domingo, 25 de noviembre de 2007

Nocturno (V)

[...]
La ceguera es un estado natural del ser humano. No vemos más que la apariencia de las cosas y juzgamos sólo por ella, como si aun fuéramos seres primitivos que no logran elaborar lo que ven más allá de la supervivencia. Esa mirada plana nos devuelve a lo irracional en exclusiva. Quizá por eso, la noche en la que ha entrado el paseante le permite ver de otra manera. Y una vez alcanzada la mayor negrura surge de nuevo el color, como si se inventara, ayudado por la lluvia, que le da un nuevo brillo.

Con las manos aun manchadas del barro de la orilla de este río, que le corre ya por dentro y le arrastra convirtiéndole en cauce, levanta la cabeza y los arbustos de la ribera se le aparecen, al fin, tras su muerte, como si se inventaran las formas y los volúmenes. No crea las cosas: ya estaban allí, pero ahora puede verlas. Y logra caminar entre los árboles sin necesidad de palpar el vacío.

2 comentarios:

jg riobò dijo...

El misterio continúa, el desenlace parece próximo.
Todo un relato con los sentidos como protagonistas.
Y el verde, las casualidades no existen. Que pasa este fin de semana con el verde.
Tu verde nocturno, nunca ví los colores nocturnos como en esta serie.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JAVIER: Al paseante aun le quedan cosas por experimentar. Hasta la entrada número XII.