domingo, 30 de diciembre de 2007

Restos del naufragio


A veces el cielo nos amenaza, fragmentado en cuajarones de derrotas: se espesa, cuarteado, sobre las copas de los árboles invernados y nos sobrecoge, desprevenidos como vamos a nuestras cosas. Si el cielo viene herido así es más inminente el peligro: se desprenderá a grandes trozos, como el yeso del techo afectado por una gotera. En esos momentos, no sirve ya ni el ligero y cálido refugio del hogar y quedamos indefensos al vendaval y al frío. Sólo un mínimo gesto puede hacer nuestra propia derrota más digna. O más cobarde.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Árboles en impaciente espera, semejando las manos que amasarán y moldearán los cuajarones de leche en la quesera, transformando la eventual derrota en permanente victoria.
Magnífico contraluz con zonas de misterio.

nachocarreras dijo...

!Otras¡ Vuelvo después de unos días sin internet y veo que has estado hiperactivo... Los leeré con calma.
¡Feliz año nuevo!
Salud y Suerte.

jg riobò dijo...

Magnífico. El mantener los árboles en el encuadre hace que la foto sea terrenal no sólo aerea.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

PANCHO: el misterio. De ahí nace todo.

NACHO: salud y suerte, compañero. Por cierto, ya me di el paseo por nuestro río.

JAVIER: Ése era el efecto buscado.

Gracias a los tres por dejar vuestros comentarios en estas fechas.