lunes, 22 de octubre de 2007

Saltar la tapia.

Elena, saltando una tapia en Íscar.

Hay que saltar las tapias. No me refiero a robar el huerto ajeno, aunque a veces el placer de lo prohibido y peligroso se aproxima emocionalmente a lo que quiero decir. En la Celestina, Calisto entró, persiguiendo a su azor, en el jardín de Melibea. No fue la última vez que saltó aquella tapia. Por su torpeza, murió al satarla en una de las ocasiones. Pero se arriesgó y lo hizo.
Hay que saltar las tapias que nos impiden ver más allá, las tapias impuestas para que no hagamos lo que no interesa a otros. Debemos saltar las tapias para saber cuándo merece la pena recluirnos dentro de un terreno cercado para cultivar nuestro propio huerto. Debemos saltar las tapias para mirar el mundo y comprenderlo. Si nadie hubiera saltado una tapia para preguntarse por el horizonte, el ser humano aun estaría sin Historia.
Me gustaría dejar esa enseñanza a mi hija Elena.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Más molestos que los muros que otros nos ponen son los que nos ponemos a nosotros mismos. Muchas veces una piedra en el camino se convierte en un camino cortado. ¡Con lo sencillo (que no fácil) es levantarse y seguir el camino!

Pero, mientras hay vida hay Rocanrol y retomar un camino no es retroceder, es revisar cosas pendientes.

Muy «bonitas», como se suele decir, las últimas entradas.

Anónimo dijo...

Si no saltarlas, al menos intentarlo.
Pero nunca dejar de dar un respingo para poder asomarnos y ver qué hay detrás.
Yo,siempre (o casi siempre) que paso al lado de una tapia, siento dentro
de mí la curiosidad de pensar qué habrá dentro.
Claro, que hay tapias y tapias. Hay algunas que no hace falta ni saltar
para asomarse, no me inspiran simplemente.
Hay otras que es mejor pasar de largo, en paralelo simplemente.
Las hay bajitas, esas no interesan porque se saltan como si fueran vallas
de las de "salto de vallas". Las buenas, esas son las altas, esas son las
que interesan, esas son al fin y al cabo los retos de cada día.

Pablo A. Fernández Magdaleno dijo...

Lo bueno del ser humano es eso: que nunca se ha cansado de saltar la tapia que tiene delante porque aún no la han saltado sus antepasados.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Como dijo José Hierro

"Hay que salir al aire,
desatar la alegría,
llenar el universo
con nuestras vidas"

Es otra manera de saltar tapias. Espero que Elena aprenda la suya propia ;-)

nerea dijo...

Pues sí! Hay que saltar o como mínimo intentarlo. No podemos quedarnos sentadicos de brazos cruzados viendo la vida pasar, no! Hay que arriesgarse por las personas, por las causas, por los ideales, por la propia escala de valores... Que la vida te dice que tienes que ser de una manera o vivirla de una forma no hay que conformarse, si no te gusta se cambia.

Me ha gustado muchísimo el artículo de hoy Pedro.

Besicos!

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Y si las derribamos para que no cierren los ojos a los que vienen detras nuestro? Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué razón tenéis todos. Gracias por vuestras palabras y perdón por la tardanza en contestaros.