sábado, 10 de noviembre de 2007

Abrir una puerta y econtrar un regalo.



Después de un viaje que ha durado toda la vida, te encuentras a veces con una puerta que reconoces porque la has visto en muchas ocasiones aunque siempre hayas pasado de largo. Quizá, en una ocasión, hace veinte o treinta años, decidiste cerrarla porque ya no podías más o la responsabilidad había terminado venciéndote. Esa puerta ha ido envejeciendo contigo y se le notan las raspaduras, las manchas de humedad, la decoloración del tiempo y el polvo acumulado.

Hace unos años abrí unas cuantas de aquellas puertas de mi vida. Hace algo más de un año me dirigí vacilante a una de las últimas que me quedaban y la abrí para sorprenderme porque el estado de las cosas que allí dentro había guardaba la normalidad acogedora de un ámbito conocido y que sólo se necesitaba pasar un poco el plumero y ordenar el revuelo ocasionado por algunos pájaros que habían entrado por los cristales rotos por alguna pedrada maliciosa, quizá por mi propia mano.


De esto y de otras muchas cosas hablé ayer, en un encuentro largo y agradable con Javier García Riobó, en el Café España. Su mirada pausada y silenciosa sobre las cosas y el arte dicen más que las voces y gritería de muchos. Hemos enlazado nuestros caminos, como me ha ocurrido tantas veces con este blog, proyectado cosas y viajes, pero sobre todo amistad. Venía con un regalo que le define como persona: un año entero de La Acequia encuadernada. Con morosidad cariñosa había ido editando cada entrada del blog para ofrecerme el resultado de su atento trabajo. A cambio, le regalo esta foto de esta vieja puerta, aunque sé que él estará pensando: más cerca, Pedro, más cerca. Y cuánta razón tiene Javier.

7 comentarios:

jg riobò dijo...

Qué sabio eres. Qué facilidad para resumir, concretar, en un texto magnífico, de los que ya no se escriben.
Lo que yo no imaginaba era que tendría un nuevo amigo por tener un blog.
Un amigo con ilusión todavía y ganas, vivo; uno de los de antes, de los que no se encuentran.
Seguiremos el camino juntos.

Lazarillo en América dijo...

¡Qué bonito regalo el de Javier! Felicidades. no quiero dejar pasar la ocasión sin comentar sobre lo de Juan Carlos I a Hugo Chávez: "¿Por qué no te callas?"

En fin... La cacería en Rusia, la portada de ‘El Jueves’, Anasagasti, la quema de fotos, Aguirre… y ahora lo de Hugo Chávez. Cuando se le pondrá cara de limón de verdad a este rey es cuando lo obliguemos en España a abdicar: entonces sí que me voy a reír. ¡Bienvenidos al [url=www.circoiberia.com]www.circoiberia.com[/url]!

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JAVIER: Juntos y encontrando otros. Es curioso cómo se amplía el mundo cuando uno lo creía más pequeño.

LAZARILLO: Te he dejado comentario en tu blog. El problema, Lazarillo, es que sin ser monárquico me producen más recelos los políticos que tenemos que este rey.

Anónimo dijo...

Bonita toma; parece que se atrapa el polvo. ¿Te subiste en una silla o te manejas bien por las alturas?

Creo que estaba equivocado con respecto a la aldaba: Por ahí en el corazón de Castilla la Vieja al elemento de la foto lo denomináis de esa manera. En el Oeste del Oeste una aldaba es sólo un pasador. A veces uno estaría mejor callado.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Mi querido ANÓNIMO, gracias y no te preocupes. Ahora bien, como sé que llevas tiempo comentando y creo que tu participación en La Acequia es muy oportuna, te animo a que crees un pseudónimo o des tu nombre real.

PILAR dijo...

Recuerdo haber leído esta entrada, recuerdo que eran días duros, mi abuela ingresada en el hospital. Murió el 13 de noviembre.
Recuerdo que pensé, ¡qué detalle más bonito, la encuadernación!
la verdad, tengo ganas de conocer algún día a Javier.
Un abrazo, Pedro.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Recuerdo aquellos días, cuando comentaste cosas sobre tu abuela.
Espero presentaros pronto. Un abrazo.