camina con el pulso de la naturaleza.

RAÚL: O no: ¿viajamos por algo o sólo damos vueltas en este pequeño planerta? Un abrazo fuerte, Raúl. Nos daremos a la vuelta el que no nos pudimos dar de despedida.

ANTONIO: buen recuerdo. En efecto, el tren tiene algo de literario que le salva de su rutina.

FERNANDO: Un abrazo. Tienes razón: el tren siempre es algo especial.

LOLA BERTRAND: Bienvenida a La Acequia. Te he devuelto la visita. El mundo de los blogs siempre nos une. Sigue por aquí. Abrazos del mar castellano.

BLOGÓFAGO: Gracias por la banda sonora: Steve Winwood "Night Train". Buena recomendación.

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Myriam dijo...

Tal vez esto:

Tres piedras preciosas
fueron cultivadas
sobre un altar de arminio.
Y en ilusion de auroras
fluorescentes
un lirio se entibio
en la mano.
Caricia de plumas rozo el muro
que protege el alma...
Cayo la mascara absurda
de la vida.
En amarga sensacion
de soledad
viose el cuerpo
despojado,
roer su proia
carne macerada.
( Abandono, MG)
O tal vez sintieron esto:

Ya no le quedan lagrimas,
sus ojos estan secos.
Ya no le queda aliento.
Susu labios se han resquebrajado.
Sus parpados se cierran.
Su pulso se detiene.
Sus manos abrense
en senial de entrega
hacia la muerte.

Extranios momentos....
Extranios pensamientos...
Extrania sensacion
de los sentidos
casi totalmente
adormecidos.
( Agonia, MG)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: gracias por los versos.