miércoles, 31 de octubre de 2007

Llamador y entrañas.

Hay puertas que cuesta abrir, apenas grietas de edificios a los que han roído por dentro para dejar tan solo una piel apolillada. Ante ellas uno siente la fatiga del camino.
Y el miedo a saber de sus propias entrañas.


7 comentarios:

jg riobò dijo...

Estas mejorando a toda prisa.
Tús entradas transmiten misterio y un algo de otro tiempo que es hoy.
La foto es magnífica, con esas sombras y ese punto de vista en contra-picado.
Fenomenal.

Anónimo dijo...

No entiendo mucho de fotos en la cuestión técnica, pero me encanta mirarlas, ésta es muy buena. Hay mucho contraste entre la fuente de iluminación, cenital, la sombra que proyecta el trompeador además proporciona un cierto halo de misterio y el punto de vista contrapicado que engrandece este magnífico ejemplar de trompeador antiguo fijado a la puerta con una chapa oxidada remachada con puntas.¿Dónde encontraste esto?
Enhorabuena por saber hallar la belleza.

Anónimo dijo...

Siembre he sentido una cierta fobia a esas antiguas puertas con la mano colgando...la casa de mia abuela tenia una mano así y yo siempre golpeaba con los nudillos la madera, el problema era que mi abuela estaba sorda y acababa con las articulaciones enrojecidas...curioso recuerdo me has proporcionado.

Pablo A. Fernández Magdaleno dijo...

Puertas hacia otra dimensión del espacio-tiempo.
Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Gracias por vuestros comentarios.
JAVIER: uno aprende por estímulo propio, pero también por mirar a los que lo hacéis mejor.
ANÓNIMO: en la calle. Siempre miro a la gente, las paredes y, sobre todo, lo pequeño. Pienso que en el detalle se encuentra, casi siempre, la suficiente emoción para seguir adelante.
BLOGÓFAGO: tienes razón. Esas manos, como la de las fotos, parecen partes de antiguos habitantes de estas casas...
PABLO: espacio-tiempo = el ser humano.

Anónimo dijo...

To be a adroit benign being is to have a kind of openness to the mankind, an gift to guardianship undeterminable things beyond your own restrain, that can front you to be shattered in hugely exceptionally circumstances as which you were not to blame. That says something very weighty with the prerequisite of the principled life: that it is based on a corporation in the fitful and on a willingness to be exposed; it's based on being more like a shop than like a sparkler, something somewhat dainty, but whose acutely special beauty is inseparable from that fragility.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ANÓNIMO: Thank you for your words and your visit.